Star Kids - Jojo's Bizarre Ad...

By ItoFuyo

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Mientras Giorno Joestar debe aprender a hacer amigos a preocupación de sus padres, Josuke Joestar se divierte... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.

Capítulo 18.

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By ItoFuyo

Una hora había pasado desde que Bruno Bucciarati había salido de la estancia que manejaba dejando a Leone Abbacchio a cargo de cuidar a los dos niños que había en el lugar.

Una hora en la que tanto el cuidador como los niños esperaban ansiosos por la llegada del hombre de oscuros cabellos para saber lo que fue del pequeño por el que le llamaron. De las tres personas, había alguien especialmente ansioso.

- Narancia, trata de tranquilizarte - Llamó Abbacchio al pequeño de 5 años que no dejaba de llorar en silencio. Su llanto silente era un signo de preocupación.

Desde que Bucciarati se había ido, Narancia Ghirga no había dejado de llorar. Su llanto parecía ser eterno, sus mejillas estaban cubiertas por lastimeras lágrimas y sus ojos y su rostro estaban rojos, hacía poco había comenzado a hipear mientras seguía llorando mientras era observado por un preocupado Giorno.

- Hey, es suficiente - Abbacchio se puso de pie y se acercó al pequeño con un pañuelo en la mano, comenzando a limpiar su rostro y nariz. - Oye -.

Por supuesto, Narancia le ignoraba y seguía llorando.

- Narancia... - Giorno no pudo evitar sentir pena e incluso tristeza por su pequeño amigo, pues se veía realmente triste. Sus pequeñas manos apretaron con fuerza el borde de su camisa.

Abbacchio miró de reojo al niño rubio, dándose cuenta de que el asunto podría empeorar, así que decidió ser un poco más serio.

- Oye, Narancia, no te preocupes - Le dijo en un tono más suave al que acostumbraba usar, pasando su gran mano por la pequeña espalda del niño. - Sé que estás muy preocupado, pero te aseguro que Fugo estará bien -.

- P-Pero... - El llanto y la tristeza en su infantil voz hacían que fuese más complicado de lo normal el entenderle.

Leone no era un hombre muy expresivo o sentimental, pero incluso para alguien como él era difícil ver ese par de enormes ojos purpuras mirándole con tanta tristeza.

- Lo sé, tienes miedo y te preocupa, a mí también... Pero conoces a Fugo, seguramente solo tuvo otro pequeño ataque de ira, en la escuela lo saben, así que no tendrá problemas y su abuelo tampoco se enojará - Dijo de la forma más firme que puedo, comenzando a dar pequeñas y reconfortantes palmadas en la espalda del menor.

- P-Pero... F-Fugo... D-Debe estar muy triste... - Declaró con los ojos nuevamente llenos de lágrimas.

Ante eso, Abbacchio no supo qué hacer, pero afortunadamente Bruno finalmente volvió.

El sonido de la puerta al abrirse hizo eco en la estancia y las miradas de todos los presentes se dirigieron hacia la dirección donde alguien aparecería.

- ¡Bruno! - Narancia exclamó el nombre del hombre y corrió de inmediato hacia él.

Bucciarati, quien apareció con una expresión seria en el rostro, recibió de inmediato al niño en sus brazos agachándose para poder abrazarle.

- ¿No has dejado de llorar desde que me fui, Narancia? Eso no es bueno - Le dijo en un tono suave acariciando su cabello.

Giorno estaba muy confundido, no entendía del todo qué estaba pasando. El pequeño lograba comprender que Fugo tuvo una pelea y que por ello llamaron de la escuela para que alguien fuese por él, pero aunque sabía que eso era malo, no entendía por qué Narancia lloraba tanto y se preocupaba tanto. Fugo era su amigo y era normal preocuparse cuando un amigo está en problemas, pero su perspicacia le hacía pensar que había otra razón más.

- ¿D-Dónde está Fugo? - Narancia se separó de su cuidador y le miró interrogante

Ante la triste mirada de ese pequeño niño, Bruno se sentía debilitado y su expresión lo demostró pues la sonrisa en su rostro disminuyó considerablemente, pero no así las caricias sobre la cabeza del menor.

- Fugo está en su casa con su abuelo -.

La noticia pareció sorprender a Leone, pues sus ojos se agrandaron ligeramente.

- ¿E-Eh? - La desilusión se hizo más grande en la mirada del niño.

- Creí que lo traerías aquí -.

- Ese era el plan - Admitió Bucciarati. - Pero estando en la escuela recibí un mensaje de su abuelo, quería que lo llevara directamente a casa, así que lo hice -.

