El capricho de amarte

By nacaridportal

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Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... More

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.

LAS REGLAS SON LAS REGLAS

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By nacaridportal

Julie Dash

No sé exactamente qué parte de mí me llevó a ir hacia esa actividad. No sé si fue Paula repitiéndome una y otra vez que la acompañara, o Benja diciéndome que sería algo nuevo, o que Ksenya pasara cerca de mí y me dijera en el oído:

—Las frígidas no combinan con el sexo tántrico.

—No hables de mí como si me conocieras.

—Vete a dormir —susurró en mi oído—. Yo me encargo de relajarla por ti.

Supongo que la verdadera razón por la que decidí entrar fue por su última frase.

Y una vez dentro del sauna, la atmósfera era de luces tenues. El olor de incienso daba una sensación espiritual. En el fondo habían varios tipos de aceites y esencias, también velas artificiales que daban una sensación de tranquilidad. El lugar tenía una superficie de veinte metros cuadrados, y atrás, nos explicaron que había una puerta que conectaba al cuarto de vapor, que estaba completamente oscuro y era de un tamaño reducido.

Enseguida me arrepentí de estar allí. Sobre todo... cuando me di cuenta de que Sophia no había asistido.
Estábamos Benjamín, Paula, Belén, el instructor Steven, Andrew, Britanny, Federic (el novio de Andrew), Ksenya, su amiga Kira, su guardaespaldas y yo.

No había rastro de Sophia.

Éramos once personas y la única por la que me dejaría tocar no estaba allí.

—Bienvenidos a una experiencia que les va a cambiar la forma de ver el sexo a partir de ahora. La primera regla: lo que ocurre en la isla se queda en la isla. Segunda regla: hay que abrir la mente para disfrutar y correrse sin limitaciones. Tercera regla: la actividad tiene una duración de una hora y no se permite abandonar antes de ese tiempo, por eso, las puertas permanecerán cerradas hasta que se cumpla la hora. Y finalmente la última regla: ni el tabú ni la timidez están permitidos.

—Ya no puedes irte —dijo el guía cuando intenté salir.

Efectivamente las puertas estaban cerradas.

—Déjala que se vaya si no quiere estar aquí, todos podemos arrepentirnos —fue Belén la que intervino.

—Sabía que te asustarías —escuché la voz de Ksenya—. No me sorprende.

Y antes de que pudiera entrar en colapso porque no me dejaban salir del lugar, entró Sophia.

—Ya no puedes entrar —le dijo el instructor, y ella pasó sin hacerle caso.

Al verla pude notar la confusión en su mirada, entonces lo entendí. Ella no sabía que Belén ya me había contado sobre su intento de suicidio. Me miraba con miedo de acercarse y fui yo quien acortó el espacio y la abracé.

—Tenías razón ayer —le dije en el oído sin dejar de abrazarla y entonces agregué—: Nuestro universo sigue existiendo en esta realidad.

No quería soltarla y ella tampoco. La gente, el espacio, el guía, todos pasaron a un plano inexistente. La quería a ella y quería dejárselo claro.

—No deberías estar aquí —susurró en mi oído.

—Vine porque pensé que estarías.

Aunque debí decirle: vine porque tu novia me puso celosa y no quería que te tocara. Vine porque no soporto que esté cerca de ti.

Se sentó a mi lado, en el medio de Ksenya y de mí. La tenista le dijo algo en el oído y Sophia hizo lo mismo. Hablaron por unos segundos entre susurros y me di cuenta de la manera en la que la chica la observaba, con amor, con paciencia, con todo lo que no sentía por nadie más. Con ella no era una idiota y ya eso era decir demasiado. El problema era que Sophia también la miraba con detenimiento, estaba interesada en sus movimientos, y a diferencia de con Noah, no la trataba con agradecimiento o como una simple amistad confundida en amor. La miraba como algo más.

Hubiese querido que eso no me doliera. Pero entonces entendí que, aunque tuve sexo con Chiara, y me involucré con ella, jamás fue sentimentalmente. Sophia sí la quería.

—Los grupos se dividirán de la siguiente forma. —Señaló el guía hacia nosotras—: ustedes tres y dos personas más al azar son el primer grupo, y ustedes —esta vez se dirigió a Paula y a Benjamín—: harán grupo con ellos dos y dos personas al azar.

Ksenya, Sophia y yo hicimos grupo con Belén y el guardaespaldas de la tenista. Mientras que mis dos amigos hicieron equipo con Andrew, su novio, Kira y Britanny.

