El destino de una princesa

Od NicoleSLHerrera

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Eleonor vivía una vida común hasta que un accidente de tránsito cambiaría todo. Cuando despierta ya nada es l... Více

Antes de empezar...
Capítulo 0
Booktrailer
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Feliz navidad
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capitulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Notita de mí para ustedes❤
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
Capítulo 77
Notita✨
Capítulo 79

Capítulo 78

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Od NicoleSLHerrera

Fiama sentía los nervios recorrer cada centímetro de su cuerpo. Estaba aterrada, si el plan que tenía Kay no funcionaba de ninguna manera, entonces no sabría que hacer, tal vez, la única opción que quedaba después de esa, era desaparecer. Aunque era un poco impropio de ella, rogaba porque todo saliera bien, toda la incertidumbre con la que había vivido desde el incidente la agotaba demasiado.

- Esta bien, su alteza - susurró Alide de forma tranquilizadora - Estoy segura de que usted estará bien. Todos aquí la cuidaremos, sin importar que pase.

- Lady Alide tiene razón - Camille habló con el mismo tono - Estamos para usted.

Eran palabras simples, palabras que se le decían a cualquiera, y aún así, fue suficiente para ayudar a aliviar un poco el estrés acumulado. Miró a Alide quien observaba por la ventana, pero que no tardó en darle una mirada en la que había una gran fuerza de voluntad. Luego sus ojos viajaron hacía Ryu, él estaba más tranquilo que cualquiera o al menos eso aparentaba, aunque de inmediato le sonrió de esa forma que solo él poseía, tan dulce y segura. Arabella estaba del otro lado del sillón con un libro en sus manos en el cual parecía no poder concentrarse pues le daba una mirada cada tanto, parecía estar casi tan nerviosa como ella. Evan no había perdido oportunidad tampoco, tan pronto el emperador se fue, estuvo a un lado junto a sus dos caballeros, Benjamín y Beth haciendo guardia, aunque cada tanto mostraba sus dientes en un tierna sonrisa y unos ojos que indicaban confianza. Camille se encontraba a su lado, no tardó en envolverla en sus brazos y acariciar su cabello. Valdo, el pequeño duende que se aferraba a ella, solo se encontraba en silencio acurrucado contra su cuerpo. Y Deen, por supuesto soltó su típico discurso sobre cuán fuerte y genial era y que estaría para protegerla y ayudarla en cada paso.

Toda su gente, toda su familia estaba ahí, bueno, faltaba una persona de la que no sabía mucho. Luah no había tratado de contactarse con ella aún y eso le causaba tristeza, pues no entendía porque el muchacho no se había dignado a mandarle una carta tan siquiera, era como si no quisiera verla. Sin embargo, no dejó que eso arruinará su humor, a su lado estaban aquellos que más le importaban, aquellos que estaban más que dispuestos a dar su vida por ella y a vivir por su bien.

No siempre podían encontrarse personas así, lo sabía bien. Pocos tenían la suerte de encontrar a personas que se preocupen genuinamente por el bienestar de otros. Nunca supo cuando fue que se convirtió en alguien tan importante para aquellos que la rodeaban, no lo sabía, pero lo agradecía. Porque sentía lo mismo por todos ellos. Amaba poder compartir cada día con quienes estaban allí, con sonreír a su lado, con llorar e incluso con temer, porque al final del día, eran ellos quienes siempre la ayudaban a afrontar cualquier problema.

Mientras su mente pasaba por fin a algo más que a lo que ocurría afuera, llegó una sirvienta a entregar una carta. No pudo pensar en lo extraño que era, pero al saber quien era el remitente, no tardó en alistarse para ir en su busca. Les pidió a sus caballeros, Ryu y Valdo que fueran a su lado, mientras dejó a los demás en la habitación un tanto inconformes, aún así, no dijeron nada.

Mientras caminaba, nuevamente se fijo en todos los caballeros que estaban desplegados cada tantos pasos. Le hacía sentir un tanto incomoda y culpable, pues de seguro para ellos sería aburrido estar allí todo el día, pero ahora debían pasar casi como estatuas. Trato de no pensar demasiado en eso y se concentro solo en el camino a seguir. No tardó mucho en llegar al palacio del emperador y por ende, dirigirse al ala sur donde se encontraba Luah.

Los dos guardias que custodiaban la dejaron pasar sabiendo que el muchacho la había citado, aunque igual que los caballeros de Fiama los observaron desde la entrada para evitar cualquier cosa extraña. A la princesa le parecía innecesario, pues Luah jamás le haría daño.

