Capítulo XXVII

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SIGLO ANTIGUO

IGLESIA CATÓLICA DE EVIGHEDEN

SIN POV ESPECÍFICO

Estában cara a cara, mirándose una la otra con tan solo una suave melodía de fondo. Cientos de personas viéndolas en ese templo y con el padre justo a su lado.

-¿Reina Liah Evigheden, recibe usted a esta mujer para ser su esposa, para vivir juntas en sagrado matrimonio, para amarla, honrarla, consolarla y cuidarla, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad, durante el tiempo que duren sus vidas?

Liah sonrío. Ella tenía más que clara esa respuesta y no dudo en responder en cuanto se le dio la oportunidad.

-Sí, acepto.

Luna sonrío aún más al saber que su prometida no lo pensó un segundo. Ahora se sentía un poco mal al saber que había duda de ella durante unos segundos. Liah era la escogida de ella y no debía temer de nada con ella al lado.

-¿Princesa Luna Calanthe, recibe usted a esta mujer para ser su esposa, para vivir juntas en sagrado matrimonio, para amarla, honrarla, consolarla y cuidarla, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad, durante el tiempo que duren sus vidas?

Luna miro a Liah y sonrío, con su rostro lleno de lágrimas. Al carajo se fue el consejo de Esmeralda, pues a los ojos de Liah seguía siendo preciosa, pero para los demás y la fotografía parecía haber salido de algún teatro de terror.

Aún así, en medio de las lágrimas encontró la manera de dejar salir una sola palabra que contentó por mucho la vida de Liah.

-Acepto.

El padre sonrío notando las mirada entre ambas mujeres frente a él. Todos podían palpar el amor inigualable inigualable aquellas dos mujeres. Era hasta más fuerte que el de una pareja heterosexual. El padre estaba seguro que este matrimonio sería más largo y duradero que uno normal.

Aún así, luego se dirigió a la reina sabiendo que faltaba el último paso. El momento más importante para la pareja y que confirmaría su amor frente a los demás.

-Majestad, repita después de mí.

-Yo Liah Evigheden, te recibo a ti Luna Calanthe para ser mi esposa, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe.

Liah repitió cada palabra con seguridad. Luna no podía sentirse más emocionada. Sabía que su reina estaba diciendo la verdad y solo eso. No había cabida para titubear o para miedo. Todo le fluía tan perfecto a la reina.

-Princesa, repita después de mí.

Fue el turno de Luna y ningún presente pudo confirmar cual de las dos lo había dicho con más seguridad y certeza. Seguramente jamás habían visto unas prometidas como aquel par. Sin duda alguna, su matrimonio iba para largo.

-Yo Luna Calanthe, te recibo a ti Liah Evigheden para ser mi esposa, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe.

Lentamente las lágrimas de Luna se habían detenido, pues debía controlarse o parecería que se estaba casando en su contra. Solo ella pensaba eso porque todos los presentes estaban seguros que ambas estaban por un verdadero sentimiento y no por posición o dinero.

-Ahora deben intercambiar sortijas- indica el padre -. Reina, mientras lo pone, diga después de mí: yo te coloco esta alianza como señal y promesa de nuestro amor constante y
fidelidad duradera.

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