Capítulo XLIV

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SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE NYX

LIAH'S POV

Mire al hombre frente a mí y sabía que mis palabras no eran suficientes para pagarle todo lo que había hecho por mi esposa y por mi reino, pero igualmente lo dije.

-Estoy sumamente agradecida con tu servicio y ayuda, Zúrich.

El consejo real de mi esposa frente a mí se irguió aún más y sostuvo su rostro serio.

-Sin ti la vida de mi esposa no estaría aquí.

Afirme. Él negó y no me miró con respeto.

-Mi trabajo era mantenerla con vida, Su Majestad. Ha sido un trabajo arduo, pero he ganado experiencia y no me arrepiento de haberlo tomado. En cambio, le agradezco por haber tenido tanta confianza en mí.

Asentí. Golpeé sus hombros varias veces y le regale una sonrisa sincera. Hace mucho que no la daba, exceptuando a mi esposa.

Me giré justo para verla hablar con el general Leandro. Ambos estaban riendo de algo, pero luego la mirada de Luna se poso en mí y sonrío tan perfecta como siempre.

El general le dijo una última cosa antes de alejarse, hacer una reverencia y salir por la puerta del comedor. Me acerqué a mi esposa solo para ver que aún seguía buscando algo de comer.

-Este heredero pide mucho, ¿verdad?

Ella sonrío y asintió. Sus mejillas sonrojada y adorables, mostrando las pequeñas pecas esparcidas por su nariz y mejillas.

-¿Me quieres acompañar a la habitación, princesa Luna?

Ella asintió tomando un último pan como recurso. Reí y la tomé de la mano para llevármela. Ella antes de irnos, se despidió de Zúrich con unas simples palabras de buenas noches.

Antes de subir la escaleras nos hice detenernos a ambas, ella me miró confusa. Sonreí y la tomé en brazos, olvidando por unos segundos todo el dolor corporal que tenía gracias a mi última franquicia.

Ella rió mientras subíamos la escaleras. Aún tenía el pan en su mano y lo partió para ambas.

-Me pregunto como tu pequeño cuerpo puede contener tanta comida.

Comente risueña. Ella sonrío y empezó a comer sin dejar de mirarme.

-Tu primogénito es quien se alimenta aún más.

Se defendió. Sonreí y abrí la puerta de la habitación real. Era la primera vez que me encontraba en este lugar y no podía quejarme. Parecía muy amplio y la cama se veía muy cómoda. La dejé sobre la cama y me propuse a recorrer el lugar. Ella se acomodó mirándome.

-Parece muy acogedora.

Confesé mirando cada rincón, hasta el cuarto de baño.

-Ahora lo es más contigo, Liah.

Sonreí sin verla. Podía sentir que me sonrojaría si lo hacía.

-¿Qué te parece tu reino?

Cuestione realmente curiosa de su respuesta.

-Nuestro. Me parece encantador aún que me falta recorrer las calles con mis propios ojos. Leandro habla maravillas del lugar.

Asentí. Leandro parecía un buen tipo.

-No podía esperar menos, Lu. Cuando te conocí, pensé en encontrar un reino y para mi suerte los reyes estaban pasando por un mal momento, no fue difícil sacarlos.

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