El capricho de amarte

By nacaridportal

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Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... More

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.
Sophia Pierce - Una mente sin recuerdos
Sophia Pierce - Capítulo final (libro 2).

JULIE DASH - NO SOY TU CHICA

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By nacaridportal


Me desperté con Chiara a mi lado y respiré profundo, sabía que sería un día especial. Llevaba semanas esperando el retiro. Me emocionaba el itinerario. El primer día teníamos un descanso en la fogata para conocer a nuestros guías, y para familiarizarnos con el grupo. El segundo, era de reconocimiento y de perdón. El tercer día era de conexión interior. Leí las críticas en la página web del retiro y los testimonios eran impresionantes. El cuarto día había una clase de sexo tántrico (opcional). Yo no lo haría ni Chiara tampoco, pero Paula y Benjamín estaban entusiasmados por tener una nueva experiencia, al igual que Andrew y su novio. Britanny ni se diga, solo hablaba de lo buena que estaba Belén y de cómo practicaría sexo con ella.

A las nueve de la mañana ambas estábamos en la costa esperando el barco que nos llevaría. Chiara había alquilado un yate privado para nosotras y mis amigos. Sin embargo, no invitó ni a Britanny ni a Andrew. Solo a mis amigos cercanos. Ellos se irían en el barco que contrataron los organizadores del retiro igual que los demás integrantes del grupo.

—Me gusta que podamos compartir experiencias diferentes al día a día en el hospital —me dijo, dejando un beso en mis labios.

Nuestra relación iba bien, no tenía altos y bajos, era apacible, tranquila y me hacía sentir segura.

—Te gustará la meditación de Belén.

—¿Así como a ti te gustó que te tocara? —dijo con una risita, bromeando.

Me había acostumbrado a su humor y a su seriedad, a sus chistes y a esas conversaciones profundas respecto a su proyecto de medicina del que también me estaba haciendo parte. No sé si la felicidad es eso, pero me sentía enfocada, ya no tenía el estrés de perder la beca, mi madre me estaba apoyando y la experiencia que me daba trabajar con Chiara, hacía que pudiese destacar más en mis clases. En tres meses tendría vacaciones y era bonito tener un promedio perfecto, y de nuevo, ser la mejor en una de las universidades más importantes del mundo. Me sentía orgullosa de mí, aunque... algunas veces no podía evitar tener un mal día con ciertas noticias que me llegaban, y que debían dejar de afectarme. Cuando se trataba de Sophia y su novia, Britanny me daba el mensaje de primera mano, aunque no se lo hubiese pedido.

El viaje en el barco fue rápido, mi amiga Paula vomitó dos veces y le gritaba a Benjamín: «Necesito esto, necesito aquello», lo tenía como un pequeño esclavo hasta que se cansó. «Preciosa, estamos en un barco no en una montaña rusa, estarás bien». «Ah, no. Así no te daré ni un hijo. Si te comportas poco caballeroso no voy a tener una cicatriz ni llevar a un bebé tuyo durante nueve meses en mi vientre» y allí estaba mi amigo corriendo de un lado a otro buscándole la pastilla que requería. Claro, los que conocíamos a Paula sabíamos que le tenía fobia a los barcos.

Cuando por fin llegamos, ninguno de nosotros sabía la dirección, excepto Chiara, que consiguió hablar con Belén y decirle que no iría a ningún lado con tan escasa información, que entendía la «formalidad y anonimato», pero tampoco iba a arriesgar su vida yendo a «su suerte».

El agua era de un azul celeste impresionante y la casa estaba dividida en varias cabañas que estaban dentro del mar, es decir, para ir hacia la arena debíamos movernos en botes y motos de agua. Eran, según nos explicó el otro instructor, más de cuatro mil metros cuadrados de estructura, con piscina, restaurantes, cabañas divididas, y todos los lujos para una experiencia de élite. Noté que Belén lo trataba con reservas. Era un pelirrojo de unos treinta y cinco años, con cuerpo de fisicoculturista, que no dejó de hablar de él ni por un solo instante, mientras coqueteaba de forma directa con todas las mujeres, excepto con Paula que estaba con Benjamín. Fue él quien nos mostró el lugar y nos asignó las cabañas. Me alegré cuando me tocó con Chiara, Benjamín y Paula, lejos de Britanny.

