El capricho de amarte

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Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo... Higit pa

Sophia Pierce.
Ser rara está bien
Una dosis de vida
¿Has sentido el dolor?
Al carajo el futuro
Las personas no queman
Te necesito a ti
Tú también eres una princesa
Detrás de las estrellas
Fabricantes de esperanza
Ojalá nunca te vayas
Concéntrate en mí 😏
Gracias por sostenerme Julie.
A veces necesitas irte
Conociendo Christopher
Del cielo al piso
Mi innegable verdad.
Mucho más que el dinero
Para: Julie
Sonrisas y dolor
Mi sueño es ella
Mi solución en su sonrisa
Adiós a las reglas
Universo para dos
11:11 mi deseo eres tú
Nunca vas a ser tú
Érase una vez
Ebriedad
Somos más que el dolor
Solo de ti
¡Tuya!
"No voy a abandonarlo".
En busca de un sueño
Destruyó a la princesa
El mundo perdido
La leyenda de las estrellas
Duerme conmigo
El hilo rojo
Asco de mí
"El paso de las lágrimas"
Nunca más voy a sentirme sola
Tú nunca vas a terminar
Epílogo
Fin
Escalera al cielo
¿FIN?
El Capricho de Amarte - SEGUNDO LIBRO - La sombras de Sophia Pierce
Y conocí a una princesa
El presente - Sophia Pierce
Tres meses antes - Sophia Pierce
No todo tiene un precio - Sophia Pierce
Hay tristezas que no se van
EL ABIERTO DE AUSTRALIA
MÁS QUE UN SIMPLE JUEGO
La Diosa del caos
Caos en mi interior
Julie Dash - Pasado
Julie Dash - Pasado
Heridas que vuelven
Un nuevo comienzo
JULIE DASH - CÍRCULO VICIOSO
Cantándole a las estrellas
La fiesta del descontrol
Enfrentar los miedos
La maga
11:11 mi deseo sigues siendo tú.
Heridas que se vuelven a abrir
JULIE DASH - TORPEZA
Sophia Pierce - Querer en libertad
Julie Dash - Montaña rusa de emociones
No supe desear
JULIE DASH - Encontrando mi voz
Sophia Pierce - Mi vida sin ella
JULIE DASH - Después del placer
SOPHIA PIERCE - DOS MESES DESPUÉS
Sophia Pierce / Celebrando a Paula
Sophia Pierce - Almas que te salvan
JULIE DASH - Pequeña eternidad
TE QUIERO DE VERDAD
TE ESCOGERÍA A TI
TE QUIERO LIBRE
SUEÑOS QUE SE CUMPLEN
EN OTRA VIDA SERÁ
LA MAESTRA DEL SEXO
"SOY TU PREMIO"
JULIE DASH - NO SOY TU CHICA
JULIE DASH - DE NADA
JULIE DASH - NOCHE DE EBRIEDAD
JULIE DASH - VERDADES
LAS REGLAS SON LAS REGLAS
Julie Dash -NO PUEDO VIVIR SIN TI
SOPHIA PIERCE - MILLONES DE EMOCIONES
SOPHIA PIERCE - PREMIO DE CONSOLACIÓN
LA ECUACIÓN DE DIRAC
JULIE DASH - DESPEDIDA
¿PODEMOS HACERLO DISTINTO?
SOPHIA PIERCE - INSTANTES PERDURABLES
QUIERO ESTAR CONTIGO MIENTRAS SANAS
Julie Dash - Antes del final
SOPHIA PIERCE - EL INICIO DE MIS PESADILLAS
SOPHIA PIERCE - NO SOY UNA ASESINA
SEAMOS SINCERAS
PENICILINA - SOPHIA PIERCE
5 MESES DESPUÉS
SOPHIA PIERCE - DEBO SOLTARLA, AUNQUE ME DUELA.
CONTINUACIÓN
¿GANARÍAS POR MÍ?
JULIE DASH - ANDREA VS SOPHIA
LA FINAL
KSENYA KHOKRYAEVA - LA ÚLTIMA VEZ
KSENYA KHOKRYAEVA - TU VIDA ES LA MÁS VALIOSA
JULIE DASH - LA ELIGIÓ A ELLA
KSENYA KHOKRYAEVA - MIS MURALLAS
JULIE DASH - "El Final".
SOPHIA NO TIENE FINAL
Para: los bebés del futuro De: Sophia Pierce
LIBRO 2 - JULIE DASH
Besar los Sueños
Cuando los conocí. Julie Dash.
Rotas en la irrealidad - Julie Dash
Para: Ksenya
Ksenya K. La vida sin ti.
Ksenya K - Cuando te conocí
Julie Dash - Realidad irreal
Julie Dash - Realidad Irreal
Julie Dash - Punto de inflexión
Julie Dash - Presente
Julie Dash - Ella está viva.
Julie Dash - Final "feliz".
Julie Dash - Después de todo, tú.
El sacrificio del peón - Julie Dash.
Sophia Pierce - Una mente sin recuerdos