Ingresó en la habitación de colores claros, aunque el ambiente era un tanto extraño. Para ser un prisionero, no podía evitar pensar en que estaba en un buen sitio, pues sin duda era mejor estar en un cálido y cómodo cuarto del palacio que en una sucia y oscura mazmorra.

La figura de Luah fue captada de inmediato nada más entrar. Una sonrisa de felicidad sincera se formó en su tierno rostro, lo había extrañado y para sentir completa seguridad de que todo estaría bien, deseaba que el chico también la acompañará.

- Luah...

Su voz se apagó al instante, y la confusión se hizo con ella. De pronto su corazón palpitó con fuerza, y las manos le sudaron. Luah la observaba, pero había algo distinto en él, en su mirada. No había el cariño, la ternura o amistad. No, allí, en esos ojos que siempre le parecieron tan hermosos, no había ninguna de las cosas que siempre reflejaban. En esas negras pupilas solo había reclamo, algo que la hizo asustar inclusive.

- Es bueno verla - su voz no era cálida  - Parece estar bien - aunque era todo lo contrario, pues cualquiera que fuera comprensivo, sabría que lo que sucedía afectaría a cualquiera de una u otra manera.

- Si... - no supo que más decir. Observó a Ryu, como si él tuviera una respuesta, pero se veía tan confundido como ella.

Ambos se sentaron y por primera vez, el silencio entre ambos le fue desagradable. No podía ni empezar a imaginar si había hecho algo mal o hizo enojar a Luah de alguna manera. El muchacho mantuvo sus ojos sobre ella, como si la analizará o como tratando de encontrar algo.

- He pensado mucho en estos días - comenzó sin esperar a que la pelirroja dijese algo más - En lo que hizo para ayudarme, desde liberarme de esos monstruos hasta ayudarme a conseguir una familia - su tono era extraño, pues a pesar de que hablaba de eventos importantes del pasado, era como si ya no hubiera ningún sentimiento allí - Lo que he logrado gracias a usted a sido mucho, que no debería haber ni una sola razón por la que yo no debería adorarla como al mismísimo Darrash...

Y lo sintió, sabía que después de aquellas palabras sólo vendría una que llevaría todo por un rumbo desconocido para ambos. Extrañamente, no quiso oírlo más, pero no lo interrumpió.

- Y aún así... a pesar de que pueda estar cometiendo un error, de que seguramente este cometiendo la mayor estupidez del mundo... no puedo dejar de verla... - fue entonces que desde que llegó, hubo un cambio en la monotonía que expresaba su voz, hubo un quiebre seguido de palabras que la dejaron con una horrible sensación de vértigo - ... como una asesina...

El corazón de Fiama se detuvo y fue hasta pareció que había olvidado de como se debía respirar. Dolía, oír algo como eso dolía más de lo imaginado. Jamás imaginó que ese término sería usado en su contra y mucho menos pensó que la ira e impotencia grabadas en esos ojos la acusarían de tal manera. Pudo sentir incluso como la sangre abandonaba el color de su rostro, y un leve temblor se apoderó de sus manos.

- ¿Quién se cree qué...? - Beth no pudo terminar, retrocedió tan solo porque Fiama les hizo una señal de que estaba bien, aunque en realidad no lo estaba. Esperaba recibir un regaño solo con su mirada, pero no sucedió tal cosa, en cambio Fiama parecía haber perdido cualquier fuerza que la mantenía serena.

- ¿Por qué? - preguntó Fiama un tanto entorpecida y con una obvia necesidad de saber porque estaba recibiendo tal acusación.

Y entonces, desde que inició la conversación, él apartó la mirada de la pelirroja.

- Se que no es su culpa... El emperador me lo dijó, me habló de porque no era su culpa, que accidentes así ocurrían con cualquiera, solo que no tan graves... - seguía sin entender a que se refería, ¿Acaso Luah había perdido a alguien importante en el Onyue y ella no lo sabía? Pero aquello no estuvo bajo su control, no fue algo que pudiese evitar y quiso decírselo.

- Luah ¡yo-...

- No es por el Onyue - le cortó sin pensarlo - Se debe a un incidente de hace muchos años atrás... cuando aún era solo una bebé...

Y no hicieron falta más detalles, pues en su cabeza lo supo de inmediato, solo hubieron dos ocasiones en las que su poder se descontroló de un modo que puso en peligro a otros; el Onyue y cuando se salvó a sí misma de que su poder fuera sellado con magia negra. Pero aún así no lo entendía, ese era un incidente que quedó en el pasado y hasta donde  ella sabía, Luah no estaba relacionado con nadie del accidente.

