El capricho de amarte

Af nacaridportal

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Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... Mere

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.
Sophia Pierce - Una mente sin recuerdos

11:11 mi deseo sigues siendo tú.

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Af nacaridportal


Después de lanzarnos en paracaídas pasamos el día en la playa. La rusa me pidió que trotara con ella y era incansable. Estuvimos trotando como dos horas y Ksenya seguía intacta, manejando su respiración, su cuerpo, toda ella. Seguía trotando y me decía: «Es parte de tu entrenamiento, estamos en tu pre – cumpleaños, pero los campeonatos comienzan pronto y necesito que clasifiques, y para hacerlo debemos cuidar tu cuerpo». No sé cómo pasamos de estar relajadas en la playa, a dar una «caminata» para comenzar un entrenamiento estilo militar y verla transformándose en una dictadora. «Eres buena y lo que tienes no lo tiene nadie, exceptuándome, of course, pero sin disciplina no llegarás a nada. Ser una campeona proviene de aquí», puso los dedos en su frente antes de agregar: «El cuerpo también tiene que ver con la mente, si logras dominar tus pensamientos y llevar el mando del timón del barco con el que existes, entonces no habrá ningún contrincante, pelearás contigo misma hasta que te des cuenta de que nunca hubo guerra, solo hay un jefe y eres tú».

Seguí trotando, intentando llevarle el ritmo. Ya estaba anocheciendo, la playa era un espectáculo visual, y éramos las únicas que permanecían en ella, exceptuando su equipo de seguridad que estaba alejado, pero al margen de nosotras.

«Repítete que puedes dar más y terminarás dándolo. No te conformes con el talento, porque cualquiera puede tenerlo, en realidad es la pasión la que te llevará a la cima y te lo digo yo que no me bajo de allí», aseguró cuando me frené a tomar un respiro.

Ya no podía más.

«Tú defines tus límites, Sophia. Tienes que transpirar por el tenis, enamorarte del deporte, hasta que nuble tu juicio y cuando sientas que todo está perdido, te levantes de la mierda en la que caíste y remontes un juego hasta dejar perplejo a tu oponente. Hasta que entienda que nadie, absolutamente nadie puede contigo, excepto tú misma».

Me apoyé como pude en mis manos hasta que logré ponerme de pie. No quise quedarme allí como una fracasada. Retomé el paso al tiempo que veía cómo Ksenya ni siquiera parecía cansada. ¿Cómo carajos lo hacía? ¿Y cómo se suponía que llegado el momento iba a ganarle?

Anulé mis pensamientos en mi intento de seguirle el ritmo. Di todo de mí concentrándome en el sonido de su voz:

«No pienses en la meta, tampoco en la distancia que hay entre tú y ella. Deja de pensar y solo disfrútalo. No tengo que conocerte de hace años para saber que odias las imposiciones sociales. Olvídate de ellas. Esta competencia ni siquiera será con otras tenistas, o conmigo. Será contigo. Vas a competir con la parte débil de tu mente, vas a superar tus propias expectativas. Vas a convertirte en alguien que se folla una y otra vez a sus tristezas, que le regala orgasmos a las dudas, y termina convirtiendo en pasivas a todas las voces que repitieron que no llegarías a ningún lado. Tú harás una maldita orgía con todas las personas que no confiaron en ti, Pierce, y gracias a Dios yo no estaré en ella, sino a tu lado viéndote triunfar»; rio con suficiencia y me concentré en los hoyuelos que adornaban sus mejillas.

El cabello le lucía desordenado, tenía unas ondas inusuales que la hacían ver incluso más linda. El azul eléctrico estaba cediendo ante su negro oscuro natural. Los ojos dejaban en ridículo a todos los tonos que se perdían entre el mar y el cielo, porque su color era más bonito. El grosor de sus labios hacía que incluso sus palabras de tirana, se vieran bien saliendo de su boca. «Venga, mueve el culo, usa tus piernas, controla tu peso, y sigue. La vida es hacia adelante, ya hemos tenido suficiente pasado. Dos vueltas más y a superar imposibles, Queen».