Se acabó el juego

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Desperté con la mente cansada, como si tuviera que decidir muchas cosas y no tuviera nada de tiempo. Así pasaron los primeros diez días, acompañándola y entrenando, pero ella tenía razón. La prensa hablaba de mí. Para ellos le gané a Silvia, y en los canales deportivos salían nuestras imágenes, como si mi vida estuviera en la primera plana de muchos y yo solo fuera una espectadora. Me concentré en entrenar con ella, en ayudarla para que se concentrara. Estaba dando un gran espectáculo. Ganó todos los puntos de todos los sets. Le sacaba el dedo a la prensa, bailaba después de cada punto, y la estaba viendo feliz, tanto, que yo también comencé a disfrutarlo.

La rusa no me dijo nada de nuestra última conversación. Nadie habló al respecto, pero cuando regresamos cansadas una de esas noches, apenas entré en el balcón de nuestra habitación, conseguí un caballete con un lienzo en blanco y muchas pinturas.

-El tenis es un pasatiempo para ti, y para mí es mi vida. Tú juegas para divertirte y lo que era trabajo vuelve a ser mi diversión, pero no me confundo y no quiero que te confundas... tu mayor don y tu mayor pasión es esta, así que yo me iré a tener sexo con el campeón del día masculino y tú pintarás como si nada más existiera. -Antes de que pudiera responder salió de la habitación.

Sabía que le había gustado el ganador de tenis masculino, ambos habían estado coqueteando durante un rato en el almuerzo hasta que ella -sin ningún tipo de pudor o preámbulo- le dijo algo tipo: «¿Tenemos que estar en esto más tiempo? ¿O ya es suficiente para fijar un horario y entrenar de otra forma en tu habitación?». El chico casi escupe el jugo de naranja, se puso rojo de la vergüenza, y ella se volteó encogiéndose de hombros y me guiñó el ojo. Los amigos del chico y su entrenador se rieron a carcajadas, pero ella era así, le gustaba tener todo controlado con su tiempo, y no le gustaban las citas. «Son una pérdida de tiempo, imagina conocer a alguien y que te guste y luego ir a la cama y sea un asco, yo prefiero evitarlo, además no quiero relaciones, ni tampoco creo que jamás en mi vida pueda llegar a ser fiel, hay muchas pieles para conformarme con una el resto de mis días».

Aproveché para pintar y liberarme, pero esta vez no quise usar las pinturas. Ella había dejado un bloc de dibujo y unos lápices, así que me acosté en el sofá del balcón y dibujé. Estuve dibujando durante más de cuatro horas, la escuché llegar treinta minutos después de haberse ido, pero se fue directo a su cama. Yo quise volver a hacer el cuadro de las sombras, esta vez a lápiz. Lo intenté, intenté desdibujarme por dentro para plasmarme en cada trazo, quise ver mis grietas, las profundidades de un espíritu confundido que de pronto... se sentía en paz.

Fui dibujando las montañas, con la luna saliendo en medio de un sol que se negaba a desaparecer. Estaba mi oscuridad y mi luz, una batalla entre ambas, y a lo lejos, dibujé a una chica solitaria. Un fragmento de mi mente, de un cubículo de mi interior que intentaba comprender. La sombra comenzó a extenderse, el lápiz emuló mi pensamiento y ya no era yo, o sentía que por momentos iba fluyendo, fluían los ríos de mi creatividad, de mi controversia, de las peleas internas, todo se iba al papel, a esa sombra que iba tapándolo todo, que iba eliminando los rayos de luz, que iba eliminando mi paz, y allí estaba mi mente, el conflicto... y yo.