—Este ejercicio grupal se trata de sensaciones. Cada uno de ustedes se posicionará en el centro y las demás personas acariciarán su cuerpo de arriba abajo, humedeciendo sus manos en las esencias. Toquen a la persona con la yema de los dedos y déjense llevar por las sensaciones que surjan.

Vi la cara de Sophia y pude denotar que la idea la incomodó. De nuevo, Ksenya le dijo algo al oído que pareció tranquilizarla.

La música tántrica comenzó a sonar y el calor del sauna estaba haciendo efecto. Casi todos se quedaron en ropa interior y, aunque al principio, no quise desnudarme, el calor me obligó a hacerlo unos minutos después.

Empezamos con Mateo dentro del grupo. El guardaespaldas tenía un cuerpo impresionante. Digno del encargado de la seguridad de una de las personas más influyentes del mundo. Las caricias de Sophia, Belén y mías eran más bien castas, sin intención, mientras que las de la tenista estaban muy subidas de tono. Enseguida, Mateo tuvo una erección.

—¡Manitos! Yo soy la primera. Ya escuchaste las reglas, considera esto como mi despedida de soltera y deja que todos me hagan lo que quieran —gritó mi amiga Paula—. ¡Que viva la putería!

Cuando observé al grupo de mi amiga, me di cuenta de que todos estaban en otro nivel. Con suma concentración estaban acariciándola. Britanny le tocaba las piernas, mientras Kira iba pasando sus manos por la espalda, y los novios le acariciaban los senos y el abdomen. Lo primero que quise saber era cómo se estaba sintiendo mi amigo, hasta que detallé que, al igual que Mateo, él también tuvo una erección.

-La última regla y la más importante: aguanten el deseo. El que se corra se va de inmediato. Todavía no es hora —dijo Steven.

—¡Benja, contrólate! Tú eres precoz.

Vi que Ksenya no aguantó la risa por el comentario de mi amiga y bajó la intensidad con Mateo.

—Si te sigo tocando vas a acabar, Mat, mejor salte del círculo.

Me di cuenta de cómo Sophia fulminó con la mirada a Ksenya, y ella la ignoró. La siguiente persona fue Belén y allí noté que la tenista ni siquiera estaba acariciándola. Mateo, por su parte, no dudó ni un segundo y comenzó a tocarle todo el cuerpo. Belén tenía la boca entre abierta y vi a Sophia dudosa, ella tampoco tenía intenciones de tocarla. Comencé a acariciarla delicadamente, incómoda, por supuesto, y ella abrió los ojos para verme. Ksenya y Sophia iniciaron el ejercicio, pero me di cuenta de que la tenista buscaba las manos de Sophia, había complicidad entre ellas. No estaban interesadas en el cuerpo de Belén.

El guía sonó el palo de lluvia en señal de que alguien más debía pasar al centro. Esta vez fui yo la que entré. Quería salir de esa presión y me arrepentí de inmediato cuando sentí ocho manos acariciarme. Pensé que era imposible que me diera morbo una situación así. Estaba equivocada. El guía me vendó los ojos y explicó que a partir de ese momento se haría sin ver.

El nivel de excitación fue más elevado cuando no supe de quiénes eran las manos. Sentí cómo me apretaron uno de los senos, mientras unas manos apretaban mis glúteos. Duré pocos minutos, pero fue suficiente para sentir que iba a explotar. Sentir que me tocaban por todos lados, que me manoseaban a su antojo, que entre tantas personas estaban dedicándose a darme placer... fue una de las experiencias más extrañas y placenteras que he vivido, hasta que el palo de lluvia indicó que le tocaba a alguien más.

Esta vez fue Ksenya la que ingresó al centro, y cuando le taparon los ojos, empezamos a adentrarnos en su cuerpo. La música, el ambiente y escucharla gemir fue algo que no esperaba. Sophia la estaba tocando con esmero, pero Belén la tocaba con más dedicación, sin timidez, apretándole los pezones, mientras ella gemía. No era ella la que la excitaba, y pensé que los celos iban a invadirme, pero me dejé llevar por la experiencia y olvidé mi razón. Mateo era el que la tocaba con más confianza, o al menos eso fue lo que pensé, hasta que me di cuenta de que ella gemía por las caricias de Sophia. Era como si, incluso sin ver pudiese darse cuenta de cuáles eran las manos de Sophi.

—¿Así o vas a manosearla más? —No tenía derecho de reclamarle, pero las palabras salieron solas de mi boca y Sophia se sonrojó, deteniendo las caricias.

Enseguida cambiamos de turno.

