YUANFEN, MI SALVACIÓN

Autorstwa Jenn_mor__

1.8K 127 47

Jhonas y Vaiolet se conocen en un centro psiquiátrico. Ella padece depresión y ha tenido varios intentos de s... Więcej

Capítulo 1: La marcha de Lauren
Capítulo 2: Un sueño
Capítulo 3: El escondite
Capítulo 5: La fiesta
Capítulo 6: Deseo
Capítulo 7: Nueva oportunidad
Capítulo 9: La Canción
Capítulo 10: Regreso
Capítulo 11: Diagnóstico
Capítulo 12: Alas de ángel
Capítulo 14: La chica de pelo rosa
Capítulo 15: Fugitivos
Capítulo 16: Nuevo hogar
Capítulo 17: El tejo
Capítulo 18: El Vacío
Capítulo 19: Propósito
Capítulo 21: Tormenta perfecta
Capítulo 22: La gran noticia
Capítulo 23: La nota
Capítulo 24: No es un simulacro
Capítulo 25: El último adiós
Capítulo Final: Maktub
Capítulo 8: Almas oscuras
Capítulo 13: No existe lugar seguro
Capítulo 20: Estrellas binarias.

Capítulo 4: Acercamiento

60 8 3
Autorstwa Jenn_mor__

JHONAS

—Explícamelo otra vez —pide mi amigo rotando el skate con los pies.

—El padre de la chica de ojos violeta es el capitán —vuelvo a repetir.

—Ten cuidado, sabes qué puede hacerte —advierte con ojos reflexivos.

—Tranquilo, no le tengo miedo  —me muestro seguro, ¿lo estoy?

—Nhas, lo que no te pase a ti... —se ríe

—He decidido que voy a pasar de ella
—. Camino en círculos alrededor de los matorrales  —Además, demasiado gasto energético para mi cuerpo —afirmo, sin estar convencido de que voy a cumplirlo.

—¿Es esa de ahí? —pregunta asomándose a la vieja verja de nuevo.

Al menos, me han permitido salir, aunque solo sea en el perímetro que rodea la puerta y solo en los casos que sea una visita autorizada por la doctora Foster. Lástima que sepa lo que pretende.

—Sí, es rara, ¿no crees? —me escondo y la observo detenidamente.

—Define rara

Es siniestra, sin llegar a convertirse en  algo malo. Su alma es oscura como la mía y sus ojos son de otro planeta, dos estrellas impactando para crear un hermoso universo —pero este pensamiento lo guardé para mí y expuse lo que puede ver a simple vista.

—Pasa de todo y de todos. No le importa lo más mínimo su forma de vestir o caer bien a los demás, es como un ente que se pasea por los pasillos con un cartel en la frente que pone: ¡No me toques los cojones!

—Estás pillado por esa chica —una palmada resuena en mi hombro y culmina con una sonrisa escandalosa, típica de mi amigo.

—No es lo que crees, es solo que... no se parece a nada que haya conocido antes.

—¿Dana? —pregunta mi amigo y todos los poros de mi piel se dilatan, recordando el internado.

—Que va, ni siquiera ella.

—Te gusta, admítelo.

Walls se baja de la verja y continúa el moviendo del skate en círculos.

Si algo es cierto, es que tendré muchos problemas si me acerco a ella. Es imposible resistir su mirada, la cercanía de sus heridas y la conexión inexplicable cuando estamos juntos.

¡Deja de pensar en esa chica, Nhas! Y cambia el puñetero mono-tema Vaiolet.

—¿Has hablado con Gus? ¿Me ha incluido en el campeonato?

—Sabes que lo hará, eres su favorito. No te preocupes ahora por eso e intenta no meterte en líos —como si fuera fácil...

—Lo que daría por un poco de anfetas ahora mismo, solo un leve subidón.

—Nhas, sabes que no puedo.

—Tranquilo, no voy a pedírtelo.

—Y, ¿sabes cómo está [...]?

—Elisabeth está bien, no tienes que ocupar ningún pensamiento en su bienestar, eres consciente de lo que hago por ella —asiento, limpiado una lágrima que apareció sin permiso.

—¿Piensas ir a la fiesta de Ken?
—pregunta, tragando saliva, le cuesta hablar conmigo de ella.

Continua el juego de piés con el skate.
S

us movimientos no son tan técnicos como los míos, pero realiza unos giros que muchos querrían.


—Solo queda una semana y todos me preguntan dónde estás metido. Se me acaban las escusas y alguien puede localizarte, deberías hacer lo que esté en tu mano para ir.

—Conseguiré escabullirme —confirmo tajante.

No puedo soportar la idea de que se vea envuelto en esas fiestas. No tiene mi protección y debo dar señales de vida para asegurar su bienestar. Nunca permitiré que vuelva a vivir el tormento que supuso estar en aquel lugar de pequeños.