A Andrew le tocó con su novio, con Britanny y con una mujer que tampoco había llegado. Belén dormía en una habitación solo para ella, igual que el otro instructor.

—Son las seis de la tarde y tenemos una disyuntiva —dijo él hacia el grupo haciéndose el interesante y tocándose la barba—. Su profesora y mi colega quiere que usemos la noche para compartir un poco y acostarnos temprano, sin alcohol, sin comer pesado para que mañana puedan estar livianos. Yo estoy en contra.

—La idea de este retiro es conectarse con lo más profundo y no con lo carnal —debatió Belén que parecía inquieta.

—El día de hoy es libre y si han llegado a este retiro es para que conozcan sus deseos y aprendan a decidir, por eso, pueden ir con Belén y conversar de forma apacible, o pueden ir al karaoke que están montando en la playa, con bocinas, una pantalla gigante y lo que deseen consumir.

Sentí que Chiara me cogió de la mano en rol protector. Odiaba las drogas y cualquier cosa que la sacara de su centro.

—Sabes que te amo, pero hoy me voy con él, Darling, necesito conectarme con otras partes de mí, mañana seré tuyo —fue lo que dijo Andrew hacia Belén y se fue con el instructor—. Hoy soy todo tuyo, Aquiles —agregó con doble sentido y su novio se rio.

Ambos eran abiertos y solían participar en tríos. Después de Andrew, se fue su novio, y casi todos, menos Chiara.

—Lo siento, ya sabes que nunca seré de tu team si tengo otra opción —bromeó Paula hacia Belén antes de agregar—: Es chiste, bromita...

Benjamín se rio de forma falsa y le apretó el brazo, pidiéndole prudencia.

—En mi caso, voy hacia donde vaya Julie. -Britanny habló y se ubicó a mi lado.

Enseguida, otro yate como el que rentó Chiara, pero como diez veces más grande, se paró a varios metros de nosotros.

Aquiles aplaudió varias veces emocionado y supuse que se trataba de los otros integrantes del grupo, que por «su exclusividad» prefirieron venir aparte. No los juzgaba, Chiara hizo lo mismo.

—¡Llegaron los que faltaban para que el grupo esté completo! Ahora sí puedo decir que empezó la diversión —alegó el instructor de una forma nada profesional.

Y no pude ver quiénes eran las personas que venían hacia nosotros. Vi borroso porque no estaban tan cerca. Se montaron en un bote a motor igual de elegante que el yate y solo cuando estuvieron cerca, fue que perdí mi tranquilidad.

—¿Sophia estaba invitada? —Britanny fue la primera en hablar, cuando se me fue el control y los nervios invadieron mi cuerpo, dejándome paralizada. Sentí que Chiara me apretó más fuerte la mano en señal de ánimo, pero no funcionó—. Ya, tal vez solo se alojó en el mismo sitio para pasar su luna de miel, pensaba decírtelo y lo olvidé Julie, mira. —Britanny me extendió su móvil y leí el titular de la noticia.

Le devolví el móvil y tragué hondo, Paula se acercó a Britanny, le arrancó el celular y luego de leerlo, se fue directo hacia ella.

—¿Es difícil ser una pendeja de mierda? ¿O te sale natural?

—¿A ti te sale natural ser una pésima amiga y no abrirle los ojos? Prefieres hacerte amiga de su ex y no eres leal, y aunque Julie no me soporte, de todos, soy la única que la cuida de esa imbécil, porque eso es Sophia, una imbécil con serios problemas mentales. Una pedazo de loca.

—Es el momento donde te parto la cara. —Y Paula iba a empujarla cuando Benjamín se la llevó al tiempo en que me cogía del brazo, apartándonos a ambas de Britanny.

¿Qué mierda hacía Sophia en el mismo sitio que yo? Necesitaba meterme en mi cabaña, aislarme de ella e irme al día siguiente y Chiara no necesitó que lo dijera en voz alta.