Me acosté a dormir y quise romper el cuadro, pero no lo hice. Quise botar en pedazos lo que me atormentaba, pero no cedí. Iba a amanecer, siempre lo hacía. El sol volvería, aunque en mi lápiz había desaparecido.

Desperté y conseguí a la rusa desnuda, observando mi obra. No tenía ropa interior y su cuerpo era precioso, pero, me tapé de inmediato. A veces me incomodaba su falta de pudor, aunque pensándolo bien, yo soy exactamente igual que ella, al menos con Julie, pero con la Rusa, siempre procuro estar vestida.

-¿Te molestaría mucho taparte? -pregunté, evitando mirarla.

-No, solo te estoy mostrando el lomito, así dejas tu patética depresión eterna por un pedazo simple de paz.

Salté de mi cama y le quité mi dibujo. Esta vez fui yo quien la arrinconé hacia la pared.

-¿Y si me provoca el lomito? -fastidié y por primera vez quise picarla. No se lo esperaba. La vi retrocediendo, quería separarse de mí y me pegué más a su cuerpo-. ¿Cómo resolverías eso?

Me quedé mirándola por casi un minuto y ella me mantuvo la mirada.

-Te conseguiré uno, y aunque no tendrá la misma calidad, te aseguro que sabrá mejor que comer pan duro y seco todos los días -contestó, deteniendo el suspenso y clavándome sus ojos azules grisáceos-. Yo no soy para ti, así que no te enamores. ¿Entendido? -Esbozó una media sonrisa.

Me separé de ella riéndome, no podía entender cómo su ego iba tan lejos.

-Estoy enamorada y te puedo asegurar que Julie puede ser cualquier cosa menos frígida, o común. Siento que se caerían bien, incluso, serían buenas amigas.

-Hablemos de tu dibujo, ¿es una secuencia del que te compré?, ¿el que no querías vender?

-Rueda de prensa en treinta minutos y tú sigues desnuda -evadí su pregunta, y añadí-: Cámbiate y nos vamos, yo voy a bañarme. Hoy tu entrenador quiere que entrene con ustedes, ¿está bien para ti?

Me cargó en sus brazos como una demente y ni siquiera entendía qué le estaba pasando cuando comenzó a dar vueltas conmigo en sus brazos hasta lanzarnos en la cama.

-¡Es la maldita mejor noticia que he escuchado en mi año! ¡Venga! Vístete rápido.

-Deja de maldecir -contesté, tratando de disimular mi sonrisa.

Pensé que tal vez no querría compartir a su entrenador y me sorprendió que para ella fuera tan importante que yo quisiera entrenar con ellos, pero no dije nada.

-¿En cuánto me vendes ese dibujo? -La escuché gritar desde su lado del cuarto que estaba separado por una pared.

-¡¿Es que acaso también quieres comprarme a mí?! Capitalista.

-El socialismo comparte, Pierce, así que lo tuyo es mío y ese cuadro lo guindaré en mi habitación, después si cambias de idea me das un monto en dólares o euros, o bitcoins, como prefieras. ¡Mientras, es mío! Perdón, quise decir ¡nuestro!

Me metí a bañar mientras ella se cambiaba, siempre tardaba mucho más que yo. Pero cuando ya estaba secándome, tocaron a la puerta. Imaginé que se trataba de su cita sexual de la noche anterior.

-Lo siento, este es un lugar privado y no puedes estar aquí. -Escuché decir a Ksenya.

Me apresuré a secarme rápido, tal vez se trataba de la prensa, o de algún admirador y en esos casos debía llamar a seguridad.

-Vine a buscar a mi novia.

Tomé aire mientras me preparaba mentalmente, aun reconociendo su voz entre miles de millones de voces, una parte de mí no se lo creía.

-Tu novia está en horario laboral, se te agradece volver después o mejor no volver.

-¿Qué crees que estás haciendo?

-Más que tú, claramente, que para ti ya hiciste suficiente, ¿no te parece? -Escuché responder a la rusa.

Salí con la toalla porque no iba a permitirle que la botara, pero al parecer eso solo hizo que Julie confundiera más las cosas.

-¿Te estás acostando con ella? ¿Por eso su ataque de celos? Prefiero saberlo y te prometo que me voy.

-¿Qué hablas, niñita? No juego en tu liga, si no ya Sophia sería mi puta, te lo aseguro.

-Ella es así, su ego la desborda, disculpa. Vamos a hablar, pasa. Ya la rusa se iba, ¿verdad?