- Mi madre - prosiguió - Mi madre biológica, ella estaba allí, entre los sirvientes que murieron ese día...

Fue más que una sorpresa, porque ahora tenía muchas más preguntas. Sabía que habían muerto un par de personas más aparte de ese aprendiz de mago que intento sellar su magia y la sirvienta que lo acompañaba, pero nunca imaginó tal cosa. Además, según hasta donde sabía, la madre de Luah había muerto en la mansión del vizconde, ¿así que cómo era posible que ella la hubiera matado en ese incidente?

Repasó en su cabeza la vez que habló con Kay sobre los orígenes de Luah, tanto su padre como su madrastra fingiendo ante la sociedad que era un hijo de la anterior vizcondeza, un hijo legítimo, pero en realidad era el hijo de una criada que supuestamente fue asesinada por el vizconde luego de dar a luz, eso era lo que Kay le había contado, eso le informó para que ella pudiera entender la situación del niño... ¿Entonces cómo?... ¿cómo es que ella era la responsable de la muerte de una completa desconocida?

"A menos que..." mientras trataba de procesar todo eso, una posible respuesta llega a su cabeza, más que eso, una hipótesis sobre la posibilidad de haber matado a la madre de Luah "... una mentira" se dijó. Y tenía sentido, una mentira que pudiera distorsionar todo el panorama para volverlo en su favor. Levantó la vista, tratando de confirmar aquello a lo que sus pensamientos la habían llevado y por fin, luego de no poder leer los pensamientos de Luah, por fin en esos ojos, pudo encontrar algo...

Kay.

Solo él podía ser responsable de ese embrollo o más bien, solo él pudo mentirles a ambos cambiando la historia de un modo en el que Fiama no pudiera verse culpable. No supo como sentirse, no tenía idea de cómo tomar las acciones de Kay. Bien sabía que lo que el emperador trataba de hacer era cuidarla, a su manera, intentaba hacer lo mejor para ella y aún así, viendo lo mucho que todo eso había afectado a Luah, comprendió que no estaba bien.

- La mujer...

- Fue su nodriza - respondió Luah con una fingida calma.

Quizás era ella la que estaba mal, después de todo, siguió con su vida como si nada, no volvió a pensar en las vidas que se llevó tratando de salvarse, aunque no se arrepentía de los dos que intentaron sellar sus poderes, el aprendiz de Herminio y la madre biológica de Luah, ambos intentaron dañarla apropósito, así que por más que lo pensaba, no podía arrepentirse... pero aquel día hubo más gente, más muertos que de seguro tenían familia y que probablemente no sabían la verdad. Todo quedo como un accidente aquella vez, lo fue de cierta manera, Deen le advirtió que su poder se desataría y que tendría consecuencias, sin embargo, estaba tan desesperada, quería vivir. Quería vivir en ese momento y quería vivir ahora.

Ella no era la mala de la historia, tal vez para otros sí, seguro que lo sería, pero si había algo que los seres humanos tenían en común, era el instinto de supervivencia y ella estaba dispuesta a continuar, pero eso no significaba querer pisotear a cualquiera, no es lo que buscaba, quería felicidad, la de los suyos y la propia. Quizás no era tan buena, pero sabía que no era mala, estaba segura de eso.

Sus ojos cambiaron de unos confusos y tristes a serios y un tanto orgullosos.

- Bien, no es un incidente del que pueda retractarme, ya sucedió y por desgracia, no hay nada que hacer - su tono ya no tenía ningún temblor, algo que hizo reaccionar al muchacho, de pronto pareció que despertaba de algún tipo de trance, al menos así se sintió para Luah pues le sorprendieron sus palabras - Entiendo si me odias, si sientes que te cause una desgracia y entiendo si es que no deseas verme nunca más. Diré que lo lamento, porque de verdad lamento si te quite a alguien que te importaba. Lo siento mucho, Luah.

El muchacho la escuchó con atención y entonces, aquel sentimiento que antes no sabía como descifrar, por fin se reveló. Era culpa, era la culpa por estar molesto con un evento que no se podía evitar, era culpa por estar molesto con la persona que se lo había dado todo, era culpa por pensar en odiar a Fiama. Solo un tonto actuaría de esa manera, solo un tonto pensaría en ella como si fuera lo peor que pudo sucederle, cuando en realidad fue lo mejor. Pudo salir de una horrible familia gracias a ella, pudo estudiar, reír, confiar, sonreír y ser feliz gracias a Fiama. No sabía como había antepuesto los malos sentimientos por sobretodo lo bueno que tenía ahora.