Sophia fue al centro. Tenía los ojos vendados y por un momento quise abrazarla para que nadie la tocara. Me di cuenta de que seguía igual de posesiva con ella. Mateo no la estaba tocando, sus manos estaban separadas de su piel, se negaba a acariciarla, lo que me pareció extraño porque con todas las mujeres fue bastante expresivo en sus caricias. Belén, que pensé, sería la que no la tocaría, estaba acariciándola suavemente, le tocaba el cuello y arrastraba sus manos atrás de su espalda con esmero. Dejé de observarla y me dediqué a tocar a Sophi, a tocar a la única persona que me inspiraba a ser activa.

No estaba consciente de cuánto había extrañado su cuerpo hasta que mis manos danzaron libres, sin importarles el lugar o las personas que me acompañaban. Me dejé llevar y no me di cuenta de lo que estaba sucediendo. Rocé sus senos, bajé por su abdomen y me fui hasta sus piernas. Me arrodillé sin ningún tipo de vergüenza y me adentré en las caricias. Me molestó que Belén la tocara, pero más me molestó que Ksenya lo hiciera. No había pasado ni un minuto cuando la tenista habló:

—Ya nadie la toque.

No entendía la situación, pensé que su posesividad le había hecho decir esas palabras. Me equivoqué. El guía ordenó que siguiéramos tocándola y la tenista habló por encima de él, dictaminando que no le pusiéramos ni un «maldito» dedo encima. Ninguno obedeció al guía. Ni siquiera yo. Enseguida me di cuenta de lo que estaba sucediendo. Cuando Ksenya le quitó la venda a Sophia, fue que entendí que no lo estaba disfrutando. Estaba cohibida y tenía la mirada caída. El ejercicio no le sentó bien y me molesté conmigo por no darme cuenta, pero... ¿cómo no lo noté? Era evidente.

Sophia tenía un trauma con el sexo y ocho manos la estaban acariciando mientras tenía los ojos vendados.

Ksenya pegó su frente a la de Sophia y se miraron por unos segundos. En este instante no tuve celos, lo único que quería era que pudiera calmarse y si la tenista podía hacerlo, entonces estaba bien. Aunque se sentía extraño ya no ser yo su calma.

—¿Quién invadió tu cuerpo hace un rato? —preguntó Ksenya refiriéndose al masaje que le hice a Sophi.

—No me di cuenta de lo que estaba sucediendo, fui una idiota —confesé y no me sentía bien conmigo misma.

—Ella no se puso así por ti. Fue la sensación de otras personas extrañas tocándola, pero no tú, así que no te sientas culpable —dijo hacia mí en voz baja procurando que Sophia no escuchara.

—Falta Chiara y tendrías a todas tus mujeres reunidas, tu toto debe estar feliz —nos interrumpió Paula—. ¡Me huele a trío! —exclamó sin importarle que Ksenya escuchara y me hizo morir de la vergüenza.

—Eso no va a pasar nunca.

—Es obvio que no —confirmé y Sophia nos observó a ambas, pero no dijo nada.

¿Su expresión era de celos?

—Este juego se llama: Sexo, acción o condición —empezó a hablar Steven, el guía—. Las reglas son fáciles: en ese bol encontrarán unos papelitos con acciones sexuales, mientras que en este otro, están sus nombres repetidos varias veces. —Señaló una especie de frasco de cristal donde adentro también había papelitos—. Cada uno de ustedes debe levantarse y coger un papel con la acción sexual que deben hacer, y con la persona a la que se lo harán.

—¿Qué tipo de acciones son? —preguntó Sophia—. Porque si de pronto mandas a hacer sexo oral y no quiero, nadie va a obligarme —sonó molesta, y sin esperar una respuesta, agarró un papel del bol de acciones. Se quedó leyéndolo por un segundo hasta que agregó—: De ningún modo.

—Tranquilízate. En las reglas está que cada uno de ustedes puede negarse una vez, después, ya no tienes opción para negarte, pero hay otra salida... Y allí entra la parte de CONDICIÓN. Te pongo un ejemplo, ¿qué dice tu papel?

—Hazle un baile erótico y quítate el sujetador mientras lo haces. —Sophia leyó el papel.

—Listo, imagina que te tocó hacérselo a él. —Señaló a Mateo—, pero él no puede negarse ni tú tampoco porque agotaron esa opción. Otra persona puede decir: Condición. Cuando otra persona pone CONDICIÓN, el elegido tiene la opción de elegir entre esas dos personas con cuál hará el reto. ¿Entendieron?