-Mentira. Tú te vas conmigo, tenemos práctica. -Se cruzó de brazos.

-Te alcanzo, voy a hablar con Julie y luego voy al juego. No llegaré tarde.

-¿En serio te piensas quedar con ella después de lo que te hizo?

-Ella no me ha hecho nada, excepto alegrarme la vida, ayudarme, y hacerme bien. Por favor, baja y calienta, estaré contigo en breve.

-No va a pasar a mi habitación.

-¿De verdad? -presioné.

-¿Tienes tu primer entrenamiento profesional y vas a dejarlo por ella? -preguntó exasperada y ni siquiera esperó mi respuesta cuando salió de la habitación compartida dejándonos solas a Julie y a mí.

-Si quieres hablamos luego de tu entrenamiento, no quiero retrasarte. —Julie estaba nerviosa.

-No te preocupes, podemos hablar y luego voy.

-Los patrocinantes de esa chica quieren ficharte, salió en las noticias tu partido, y ella dijo que sería tu representante. Siento que ha pasado mucho tiempo. ¿Vas a jugar?

-Sí, con ella me gusta el tenis. He disfrutado cada segundo.

¿En serio estábamos hablando del tenis? Ella seguía en la puerta, a pesar de que le hice señas para que entrara, tuve que presionarla un poco más para que accediera a pasar.

-Me siento orgullosa de ti y sé que debí esperar más tiempo, pero viajé hasta acá porque nos merecemos hablar. -Sus palabras sonaban entrecortadas, sus mejillas estaban rojas y le temblaban las manos.

-No debiste esperar y me alegra que estés aquí. -Negué con la cabeza casi rogándole que por favor no dijera nada de lo que tenía pensado decir.

Quería abrazarla, pero algo me lo impedía.

-¿Cómo están tus estudios?

Estúpida Sophia, ¿de tantas preguntas, tuve que decir eso?

-No podía concentrarme -contestó, sentándose conmigo en la cama-. No puedo pensar en otra cosa que no seas tú y nosotras.

-¿Todavía existe el nosotras? -musité y el ambiente había adquirido otra textura.

Era como si los relojes se hubiesen detenido. Como si el tiempo por fin pensara en nosotras para darnos una tregua, o para terminar de hacernos entender que había llegado el fin.

-Nunca dejará de existir. Nunca -pronunció Julie, y por primera vez en semanas, sentí sus manos tocar las mías.

Respiré profundo, mientras Julie me observaba. No sabía qué hacer, cómo reaccionar, qué decirle.

-¿Eso no quiere decir que estemos bien, ni que sigamos juntas, verdad?

Temía tanto por su respuesta y me di cuenta de que fui valiente. Había estado huyendo, con temor de lo que pudiera pasar, pero ya no tenía tanto miedo. La amé lo suficiente como para entenderla, la amo cada día un segundo más como para saber que, incluso si su camino está lejos del mío, sea como sea, la seguiría amando. Ella me devolvió la esperanza, me mostró un nuevo camino y me sostuvo, mientras yo, ilusamente, pensaba que le hacía algún bien.

-Sophi, tú... -Se quedó sin palabras y vi que estaba a punto de llorar.

-No es tu culpa que ahora prefieras a alguien más -me apresuré a decirle, porque no iba a permitir que se sintiera culpable-. Julie, a mí me pasó con Noah cuando te conocí, no hubo forma de quedarme. Yo no quiero ser tu Noah, no quiero serlo.

Me estaba costando decirle cada palabra, y no comenzar a llorar por todo lo que sentía adentro. Puse mi mente en blanco, la realidad me estaba superando. Pero esa chica, se convirtió en el amor de mi vida y si de algún modo yo ya no era el suyo, no iba a permitir que se culpara por eso.

-Sophia, ¿te estás escuchando? -Me cogió por la cara y se hizo espacio entre mis piernas-: ¡Eres el amor de mi vida! -me susurró en los labios-. No hay nadie que evite que yo quiera estar contigo más que tú misma.

-He sentido tus evasivas, has estado presente en medio de la ausencia y eso no es estar -respondí de manera automática.

-He tratado de que consigas tu independencia, y mírate, estás a punto de iniciar una carrera profesional, estás buscando tus talentos, encontrándote en ellos, y nada de eso hubiese pasado si te mantenía anclada a mis sueños, a mis metas. Renunciaste al grupo musical por mí, y...