- Lo siento...

- Basta, princesa - la detuvo, no quería escuchar más. El picor en sus ojos se transformó en un intenso lagrimeo el cual intentó ocultar desviando el rostro e intentando secarlas a la vez que no paraban de salir. ¿Cómo podía olvidar todo eso? ¿Cómo podía volver el tiempo atrás para olvidar que Fiama había terminado con la vida de su madre?... una madre a la que ni siquiera conoció, alguien con quien no tenía ningún vínculo además de la sangre. No entendía porque era tan importante o de hecho, como empezó a ser tan importante. La idea fue implantada como una larva que creció como huésped en su cerebro. Esta vez tomo unos cuantos segundos antes de volver a hablar - No es usted quien debe disculparse... no debe hacerlo...

Luah se detuvo, las palabras ya no podían salir. Fiama entendió que de momento, ya no había nada más que decir allí, así que con la misma rapidez con la que había ido, se fue. Ahora solo podía mantener la cabeza en alto, pero era imposible no pensar en lo mucho que le afectaba que alguien que le importaba la viera como un monstruo. Pero no sólo eso, le habían mentido a ella también y eso, por alguna razón, le incomodaba más de lo imaginado.

***

- Ya he escuchado sus quejas, he escuchado sus súplicas y he soportado su actuar. Hasta cierto punto, logró entender por lo que están pasando, el miedo que sienten de que la historia que alguna vez trajó desgracias a nuestro imperio y el mundo en general, se repita - Kay se expresó con seriedad, pero ya no había amenaza en su voz, aunque tampoco había calidez - Fue difícil volver a resurgir de ese infierno, mi antepasado Akergin de la Croix quien fue el hombre que inició la purga, a pesar de haber luchado por su imperio, puedo decir que jamás estuvo orgulloso de la decisión que tuvo que tomar.

Al pensar a fondo la situación por la que se atravesó en el pasado, hubieron muchas muertes y familias que sufrieron perdidas. Entre los miles de magos de fuego asesinados habían padres, madres, hijos, hijas, familias completas, y de ellos quedó nada, ni siquiera una bendición por haber pasado al más allá. Aún así, también estaba el hecho de que el propio Akergin tuvo que sacrificar a su más amado hijo a fin de detener la ola de destrucción que sembraron los usuarios de fuego.

Kay no tardó en leer las expresiones inconformes y pronto comprendió los pensamientos que cruzaban al haber mencionado al antiguo emperador - Akergin fue capaz de sacrificar a parte de su familia porque no tuvo más opción. Pero yo, solo tengo a mi hija y no estoy dispuesto a perderla. No quiero sacrificarla.

Los corazones de millones se removieron al escucharlos, aún cuando el rostro de Kay era como una barrera, aún cuando su voz era neutra, pudieron sentir lo mucho que le importaba la princesa al emperador. Alguien como él, que jamás estuvo dispuesto a declarar sus sentimientos, era difícil de creer que pudiera decir algo así, por lo que sabían de su emperador, no había persona más desinteresada, así que esas palabras sólo podían ser calificadas como sinceras.

- Se que están aquí por una respuesta - la gente se congeló - Así que les daré una. - Cerró sus ojos por un momento. Mientras el público esperaba ansioso, una presencia tan intensa como la de Kay inundó la atmósfera, aunque era muy distinta, pues en ella había más paciencia y suavidad de la que podría llegar a transmitir Kay.

Una figura se presentó a su lado, con una postura recta y pasos tranquilos, todos los ojos se voltearon al extraño que había tomado puesto junto al emperador. Su piel era de color gris y con un largo cabello negro que llegaba casi a la altura de sus rodillas, y que además, se confundía con la túnica negruzca que rodeaba su cuerpo. A pesar de que su mirada tenía un toque salvaje, nadie pareció sentirse en peligro, más bien, un inminente deseo por estar cerca de el extraño apareció en la mente de todos. Sus ojos eran de un tono azul oscuro que atrapó la curiosidad de más de uno. Fue entonces que muchos sintieron familiaridad en él, no entendían la razón, pero el público sentía que lo conocía.

Y no se equivocaron, porque aquel que tenían enfrente no era otro más que el dios protector de Intravella, aquel que llevaba existiendo desde los tiempos de Hakary. El dios Belkaryu.