—En unos minutos hago una llamada y mañana nos vamos, tranquilízate —la oí decir y dejó un beso en mi frente—. Cenamos y nos vamos a la cabaña, ya está. No es tan grave. ¿O te afecta mucho verla? —Pasó su mano por mi mejilla con suavidad—. Debió ser muy malo lo que te hizo, pero estoy aquí, contigo.

—Sophia no es una mala persona —habló Paula porque mi lengua se quedó trabada.

A lo lejos, Sophia, la tenista y dos personas más; un hombre y una mujer, subieron por el muelle hacia la casa dividida por cabañas.

—¡Voy a pedirle una foto a Ksenya! Es mi ídolo, ni siquiera sé qué le vio a esa chica toda desaliñada —le dijo Britanny a Belén, lo suficientemente alto como para que yo escuchara—. ¿Sabías que venían?

—No tuve acceso a los otros participantes, Aquiles lleva esa parte —respondió Belén y luego caminó hacia mí y me pidió hablar a solas.

Mi cara debía ser un poema, estaba en shock y aunque quería que no me afectara tanto, mi estómago estaba revuelto. La noticia de su boda no salía de mi mente y las ganas de llorar iban creciendo en mi interior.

¿Se había enamorado tanto como para tomar la decisión de casarse, así, tan rápido?

—No lo veas como algo malo, sino como la oportunidad para que conversen, para que se digan todo lo que necesitan para así continuar con sus vidas sabiendo que no dejaron nada pendiente.

—No, Belén —respondí después de respirar profundo y controlarme, Chiara estaba viendo mi escena y eso tampoco era bueno—. Sophia fue clara la última vez que hablamos.

—De ser así, no habría venido a buscarte.

—No me vino a buscar, está en su luna de miel con la tenista famosa que todos adoran. Por casualidad, ¿tú también eres su fanática? —solté con amargura, y Chiara se metió las manos en los bolsillos del pantalón, mientras Belén bajó la cabeza, apenada.

—Sigo su carrera porque mi mamá fue jugadora de tenis en su infancia y pues...

—Ya —la interrumpí—. No digas más, ahora le pides un autógrafo.

Me metí en la que sería mi cabaña tratando de esconderme. No saldría hasta el día siguiente cuando me fuera a casa. No quería verla, ni conversar. Lo único que tenía claro es que la quería lejos.

No sé cuánto tiempo había pasado, pero cuando Chiara abrió la puerta yo estaba de espaldas buscando un sweater en mi maleta para acostarme, molesta porque ni siquiera lo encontraba.

—¿Llamaste para que nos busquen? Quiero salir de aquí cuanto antes —dije, sin voltearme y sacando todo de la maleta, de mala gana.

—¿Por qué tienes que irte? ¿Te vas por mí?

La voz no era la de Chiara.

Me levanté de golpe y pisé las cosas que había sacado de la maleta, resbalándome como una niña torpe y tonta en presencia de su ex. Sophia me agarró en el aire antes de que me cayera y terminé en sus brazos, con la cara roja de la vergüenza y mis manos sudando como cuando éramos adolescentes.

Las palabras no salían, estaba trabada y su cercanía solo empeoraba mis nervios. Quería tener fuerza de voluntad para separarme, pero me tenía agarrada por la cintura, con mi cuerpo pegado al suyo y lo único que podía escuchar era el puto sonido de mi corazón. ¿No podía comportarme como un ser humano normal que ya olvidó a otro y que puede tener una conversación? Sus ojos no se despegaron de los míos, ella tampoco dijo ni una sola palabra más y solo se quedó allí mirándome fijamente. Hubiese preferido no encontrarla hermosa, que sus pecas no decoraran su rostro, que su nuevo tatuaje no le quedara tan sexi. Tenía una ecuación en el brazo y mi alma, por inercia, empezó a detallarla. El cabello rubio le caía con ondas y las puntas las llevaba de color rosado.

—No quiero verte —fue lo único que pude decir.

—Y yo no puedo dejar de verte, princesa —pronunció en un susurro y odié que me dijera así.