-Lo hice porque prefería un segundo contigo a millones de segundos de fama, con ellos. Lo hice consciente y no porque de algún modo me obligaras. Lo hice porque el mundo pierde su magia cuando no estás conmigo.

-Y eso es dependencia, no amor, Sophia -contestó-: ¡Eso no es amor!

-¿Por qué últimamente me tratas como tu paciente? ¿Viajaste solo para darme tu diagnóstico?

-Viajé porque te amo, porque me muero de celos de que estés con ella, y no quería que siguieras pensando que no eres mi novia, porque eres mi novia. Estamos juntas.

-Pero no es lo que quiero -Me levanté de la cama y caminé hacia el balcón, mientras ella me seguía-. No quiero una relación en la que siento celos de Britanny, en la que no me das mi puesto, en la que te escondes de mí y piensas que no lo noto. ¿Por qué sientes que eso puede ayudarme?

-¡No lo sé! ¿Entiendes? No lo sé porque me dejaste sola con todo esto y no tengo idea de qué debo hacer, contigo, con tus sentimientos, con tus lágrimas, con lo mucho que me importas.

-¡Dejé las drogas! Incluso intenté moderar los cigarrillos, ¡lo intenté!

-No es eso, no se trata de las drogas que dejas cuando tu mente es tu droga más peligrosa y te niegas a recibir ayuda -replicó, y otra vez volvíamos a lo mismo.

-¡Ir a terapia no me ayuda! No me siento cómoda, no estoy bien sentándome con una desconocida. Lo intenté, pero cuando salía de allí todo iba peor, ¿no lo entiendes?

Ambas nos mantuvimos en silencio por un momento. Julie bajó su mirada y negó con la cabeza como si se estuviera rindiendo y eso me enfureció. Yo no quise volver a ir a ver a su psicóloga, pero fui hasta que me enviaron un psiquiatra, pasamos de una sesión a varias a la semana. La cuenta la pagaba ella, y yo me sentía peor. Ni la mujer ni el hombre lograban curar lo que sea que hay mal en mi interior. La presión de llegar a casa y fingir que estaba curándome hacía que ni siquiera tuviera ganas de pintar. Un día rompí todos los cuadros que había hecho, me sentía frustrada, harta de tener que cumplir la rutina para mi supervivencia porque eso le hacía feliz.

Me estaba perdiendo a mí misma y ni siquiera podía decírselo. Hasta que decidí dejarlo y ahora... todas sus evasivas, su distancia, ¿fue por mi decisión?

-Según sé, es la única forma de que estés bien -dijo, antes de añadir-: me enviaron tu diagnóstico.

-¿Y la ética profesional de esos doctores? ¿La confidencialidad paciente-doctor y toda esa mierda en dónde quedó? -Aguanté las lágrimas y mi celular comenzó a sonar.

En veinte minutos comenzaba la semi final entre Ksenya y Silvia. Necesitaba irme, pero no podía dejar la conversación por la mitad.

-Me enseñaste que debía expresarme, fuiste tú quien me ayudó a reconocer mi voz y de pronto perdiste la tuya. He querido ayudarte, pero no voy a hacerlo siendo tu ancla, no quiero eso -murmuró Julie, acercándose a mí-. Te amo, pero no voy a quedarme viendo cómo te destruyes. No quiero despertarme un día sabiendo que no estás.

-Eso no va a pasar.

-Tú no lo sabes.

-¿Estamos hablando de mí o me perdí? La única que puede saberlo soy yo -alcé la voz.

-El problema con las depresión es que no avisa, puedes estar bien hoy, y mañana puede cambiar todo. Vine hasta aquí porque empacaste tus cosas, te fuiste sin despedirte, dejaste atrás lo que habíamos construido juntas, pero se te olvidó algo. -Julie abrió su maleta de mano.

La vi ansiosa, esperando lo que iba a sacar de ella, hasta que observé cinco frascos de la droga que me habían recetado, esa que me mantenía feliz y estable como un corderito de mierda que no sabe encontrar su camino. ¡No quería eso!

-Mejor vete, Julie.

Mi celular volvió a sonar, era el entrenador:

«Perdimos el primer set, Khokryaeva está descontrolada. Te necesita aquí», me dijo.