—Ni un poco —dijo Ksenya—. Eres horrible explicando. ¿Dónde hiciste el curso para ser profesor? ¿Lo pagaste donde Belén compro su título? —Sonrió con suficiencia, pero Belén la fulminó con la mirada.

—Yo tampoco entendí —esta vez habló Paula—. ¿Me lo explicas con figuritas?

—Cada uno de ustedes puede utilizar el comodín una sola vez por persona, es decir... —explicó el guía hacia Paula—: si eres una novia celosa y cada vez que elijan a Benjamín quieres decir CONDICIÓN no podrías, porque solo puedes hacerlo una vez.

—Él sabe que por hoy su pipí es libre, saliendo de aquí vuelve a ser mío y si me falla, se lo corto. ¿Verdad, futuro esposo? Disfruta que estoy abriendo mi mente y que lo hago porque soy la única mujer heterosexual en este sitio.

El primero que inició fue Mateo y el nombre que sacó del bol fue el de Ksenya.

—¿Qué te tocó hacerme? —preguntó ella, relajada.

—Besarte el cuello —respondió.

Ella se encogió de hombros como si fuera lo más aburrido y se quitó el cabello del lado izquierdo, dándole el acceso para que la besara. Mateo pasó su lengua por todo su cuello de una forma grotesca y sensual al mismo tiempo, pero la rusa ni se inmutó. Sophia los miraba fijamente con una mirada inexpresiva que no supe descifrar.

Enseguida le tocó a Benjamín: «Tocarle los senos por un minuto» fue la acción, y la persona fui yo.

—Qué asco —gritamos ambos al unísono.

—¡Pide condición, Paula! —le exigió Benja.

—Mmm... no puedo desaprovechar mi condición, no sé cuándo puedo necesitarla, tócale las tetas —respondió ella y ambos la fulminamos con la mirada—. ¡Ya! Bromita... ¡Condición!

—Ok... escoge, Julie, ¿a cuál de los dos le permitirás tocarte los senos por un minuto? —me preguntó el guía y todos nos sorprendimos.

—¿Qué? —Benja y yo preguntamos al unísono otra vez, ninguno había entendido eso.

—¿No le tocaría a Benja tocarle los senos a Paula? —preguntó Sophia hacia el guía—. Si ella dijo «condición» él debe escoger entre ella y Paula, ¿no?

—No. Al parecer no entendieron —respondió él guía y agregó—: El nombre que salió fue Julie. Es decir, que la persona que dice CONDICIÓN es la que se postula para quitarle el puesto a quien sacó el papel y cumplir el reto con la elegida, en este caso.... Julie. Ahora decide, ¿quién de ellos dos hará el reto?

—Es obvio que me escoge a mí, es lesbiana —soltó Paula y caminó hacia mí—. Vamos, amiga. Cumple tu fantasía, seguro soñabas conmigo desde niña y tu parte marica está saltando de felicidad —bromeó y comenzó a tocar mis senos sin deseo, más bien apretándolos en chiste—: Nada por aquí, y nada por allá... Sophia, ahora eres su Sugar Mommy ¿silicón para mi amiga? —preguntó fastidiándome.

—Son hermosas, no le hagas caso —me dijo Sophi en el oído cuando Paula se alejó.

La siguiente persona fue Britanny.

KSENYA

¿Cuántas veces habían escrito su nombre en el bol para que saliera tan seguido?

Fue extraño, entendiendo que ambas se habían golpeado unas horas antes.

El papel que escogió decía:

Entren al cuarto oscuro y mastúrbense por dos minutos.

—Condición —pidió Sophia casi de inmediato.

Y por supuesto que Ksenya escogió entrar con Sophia en el cuarto del vapor. Esperamos afuera durante dos minutos que se me hicieron eternos. No estaba celosa, pero tampoco estaba feliz. Entendía que lo hizo para evitar que volvieran a matarse, pero aun así... dudaba de lo que podían estar haciendo. ¿Estaban tocándose?

Una vez que salieron, la tenista me guiñó el ojo con una expresión que decía: «la pasé muy bien». Puse los ojos en blanco y la ignoré.

La primera vez que le tocó a Sophia, le salió el nombre de Britanny, y nadie pidió condición. Pensé que Sophia iba a negarse cuando escuché que el papel que le salió al azar decía:

«Entren al cuarto oscuro y lo que pase dentro, se quedará allí. Nadie sabrá lo que hicieron. Sean creativos».

Me puse celosa de inmediato, pero no podía pedir condición. Si decía condición le tocaría a Britanny escoger entre Sophia y yo, y por supuesto que se pondría creativa conmigo en el cuarto oscuro.

Para mi sorpresa, fue Belén la que pidió condición.