Contra todo pronóstico lo hice. Terminé las dos vueltas y cuando iba a lanzarme en la arena, se puso frente a mí sujetándome por los hombros y pegando su frente a la mía:

«Más. Cuando sientas que lo has dado todo, voy a demostrarte que no has dado ni la mitad de lo que naciste para dar. Esto apenas comienza, artista. Sigue corriendo. No saldremos de esta playa hasta que me demuestres que llegado el momento podrás controlar tu cuerpo y tu mente. Y si te rindes, muy bien, seguiré comprando tus cuadros y seguiré siendo tu jefa, pero no seré tu entrenadora ni tu mánager. Yo no invierto mi tiempo en perdedoras. Cuando estés distraída disfrutando la vida, debes pensar en el maldito tenis. Porque se convertirá en el amor más profundo que tendrás en tu vida y cuando te corresponda, no necesitarás nada, ni a nadie. Solo a él».

Podía ver la pasión en sus ojos. Como si nada en su vida fuera más importante que jugar.

«Vivir también importa», fue lo que le dije, antes de agregar: «Si tú te enamoraras serías bastante obsesiva, menos mal que tu único amor es el tenis, porque pobre de tu novio», me reí de ella, y no sé de dónde saqué las fuerzas, pero lo hice.

Volví a trotar.

Me concentré en la playa, en el atardecer perdiéndose y en la luna abriendo su paso para deleitarme. Me concentré en las constelaciones, en lo que estaba por encima de nosotras. Que hoy estábamos en esa playa, habitando un planeta juntas, por un tiempo determinado hasta dejarnos ir.

Dejé de concentrarme en mi cuerpo, o en que mis pulmones funcionaran. Me concentré en el sonido de las olas y pude encontrar un ritmo más cómodo. Los pies dejaron de pesarme, mi abdomen ya no se contraía haciéndome sentir dolor. Por un momento solo sentía que éramos nosotras, corriendo una al lado de la otra, en silencio. Ella dejó de hablar y solo disfrutó el viaje hasta que cuando ya estábamos cediendo el paso, la escuché susurrar: «Eres un diamante, y me encargaré de pulirte», me quedé mirándola con suficiencia, viendo el doble sentido, hasta que agregó: «Tú entendiste, Pierce».

Nos lanzamos en la arena dejando caer el peso de nuestros cuerpos cansados. Esta vez pude notar que ella también se sentía exhausta. Sus mejillas estaban rojas, toda su cara estaba roja. Sus labios hinchados, y los ojos más claros que antes, era impresionante cómo le cambiaban de color, nunca era el mismo tono.

—Eres una explotadora —la fastidié, ella solo se extendió en la arena mirando el cielo.

Yo hice lo mismo, acostándome a su lado.

—¿Por qué tu estilo artístico está tan cargado del universo?

—Porque soy una estrella —bromeé.

—Qué ego, artista, pero en serio, quiero saber.

—En realidad algunas estrellas pueden vivir doscientos mil millones de años. Siento que la eternidad habita en el universo, y no en la vida humana —le expliqué—. Y a mí me gusta pintar sobre nuestra esencia, sobre lo eterno, aquello que no caduca ni se contamina. Aquello que perdura.

—Cuéntame más —se interesó en saber.

—Por ejemplo, las estrellas conocidas como enanas rojas, son las más pequeñas y abundantes de todo el universo, y eso solo me hace pensar que lo que para algunos es insignificante, puede ser lo más grande que exista. Ellas son las estrellitas chiquititas que ves en el cielo. —Señalé algunas que ya se veían—. Por más chiquito que parezca algo, si lo vemos sin los ojos del juicio, podría ser lo más grandioso que estés presenciando. Esas estrellas son las únicas que no han tenido tiempo de morir.

—¿Te sientes como una estrella insignificante, chiquita? —Volteó su cara para mirarme, y luego sonrió—. ¿Quieres que tus cuadros sean como esas estrellas y nunca tengan tiempo de morir?

—Me gusta la idea de crear algo que perdure, pero por lo que deje en los otros, y no por lo que ese cuadro deje en mi nombre, la fama es irónica. Al final, mi nombre se perderá en la nada tarde o temprano, y el tuyo también.

—Mi nombre no se perderá nunca, te lo aseguro —sentenció, volviendo su vista al cielo y la vi sonreír—. En todo el universo del que hablas, también se hablará de mí.

Muchas veces era petulante por fuera, pero lo que de verdad sentía era distinto. Sabía que no hablaba en serio, y eso me hizo repetir su sonrisa.

—Me gusta pintar del universo porque me hace recordar de dónde vengo y lo que soy. No hay forma de que un día me sienta egocéntrica, porque prefiero sentirme pequeña y encontrar belleza en ello. Belleza en la verdadera existencia —me expresé y vi que su fascinación por el tema aumentaba.