Me puse un sweater rápidamente, los zapatos y salí corriendo, pero Julie seguía detrás de mí. Intenté avanzar rápido para perderla, pero cuando volteé y la vi enredada con la maleta y tratando de correr, respiré profundo y corrí hasta ella, para llevar su maleta en mis manos.

-Vamos al partido, sígueme.

Le tomé la mano y bajamos hasta recepción. Pedí un taxi que tardó una eternidad. No podía creer que iba a perderme ese partido. Ni Julie ni yo hablábamos. La tensión podía cortarnos, pero al final llegó el taxi. Llegamos corriendo veinte minutos después a las canchas. Me dejaron entrar y me senté con ella y el entrenador.

Había perdido el primer set, tal y como apostó, pero estaban en el segundo y había perdido dos puntos de una forma estúpida. No estaba concentrada.

-¡Mátala! -le grité.

Ella hizo contacto visual conmigo solo para torcerme los ojos y luego... me pintó un dedo delante de todo el mundo. Sacó y evidentemente, Silvia no pudo responderle el saque y luego, caminó hacia el costado donde estábamos sentadas y desde la cancha me sacó el dedo del medio para que todas las cámaras lo captaran en primer plano.

-¿Es muy difícil tomarte lo que te recetaron? -escuché a Julie que seguía con su mano entrelazada a la mía.

Se veía más guapa que nunca, su cabello hacía juego con sus ojos, tenía apenas un brillo, pero su cara no necesitaba maquillaje. De verdad quería estar con ella, pero no así.

-No me hacen bien -le dije despacito, intentando concentrarme en ambas cosas.

-Quiero que estés conmigo para siempre, y quiero que estés bien, ¿lo entiendes?

-Igual si no estoy para siempre, tienes a Britanny, no pasa nada.

Fui una chocante y quise tragarme mis palabras, pero... ¿por qué? Al final, me fui por ella y ni siquiera la había metido en la conversación, solamente se dispuso hablar de mi locura, que tampoco es que estoy tan loca, ¿o sí? Ay.

Me reí de la situación y festejé otro punto de la rusa, que había empatado, pero cada vez que hacía un punto me hacía un desplante o una grosería.

-Britanny no me interesa, nada de ella me gusta y ya ni siquiera somos amigas. Cuando te fuiste me alejé de ella.

-¿Y qué hay de tus estudios?

-Fui una idiota dependiente y no debí permitir que ni ella ni nadie te tratara mal, o te hiciera sentir insegura. Ese fue mi error y ya no hay Britanny en nuestra vida -respondió Julie, que no estaba interesada en la Rusa, ni en su juego.

No puedo decirles que no me alegré, o que no sonreí como una niñita cuando escuché que ya no se estaba viendo con ella.

-¡Hacia la izquierda, joder! -le grité a la rusa, que acababa de perder un punto de una forma idiota.

Y me vi a mí sacándole el dedo a ella, porque quería entrar y decirle cuatro cosas, no estaba jugando con todo su potencial. ¿Qué carajos le pasaba? ¿En serio iba a perder con esa insoportable mujer?

-Quiero que vuelvas a casa -escuché decir a Julie y por un momento dejé de ver el juego para concentrarme en ella-. Quiero que compremos un nuevo lugar, que tú seas dueña tanto como yo. Quiero algo más grande, así estemos a las afueras de Boston, con espacio suficiente para que tus hermanos puedan sentirse libres y tú y yo podamos tener nuestro espacio, pero eso solo va a funcionar si vuelves a las terapias, yo puedo acompañarte.

-Todo sonaba muy bien hasta que llegaron las letras pequeñas... y no lo quiero -le dejé en claro.

La rusa terminó remontando y pasamos al último set, el definitivo. Ella jugaba mejor, su técnica era buena, era más agresiva, tenía mucho nivel. No podía creer que no le hubiese ganado ya.

Jugaron un gran punto, y la rusa estaba ganándolo, iba de un lado a otro como si fuera un rayo, le respondía cada golpe, pero estaba desconcentrada y su mente le estaba ganando. Otro punto perdido.

-¡Haz lo que sabes hacer y termina con esto!

-Termina con esto tú de una vez, ¡maldita sea, lárgate! -me gritó delante de todos y golpeó la raqueta contra el piso destrozándola.

Le pasaron otra sus asistentes y no supe qué hacer. ¿En serio quería que me fuera?

-¿Por qué la está pagando contigo? No es tu culpa que pierda. No tienes porqué quedarte con ella si te trata así, tienes tu casa.