Odié que mis ojos se sintieran seguros en los suyos. Odié que después de todo, tenerla frente a mí siguiera significando una revolución de mariposas. Odié que mis piernas temblaran ante su contacto y que la tensión entre nosotras fuera tan fuerte, como si una química imparable fuera creciendo y siendo capaz de por un segundo, olvidarlo todo. La sentía tan cerca que pude identificar hasta el perfume que llevaba puesto. Y podía apartarla, podía decirle que se fuera, pero quise sentirla un poco más.

Como cuando sabes que lo que quieres se irá para siempre, y solo necesitas disfrutar un pequeño instante, porque jamás estarás preparada para dejarla ir.

—Nunca me devolviste mi perfume. —Estúpidamente fue eso lo que salió de mi boca y ella sonrió haciendo que de nuevo, las mariposas hicieran una gran fiesta dentro de mi estómago sin pensar en el daño, en las noches tristes, en el dolor que esa misma persona nos causó.

Odiaba no poder dejar de admirar sus detalles, los matices y la energía embriagante. Estaba usando mi perfume. Como cuando viajé a Miami para ver a mis padres y me robó el frasco de Infusión Iris, Prada. «Oye... ¡es mi favorito! Y no es tu estilo de perfume» me quejé cuando lo sacó de su maleta y se lo echó. Nos separaríamos solo un fin de semana y Sophia estaba haciendo un drama. «Lo usaré todos los días hasta que vuelvas, si uso tu perfume te sentiré cerca, al menos tu olor estará en mí hasta que regreses y pueda olerlo en ti». Sus palabras se repitieron en mi mente y tuve que sacudir la cabeza para salir del recuerdo y caer en mi realidad. Ella seguía usando mi perfume. ¿Por qué?

—Lo único que tengo de ti es este olor, princesa —respondió a mis dudas con dulzura, con esa esencia rebelde que conmigo se hacía tierna y la odié de nuevo, odiaba amarla de esa forma y querer abrazarla de la misma forma en la que quería huir—. Lo he usado todos los días y ahora que te tengo tan cerca entiendo, en ti huele mucho mejor.

Se apretó a mí en un abrazo y sentí cómo me olía de forma tierna, sentí cómo metía su cara entre mi cabello y la abracé más fuerte. La abracé por todo lo que la había extrañado sin pensar en las consecuencias, sin pensar en lo mucho que me costó seguir con mi vida. Por un segundo dejó de importarme el después y solo quise un abrazo, un abrazo que me devolviera por un minuto aquello que más amaba en la vida. A ella.

No sé cuánto tiempo estuvimos abrazadas, pero la puerta se abrió y tuvimos que separarnos. Chiara fue la primera en entrar, detrás de ella estaban Ksenya y Paula, que rápidamente me alejó de Sophia y comenzó a susurrarme: «Hermana, se te juntó el ganado». «Tranquila, te ayudaré a superar esto, para eso vine».

—Vine porque quiero que hablemos —me dijo Sophia ignorando a Chiara que se paró a mi lado y me preguntó si me encontraba bien.

Para ella, Sophia era como una especie de monstruo y de cierta manera trataba de cuidarme.

—No tenemos nada de qué hablar —respondí a Sophia, tratando de concentrarme, tratando de ser fiel a mis pensamientos, pero no era fácil teniéndola tan cerca y teniendo al lado a Paula diciéndome locuras.

—Debo llevarme a Julie, Benjamín tiene diarrea, la necesitamos.

¿What? -intervino la tenista—. ¿Más o menos para qué? ¿Tiene cara de inodoro?

Y Paula trató de inventar una excusa y Sophia ignoró a mi amiga y volvió a hablar hacía mí, cogiéndome de la mano.

—He cometido un millón de errores y tengo claro que no te merezco, nunca merecí tu amor, pero nos debemos una conversación y me gustaría hacerlo ya. —Sus ojos se clavaron en los míos y tuve que concentrarme, porque me intimidaba, seguía intimidándome como lo hizo desde el primer día.

Las mariposas estaban allí revoloteando, haciendo un espectáculo para ayudarme a entender que por más que quisiera apartarla, una parte de mí la quería cerca.