—El cuadro que hiciste sobre el agujero negro, para mí significa la oscuridad en la que estamos sumergidos desde el momento en el que nacemos. Pero no la sentí como mala, ¿para ti lo es? —preguntó la rusa, refiriéndose a una de mis últimas pinturas, que ahora era suya.

—¿El cuadro que trató de comprarme Silvia y no la dejaste?

—No quiero tocar ese tema, me hierve la sangre —contestó y sus facciones se endurecieron.

En realidad era muy posesiva con todo lo relacionado a mi arte.

Después de la competencia, Silvia le escribió al representante de la rusa para pedirle adquirir una de mis pinturas. Justo era el cuadro del agujero negro. Quería ofrecer diez mil por él.

Volví a la realidad para ver su cara enojada y caprichosa.

—Ese cuadro para mí representa el colapso, cuando estrellas mucho más grandes que el sol chocan entre sí, colapsando entre ellas, entonces allí nace un agujero negro. Es como la vida, cuando chocamos con partes de nosotros que nos superan, es incomprensible, pero está allí. Nos volvemos oscuridad. Ni siquiera la luz puede escapar de la atracción que existe cuando una parte de ti se transforma hasta volverse nada, hasta quebrarte y cuando sucede...

—Se supera —me interrumpió—. Cuando sucede te das cuenta de que ese agujero negro tampoco representa nada, que incluso las tristezas más grandes desaparecen cuando consigues un propósito. Y yo me quedé ese cuadro del agujero negro porque te representa a ti y esa oscuridad que crees que tienes cuando solo eres un solecito las veinticuatro horas del día —se mofó de mí, como siempre hacía y no me molesté.

—Tú siempre tienes otra interpretación de mis cuadros, pero yo soy la artista.

—¿Y? Ya te dije que mis interpretaciones son mejores y técnicamente ahora son mis cuadros así que yo decido quedarme con que eres un solecito, a verte como un agujero negro a punto de colapsar. —Se levantó rápido y me extendió la mano, pero cuando iba a tomarla, la quitó de repente, tumbándome en la arena y salió corriendo hacia la playa, con todo y ropa—: ¡Ven, ferviente oscuridad! Ven para que la luz de la luna, las estrellas, el universo y toda la locura de tu mente ceda ante el agua salada. —La vi meterse en el agua sumergiéndose por completo por lo que me pareció una eternidad, y al salir volvió a gritar—: ¡Artista! Es tiempo de que empieces a obedecer. ¿Se te olvida que soy tu jefa? ¿O necesito enseñarte a respetar mi jerarquía?


—Si fuera por ti, estaría hincada a tus pies rezándote el credo. Pero... en cambio, aquí estamos, La Diosa del caos, pidiéndome a gritos que me bañe con ella, épico —grité, con toda la intención de molestarla, y le insistí—: ¡Solo necesito las palabras mágicas! Dos palabras y estaré bañándome contigo bajo la luz de la luna. Tú decides.

Ksenya me ignoró unos minutos hasta que gritó.

—¡Por favor! Mueve tu puto culo al agua.

Caminé poco a poco, haciéndome desear con la intención de acabar con su paciencia, y una vez entré al agua, después de acostumbrarme por unos segundos a su frialdad, me acerqué lo suficiente para decirle:

—¿Viste? Lejos de ser tú quien me enseña a "obedecerte", soy yo la que te está enseñando modales. Qué fácil fue tu primera lección. En menos de un día me has dicho­: "por favor" y "gracias". Al final, tus complejos de ídolo están bajando, me gusta.

Se quedó mirándome y esta vez fui yo quien le lanzó una media sonrisa, encontraba cierto placer en alterar su orden y bajarle el ego.

—Solo te hago creer lo que deseas como un premio de consolación, artista —respondió tomándome del mentón y atrayendo mi rostro a su cara.

Sus ojos azules mostraban intensidad. Una sonrisa sagaz se fue formando en la comisura de sus labios, y se acercó un poco más a mí. Todavía tenía mi mentón entre sus dedos, pero de forma delicada, dulce. Vi un brillo extraño en sus ojos y cuando estaba acercándose más a mí, pensé que iba a besarme.

—Límpiate, por favor —musitó con determinación y cuando soltó su agarre de mi mentón, sentí como de su otra mano, rápida, estrellaba arena contra mi cara.

Escupí lo que entró en mi boca y enseguida me sumergí para coger dos puños de arena y lanzárselo sobre su cabello.