Abbacchio frunció un poco el ceño con cierta frustración por no poder hacer algo en aquella situación y decidiendo desecharlo, pues ya no había nada que pudiera hacer.

- ¡Pero yo quería ver a Fugo! - La voz de Narancia se escuchó nuevamente, esta vez con mucha más fuerza. - ¡Quiero verlo! -.

- Lo sé, Narancia, pero tendrás que esperar hasta mañana - Bruno le dio una de sus miradas más suaves al pequeño en el afán de hacerle entender la situación y para que lograra tranquilizarse.

- ¡Pero quiero verlo! ¡Debe estar muy triste! - Sin embargo Narancia no se dio por vencido.

- Narancia... - El azul en los ojos de Bruno se llenó de angustia y pena. - Entiendo que quieres estar con él para animarle, pero es mejor que esté con su abuelo hasta que logre calmarse -.

- ¡Pero Bruno! ¡Fugo debe estar muy triste! ¡Él prometió que ya no iba a pelear! -.

Bucciarati se encontraba en una posición difícil y desearía no lidiar con ella, no porque le molestara o le pareciera fastidioso, sino porque era demasiado doloroso ver la tristeza y la desesperación en los ojos de Narancia, sin mencionar que el estado de Fugo cuando llegó a la escuela tampoco era el mejor de todos.

Ser un cuidador infantil era una tarea muy gratificante, pero también una muy dura.

Las cenas se habían vuelto el momento más animado e importante para la familia Joestar-Brando, pues era el momento en el que el hijo de la pareja les hablaba de su día en la estancia infantil y todo lo que había hecho con sus compañeros. Sin embargo en la cena de esta noche no estaba ocurriendo nada de eso.

Contraria a todas las cenas anteriores, la de esta noche era silenciosa, pues el niño de dorados cabellos no parecía tener ánimo para hablar y eso preocupaba a sus padres. A Jonathan le preocupaba el repentino cambio de ánimo en su pequeño hijo, pues esa mañana había empezado su día con mucha emoción.

Ninguno de los padres podía imaginarse qué había pasado para que el semblante de Giorno cambiara tanto, ya que era la primera vez desde que comenzó a ir a la estancia que regresaba tan decaído. Ambos acostumbraban permitir que Giorno se abriera a ellos por cuenta propia sin presionarle, pero en esta ocasión ninguno se sentía bien viendo la expresión pensativa y preocupada de su pequeño, así que con un intercambio de miradas decidieron tomar cartas en el asunto.

- Giorno, no has comido casi nada ¿No te ha gustado la cena? - Preguntó Jonathan siendo quien comenzara la conversación.

Puedo prepararte otra cosa si no te ha gustado - Dijo Dio, quien había sido el encargado de cocinar esa noche, pero por ser una ocasión única estaba dispuesto a preparar algo más si con eso lograba animar a su hijo o al menos lograr que se abriera con ellos.

- No, está bien... - Respondió en un tono bajo el cual reflejaba su sentir.

Los padres se miraron por un segundo en aquella comunicación mental que poseían.

- Giorno, tu papá y yo te notamos algo triste, dinos ¿Pasó algo hoy con el señor Bucciarati? - Jonathan decidió ir directo al punto, pero tratando de abordarlo de forma tranquila.

Giorno no respondió de inmediato, guardó silencio con la mirada gacha, pero gracias a que sus padres no le presionaron ni le exigieron una pronta respuesta, pudo tomarse su tiempo para responder una vez que se sentía listo.

- ¿Es malo que te llamen de la escuela para ir por ti? - Preguntó manteniendo la cabeza gacha.

- ¿Cómo? - Jonathan arqueó una ceja, le había tomado por sorpresa.

- ¿A qué te refieres? Sé más específico, Giorno - Ordenó Dio ya intrigado.

- Es que... - Giorno soltó sus cubiertos y los colocó a cada lado de su plato. - Hoy llamaron al señor Bucciarati de la escuela de Mista y Fugo -.

- Oh ¿En serio? ¿Y por qué? - Cuestionó Jonathan alentándole a seguir.

- Fugo tuvo una pelea -.

Las alertas internas volvieron a sonar en los padres.

- Oh, así que una pelea... - Jonathan no estaba seguro de cómo reaccionar, no se esperaba una respuesta como esa. En realidad, no podía imaginar a ninguno de los niños de la estancia envuelto en algo como una pelea.

- ¿Por qué llamaron a Bucciarati? - Interrogó Dio. Estaba al tanto de la forma en la que se manejaba el lugar gracias a su esposo, pero incluso así le parecía extraño que llamaran a la estancia y no directamente a los padres del menor.