Las personas estaban sin palabras, sabían de su existencia, las proezas que había logrado junto a una leyenda como lo era Hakary y aunque realmente nunca fue visto por más ojos aparte de aquellos que poseían la sangre de los Croix, sabían muy bien sobre su buen juicio y que desde hacía varias generaciones atrás que cuidaba Intravella y a aquellos que vivían en ella. Además, si el imperio no había caído en muchas ocasiones anteriores como lo sucedido con Akergin o el padre el Kay, fue debido a la existencia de Belkaryu. Era simplemente fascinante y maravilloso poder ser testigos de alguien que sólo podía describirse como magnífico.

El dios no se sintió perturbado o incómodo por todos aquellos que tenían sus ojos sobre él. Siempre fue muy consciente de la curiosidad que podría generar en otros que no pertenecieran a la realeza, además del halo puro que los dioses de su rango podían transmitir.

Aunque por supuesto que se vió sorprendido cuando Kay se presentó ante él con una actitud muy diferente a la arrogante con la que lo había visto en otras ocasiones. Belkaryu estaba allí no solo para cuidar de Intravella, sino también de ayudar a aquellos que estuviesen en el trono, así que estaba acostumbrado a recibir órdenes, aunque por lo general era usado solamente para obtener respuestas o al menos, para no desatar la codicia sobre aquellos que solo buscaban el beneficio propio, decía que sus poderes no servían para destruir entre varias otras cosas, de esa manera se aseguraba de que su poder no fuese usado mal.

Desde que Kay tomó el trono, no había intentado contactar demasiado con él. A diferencia de otros gobernantes, su única pregunta fue para saber sobre su propia hija. Y entonces, dio paso al inesperado encuentro entre ambos, porque no era una orden, era una petición que arrastraba un ruego consigo.

Aquel humano que siempre mostraba su arrogancia sin temor, que la frialdad emitida casi podía atravesarte como lanzas de hielo, que con aquella indiferencia solo lograba asustar a miles. Ese emperador se puso de rodillas con una mano en el corazón y bajando su mirada, rogó para que cooperase con él con el fin de salvar a su hija. A pesar de estarse inclinando ante el dios, no era como si perdiera su estatus y mucho menos como si se humillara, de hecho, se vió incluso más magnífico que en otras ocasiones. Así que, no podía negarse y no tenía planeado hacerlo, sabía que aquella niña podía llevar al imperio mucho más lejos que cualquier otro emperador o emperatriz de la historia.

Además, sabía que había algo más en la princesa, había algo que lo llevaba a remontar las épocas en las que era un compañero de viaje de Hakary, cosa que no solía ocurrirle seguido.

Tan pronto como aceptó ser parte del plan de Kay, supo que no podía equivocarse. Debía decir la verdad, la cuál era que esa niña traería una inmensa fortuna al imperio, pero no sólo eso, debía volver esa verdad más impresionante de lo que ya era. Debía poner al pueblo de nuevo del lado de Kay, sólo así, podrían evitar la tragedia que estaba apunto de explotar.

- Es bueno ver a los hijos del imperio reunidos - comentó con firmeza que a la vez arrastraba un toque de solemne - Ya he escuchado por parte de su majestad, sus quejas. Se bien lo que la gran mayoría piensa... tienen miedo.

Un par de susurros se oyeron, fue entonces que con un sola mirada de Kay, el silencio volvió a reinar.

- Le temen a la existencia de una niña.

- ¡No es una niña cualquiera! - aun sabiendo a lo que se arriesgaba al llamar la atención con sus palabras, un periodista gritó en un arranque de valentía o estupidez, e hizo su mayor esfuerzo para ignorar el hecho de que Kay lo tenía en su punto de mira - ¡Es una usuaria de fuego! ¡Tiene el poder de los demonios corriendo por su sangre!

El emperador apretó los puños, odiaba que se refirieron a Fiama de esa forma, sin embargo, la tranquilidad de Belkaryu al oír al sujeto, le hizo recordar que debía mantenerse en el mayor control posible si quería que todo saliera bien.

- ¿Y qué tanto sabes de ellos? - preguntó Belkaryu.

- ¿Perdón? - la confusión llenó el rostro del hombre.

- ¿Qué tanto sabes de los usuarios de fuego y del "poder demoníaco" que corre por sus venas? - para el dios no era un problema comunicarse con los humanos, pues sabía que ellos inconscientemente seguían una gerarquia y él estaba en uno de los puestos más altos.

