Capítulo XVII

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SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE EVIGHEDEN

LIAH'S POV

Me acerque a ella un poco más. Mis labios intentando captar todo el sabor necesario de su boca. La sujetaba con fuerza contra la pared, mientras ella sujetaba con fuerza mi chaqueta de cuero con algunos cristales incrustados.

-¿En serio debes irte, Princesa?

Cuestioné, separándome solo un poco de sus labios. ¿Realmente? No deseaba dejar ir ni por un segundo. Tenía una nueva adicción y sólo ella podía saciarla.

Un sonido de satisfacción salió de sus labios. Sentí mi cuerpo reaccionar a aquel sonido y sentí algo que jamás había sentido antes frente a una dama. La reacción era más precisamente en el área sur de mi cuerpo. Aleje, sin mucha rudeza, mi cuerpo del suyo. Temía que sintiera aquel nuevo inconveniente y pensará que era una aprovechada.

-Debo empacar y regresar en una semana, Liah.

Responde entrecortada por el momento. Sus palabras salen suave de sus labios y agitadas. Sonreí al saber que era yo quién había ocasionado esos pequeños estragos en su cuerpo.

Humedezco mis labios probablemente hinchados como los suyos. Estaban mucho más rojos de lo normal. Detuve el impulso de volverla a besar. Se veían tan apetitosos y saboreables. Su labial se había ido por completo y seguramente tenía prueba de ello alrededor de mis labios.

-¿Qué haré sin tu presencia rondando por el Palacio?

Hable con pesar. No debía fingir para demostrar mi verdadero temor. De alguna manera, me había acostumbrado a tenerla paseando y visitándome cada día. Se había vuelto un ritual y ni hablar de nuestros encuentros muy interesantes después de ese primer beso.

Ella sonríe por mi manera de dejar escapar mis palabras. Su forma de evitar mi mirada es mirar el cuello de mi chaqueta y fingir arreglarlo. Luego pasa las palma de sus manos por toda la tela y las deja sobre mi abdomen.

-Podrías adelantar trabajo para cuando regrese. Tal vez puedas enseñarme el pueblo un poco más.

Ideas llegan a mi mente de manera rápida y sorpresiva. Había sido tonta al no haberlo hecho antes. ¿Por qué no se me había ocurrido? Un día para ambas lejos de estas paredes y de tantos guardias a nuestro alrededor. Solas, ambas, en medio del bosque. Debía anotar todas las ideas de los posibles puntos que podríamos visitar.

-¿Eso quieres?- ella asiente tímidamente -. Eso te daré. Empaca vestiduras para salir a la naturaleza.

Sus manos se pasean por la camisa gris que cargaba por dentro de la chaqueta esta mañana. Acomoda el cuello de ésta y acaricia mi cuello con sus uñas bien cuidadas. Suspiro audiblemente aceptando sus caricias. Me remuevo intentando hacer poco visible mi entrepierna o que se desaparezca, pero eso era casi imposible. Me sentía sentía mal al tener esta reacción frente a mi prometida.

-Eso haré.

Asiente, besando mi mejilla con delicadeza. No pude ocultar mi sonrisa ante tan noble y inocente gesto. Como justo hace pocas semanas atrás nos tratábamos.

Suspire sobre su cuello para recordar el olor que llevaba siempre con ella. Aquel olor que me había embriagado desde el primer momento en que nos vimos. Aquel que me estaba enamorado poco a poco. El que me hacía perder la cabeza en cuanto lo notaba presente en el ambiente. Estaba siendo mi perdición.

-Debo irme, Liah.

Informa sin mucho ánimo. De manera inmediata, hago mala cara. Se iba sin mi bendición. Yo le había dado a la disposición un carruaje y guaridas que buscarían sus pertenencias sin salir de aquí. Sin embargo, insistió y no tuve nada más que hacer que brindarle mi mejor carruaje y hacer esta larga, pero necesario despedida.

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