Chiara me apretó la otra mano y entrelazó sus dedos con los míos y eso me hizo reaccionar y entender que esa parte de mí no podía ganar, no podía volver a caer en el hueco enorme que no es positivo. Ya no. Ese mismo día habíamos tenido relaciones sexuales. Ese mismo día había dejado su proyecto y sus horas de estudio por acompañarme a este retiro, únicamente porque sabía que era importante para mí.

Yo tenía mi vida y no era con Sophia.

—Julie y yo tenemos una reservación en el restaurante, pueden hablar después, tendrán varios días para hacerlo —fue lo que dijo Chiara.

—El restaurante no va a irse —respondió Sophia y dejó de mirarme para verla a ella.

Conocía esa mirada.

Estaba celosa.

—¿En el círculo en el que te mueves decides por las personas? ¿O Julie no puede decidir si quiere una conversación contigo o no? —la enfrentó Chiara, con la elegancia y esa voz tan calmada que la caracterizaba.

—Julie, amiga, Benjamín se está muriendo con la diarrea, en serio, ¡te necesito!

—¿Julie es acaso papel toilet? —volvió a responderle Ksenya, desconcertada por las intervenciones que Paula hacía sin saber que solo quería salvarme de estar en medio de Chiara y Sophia.

—Tenista, si te digo que necesito a Julie, no te metas, y hazme caso, ¿o te gusta ver el mundo arder? —preguntó Paula a la rusa, que se encogió de hombros con indiferencia.

—Llevo rato diciéndole a la doctora que ellas necesitan hablar, ¿no entienden? ¡PRIVACIDAD! Se llama privacidad y ahora mismo saldrán todos de la habitación menos Julie y Sophia —habló Ksenya y sus palabras sonaron extrañas, más como una orden que como una petición—. ¿No me oyen? Venga, ¡nos vamos!

—¡Hitler, sal de su cuerpo! —gritó Paula, pero obedeció y fue caminando hacia la puerta.

—Ya entiendo, con razón me concediste la foto y te portaste tan amable, ¿estabas reteniéndome? —le preguntó Chiara—. ¿Por eso me preguntaste en qué trabajaba y me sacaste conversación? ¿Para que no viniera a interrumpirlas?

—¡El padre celestial te dotó de inteligencia! Maravilloso —soltó Ksenya con sarcasmo antes de agregar—: Es evidente, doctora, y si fueras una fanática digna sabrías que no concedo fotografías, excepto a los niños. —Le volteó los ojos—. Ahora sal para que Julie y Sophia hablen.

—¿Qué edad tienes? Tu actitud no parece de una adulta. Si Julie quiere hablar con Sophia no voy a impedírselo. Vine a buscar mi cargador porque mi móvil está descargado y a decirle que ya ordené la cena.

Chiara fue a su bolso y buscó lo que necesitaba para luego pararse frente a mí y acariciar mi mejilla.

—Estaré afuera en el restaurante italiano, ¿de acuerdo? —Dejó un beso corto en mis labios.

—¡Cliché! —escupió Ksenya a todo pulmón—. ¿Soy yo la infantil y tú estás marcándola como un perro que necesita reclamar su territorio? ¿Tienes ocho años?

Mis ojos no se separaron de los de Sophia ni por un segundo y los de ella seguían clavados en mí. Era la persona más celosa que había conocido y por su cara tan seria, me di cuenta de que no le había hecho gracia el beso.

—Las parejas se besan, ¿no? Solo besé a mi chica.

—Mi chica —susurró Sophia.

¿Era en serio? Por Dios, estaba casada y aun así era una completa infantil sin importarle los sentimientos de Ksenya, ¿y por qué la tenista estaba riéndose como si le hiciera gracia?

—Su chica —corroboró la rusa.

—Su chica —repitió Paula que estaba en la puerta observando todo y cuando la fulminé con la mirada se encogió de hombros—: es la verdad —repitió.

Y no entendí nada, pero recordé las noches de tristeza, o la forma en la que me dijo que le gustaba otra persona terminando conmigo. Recordé esa noche y me di cuenta de que no iba a retroceder. No iba a llamarme «su chica» después de echarme de su vida como si no fuera nada.