- Yo... - el hombre no supo que decir, la valentía que tuvo por unos instantes desapareció, siendo reemplazada por la vergüenza. Lo cierto es que nunca se dió a la tarea de averiguar sobre ello a fondo, pues con escuchar lo que decían los mayores o los resúmenes en los libros de la escuela, creyó que era más que suficiente.

- ¿Sabías que yo estuve ahí? - no le quitó los ojos de encima al sujeto hasta que este no tuvo más opción que encogerse un poco en su puesto - Tuve que ser testigo y verdugo de cientos de vidas, tuve que ver como se extiguían... ellos no eran demonios, solo fueron objetivo de alguien cruel. Así mismo, los problemas de la princesa fueron iniciados por un ser externo.

Nadie dijó nada, pero al escuchar al dios hablar con tanta pesadumbre, por un momento se sintieron culpables por no saber realmente nada del asunto. Aún así, era difícil  olvidar un período tan oscuro y era imposible desligar a la princesa del miedo que se transmitió de generación en generación.

Belkaryu no tenía intenciones de dar vueltas, así que sería directo, pero usaría las palabras correctas y que marcarían por completo a aquellos que se negaban a reconocer a la princesa como lo que era, una niña que no pidió nacer con tales dones.

- La princesa a diferencia de lo que piensan es mucho más... especial - el interés se hizo presente, así como la sorpresa - Ella ha sido enviada a nuestro mundo por el Dios Darrash. Es una niña bendita por el Dios supremo.

Y por un momento fue como si el oxígeno se hubiese extinguido por completo. Parte de la población terminó arrodilladose sólo con la mención del creador. La gente creía fiel y ciegamente en Darrash, en todo lo que representaba y lo que era. Fue entonces que recordaron que Belkaryu no solo era el dios protector de Intravella, él también tenía una función más, y era ser el mensajero del dios supremo. Nunca esperaron escuchar algo así pues Darrash no se metía en problemas mundanos, él solo estaba allí para ver a sus creaciones, hasta donde se sabía, Darrash jamás había intervenido con la humanidad... y eso solo significaba una cosa... El dios Darrash estaba interviniendo por la princesa o eso es lo que se daba a entender.

Nadie dudó ¿Cómo podrían? ¿Cómo atreverse a dudar de Belkaryu? ¿Cómo dudar de Darrash y sus decisiones y designios? La incertidumbre fue lo primero en llegar. Si la princesa estaba allí por Darrash, sí tenía esos poderes tal vez podía deberse a algo importante, y de hecho, el mismo periodista de antes, no tardó en preguntar por esto, no dudaba de las palabras de Belkaryu, pero si necesitaba respuestas, todos las necesitaban.

Belkaryu por supuesto, no pareció perturbado. Al igual que Kay, sabía que nadie cuestionaría sus palabras. Y no mentían, Fiama podía llevar al imperio a la mayor gloria conocida desde Hakary, más de la que el propio Kay había logrado. Aunque por supuesto, la imagen de Fiama no mejoraría de un día para otro, pero saber que había algo demasiado grande sobre ella, obligaría a la gente a replantearse su actuar.

Aun habían muchos ojos que mostraban desconfianza, así que Belkaryu, decidió usar una última carta. Se giró hacía Kay dándole a entender que debían hacerlo. El emperador por un momento perdió aquel porte indiferente, y en cambio mostró preocupación, pero se recompusó de inmediato.

Hubo un poco de movimiento, Kay se acercó a Mikhe aunque esta vez solo se pudo distinguir que soltó unas dos o tres palabras, siendo obvio que le había ordenado hacer algo. El caballero no tardó en irse y aunque la gente no entendía que sucedía, no sintieron que estaban perdiendo el tiempo ni mucho menos.

- Les mostraré porque no hay que temer a la princesa.

Muchos temblaron ante esta declaración.

Un tiempo después, Mikhe volvió y está vez parecía mucho más feroz, como un bestia que está lista para atacar a su presa, vigilante de cualquier movimiento sospechoso. Tras el habían un par de caballeros más. Un hombre y una mujer que mostraban la misma actitud. Y un poco más atrás otro hombre que se notaba que era extranjero.

La multitud entendió el porque de ese comportamiento. Ellos escoltaban a alguien y por ningún motivo permitirían que terminase con alguna herida o pasando un mal rato.

La princesa Fiama hizo acto de presencia.

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[ Fecha de inicio: 02-06-2021] [ Fecha de término: ] {~~~~Solo traduzco la historia~~~~}