- No lo sé... - Respondió cabizbajo, pues realmente desconocía la razón.

- ¿El señor Bucciarati fue a recogerle? -.

- Sí, pero no volvieron juntos -.

- ¿En serio? ¿Y eso por qué? - Jonathan preguntaba sin dejar de mirar de reojo a su esposo, quien ya tenía el ceño fruncido.

- El señor Bucciarati dijo que le dejó en su casa porque su abuelo le llamó para llevarle - Giorno relataba todo tal y como lo recordaba, mientras su cabeza seguía agachada.

- ¿Su abuelo? -.

- ¿Qué hay de sus padres? - Dio no tenía la misma delicadeza para preguntar que su esposo.

- No lo sé... - Confesó con angustia.

El malestar del pequeño era evidente y ahora que conocían la razón, los padres se encontraban con una nueva interrogante. Para ambos hombres resultaba obvio que su hijo estaba preocupado por su amigo, pero les resultaba un tanto extraño lo profundamente triste que lucía y por supuesto ningún padre quiere ver a su hijo de esa manera.

- ¿Qué ocurre, Giogio? ¿Estás preocupado por tu amigo? - Preguntó Jonathan en tono suave y comprensivo.

- Sí... Porque Narancia estaba llorando - Sus manos se apretaron con fuerza contra la tela de sus pantalones sobre sus rodillas.

- ¿Por qué lloraba Narancia? -.

- ¿Le teme a ese niño? - Cuestionó Dio, quien ya se había formado un juicio sobre Fugo. Conocía muy bien a los abusivos y a los buscapleitos y por ende sabía que existen de todas las edades.

- Dio... - A Joestar no le gustaba que su esposo fuese tan severo con un niño tan pequeño, especialmente con uno del que no habían escuchado malos comentarios hasta el momento.

Pese a que Dio Brando había decidido darle el beneficio de la duda a la estancia de Bucciarati, desde el primer día de Giorno se presentó al lugar con la guardia en alto, ya que no toleraría ningún tipo de maltrato o vejación así su hijo. Tras escuchar todas las consideraciones del hombre con su comunidad y con sus niños, comenzó a relajarse y a bajar la guardia, pero si se enteraba de que había un niño problemático en el lugar, no dudaría en llevarse a Giorno del allí.

- Narancia lloraba porque estaba muy preocupado por Fugo... Decía que Fugo debía estar muy triste -.

- ¿Triste? -.

- Sí... El señor Bucciarati y el señor Abbacchio estaban diciendo cosas como "ataques de ira" y que Fugo no había tenido uno en mucho tiempo... También dijeron que ya le habían dicho que no peleara -.

Jonathan miró con preocupación a su hijo, ya que sabía que tras escuchar eso su esposo debía estar decidido a llevarselo a otro lugar y sentía pena pues su hijo se la pasaba muy bien en el lugar y ya tenía amigos.

- Entonces ese tal Fugo sí es un niño problemático - El comentario de Dio y el tono en el que lo dijo solo le confirmó a Joestar lo que pensaba.

- No... Eso no es cierto - Giorno negó con la cabeza.

Ambos padres le miraron con atención, pues el pequeño comenzaba a levantar la cabeza.

- Fugo no es un niño malo... Él es muy amable... Siempre le lee libros a Narancia y ayuda a Mista con sus tareas cuando no entiende... Es muy inteligente también... - Declaró en voz firme, pero triste. Giorno no había hablado ni jugado mucho con Fugo, al menos no como con Narancia y Mista, pero le agradaba mucho.

Fugo era en verdad inteligente y podía explicarle muchas cosas sin molestarse, no podía creer que de verdad se metió en una pelea y la actitud tan angustiada de todo el mundo le hacía preocuparse porque no les entendía.

Giorno estaba muy preocupado por Fugo y sus padres podían ver eso.

Contraría a la opinión de Dio, quien ya había decidido que era mejor buscar otro lugar que recibiera a su hijo, Jonathan decidió averiguar qué había detrás de todo el asunto. Quería al menos hacer el esfuerzo de entender la situación para que su hijo no tuviera que separarse de sus amigos.

Aquella mañana se suponía que era turno de Dio de llevar a Giorno, pero Jonathan tomó su lugar y tras un viaje en silencio llegaron a la estancia, encontrándose con que había alguien más hablando con Bucciarati.

- Grazie mille per tutto, Bucciarati, continuate a prendervi cura di Pannacotta - Decía un hombre de traje color marrón, su cabello era totalmente blanco al igual que su bigote y sus cansados ojos mostraban un color purpura.