—¿A quién eliges entre Sophia y Belén? —le preguntó el guía a Britanny.

Ella se quedó pensando por unos segundos que se hicieron eternos, hasta que Paula habló:

—¿Toda la vida? ¡Habla ya o calla para siempre! Pero apúrate.

—Sophia.

—Mierda, ¡esto se puso bueno! —gritó Paula.

Ksenya se levantó y haló a Sophia como si fuera de su propiedad. No quería dejarla ir al cuarto oscuro y por primera vez me alegré por una acción de la tenista. Yo tampoco quería. Britanny era malintencionada, seguro iba a golpearla, sus intenciones no podían ser buenas. Aun así, Sophia se levantó y fue la primera en entrar al salón del vapor. Luego entró Britanny.

—No me gusta esto —me dijo Ksenya.

—Estoy contando el tiempo.

—Yo también —respondió—. Falta un minuto.

Sophia salió con cara de desconcertada. Se sentó a mi lado y por más de que insistí en preguntarle, ni a mí ni a la tenista quiso decirnos nada. Britanny salió después y se sentó junto a Andrew. Su labial estaba corrido y Sophia tenía restos de pintura en la boca. ¿De verdad entraron a tocarse y besarse? No podía creerlo.

—¿Te estás tomando literal el juego? —la pregunta de Ksenya fue más un reproche y Sophia negó con la cabeza.

La conocía lo suficiente para saber que era incapaz de besarla, ¿qué había pasado?

Las rondas siguieron pasando y mi amiga le hizo un baile a Mateo. Benjamín entró en el cuarto del vapor con Kira, ambos salieron desarreglados y él con una notoria erección.

—Contrólate que si acabas, te perderás toda la diversión —le dijo Paula, intentando que mi amigo no se corriera—. Tampoco te acostumbres, sales de aquí y te veo mirándola y ya sabes... Benja el demoledor dejará de existir.

—Ya, Paula... relájate —respondió Benja.

Luego, a Mateo le tocó mi nombre y el papelito decía «mastúrbala por tres minutos», agradecí que todavía podía negarme y dije que no. El siguiente fue Andrew y salió nuevamente el nombre de Ksenya, por supuesto que era trampa.

«Chúpale los pezones» era el contenido del papel.

Ksenya se negó de inmediato y pasaron al siguiente turno que fue Belén y el nombre que salió fue el mío.

¿De todos tenía que salir justo yo, y delante de Sophia?

—Condición —gritó Sophia sin siquiera esperar que sacara el papelito del reto.

—Ya pidió su condición —intervino Belén—. No puede decir condición de nuevo.

—No funciona así —respondió Steven—. Sophia puede pedir condición las veces que quiera pero no dos veces a la misma persona. Es decir, ya no puede volver a pedir condición cuando salga Julie, o Ksenya.

—¡Grítalo más fuerte! A tu mujer ella no vuelve a tocarla, una vez se perdona, la segunda se lanzan tiros... ¡y ya eso es normal en este grupo! Plo, plo, plo. —Paula imitó una pistola y luego hizo como si lanzara disparos al aire—: Si Sophia dicta la orden, ya tiene a su rusa mercenaria que plo, plo, mata gente por ella.

Ksenya volvió a reírse y también hizo el gesto de que tenía una pistola en la mano, Benjamín también se reía. Al parecer se había ganado a mis amigos y a mi ex bastante rápido.

«Bésala mientras recorres todo su cuerpo con tus manos incluso debajo de la ropa interior. Dos minutos», ese era el contenido del papel que le salió a Belén.

—Ahora le toca a Julie decidir quién de las dos hará el reto.

—Sophia —escogí sin pensarlo y ambas nos fuimos al cuarto de vapor.

Era tanto el vapor que apenas lograba verle el rostro, pero como pude me acerqué a ella y traté de pedirle perdón por no haber sido yo quien notara su incomodidad cuando todos la tocábamos. También intenté preguntarle qué había pasado con Britanny minutos antes. No tenía derecho, pero necesitaba saber por qué había rastros de pintura de labios en su boca. «No tienes que sentirte mal, ni preocuparte por Britanny, ¿sí? Pero ahorita no es momento de hablar, princesa, se nos acaba el tiempo, y quiero aprovechar cada segundo que tengo para estar contigo», fue lo que dijo antes de empezar a cumplir el reto. Me besó de forma rápida, invasiva, pegándome hacia la pared y obligándome a abrirme de piernas. Me sentó en la silla sexual que estaba al final y que no había detallado, hasta que estuve sobre ella, y con sus dedos acarició mi clítoris provocando que mis gemidos se fueran elevando cada vez más. Extrañaba sentirla. Extrañaba que me conociera tanto y que supiera dónde tocar.

