El capricho de amarte

By nacaridportal

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Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... More

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
Se acabó el juego
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.
Sophia Pierce - Una mente sin recuerdos

Un nuevo comienzo

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By nacaridportal


Sophia Pierce - Presente

Me desperté después de la última siesta, y encontré a la rusa en el mismo sitio, observándome. Llevábamos dos días en la clínica. Me hicieron varios exámenes para saber el daño que había producido el golpe. Sin embargo, la doctora resaltó que estaba bien, que era normal el dolor de cabeza, o que en ocasiones perdiera la noción del tiempo. Dijo que no fue nada grave, que en cuestión de días me sentiría mejor. También me regañó como doscientas veces, haciendo énfasis en lo peligroso que pudo haber sido, y la suerte que tuve de encontrarme bien.

Los periodistas se encargaron de regar la noticia. El golpe que le di lo pusieron en cámara lenta, y hasta había memes rodando por internet. Me había convertido en una especie de heroína para muchos. Otros decían que solo fui una impulsiva. Él seguía preso y limitaron sus comentarios en Instagram. La gente estaba destruyéndolo. La cantidad de casos de bailarinas, futbolistas, gimnastas, nadadoras, patinadoras en hielo, entre muchas otras áreas, que comenzaron a hablar, a exponer el abuso que habían sufrido y callado del mismo modo en el que Ksenya iba a hacerlo, fue abrumador. Tres tenistas más aparte de la rusa denunciaron al mismo masajista, que ahora tendría que enfrentarse a un juicio donde cada día se sumaban nuevas testigos.

Mi video había recorrido TikTok, Facebook e Instagram en tiempo récord. Me estaban viendo desde todos los países, en un montón de lugares. Me sentía abrumada, pero debo confesar que me gustó que la rusa se tomara tantas molestias, como utilizar su avión privado para buscar a mis hermanos. Que ellos no llegaran solos, sino con su madre, la hermanita y las niñeras, solo para verificar que yo estaba a salvo, o al menos, eso pensé.

Era mi última tarde en el hospital, sobre las seis iban a darme el alta. Tuvieron que coserme la oreja porque me abofeteó por donde tenía mis aros de zarcillos, y terminó de abrirse la hendidura de mi oreja izquierda. Me golpeó tan duro que ahora no podría ponerme argolla o cualquier zarcillo por un tiempo. Lo bueno es que yo tenía tres orificios abiertos en la parte superior del cartílago, y cuatro en la parte baja, dos de ellos se rasgaron y tuvieron que reconstruirme el lóbulo de la oreja, pero mejoraría.

El dolor de cabeza persistió durante las primeras veinticuatro horas. En mi vida había sentido tanto dolor. Era como si la cabeza me pesara a tal punto que, de haber podido, la habría arrancado. La rusa se quedó a dormir en una cama individual de la clínica, que cabe destacar que ni siquiera estaba allí, sino que mandó a ponerla, explicando que ella vivía de su cuerpo y que ahora no tenía masajista, que no podía darse el gusto de dormir en esa silla incómoda. Era gracioso verla pelear bajito, como una niña grande que hace un berrinche casi en susurro porque no quiere aumentarme la migraña. Lo agradecí y me reí cuando pasó a hurtadillas la comida de su chef, diciéndole una y otra vez a la doctora que respetaría mi dieta, que eso era solo para ella. Aunque luego de que rechacé la comida mil veces, me dio a probar de la suya cerrando rápidamente la puerta.

-Solo prueba, está mejor que la basura de enfermos que te dan aquí -me dijo, con el tenedor ya casi pegado a mi boca, y yo la tenía cerrada con los labios hacia dentro. Porque no tenía ni una pizca de hambre-. Es langosta a la sal, con salsa holandesa. No le dices que no a algo así. Prueba -volvió a insistir.

Le recibí el bocado porque detrás de ella la doctora venía hacia nosotras. Me llevé el pedazo completo de comida a la boca y la empujé lejos de la cama, casi al tiempo en que la doctora entró. Ksenya abrió los ojos como platos, y se metió un trozo gigante de langosta en la boca, como si eso fuera a salvarle de ser descubierta. Me tapé la cara con la cobija, para que no viera que estaba masticando un trozo casi más grande que mi boca.

