Capítulo XXXVIII

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SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE EVIGHEDEN

LIAH'S POV

Dos días.

Cuarenta y ocho horas.

Mis ojos luchaban por no cerrarse.

El consejo estaba hablando, frente a mí, de las mejores estrategias para terminar de una vez por todas con la tonta pelea contra Calanthe.

Tenía dos cosas, importantes, en mi mente. La guerra contra el reino de Calanthe y la coronación de mi esposa. Sería, finalmente, coronada como reina  consorte de Evigheden. No podíamos estar más emocionadas por esto.

Aún así, debía estar organizando dos cosas a las vez. Todo sobre la coronación había quedado en manos de Luna, pero yo seguía teniendo que dar el visto bueno para todo. Tenía que poner mi firma acá y allá.

La guerra era otra cosa que me tenía comiendo la cabeza. Esmeralda estaba dando batalla. Tenía entendido que su reino había caído en la ruina. Todo el ingreso monetario que adquiría era enviado, de inmediato, a armamentos para la guerra. Guerra que claramente perdería. En pocos meses estarían destrozado por su tonta desesperación.

El rey, la había proclamado reina y había desaparecido con su esposa. Eso quiere decir, que mi hijo o hija no conocería a sus abuelos. Aquello había destrozado por completo a Luna. Fueron otros días difíciles donde estuve que estar presente y otras desveladas más.

Esmeralda tenía aliados, sí, pero, éstos se irían en cuanto toda mi furia cayera sobre ellos. Estaba despedazando poco a poco. Pueblo por pueblo fue despojado del reino de Calanthe. Sólo quedaba la capital, donde estaba resguardada la reina en su palacio. Esmeralda debía dar la cara por su pueblo, por todos los muertos y por todos los sacrificados que habrían después. No podía dejar a ninguno con vida, se rebelarían desde dentro y sería un problema innecesario que podía evitar.

-¿Qué opina, Su Majestad?

Mire al primer ministro.

No tenía idea que había dicho, pero me había servido cada pequeña estrategia que tenía. Así que, asentí.

-Hagan todo lo que dij...

La puerta de la sala se abrió de manera exagerada cortando mis palabras. Todos los hombres giraron su cabeza, enojados por la interrupción a la reunión y a su reina.

Cuando note que era mi esposa y su vientre de ocho semanas y media, sonreí. Los otros hombres no estaban contentos para nada, pero lo aceptaron por ser su futura reina consorte. Para ellos, existía mucho el machismo, aún, cuando quien los gobernaba era una mujer. Solo podían tolerar a una mujer que estuviera sobre ellos, pero no dos y Luna lo sabía.

Se acercó con pasos seguros hasta nuestro trono. Los hombres inclinaron su cabeza a regañadientes cuando los mire al notar que no lo hacían. Luna jamás quito su rostro serio, hasta que me vio. Ambas sonreímos y luego se acercó a dejarme un pequeño beso en mi mejilla.

-¿Aún estarás aquí mucho tiempo?

Susurro cerca de mi rostro. Quise sujetarla por la cintura y sentarla sobre mi regazo. Hace mucho no estabas así de cerquita. No pude evitar sonreír como la idiota que era con ella a solas.

-No lo sé, debemos aclarar algunos punto aún...

Conteste aún con mis ideas en las nubes. No sabía que hacía aquí, pero eso no me importaba. Con solo verla era suficiente para sacar mi mente del presente.

-Te necesito para algunas decisiones- me interrumpe -. ¿Podrías apresurar todo?

Mi sonrisa se disuelve y niego lentamente.

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