El tiempo había terminado y yo me rehusaba a irme. Quería más. Nos quedamos unos segundos extra, porque ninguna de las dos estaba dispuesta a separarse. Le apreté la espalda y le pedí que continuara.

Ninguna de las dos quería salir, pero no tuvimos remedio cuando entró Ksenya, precisamente ella.

—Se acabó el tiempo —agregó y su voz no tenía ningún tipo de intención.

Sophia se apartó de mí y se recompuso, fue ella la primera en salir.

La siguiente fue Kira y el nombre que le tocó fue Belén, mientras que el reto era: «un masaje corporal».

Tenían tres minutos y Britanny puso condición para que Belén escogiera entre ambas. Belén escogió a Kira y ambas ingresaron al cuarto de vapor. Salieron tres minutos después y se sentaron juntas.

Llegó el turno de Belén. El nombre que le tocó fue el mío. ¿Por qué yo? Mierda. Esperaba que Sophia dijera condición y eso hizo, pero el guía le dijo que ya había agotado su cuota conmigo. No podía hacerlo de nuevo y yo tampoco podía negarme porque ya había usado mi comodín.

Belén agarró el papel al azar y lo leyó en voz alta: «La persona que te tocó debe hacerte un baile erótico de tres minutos y luego ir al cuarto de vapor y masturbarte por diez minutos más».

¿Diez minutos?

Debía ser una puta broma.

—No haré eso —dije.

—Ya no puedes negarte, otra persona puede decir condición, pero tú no —volvió a repetir el guía.

—Condición —intervino ksenya de repente, y agregó—: Te toca elegir. ¿Ella o yo?

Me tardé al menos un minuto en silencio. No sabía qué decir, ni a quién elegir.

—Si quieres escoger a Belén, no te detengas por mí, igual no somos nada, lo dejaste claro ayer —me dijo Sophia en voz baja—. Haz lo que en serio deseas hacer.

El silencio fue sepulcral. Todos me miraban esperando mi respuesta. Sentía la presión, y aunque era un juego, no lo estaba disfrutando.

Belén me miraba con cierta esperanza en sus ojos.

Ksenya lo hacía de una forma inquisitiva, y al mismo tiempo desafiante.

Y Sophia, no lo sé, no lograba descifrar lo que decían sus ojos.

Pero tenía que elegir, y lo hice.

—Ksenya —solté—. Escojo a Ksenya.

Segundos después, la canción empezó a sonar y ella se movió con suavidad, bajándose hasta rozarme la pierna, pero sus ojos azules no estaban fijos en mí, sino en Sophia. El cabello azul le caía por debajo de los hombros, inspiraba sensualidad y era como si la coreografía la hubiese practicado, parecía de película. Estaba en ropa interior, sobre mí, bailándome, rozándome con su entrepierna hasta un punto en que tuve que controlar mi respiración. Si no hubiese sido precisamente ella, habría sido difícil. Si solo fuera su físico, y no se tratara de la persona por la que había sufrido tanto, habría sido distinto. Sin embargo, Benjamín, Mateo, Kira, Belén, el guía, al parecer, todos excepto mis amigos gays estaban excitándose por el baile. Volteé a ver a Sophi y lo que me excitó más fue su boca entreabierta y sus ojos prendados en la tenista, y luego en mí. Estaba viéndonos a ambas con una mirada que hubiese querido tener el poder de interpretar.

¿Le estaba gustando? ¿O lo odiaba como cada vez que alguien estaba cerca de mí? Su expresión era de seriedad, pero quise ir más allá para obtener mis respuestas. Le agarré los senos a la tenista sin dejar de mirar a Sophia. Quería que sus gestos me dijeran algo y vi como me observó profundamente con esos ojos de deseo, y al mismo tiempo de posesión. Ksenya me miró por primera vez y sus ojos azules me intimidaron, aunque ella paró el baile cuando la toqué, como si mi tacto la quemara. Se detuvo, mientras me miraba confundida. Bajé mis manos apretándole la cadera y la atraje hacia mí únicamente para ver la expresión de Sophia y la tenista se alejó de mí de inmediato.

Al parecer mi tacto fue lo suficientemente incómodo para ella como para que se apartara.