-Imagino que estás comiendo la comida saludable que te hemos traído, ¿verdad? -preguntó la doctora con su mirada acusadora. Asentí, todavía cubriéndome con la cobija y ella comenzó a dar vueltas por la habitación-. Pensándolo bien, debería examinar tus amígdalas, abre la boca -fue lo que dijo disimulando una risa.

Y me tragué toda la langosta de golpe, para luego casi atragantarme y comenzar a toser.

La doctora comenzó a reírse cuando la rusa me lanzó su termo de agua y me lo estampó en la cara.

-¡Culpables! -gritó, mientras se reía y la rusa también. Nunca la había visto así, despreocupada, solo existiendo.

-Puedes comer lo que desees, vine a decirte que después del resultado de tus últimos exámenes estás lista para volver a casa. -Me dio un gran abrazo y luego me besó en la frente.

-Gracias -le agradecí con sinceridad, me había tratado bien desde que llegué.

-Mi hija es tu admiradora, sigue la cuenta de Instagram de tus cuadros. Ahora todos sus compañeros de clases también te siguen. Fuiste valiente, pero la vida es muy valiosa para perderla en sujetos que no lo merecen, la violencia no es una salida, y actuar de forma impulsiva puede traernos graves consecuencias. -Volvió a abrazarme para luego agregar-: Antes de irte, ¿podrías hacerme un video para mi hija?

-¿Por qué que querían un video mío? -Tuve que preguntarle.

-Eres famosa en Instagram, todos tus cuadros están allí -agregó.

De inmediato, lo primero que pensé fue que había sido la rusa, pero ella se encogió de hombros y se dispuso a ingresar en la plataforma. Mi perfil había aumentado casi un millón de seguidores, pero allí no estaba mi arte. Buscamos más y dimos con la cuenta: @UniversoPierce.

Todos mis cuadros, todos mis dibujos, cada mínimo detalle que le regalé a Julie desde que la conocí, hasta el tiempo que viví con ella, sumado a las fotos de la exposición que tuve. Más de setenta cuadros que pinté mientras estábamos juntas, todo estaba allí. Todo estaba en esa cuenta. Las fotos eran extraordinarias. Muchas las tomó conmigo diciéndome que llegaría muy lejos. Que ella era mi admiradora número uno y justamente eso decía la biografía de la cuenta de Instagram.

Cuenta manejada por su admiradora #1.

Todos deberían ser tan afortunados de conocer El Universo Pierce.

La primera foto fue una que le regalé cuando estábamos en el instituto: «UNIVERSO PARA DOS», y debajo de la foto escribió una descripción:

«Cuenta la leyenda que una vez llegó a la tierra la princesa de todas las constelaciones. Tenía el don de la visión suprema. Ella, con su arte, construía mundos, unos que estuvieran ilesos de la contaminación del mal. Creaba sueños y te enseñaba lo fácil que puede ser lograrlos. Llegó a este planeta para enseñarnos que hay más en la existencia de lo que nos hemos dedicado a observar. Ella era maestra de vidas y lograba sacar lo mejor de todos los humanos con los que se cruzaba. Su arte decía mucho del mundo, de los detalles que ignoramos y lo que dejamos de valorar. Ella ayudaba a todos, pero pedía muy poco para sí misma. Así que emprendió un viaje para conocerse, un viaje en donde poco a poco comprendería que, aunque era la princesa de todas las constelaciones, la necesitábamos mucho en la tierra. Ella era la dosis de vida que yo necesitaba, y ahora, era la dosis de vida de alguien más, pero un día, sería dosis de vida para millones. Porque su bondad causa eso, te hace apreciar que existes, te enseña la magia en los pequeños detalles. A mí me hizo revivir, entendiendo que había mucho que me estaba perdiendo y que todo se veía mejor si ella me lo mostraba. Y aunque este planeta no sea tan bueno para lo que merece, los humanos la necesitamos y por eso, aquí les comparto un poco de su arte, un poco del mundo interno de la princesa de todas las constelaciones».