-No es mi casa, Julie, y ese es el problema. Es tu casa, tu espacio y así como ocurrió con Britanny, seguirá pasando. -Me paré de las gradas y abandoné el partido.

Julie salió atrás de mí.

-¿Qué es lo que va a seguir pasando?

-Que me conociste vulnerable y yo no quiero ser eso. No soy una chica débil, tengo mis problemas, pero no soy eso. No voy a tomarme esas pastillas y no voy a quedarme en una relación que decida por mí, que venda cuadros por mí, y construya una vida por mí queriendo comprar una casa conmigo condicionándome. Te amo, te veo y quiero besarte, quisiera besarte ahora mismo, pero eso no resolvería nada. -Me quedé callada y fue ella la que se acercó a mí.

Julie, la tímida, esa que esperaba siempre a que yo tuviera la iniciativa, me estaba besando delante de personas, sin importarle nada. Me estaba besando para decirme muchas cosas, y yo sentía su preocupación, sentía su amor, pero... no iba a doblegarme.

-Quiero que estés bien.

-Te mereces no estar preocupada por el bienestar de otra persona y yo me merezco estar bien por primera vez sin que una relación sea mi soporte -respondí y tuve que respirar profundo-. Te voy a hacer una pregunta y necesito que seas sincera, ¿está bien? -Julie asintió, así que pregunté-: ¿Estarías conmigo y harías una vida conmigo, si ahora mismo te dijera que nunca más en mi vida iré a terapia y que botaré todas esas pastillas? ¿O terminarías conmigo?

-Terminaría contigo.

Eso fue todo.

Le devolví su maleta y le di un beso en la frente. La abracé cuando comenzó a llorar, aferrándose a mí con todas sus fuerzas, pero era el final. Me solté de ella y corrí a las canchas, más destrozada de lo que me había sentido en mi vida, incluso más que cuando en el Roraima entendí que ella había accedido a acostarse con esa persona, que había logrado su objetivo: tenerla.

Conseguí a la rusa llorando, destruyendo su segunda raqueta del día. Así como solía hacer cuando inició su carrera, cuando la ira la consumía y no sabía controlarse. La abracé entrando en la cancha y tomé una raqueta de los asistentes para entregársela. Nuestro abrazo fue largo, y siento que ambas nos estábamos consolando lentamente.

-Vamos, todavía puedes ganar -la animé.

-Ya perdí, Sophia -contestó-. Se terminó el juego.

-Todavía queda un punto y eres la mejor del mundo, no ella.

-No quiero jugar más.

-Okey, pasaste por esto a tus 16 años, y perdiste una copa así. -La cogí de los hombros y pegué mi frente a la suya-: Ya no tienes 16 años, y no eres una caprichosa que se va de la cancha cuando está perdiendo.

-Nunca he sido caprichosa.

-A tus dieciséis años eras una niñata de mierda, ya no lo eres. ¿Cierto?

-A los dieciséis años perdí a mi hermana que es diferente -exclamó ella, enrojecida-. Ese día la persona más importante de mi vida se suicidó y tuve que salir a ese maldito juego en contra de mi voluntad y, ¿sabes por qué decidí no salir? Porque no quería ganar, no quería sentirme victoriosa el día que perdí un pedazo de mí.

-Yo no sabía... -respondí, pero no me salían las palabras.

-Nadie lo sabe, era media hermana y nunca quisieron que se supiera de su existencia, una enfermedad mental no luciría bonito en la carrera de una campeona, ¿qué mierda, no? -ironizó-. Ella tocaba el piano, te habría caído bien.

-¿Y si le dedicas esta victoria? ¿O quieres que Silvia salga en todos los medios regodeándose de ser mejor que tú? -Le sonreí y ella me sacó la lengua, eso para mí ya fue un gran avance-. ¿Vamos a hacerlo?

-Sí, pero por favor... no te vayas -fueron sus palabras, antes de que el juego se reanudara.

La gente aplaudía a Silvia, de hecho, todos iban por la chica «tranquila» y no por la rebelde y grosera. Aun así, y con todas las de perder, la rusa demostró de qué estaba hecho un campeón, y jugó como nunca en su carrera, se entregó concentrada sin hacer bailes o muecas cada vez que ganaba un punto. Jugó con su mente y con su alma. Contestando cada pelota, moviéndose a un ritmo impresionante, salvando las que parecían imposibles y demostrando que definitivamente, todavía no había llegado la persona que estuviera a su nivel.