Ella caminó lejos de mí y entró directo al cuarto de vapor. La seguí y apenas estuve dentro, salió una ráfaga de vapor que imposibilitó que pudiera ver con claridad. Empecé a sudar y me sentí mareada, tanto que perdí por unos segundos la noción de la realidad. No sé si se me bajó la tensión o qué fue lo que sucedió, pero no me sentí bien y fue ella la que me ayudó a sentarme.

—¿Te encuentras bien? —preguntó con amabilidad, por primera vez en su vida.

Asentí porque ya me sentía mejor y la empujé porque no quería tenerla cerca, sin embargo, estúpidamente me quedé detallando que, de tanto sudor, se le marcaban los pezones. Su cuerpo estaba marcado, sus piernas también, era como ver un cuerpo sin ningún tipo de imperfección. ¿Eso fue lo que le gustó a Sophia?

—Mi cara está por acá arriba —cortó el silencio.

—No eres mi estilo, pero ni un poquito —le dije y me sentía más desinhibida que nunca, antes tenía la excusa de los tequilas, pero ¿y ahora?

—¿Mis tetas sí?

—Si no fueran parte de tu cuerpo, sí, al ser tuyas pierden el encanto.

—Mientras bailaba se te olvidó que las tetas eran mías, ¿no? —Se acercó a mí y su mano apretó mis senos.

—No me toques. —La empujé.

—A mí tampoco me gusta que me toques, ¿ves que es incómodo? No vuelvas a tocarme en tu vida.

—Era un reto, ¿se te olvidó?

—¿Segura? ¿No será que te excité tanto que tuviste que agarrarme los senos? Porque el reto era que te bailara, no que me tocaras —habló con suficiencia, acostumbrada a que su perfección enamorara a todos.

—Puedo asegurarte que no me excitó el baile.

—No te creo —dijo con suficiencia—. Hasta ahora no he conocido a nadie que después de conocerme no deseé algo de mí. Normalmente nadie se resiste a lo que represento.

—¿Y qué representas? Porque hasta ahora yo no veo nada especial en ti.

El vapor comenzó a inundar el espacio, pero estaba vez no dejó de salir en ningún momento.

—Es de mal gusto halagarse a sí mismo, mejor pregúntaselo a Sophia, ella sabrá sacarte de dudas. Aunque, en el fondo sé que lo sabes, tu cara de excitada por el baile habló por ti.

Y su sonrisa cínica, guiada a ese comentario, hizo que perdiera la paciencia. Odiaba que tuviera el mundo a sus pies, que todos estuvieran atrás de ella cumpliendo sus caprichos. Incluso Chiara rogándole por una fotografía, o Belén, en realidad todos la admiraban. Pero ninguna de ellas me dolía, hasta que nombró a Sophia.

Ese detalle me hizo actuar por impulso queriendo demostrarle que conmigo jamás conseguiría nada. Que era la excepción de su regla idiota de: «tengo lo que quiero, y todos me desean».

Me guié por mi impulso y cogí su mano guiándola a mi entrepierna con la intención de que supiera que en mí no tenía ningún tipo de efecto.

—Estaría mojada si algo en ti me provocara deseo, pero me causas desprecio, repulsión. Podrías estarme tocando por horas y no me mojaría. —Y no sé por qué estaba diciendo eso, pero mis palabras salían solas, la cabeza me estaba dando vueltas, estaba frente a ella y tenía su mano en mi vagina.

Una parte de mí sabía que era incorrecto. La otra estaba quemándose por dentro intentando demostrarle que no tenía nada de especial. El vapor seguía saliendo y sus ojos azules me miraron con frialdad, mientras sus dedos comenzaron a tocarme. Inconscientemente abrí más mis piernas, dándole acceso. Su mirada desafiante no se separó de la mía, ni por un segundo, en cambio, intensificó sus caricias hasta un punto en el que tuve que recostarme de ella, porque a mis piernas les estaba costando mantenerse en pie.

Con sus dos dedos subió y bajó acariciando mis pliegues, explorándome y haciendo que la excitación fuera creciendo dentro de mí. Me estaba mareando y mis piernas ya no daban más, cuando pensé que no iba a poder sostenerme, ella me cargó sin ningún tipo de esfuerzo. Me empujó contra la pared y sentí alivio al no ser yo quien sostuviera mi propio peso. Sus dedos entraron en mí, y lo estaba deseando. Entró y salió de mí sin ni siquiera avisarme. Fue muy pronto cuando ya estaba penetrándome con brusquedad contra la pared. Sus ojos me miraban, y su mano seguía embistiéndome. No pude controlar el gemido, o la secuencia de gemidos. Mi cuerpo estaba ardiendo y mi boca no me obedecía. Una parte de mí quería decirle que parara, pero mi cuerpo hacía lo contrario. Las piernas me temblaban, y un ardor fue instaurándose en todo mi interior. Me sentía extraña. La excitación iba subiendo, pero no era a ella a la que me imaginaba. La parte consciente de mí quería gritarle que se detuviera, quería pronunciar las palabras, pero no salían.