-Me está empezando a caer bien la bebé -dijo la rusa, que le tenía ese apodo a Julie.

Fingí una sonrisa cuando ella y la doctora comenzaron a hablar de mí, como si no estuviera escuchándolas. Ellas hablaban de mi arte, de los estilos que mezclaba, de los supuestos referentes que tenía. Es cierto que Van Gogh es uno de mis ídolos, igual que Dalí, pero... no me he encontrado en ellos. Pinto lo que sueño con los ojos abiertos y lo que veo, pero no es para tanto.

Quise que se fueran, quería seguir leyendo los captions de las fotos que había subido Julie. Fui a la última publicación, que tenía la fotografía del cuadro que ahora era propiedad de la rusa, y que necesito recuperar.

«Las sombras de Sophia Pierce: El cuadro más profundo que ha pintado hasta ahora y el que revela más de ella misma de lo que me gustaría admitir. Aunque confieso que cada día que pasa estoy más segura de que, incluso, me he enamorado por completo de cada una de sus sombras».

Me recosté boca abajo queriendo escabullirme de la rusa, de la doctora, de ese hospital y de todo, excepto de ella. Quería quedarme en sus palabras, en ese «me he enamorado por completo» que retumbaba en mi cabeza, repitiéndose. Me había convencido de que su amor se había transformado y eso es normal. Nadie está obligado a querernos para siempre, ni a quedarse toda la vida por una promesa del pasado. Somos seres emocionales y no iba a juzgarla por expandir su mente más allá de los problemas que yo representaba. Aun así, las mariposas en mi estómago hicieron presencia y una pregunta invadió mi pensamiento. ¿Todavía estaba enamorada de mí?

Quise escribirle, pero cuando iba a hacerlo recordé las palabras de Britanny. Ella me escribió cuando me fui de la casa de Julie.

Fui directo a Instagram y busqué ese mensaje para recordar las razones por las que no debía volver.

«Eres solo una niña y ya es necesario que madures. ¿Irte sin siquiera decir adiós? Julie se encargó tanto de ti que terminó olvidándose de ella, y la razón por la que me veías tanto allí era porque se quedó sin nada porque todo te lo dio. Reprobó más de lo que podía para mantener su beca y ahora solo necesita un milagro para que siga allí en ese sueño que era suyo y que olvidó por soñar contigo, en una simple fantasía. ¿No lo ves? Jamás la ayudaste. Acabaste con sus sueños. ¿Ir a clases con un niño y dejar de presentar un examen para hacer de mamá? A mí me dejaron por mi hermano, sí, pero al menos voy a ser alguien. Tú dedícate a ser la sirvienta de esa jugadora, supongo que es mejor eso a jugar a la casita feliz cuando en tu vida has tenido una casa. Yo también puedo ser una perra y te aseguro que lo seré si eso significa que mi amiga esté a salvo de ti. Todos piensan en la persona que está loca, pero nadie piensa en la que tiene que vivir con una loca, y tú tienes severos problemas, y lo peor de todo es que te niegas a aceptarlo. Hazle un favor y quédate lejos. Ya su madre me dijo que se gastó su herencia en ti, en tus cuadros, en apoyarte, en salvarte de ser una drogadicta. ¿Tú qué le has dado a ella? ABSOLUTAMENTE NADA».

En la cama del hospital recordé lo que significó leer ese mensaje. La impotencia de saber que no solo era Belén, que todos veían lo mismo y no todos podían estar equivocados. Tal vez el mayor acto de amor que podía darle... era seguir lejos.

De pronto, comencé a sentirme liviana. Ya no estaba a su lado. Ya no se iba a enterar de mis tristezas. Ya mis ojos tristes no iban a estar cerca de los suyos, aunque eso significara perderme de la mirada más linda que observé. Ella nunca sabría si mis sombras estaban llenando mi espacio, o si las estaba controlando. Ya nunca más tendría que preocuparse tanto por alguien como para olvidarse de ella misma. Ya no sentía la presión de saber que la retraso, que el tiempo corre y ella, por ir a mi ritmo, se pierde de los matices más hermosos de la vida que soñó.