La perseguí cuando intentó nadar.

Una vez que la alcancé la sumergí con mi cuerpo y ella trataba de zafarse, pero en su intento, terminé halando las tiras de su traje de baño. Mala jugada, cuando se volteó hacia mí y tenía el torso desnudo.

Fuck.

Eso como siempre, no la detuvo. La rusa se subió encima de mí, al tiempo en que gritaba que iba a pagársela, tratando de llenarme la cara con arenilla.

Me moví con decisión, pero sus manos estaban sujetando mis brazos, al tiempo en que me aplastaba, hundiéndome.

—Te dije que te ibas a arrepentir —me amenazó.

Y sí, estaba arrepintiéndome cuando sentí cómo sus senos estaban sobre los míos. Ella parecía divertida como si nuestro tacto no le produjera nada. Así que hice lo mismo, saqué los pensamientos del estúpido sueño, porque solo había sido eso, un sueño, y la empujé, tratando de conseguir algo de distancia. Soy humana.




—¡El avión sale a las 11:30! —gritó su seguridad, de espalda a nosotras, respetuoso—. Deberían darse prisa —volvió a pedirnos.

Mientras lo escuchamos hicimos una tácita tregua. Ella seguía sobre mí pero ya no estaba hundiéndome. La cercanía tampoco era incómoda, o al menos en mi caso que había controlado mis pensamientos. Era jodidamente hermosa, pero el físico es solo eso, parte del envase con el que venimos y que a diferencia de las estrellas enanas, un día morirá.

Limpié la arena de su mejilla y le pedí que se volteara para amarrarle el bañador. Ella hizo lo mismo conmigo antes de salir del agua para dirigirnos con su equipo. Tendríamos que regresar. Su itinerario decía que esa misma noche regresábamos a Estados Unidos y la rusa estaba decidida a seguirlo al pie de la letra.

A las once de la noche ya teníamos todo en su jet privado. Su madre y nuestros hermanos ya estaban dentro, esperándonos.

Caminamos por la pista, dispuestas a subirnos en el avión, y cuando subía las escaleras detuve el paso. Ella iba delante de mí y aproveché que era la última para no perder una vieja costumbre.

Cerré los ojos y sentí la brisa en mi cara, moviendo mi cabello hacia atrás. Había visto el reloj, eran las 11:11 así que como siempre acostumbraba, me paralicé para desear eso que más quería en la vida.

—¿Te sientes bien? —Sentí los brazos de Ksenya sujetándome por la cintura para atraerme a ella que bajó un escalón—. ¿Se te bajó la tensión?

Cuando abrí los ojos me percaté de su semblante preocupado, o de cómo demandaba una respuesta. Pero todavía eran las 11:11 y necesitaba aprovechar mi deseo.

—11:11 pide un deseo —dije y escuché una risita baja.

Se estaba burlando de mí, pero aun así cuando entreabrí los ojos me di cuenta de que ella los había cerrado, también estaba deseando.

—Eres tan rara, ¿a qué exactamente le pides deseos, al universo?

—¿No sabías que cada vez que ves el reloj a las 11:11 puedes pedir un deseo?

—¿Se cumplen esos deseos? —me preguntó con curiosidad y me di cuenta de que todavía me tenía agarrada.

Ella también lo notó y se liberó rápido, soltándome.

—Algunos no se cumplen —le respondí y la rusa alzó una ceja.

—¿Y entonces por qué sigues pidiéndolos?

—La vida es una ruleta, ¿no? Entre tantas dudas, mantengo la esperanza en mis certezas.

—¿Y eso qué quiere decir? —inquirió mirándome y no sé por qué seguíamos al pie de la escalera en vez de entrar al avión, pero todos parecían darnos espacio—. Eres muy rara.

La vi fruncir el ceño, pero demasiado ocupada esperando mi respuesta.

No se movía de la entrada.

—Quiere decir que incluso sin certezas, voy a seguir pidiéndole deseos a la vida. Voy a seguir creyendo que las estrellas me escuchan, que hay una leyenda que sigue vigente y que un día, tal vez no pronto, tal vez no en esta vida, pero un día... se cumplirá mi deseo, otra vez.

