Capítulo XXXIV

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SIGLO ANTIGUO

NORTE DE IGOR

LIAH'S POV

Miré el vaso entre mis dedos, el líquido transparente casi acabado por completo. Había quedado agotada gracias a mi esposa.

Sonreí y termine de tomarme el vaso de agua para luego tomar dirección a la parte superior de la cabaña donde estaba nuestra habitación. Fue entonces que vi a una sirvienta con el desayuno con la intención de llevarlo a la habitación.

-No, yo lo llevaré. Gracias, de igual manera.

La detuve a tiempo. Ella me miró confusa y luego se inclino. Tomé la bandeja y asentí para irme de allí con rapidez. No tenía el atuendo más adecuado justo ahora.

-No hay de qué, Su Majestad.

Sonrío y salió de mi vista. Para mi suerte parecía que no me hubiera escaneado. Mordí mi labio inferior al ver mis piernas desnudas, solo usaba una camisa casi desabrochada en su totalidad.

No pensé que las sirvientas quisieran entrar directamente y llevarlo hasta la habitación. Suspiré, tendría que hablar acerca de eso.

Volví a tomar otra respiración, agradeciendo que había detenido a la mujer antes de que subiera y viera el desastre que hemos dejado en nuestros aposentos. Luna estará igual de agradecida.

Subo las escaleras y luego me dirijo donde está mi Luna. Sonrío cuando entro y la noto igual a como la dejé. Una princesa muy bien dormida sin importarle que era cerca del mediodía.

Deje la bandeja a un lado y me acerque a ella.

Su cuerpo se removió en seguida al dejar besos en sus hombros y espalda descubierta. Solo estaba cubierta de cintura para abajo. Todo lo demás quedaba a mi vista y estaba agradecida de aquello. La cama estaba ocupada en su totalidad por mi esposa. No podría caber otra persona más allí.

-Lu...- la llamo sin dejar de repartir beso -. Debes desayunar algo, Lu.

Hace un sonido de negación antes de volver a quedarse quieta. Volvía a parecer dormida. Reí por lo bajo, antes de volver a llamarla.

-Supongo que tendré que comerme las fresas y el chocolate sola.

Amenace cansándome de llamarla por las buenas.

Rápidamente pude ver movimiento detrás de mí. El cuerpo extendido en la cama no se encontraba y solo estaba una dama desarreglada, pero muy despierta.

-¿Haz dicho fresas y chocolate?

Cuestiono desde su lugar en la cama. Sentada y con la sábana arrugada sobre ella.

Olvidaba decir la ligera obsesión de Luna por la fresa y el chocolate. Se volvía aún más entusiasta cuando ambas eran combinadas. En nuestra celebración de la boda fue indispensable tener que poner muchas fresas y diferentes dispensadores de chocolate en cada lugar que se podía. Ella alegaba que de esa manera podría buscar un poco cada vez que se le apetecía y así no tendría que caminar tanto. Inmediatamente la complací y la boda, fue la boda de su sueño. No tenía dudas sobre aquel tema.

-Solo si vienes aquí podrás averiguarlo, cariño.

Señale la bandeja frente a mí.

No dudo un segundo en ponerse de pies, enrollar la sábana en su cuerpo y caminar con pasos decididos hasta la mesita donde estaba la bandeja y donde me encontraba sentada, viéndola. Se me hizo gracioso verla cubrir su desnudez cuando solo hace unas horas habíamos pasado juntas disfrutando de nuestros cuerpo y de la carnalidad. Aún así, entendía que se sentía un poco cohibida al estar desnuda cuando debía desayunar.

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