Ese día, cuando leí el mensaje de Britanny, me propuse hacer algo por Julie. Una de las muchas razones por las que quería competir en el tenis era para devolverle a la princesa todo lo que hizo por mí. Al mismo tiempo, cree una cuenta para mis hermanos, y comencé a pagar sus carreras en cómodas cuotas mensuales, aunque todavía faltaran muchísimos años para ese momento. A diferencia de la forma de pensar de los padres de Julie, yo quería que mis hermanos disfrutaran su vida sin tantas complicaciones impuestas por la sociedad. Tal vez me equivoque, pero todavía después de conocer el poder que otorga el dinero, siento que seríamos más felices sin él. Aun así, al final fui entendiendo que sin dinero no se puede vivir, aunque quisieras... es necesario.

Y tal vez eso es lo más difícil de este planeta, si no te adaptas, el sistema te chupa y te escupe de nuevo, pero ya no quedará nada de ti.

Dejé de pensar en eso cuando entró Christopher a la habitación de la clínica con su guitarra en mano, acompañado por Noah y Paula atrás. Pau tenía una trompeta, sí, una trompeta que desafinaba la canción que intentaba cantar Christopher. Y Noah tenía colgado un tambor que iba por otro lado, totalmente opuesto al de la melodía.

Eran la peor banda de la historia. La voz de Chris casi no se escuchaba. Se veía tan guapo como siempre, con el cabello algo más corto, y esa misma esencia especial. Pero todo lo romántico de mi amigo estaba opacado por Paula, que enseguida cogió el periódico y lo envolvió emulando un «micrófono» y comenzó a gritar:

-¡Eres tú la ama! Eres tú la ama, sí, señor. ¡Eres túúú! Eres túúú, guuuuo - oooo. "Rocke-eennn, Rocke-eeen".

Noah empezó a tocar el tambor sin ritmo alguno, moviendo su cabello largo como si estuviera literal en un concierto de Rock. Christopher hizo lo mismo y puso la pierna derecha sobre la pared, mientras tocaba la guitarra con dureza, moviendo también su cabeza al ritmo de Pau, dejando a un lado su canción inicial para unirse al desastre.

«Nadie más, nadie más, mi única cuñada por la eternidad». «Eres túúúú... eres tú la puta, puta, puta amaaa, internacional, internacional». «Con heridas de guerra y demás». «La puta ama ya tiene dueña, que lo sepan todos, de Venezuela, Australia, Usa, y Rusia, que eres de Dash, y de nadie más». «Nadie más, nadie más te amará igual» y seguía cantando esta vez mirando a la rusa, ignorándome. «Mi única cuñada ya está casada, ya lo está. Sus hijos del futuro... pronto vendrán». «Que lo sepan todos... nadie ocupa su lugar».

Comencé a reírme de lo irreal de verla allí, tan loca como siempre y queriéndome como el primer día. Tan simpática y amable, aunque ya no fuera novia de su amiga. Noah no dejaba de mirarme y Christopher solo sonreía, con la misma sonrisa que me salvó cuando era niña. Él fue uno de mis ángeles y siempre aparecía cuando más lo necesitaba.

La tristeza se fue por donde vino y solo me reí disfrutando del instante. Su presencia me llenó de todo lo que no sabía que me faltaba en ese momento, y por una pizca de segundo pensé que Julie entraría. Mi estómago se descontroló, las cosquillas estaban allí, y mi ilusión decía que ella iba a venir. Paula me abrazó, luego lo hizo Christopher. Noah mantuvo la distancia y eso me hizo pensar que tal vez Julie estaba a punto de entrar y sorprenderme. Que él estaba siendo comedido porque no quería incomodarnos. Me puse feliz, como no recuerdo haberlo estado en muchos días.

Sentía una corazonada.

Ella iba a llegar.

-Vine a sacarte de aquí -enfatizó Christopher-. Ksenya me dijo que mañana empieza tu pre cumpleaños, así que esta noche es para descansar.

-¿Pre cumpleaños? -pregunté, pero en vez de mirarlo a él, mi mirada acusadora fue hacia ella.