Y sus ojos, aunque no dejaron de mirarme, se tornaron más oscuros, como cada vez que algo le afectaba, o no lo entendía. No apartó la mirada de mí y por un segundo me sentí incómoda. La vi hacer una mueca con sus labios como si intentara regalarme su media sonrisa, pero no le salió. Enseguida se dio la vuelta y se ubicó en uno de los asientos del fondo, apartada de todos, pero no sin antes decirme: «tú vas aquí», señaló el asiento que estaba junto a Leo y obedecí. Si algo sabía era a respetar los espacios y más cuando la persona daba señales claras, como Ksenya poniéndose sus Airpods para concentrarse en la música y alejarse de mí.

Pensé que volveríamos a Boston, pero no fue así. Me sorprendí por mis hermanos cuando por fin aterrizamos y ella les dio la noticia.

—Pasaremos la noche en Orlando, en una de las villas de lujo más asombrosas de Disney. Esta parte del itinerario tiene que ver con la familia, porque sé lo importante que es para ti —dijo hablando en referencia a mí, pero su mirada estaba dirigida hacia los niños, no quería ni verme.

No entendí qué le hice.

Después de que me monté en el carro me di cuenta de que ella no subió en el mismo.

—¿Y Ksenya? —le pregunté a su madre.

—Se irá a ver con un amigo, seguro nos alcanza después en el hotel, o mañana —contestó y pude notar cierta molestia en su voz.

—¿Qué sucede? —pregunté sin esperar una respuesta y pensando que tal vez me estaba metiendo en donde no me habían llamado.

—Su escolta me dijo que iba a verse con Zach.

—¿Quién es Zach? —Mis palabras salieron rápidas, más de lo que hubiese querido.

—La peor compañía para Ksenya.

—¿Pero por qué? —volví a preguntar—. Perdón, solo quiero saber.

—No me corresponde decirlo, pero estuvieron juntos durante un tiempo cuando ella apenas era una niña. No es secreto para mí que a mi hija le gusta el sexo, pero...

—¿Pero qué?

—Podría decirse que él no es muy delicado.

—¿Le hace daño?

—No sé si es daño si la otra persona lo permite.

—Claro que es daño —soné más brusca de lo que me hubiese gustado.

—Tenía años sin verlo, pero creo que es la persona que hizo que Ksenya dejara de creer en el amor. Ni siquiera sé por qué aceptó verlo. Se obsesionó con ella luego de perderla y se hizo novio de su mejor amiga, la única amiga que tuvo mi hija. No duró mucho, pero ella se quedó sin ambos y aunque lo niega, sé que le dolió.

—¿Por qué la dejaste verlo si sabes que le hace daño?

—Porque no es una niña y si se lo niego, lo hace más rápido —respondió su madre dando la conversación por concluida.

—¿Sabes en dónde están?

—Él tiene una de sus casas cerca de donde nos quedaremos.

—¿Quién es él?

—Uno de los magnates más importantes de la tecnología —dijo su madre con desgana—. Y un cretino, sobre todo eso. Un cretino que no sabe tratar a una mujer y que le lleva veinte años de diferencia.

Estaba furiosa. No entendía por qué estaba volviendo con la persona, que según su madre, le había hecho tanto daño. Investigué al respecto y pude darme cuenta de que era grave. Incluso Ksenya le había puesto una orden de restricción.

—¿Por qué crees que fue con él?

—Porque hay adictos a todo, las adicciones te hacen tomar el rumbo incorrecto solo por una dosis más. Pensé que estaba superado, desde hace años no lo veía, pero supongo que estar tan cerca la hizo dudar.

Sabía que se refería al sexo y eso me dio más rabia, porque estando tan cerca, podría lastimarla. Vi fotos de la rusa cuando lo demandó y su cuello tenía rasgos de haber sido ahorcado. Él tenía fama de comportarse así en la cama.

Esa noche pinté como nunca para que mis pensamientos cesaran, hasta que decidí que iría a buscarla. No tenía una dirección, eran las tres de la madrugada y aun así, llamé a su mamá despertándola y le pedí a sus escoltas que me llevaran. ¿Estaba tan loca de irse con él sin protección?

Quizá estaba metiéndome donde nadie me llamaba, pero al menos quería saber que ella se encontraba bien.

Nota de autor: este capítulo está dedicado a mi prima Veronica, te quiero, prima! 😍😍. Gracias por leer todas mis historias

1. ¿Sophia debería ir a buscarla?

2. Por qué creen que se fue la rusa?

3. ¿Qué creen que consiga haciendo a Ksenya cuando la vea? . Quien se acerca a más con su respuesta a la realidad, le dedicaré el próximo capítulo.

Los amo.

Fortsæt med at læse

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