—No soy tu chica —aclaré para que no le quedaran dudas—. No necesito hablar contigo porque somos pasado, pudimos ser amigas pero no consideraste esa opción ni tampoco mis sentimientos, ahora a mí tampoco me importan los tuyos —dije haciendo acoplo de toda mi fuerza de voluntad—: ¡Me jode muchísimo que pudiendo ir a otro lado vinieran aquí por una conversación! Yo no tengo nada que hablar contigo, Sophia. —Caminé hacia ella, cogiendo de la mano a Chiara y por un segundo quise dejar de ser la idiota que sufre, la tonta que está mal, la que se enamoró y perdió, la que necesita una conversación para que Sophia se sienta bien consigo misma—: Te enamoraste de Ksenya y te felicito, pero no tenías que venir a explicármelo, ni tampoco traerla a ella. No necesito una explicación y si lo que quieren es no sentirse tan mal con ustedes mismas, no se preocupen, no tienen que hacerlo. El amor es libre y fue lo mejor. Ustedes son tal para cual y yo conseguí la relación estable que buscaba con Chiara, ¿y sabes algo? Estoy mejor sin ti —mentí viéndola de frente y sus ojos se cristalizaron. Por un momento su dolor se convirtió en mi dolor, pero ¿cuál dolor? Le había ido mejor sin mí y si mentí fue para no sentirme como una idiota, no de nuevo.

Enseguida Ksenya entrelazó sus dedos con los de Sophia y la arrimó hacia su cuerpo. Los celos estaban consumiéndome como si tomaran algo que me pertenece y lo creyeran suyo.

Le volteé los ojos a Ksenya y cogí a Chiara de la mano para abandonar nuestra cabaña.

Me alejé de ellas, mientras la doctora me preguntaba si estaba bien. A su lado, no pude evitarlo y una vez que estuvimos lejos, me perdí en su abrazo y lloré.

Me hacía daño que estuviera tan cerca. Me hacía daño que después de tanto tiempo, mi corazón la amara con la misma intensidad de cuando éramos unas niñas.

No quería su lástima y era lo que había encontrado. Acababan de casarse y yo era su «asunto pendiente», necesitaban cerrar el capítulo conmigo para sentirse bien.

No tenía por qué irme del retiro ni cambiar mis planes por Sophia. Tenía que madurar y entender que se acabó y si para eso teníamos que compartir el mismo espacio y cargarme de realidad para decir adiós definitivamente, pues lo haría.

Pero lo que más me hacía daño era que teniéndola cerca no existiera nadie mas, y el mundo se parara, y mi vida se volviera nada, porque todo se reducía a su presencia. Como si los planetas chocaran creando un mundo nuevo, el mismo al que huíamos cuando nuestra realidad nos consumía. El mismo en el que tantas noches fuimos felices, pero sobre todo... el mismo que seguía sintiendo nuestro y en el que solo teníamos cabida ella y yo.

Sentí eso, una colisión de planetas que derrumbaban el tiempo y la distancia, quedándose exclusivamente con su presencia, hasta que los labios de Chiara me mostraron otro panorama. Su calidez y la forma en la que me habló me hizo entender que era afortunada y debía mantenerme en mi centro.

—El olvido tarda, y a veces nunca llega, lo importante es que entiendas que todo se supera, incluso lo que ahora parece imposible. —Dejó caricias por mi mejilla y me besó tan suave que fui entendiendo que tenía razón—. Yo estoy contigo y entiendo lo que pasas, entiendo que te duela, pero no creas que me asusto, no me da miedo tu ex porque estoy segura de que yo puedo ofrecerte algo mejor.

Nota de autor: sé que lo ofrecí más temprano, pero estoy en una reunión (tiene que ver con el
Libro) y les aseguro que si supieran me perdonarían por el retraso. Lo que se viene es grande.

Las amo.

Preguntas:

1. ¿Chiara o Sophi? (Para julie).
(Lo que respondan lo cambiará lo que ya está escrito, pero me encanta leerlas).

2. Momento favorito.

3. Parte que odiaron.

4. Personaje que más odian hasta ahora.

Las leo 😍 y las quiero. Gracias por tanto .

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