-El 27 de febrero es tu cumpleaños y vamos a celebrarlo durante 4 días -añadió, tocándose el cabello-. Empezaremos mañana, alquilé una casa solo para nosotros, desde hoy todos nos quedaremos allá.

Cuando quise reclamarle, entraron mis hermanos con un arreglo de flores. No esperaba verlos allí. Leo se veía como un príncipe. Llevaba una camisa de vestir blanca manga larga, un pantalón negro y unos zapatos Jordans, que, aunque no combinaban con el traje, le aportaban más flow. Se veía precioso peinado de lado. Él y yo habíamos tenido muchas peleas, pero fue el primero que corrió hacia mí y me abrazó dejando besos en mi mejilla.

-¿Puedo besarte la herida?-me preguntó y sin esperar respuesta le dio un beso suave a mi oreja, por la parte de arriba, lejos del vendaje.

Mi hermano chiquito, Jesús, venía de la mano de la madre de Ksenya, la señora Irina, que llevaba de la otra mano a Jasha, su hijita menor. Él se soltó de ella y Leo lo alzó para sentarlo a un lado de mi cama.

-No te vas a morir, ¿verdad? -me preguntó, un poco dudoso-. Ya sé que el cielo es bonito y que mami está allí, pero a ti te quiero conmigo, no allá. ¿Dónde está Julie? La extraño. ¿También vino a verte? Dime que está aquí.

Lo abracé fuerte tratando de que olvidara esa pregunta, aunque lo que debí decirle es que yo también estaba esperándola.

-¡Adivina! Entré a jugar Waterpolo con Jasha y soy bueno, ella me está enseñando y me gusta. ¡Me gusta más que el fútbol, más que el helado, más que...!

-No le gusta más que Jasha, eso te lo aseguro -susurró Leo en mi oído.

-Cállate -respondió mi hermanito Jesús-. Ella es mi amiga.

-¿Y qué? Los amigos también se comen -debatió Leo.

-¿Qué? Yo no como amigos. ¡No soy un caníbal, solo soy un niño!

Atrás Christopher conversaba con Paula, mientras Noah hablaba muy a gusto con la rusa. Le estaba mostrando sus tatuajes. ¿Qué carajos podían importarle a ella sus tatuajes? Además, movía su cabello como si fuera actor de un comercial de shampoo, ¡qué ridículo!

-Si se pudiera asesinar con la mirada Noah estaría muerto muertito, muertito para siempre. -Escuché decir a Leo, que para su edad, era bastante insoportable.

-Ni siquiera sé de qué hablas.

-Deja de mirarlo o tu futura suegra se dará cuenta de que defendiste a su hija porque quieres llevártela a la cama -volvió a repetir mi hermano.

-¿Cuándo dejaste de ser un niño para convertirte en un insoportable puberto con mucha imaginación? No todos pensamos solo en sexo.

-Todos no, pero tú sí, porque incluso con la música a todo volumen aún recuerdo los gritos de Julie, que por cierto, quedarán grabados para siempre en mis pesadillas.

-¿Puedes callarte? Hay gente aquí.

-Cálmate, tu suegra está hablando con la enfermera, así que el secreto de que ambas eran unas ninfómanas está a salvo conmigo.

Puse los ojos en blanco y decidí ignorarlo. La rusa hizo contacto visual conmigo y también a ella le torcí los ojos. Su expresión fue de: ¿a qué hora qué? Pero aun así siguió encantada conversando con Noah.

-Viajamos cuando supimos lo que te pasó -me dijo su madre, después de despedir a la enfermera y acercarse a mí-. Todos estábamos preocupados.
-Estoy bien, fue exagerada la hospitalización, pero su hija prefirió encerrarme aquí.
-Puede ser muy necia -respondió una de las señoras más dulces que vi en mi vida.

No parecía imponente como su hija, tampoco destilaba poder, al contrario, te hacía sentir en casa. Como si fuera a sacar un pote de galletas de su cartera. Quería preguntarle si estaba segura de que no le cambiaron a su hija en el hospital, porque la nena pequeña era tan tierna como ella, y tan diferente a la rusa.

-La más necia de todas -solté.