Paró de tocarme de inmediato y me ayudó a sentarme en el piso.

—Maldita sea. Esto no está bien. Yo nunca le haría algo así a Sophia.

No. En ese momento no me sentía bien. La odiaba más que antes, mi cuerpo estaba temblando y me sentía fatal. Todavía no podía pronunciar ni una palabra. No puedo decir que no estaba excitada, pero la situación era extraña. No se trataba de Ksenya, ni de nadie. Era mi cuerpo ardiendo.

—Mírame —la escuché hablar y sus ojos azules tenían las pupilas dilatadas—. No me estoy sintiendo bien, mis pensamientos, mi cuerpo, algo está mal. Me está costando mantener el control y eso no me pasa.

Las lágrimas salían de mis ojos, una tristeza fue invadiéndome. Quería hablar, pero no podía.

—No debí tocarte, debí saber que algo estaba mal cuando iniciaron este maldito juego —soltó con preocupación y me echó aire con sus manos.

Segundos después comenzó a vomitar en una esquina del cuarto de vapor. Quise acercarme y ayudarla, pero no podía moverme.

Me estaba costando respirar y necesitaba tocarme. Era doloroso. Jamás me había pasado algo similar.

Me volteé de espalda a ella y fui en cámara lenta, apenas podía tocarme. El tiempo pasaba lento. Quería que Sophia entrara, o que nos abrieran para salir. El vapor seguía saliendo con intensidad y comencé a masturbarme.

—Estoy segura de que este cuarto de vapor tiene algo, pero no podemos decir nada al salir de aquí, prométemelo —Ksenya habló acercándose a mí—. ¿Puedes dejar de hacer eso?

Negué con la cabeza porque ella no iba a entenderlo. No era el acto sexual, era el deseo de liberarme del dolor. Mi mente quería que se callara. Solo necesitaba tacto, besar, tocar, sensaciones.

—No estás haciendo esto porque quieres —habló seria—. Necesitamos salir de aquí.

Empecé a sentir paranoia cuando la vi intentar abrir la puerta y no se abría porque el tiempo no se había acabado. Eran las reglas. Tenía miedo. Empecé a sentirme asfixiada.

—Tengo mucha sed.

Ella se acercó a mí y detuvo mi mano, pegó su frente a la mía y fue entonces cuando entendí lo que estaba sucediéndome.

—Mírame. —Me tomó por la cara—. Seguro es algo común que hacen en centros así, una especie de droga para hacer una orgía global, ¿te has dado cuenta de cuántas veces han puesto el vapor? —Volvió a salir el vapor justo en ese instante, como si alguien desde algún lugar nos observara y Ksenya me tapó la boca y la nariz con su mano para que no aspirara.

Era difícil porque necesitaba respirar así que acunó mi cabeza contra su pecho.

—Hay cámaras aquí, Julie —habló en mi oído y sentí que ella también trataba de cubrirse con mi cuello para no aspirar—. Están experimentando con nosotras y cuando salgamos no podemos decir nada.

Eso fue lo último que escuché antes de que abrieran la puerta. Sophia fue la que nos recibió a ambas. Enseguida nos abrazó y algo me dijo que ella sabía lo que ocurría. Intercambió varias miradas con Ksenya y nos sentamos con el resto.

Observé a Paula y estaba besándose con Mateo. Benjamín estaba casi follando con Kira, mientras Belén y Britanny estaban en una esquina del sauna dándose masajes mutuamente en los brazos. El novio de Andrew se lo estaba follando por detrás y el guía se acercó a nosotras.

—Veo que necesitan un hombre en este grupo.

—Ábrenos las puertas.

—Nadie sale hasta que de acabe el tiempo. Lo que suceda en la isla no sale de la isla.

—Me cago en tus putas reglas, ¡ábreme la puerta!

El guía sonrió con sarcasmo y negó con la cabeza.

—Las reglas son las reglas.

Nota de autor: jajaja he leído que muchas están pidiendo trío. ¿Qué es eso?

1. ¿Con lo celosa que es Julie sería capaz de compartir?

2. ¿Qué creen que pasó con Britanny y Sophia?

3. Parte favorita.

4. Momento que más les gustó.

5. Momento que odiaron.

6. ¿Creen que Sophia se moleste por lo que ocurrió?

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