Ganó la semifinal, y la final sería contra Daphne Graff, una chica tímida y competitiva que por primera vez había llegado tan lejos.

Esa noche el mismo chico la invitó a festejar, tocó la puerta de la habitación esperando un sí, pero para sorpresa de ambos, a ella no le apetecía. «Hoy vamos a tener noche de chicas, tal vez otro día, yo te escribo», fue su respuesta y a pesar de la cara de decepción del chico, se retiró dejándole un ramo de rosas.

-No me gustan, vamos a regalárselas al entrenador y le decimos que fue un gesto mío por su gran trabajo -se burló-. Tendrá un año feliz por ese detalle.

-No se lo creerá -le refuté.

-La gente se aferra a mentiras solo por mantener la emoción de un buen momento, recuérdalo.

-¿No te apetecía follar?

-Siempre quiero follar, pero necesitamos hablar porque fuiste una irresponsable hoy, no me gustó que mientras yo estaba en la cancha estuvieras hablando con ella. No me interesan tus problemas personales, me interesa que me funciones como coach, y que seas fundamental en mi juego. Si quieres hacer esto, bien, pero si no, la puerta siempre ha estado abierta. No pienso ser tu puto salvavidas, aquí, o nadas a mi velocidad, o te ahogas, pero no me devuelvo por nadie, ni acepto en mi equipo a quienes no me sigan el ritmo. Que sea la última vez que algo así suceda y esta es la última vez que se habla de lo que pasó.

-Lo lamento.

Me le acerqué y dudé un poco en si podía darle un abrazo. Para mi sorpresa, fue ella quien me abrazó.

-Vamos a ir un sitio de prostitutas lesbianas, ¿vale? Para que puedas tener sexo de consolación, porque te ves fatal -respondió ella, soltándome y apretándome el hombro-. ¿O quieres que te busque a Silvia y le das su premio de consolación?

La empujé y por un segundo se me olvidó el peso que tenía en todo el cuerpo, no quería llorar, pero... estaba siendo difícil.

-¿Puedo pintarte? -le pregunté muy rápido-. No te tienes que desnudar ni nada, sería solo tu rostro.

Hablé más rápido aun.

-Me gusta, pero no aquí -contestó ella, pasándose una toalla húmeda por la cara-. Quiero que me pintes en la cima del jardín vertical más alto del planeta, y tenemos suerte de que quede en Melbourne, y más suerte aun de que me tengas como amiga y pueda conseguir excentricidades para mi artista.

La rusa caminó hacia su cuarto y la vi abriendo su armario y sacó un vestido.

-¿Tan elegante?

-Cuando tu cuadro sea visto por millones, no quiero ser una mona lisa en un museo, quiero ser Ksenya Khokryaeva, y que pese mi nombre tanto como mi imagen.

-Si supieras que tu alma pesa aun más que todo lo anterior -confesé.

Quería preguntarle sobre su hermana y lo que le había pasado, pero no era prudente. Todavía no.

Esa noche me sentía vacía y quería hacer lo que me calma más que unas pastillas. Quería hacer lo único que me hace mantenerme feliz en un mundo al que en realidad no pertenezco.

Perdí a lo que más quiero, pero si me quedaba... ambas nos perderíamos a nosotras mismas. Julie viviría en suspenso por mi felicidad, y esa no es una buena forma de vivir, y yo... me convertiría en una persona que no era, consumiendo drogas para seguir existiendo, aunque mi existencia me aparte de mí.

Dicen que la vida te separa de la persona que amas porque tal vez no es el momento, o no están preparados. Tal vez, es tiempo de que consiga la forma de convertirme en la persona que amo, y de amarme tanto hasta tal punto, de que cuando otro me ame, no intente curar mis fisuras para mantenerme en pie.

Nota de autor: No saben cuánto quería subirles capítulo. He estado más conectada con este libro que nunca. Pero estos días bebé Liam se sintió mal y pasamos un día en la clínica (todo bien, ya está mejor, pero nos asustamos mucho).

Este capítulo es dedicado a Adriana Ron, gracias por tu entrega y por estar siempre pendiente de mí y apoyarme.

Estaré dedicando capítulos. Ahora quiero leerlos, ¿qué piensan de lo que leyeron? Las quiero.

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