- Certo, signor Piaro, non si preoccupi - Afirmó Bucciarati con su gesto amable y servicial de siempre.

- Ci vediamo - El hombre hizo una ligera reverencia y se colocó un sombrero en la cabeza.

- Abbia cura di sé al suo ritorno a casa - Se despidió Bruno.

Giorno se sorprendió al escuchar aquel idioma, mientras su padre se esforzaba por comprender la conversación. Jonathan no pudo entender mucho, pero logró darse cuenta de que hablaban del compañero de su hijo.

El anciano hombre subió a un auto de color blanco con ayuda de un chofer, el cual abrió la puerta para que pudiera ingresar y en cuestión de segundos se marchó.

Bucciarati siguió con la mirada el vehículo hasta que desapareció y por fin pudo atender a los Joestar.

- Buenos días, Giorno, señor Joestar -.

- Buenos días, señor Bucciarati - Saludó Jonathan llevando a su hijo de la mano.

Bruno y Giorno conectaron miradas. El mayor podía ver que la preocupación no había abandonado los ojos del menor y se lamentó por eso.

- Giorno, Narancia espera adentro ¿Qué tal si vas con él? Tu padre debe tener algunas preguntas para mí - Le propuso agachándose a su altura.

El niño miró a su padre y este asintió con una sonrisa para animarle. Giorno quería ver a Narancia, pero no podía evitar dudar al pensar que su amigo quizás seguía llorando. Al final decidió que definitivamente quería verle, así que se despidió de su padre e ingresó al lugar sin notar que el cuidador cerró la puerta luego de que ingresó.

Bruno Bucciarati sabía reconocer a un padre atento e interesado, uno que genuinamente se preocupaba por sus hijos y Jonathan Joestar encajaban muy bien en esa categoría, tanto él como su esposo. Sabía que la pareja tendría un par de preguntas para él a la mañana siguiente y estaba dispuesto a responderlas. En realidad, le alegraba que las tuvieran.

- Señor Bucciarati... -.

- Descuide, señor Joestar, es comprensible que quiera saber lo que ocurre en el lugar donde su hijo pasa todo el día y con qué tipo de personas se relaciona - Dijo con calma.

Jonathan sin embargo se sentía un poco culpable por tener un juicio negativo hacia un niño, aunque en realidad quien lo tenía era su esposo junto con muchas sospechas.

- Giorno nos dijo que el pequeño Fugo es un niño muy tranquilo y muy inteligente, estaba muy consternado por la pelea que tuvo, incluso si no la vio -.

- Lo entiendo - Bruno guardó silencio un momento antes de proseguir, meditando en toda la situación. - Contrario a lo que parece, le garantizo que no tiene de qué preocuparse, Giorno estará seguro al igual que el resto de los niños -.

- Giorno mencionó que ese pequeño tiene ataques de ira -.

- Sí, es verdad - Bruno pensó en que efectivamente se debe tener cuidado con lo que se dice alrededor de los niños. - Giorno no ha presenciado uno de los ataques de Fugo, pero ciertamente los tiene -.

- No quisiera ser entrometido, pero... ¿Se puede saber qué es lo que los causa? Un trastorno así en un niño de su edad no es muy común... - Jonathan estaba preocupado por ese detalle, temiendo por la salud y la integridad del menor.

- Anteriormente le dije que no es de mi agrado hablar acerca de la vida de los demás, sin embargo entiendo que su hijo y el ambiente que le rodea le preocupa, así que no se preocupe, con gusto le resolveré todas sus dudas -.

- Se lo agradezco -.

Bruno volvió a silenciar por unos momentos. Hablar de la vida y los entornos de cada uno de sus niños no le agradaba, pues era recordarle las situaciones que rodeaban a sus pequeños cuando él prefería recordarles riendo y sonriendo en su estancia.

- Pannacotta, Fugo, desarrolló ataques de ira a causa de sus padres y la presión que estos ejercían sobre él... -.

La historia comenzó y Jonathan se aseguró de escuchar cada parte de ella.







★☆★☆★☆★☆★☆★☆★

Capítulo nuevo, espero que les guste <3

Transcripción de la conversación de Bruno con el abuelo de Fugo:

Piaro Fugo: Muchas gracias por todo, Bucciarati, siga cuidando de Fugo, por favor.
Bruno: Claro que si, señor Piaro, no se preocupe.
P

iaro Fugo: Nos vemos.
Bruno: Que tenga cuidado en su regreso a casa

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