-Esa eres tú, artista -intervino la rusa, haciéndose espacio en mi cama, y apartándome casi hasta el borde-. ¿Por qué tu amiga no deja de mirarme con su mirada inquisidora?

Se refería a Paula que, aunque estaba instalada preguntándole cosas a Christopher y sacándose selfies con él, desvió su atención a nosotras, clavándole la mirada a Ksenya.

-Gracias por lo que hiciste por mi hija, toda la vida estaré en deuda contigo.

-Todo lo contrario, toda la vida estaré deuda con usted por lo que está haciendo por mis hermanos. Prometo que estaré más presente para ellos.

-No prometas nada. Te recuperas y vas a ser mía las veinticuatro horas del día. El tenis profesional no es sencillo, así que deja a mi madre hacer lo que mejor sabe hacer.

-¿Siempre es así de autoritaria?

-Al año ya escogía su ropa y zapatos -dejó en claro-. A los cinco quería ser la profesora del salón y no la alumna, y me preguntaba qué tenía de especial la profesora que ella no. A los once, decidió que la escuela no le enseñaba nada, y que crearía su propio método de enseñanza y si sigo enumerándote, no terminaría -pronunció antes de agregar-: pero nosotros queríamos hablar contigo de algo importante.

-Yo me voy con tus dos hermosos amigos, porque aún no decido cuál me gusta más -pronunció la rusa y luego lanzó una pregunta inesperada-: ¿Cuál prefieres tú, ma?, ¿cuál tiene más cara de poder conmigo?

-Ksenya, no empieces.

-Anda, ma, dime que todavía hay vida allá abajo -bromeó señalando su parte íntima.

-Ksenya, respétame, y compórtate -repitió su madre, negando con la cabeza, ruborizándose.

-Ma, solo tienes que decir si te gustan rubios, altos, de buen paquete, o los malos repletos de tatuajes, ¿cuál crees que me llevará a las estrellas? -habló de nuevo, divertida, con una serenidad inquebrantable, parecía que hablara con una amiga y no con su mamá-. ¿Cuál crees que me pondrá a gozar?

-Ksenya Nikkie Khokryaeva, no voy a repetirlo una vez más -volvió a decir su madre está vez con las mejillas coloradas.

-Ok, ma, definitivamente lo entiendo: ¡Que en paz descanse! -Hizo el signo de la cruz señalando a la parte íntima de la señora, que estaba a punto de sufrir un infarto-. ¡Te recordaremos! -La rusa le hablaba a la vagina de su madre, y todos se reían a carcajadas, incluyendo a Paula, Christopher y a Noah-. Ma, te amoo.

Christopher parecía estar tan sorprendido como yo. Noah anonadado, viéndola como si fuera el amor de todas sus vidas. Paula luchando por odiarla, pero ya estaba cayendo en sus encantos. La rusa la besó, y aunque la mamá trataba de mostrarse ofendida, terminó cediendo a su beso, para luego sacarla de la habitación, junto a mis amigos.

Solo nos quedamos Leo, ella y yo. Era suficiente para saber que mi hermano había vuelto a hacer de las suyas. ¿Ahora qué hizo? Fue lo que pensé.

-Quita esa cara que no soy un ex presidiario, no he matado a ningún gringo... Aún -enfatizó Leo.

La madre de la rusa puso su mano dulcemente sobre el hombro de mi hermano como pidiéndole que se callara, era tan tierna que hasta eso lo hacía con dulzura.

Idéntica a su primogénita, sí, claro.

-Mi hija insistió en que te lo dijera ahora, aunque para mí no es el momento. -La señora tartamudeó y eso empezó a ponerme nerviosa.

-¿Todo está bien?

Honestamente, me esperé lo peor. La señora me miraba impávida y noté que su pierna comenzó a temblar. Se hizo un silencio incómodo que me pareció durar una eternidad. Ya sabía quién era mi hermano, y eso solo lograba preocuparme más.

¿En qué problema se metió?

-Ah, pues, quita esa cara que no he vuelto a tratar de incendiar la escuela, ni a llenar el salón de pedo líquido, ya me puedes hacer una estatua. -Se recostó de la pared dedicándome esa mirada traviesa, pero sabía que esos recuerdos no me daban risa.

-En realidad, lo que quería decirte tiene que ver con tus hermanos. -Se quedó callada a media oración.

Ya no solo le temblaba la pierna, también sus manos y por unos segundos que me parecieron eternos, solo me miraba, sin decir nada.

-Hable de una vez porque si no se murió por el golpe que le dio el tipo, se va a morir de un infarto en tres... dos... -Otra vez Leo.

-¿Qué sucede, pasó algo?

-Quiero adoptar a tus hermanos -soltó de golpe. Un frío estremecedor recorrió mi cuerpo y mi cerebro intentaba unir las palabras para poder entender lo que había dicho la señora, que luego añadió-: Y a ti también. Aunque pronto cumplirás veinte años. No me importa eso. La casa se siente más feliz desde que tus hermanos llegaron. Ellos son la alegría de nuestra casa y tú eres la alegría de mi hija mayor, de la más complicada, pero también la persona más noble que conozco. Ninguno de nosotros queremos continuar sin ustedes, y nos gustaría que formaran parte de nuestra familia, para siempre. No somos los mejores, no estamos cerca de ser una familia perfecta, pero tus hermanos... yo no puedo vivir sin ellos y Ksenya, aunque puede, sé que tampoco quiere vivir sin ti.

Por unos minutos me quedé en silencio, tratando de organizar mis ideas al tiempo en que me levantaba de la cama, parándome frente a la señora Khokryaeva. ¿Tenía que cambiarme de apellido? Porque ni siquiera sabía cómo pronunciar bien el suyo.

-¿Qué piensas? -me preguntó mi hermano-. Ahora habla de una vez tú, que nos quedaremos sin familia antes de volver a tener una, porque ahora es ella la que va a morir de un infarto.

-Leo -lo reprendió-. No es una decisión fácil, es normal que vacile, como también es normal que quiera negarse. No quiero imponerte nada. Apenas te conozco, pero aunque parezca absurdo, ya te quiero.

Me mantuve en mi posición, inmóvil, hasta que ella tomó mis manos con dulzura. El ambiente no era incómodo, pero me costaba articular palabras. No me sentía intimidada, al contrario, no podía analizar que eso que estaba pasándonos era cierto. Que ella, teniendo la posibilidad de pedir adoptar solo a mis hermanos, también me quisiera a mí.

Y no sé si tenía el don de leer los pensamientos, pero me abrazó. Me dio un abrazo maternal, aunque no era la mía, aunque jamás sería mi madre, estando en sus brazos me sentí segura, y mientras me tenía abrazada enfatizó una oración que me caló hasta los huesos: «La familia se acompaña hasta la eternidad, y sería una fortuna que me eligieras como una segunda madre», sentí sus palabras en mi oído.

Sentí la calidez de su cuerpo, el calor familiar, y por un segundo, recordé cómo se sentía estar en casa. Recordé su amor infinito, la forma en la que le cortaba el cabello a Jesús, o cómo jugaba todo el día con Leo, canalizando su exceso de energía. Recordé a mi madre acostándose conmigo en la playa y diciéndome que le contara de mis constelaciones, y que si un día cuando regresara a mi planeta, o al mundo del que venía, ella igual podría ser mi madre allá. Desde que era una niña y pintaba constelaciones, le repetía que un día iba a irme allá, a mi mundo, a mis dibujos, a mi universo. Y ella siempre me hacía la misma pregunta:

«¿Me escogerías de nuevo como tu mamá? Porque yo siempre quiero que seas mi hija, no puedo vivir sin ti, no puedo». Yo tampoco podía vivir sin ella, pero lo estaba haciendo. Lo había hecho siempre, aunque costara respirar, aunque la buscara entre los segundos perdidos, para solo encontrar ausencia. Pero esa tarde, de nuevo, después de tantos años, una mujer dulce volvía a hacerme la misma pregunta.

«¿Me escogerías como tu familia? Porque yo ya los escogí a todos ustedes».

Ya no me daba miedo llorar, porque ese día lo hice. Lloré por todo lo que llevaba adentro. Lloré sin que me importara que estuviera Leo allí. Lloré de felicidad y de tristeza. Tristeza porque mi madre no estaba, pero felicidad porque mis hermanos y yo teníamos en frente un nuevo comienzo.

Ese día la felicidad pudo más y aunque estaba a punto de cumplir veinte años, me sentí como una niñita que solo quería quedarse un rato más en los brazos de la persona que le daba seguridad.

-¿Eso quiere decir que dijiste que sí? -La rusa entró en la habitación cuando me vio llorando. Se acercó a secarme las lágrimas y me dijo, esta vez al oído-: Me gusta que ya no le tienes miedo a tus lágrimas. Te ves muy guapa cuando entiendes que llorar no te hace débil, sino valiente.

-¿Te gustan lloronas?

-No, artista. Me gustas tú y el crecimiento que veo en ti. -Me sonrió.

Y no sé cuándo se fueron su madre y Leo, que en un momento estaban allí con nosotras, y al otro, solo estábamos Ksenya y yo.

Ella se sentó a mi lado en la cama y después de un rato de sepulcral silencio, de analizar el poco tiempo que llevábamos conociéndonos y cómo los días parecían años. Nos habían pasado muchas cosas juntas. Con Ksenya todo iba acelerado, como si la vida la viviera en quinta velocidad, sin perder tiempo, sin desperdicios. Ella sabía lo que quería, aunque aparentaba no hacer nada por nadie, pero minuciosamente movía las piezas para ayudar a muchas personas, incluyéndome.

-Entonces... ¿Hermanas? -me preguntó, mirando detalladamente cada una de mis expresiones.

Asentí.

-Tu primer acto de hermandad podría ser devolverme el cuadro de las sombras.

-¿Ese por el que pagué más de cincuenta mil dólares? ¿El que me dará más dinero en veinte años cuando tu arte se revalorice al infinito? ¿Ese que ni que me vendas tu vida te devolvería? Bah. La hermandad está sobrevalorada. -Esbozó esa sonrisa a medias que utilizaba cuando hacía algo malo.

Luego extendió su mano derecha hacia mi rostro y comenzó a tocar mis mejillas.

-Antes no me había fijado en tus pecas -escuché a decir a Ksenya, pero en realidad su tacto me incomodaba de una forma extraña.

Me puso ambas manos en las mejillas y comenzó a contar las pecas. Sentí algo extraño y quise que sus manos extremadamente cálidas y tibias se apartaran.

Intenté reprimir mis pensamientos concentrándome en sus ojos y fue peor. Pasó de observar mis pecas a mirarme a los ojos sin indecisión. La miré buscando algo, y no encontré nada más que la misma frialdad. No me quitó la mirada hasta que por fin, eliminó nuestros silencios con una aclaración curiosa.

-Odio las pecas, son espantosas. -De nuevo volvió a dedicarme su media sonrisa y después de unos segundos, apartó su mirada de mí-. ¡Vístete! Ya tienes el alta y tus amigos nos esperan. Mañana empieza el primer día de la celebración de tu cumpleaños. Se hará a mi forma, con mis reglas, así que es mejor que te relajes y lo disfrutes, no tienes más opción.

Nota de autor:

Pregunta 1: ¿Qué opinan de Noah y la rusa? A quien creen que escogerá ella, entre Christopher y Noah. Jajaj

Pregunta 2: ¿Creen que Sophia estaba celosa? Si es así, por la rusa o por Noah?

Pregunta 3: ¿ustedes odian las pecas o las aman?

Este capítulo se lo dedico a Suhey, una de las personas que más ha apoyado mi carrera, y que está allí apoyándome en cada aspecto de mi vida, todo el tiempo, a cada segundo. ¡Feliz cumpleaños a la presidenta del primer club de lectores que aman mis letras que tuve, y que sigue existiendo con #LaFamiliaSaltamontes. Son muchos años los que han pasado, pasé mucho tiempo sin escribir y tú sigues con este maravilloso club, con actividades, con responsabilidad que los hacen también una familia, mi familia en letras.

¡Feliz cumpleaños! 😎😎

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