—Necesito que me recojas, este sitio está en el extremo del mundo.

—Cuenta con ello —choca mi mano y hacemos nuestro saludo de hermanos.


Conozco a Wallis desde que tenía 13 años, nuestros caminos se cruzaron en una casa de acogida en Alabama, cinco años después nos separaron. Los servicios sociales me reclutaron en Canadá y cuando él cumplió los 21, vino en mi busca. Ambos tenemos el mismo modo de vida y eso es difícil de encontrar, poder compartirlo es lo mejor. Él conoce todos mis secretos y es a la única persona en el planeta, junto con Gus, mi entrenador, que daría mi vida por salvarles.

—Wall, te veo en una semana —ojeo mi reloj, solo quedan unos minutos para que empiecen a incordiar con el tiempo —. Recuerda traer el resto de mi ropa, no voy a sobrevivir con esto mucho tiempo —señalo mis pintas de yonki chandalero.

—Dalo por hecho —nos despedimos y siento como si la única persona que me conoce me abandonara a sabiendas.

Me asomo por la verja en la que hace un rato estaba Vaiolet sentada, observando de nuevo el sol sin inmutarse, pero ahora no hay nadie.

El resto del día pasa sin incidentes, salvo por un pequeño detalle, ha llegado una notificación de prueba antidrogas en 48 horas. ¡Mierda!

A la mañana siguiente, me dirijo a desayunar decidido hacía su mesa y. tengo miedo. Miedo porque mi cuerpo tiembla irremediablemente al saber que estaré a su lado, solo espero que no lo note.

Dejo la bandeja de cualquier forma encima de su mesa, reflejando indiferencia. Cuando decide mirarme de forma antipática, dedico mi mejor sonrisa, mientras mi boca hace lo habitual, morderse el piercing que brilla en mi lengua.

—No es que intente ser antisocial, aunque lo soy, pero no entiendo tu manía persecutoria —¿Por qué estará tan enfadada?

—Tus palabras me enamoran por días. Ese cuchillo que tienes ahí, corta menos que las navajas que expulsas por tu boca.

—¡Ohh! lo siento, ¿te he incomodado?, pues lárgate —fija la mirada en mis ojos y me excito al momento.

—Si no fuera por el tic en tu ojo, ya me hubiera hecho caquita encima, pero casi, casi lo consigues, mariposilla. ¿Necesitas un maestro para ser malota? —sonrío.

Quiera admitirlo o no, la situación es de lo más entretenida.

—Eres imbécil —se levanta hacia el gran cubo de basura de la entrada, suelta la comida y me lanza un corte de manga.

Sitúo la mano en mi entrepierna y la froto, ella hace un gesto de vomitar. Me encanta este juego...

Después de esta charla tan placentera, voy al gimnasio gimnasio. Es preciso soltar toda la frustración que lleva nombre y apellidos. Tras una hora de ejercicio y ya en mi habitación sin nada que hacer, visualizo una hoja de papel con movimientos de skate dibujados.

Mis propósitos están menguando —pensé nada más echar el ojo.

Aunque las personas que me conocen no lo creerían, salvo Walls, soy ordenado y meticuloso. Necesito tenerlo todo bajo control absoluto, esto hace que me sienta  más seguro en este mundo irracional y  la situación con Vaiolet no ayuda en absoluto, estar aquí dentro, mucho menos.

Como cada noche en este maldito lugar, no consigo dormir y doy vueltas sobre la cama observando las horas pasar. Intenté leer una revista deportiva, con información curiosa sobre el Skateboard, como que al principio se usaba descalzo o que se llamaba surf de acera. Posteriormente escuché música, pero ni Lifehouse lograba calmarme. Mi resignación hizo que contara flexiones sobre el suelo, 1, 2, 6, 25, 37, 108... Pero cuando estuve lo suficientemente sudado y rojo, salí de la habitación y decidí pedir ayuda.

—Necesito algo para dormir —pongo ojitos a la enfermera que está chequeando unos historiales en el control de la planta.

—Nada de medicación Thomas.

—Será nuestro secreto, por favor, no puedo dormir —lo intenté hasta con morritos, pero me despachó con un movimiento simple de manos.

—Algún día estarás bajo mis órdenes y ¿sabes que pasará? —señalo con mi dedo índice hacía la cara menos empática que he conocido.

—Sorpréndeme —responde, demostrándome lo poco que le importa.

—No quieras saberlo —le guiño un ojo y voy dirección a los televisores.

—¿Dónde vas? —me grita.

—A follarme a tu madre, no me esperes despierta... —¡Será estúpida!

Sé que tiene ordenes de no suministrar medicamentos sin autorización, pero ni que le estuviera pidiendo coca cortada en sobres individuales.

Camino el largo pasillo y durante el trayecto solo puedo rezar para que la chica de mis pensamientos esté ahí. Ella podrá aliviar mi temblor de manos, estoy seguro.


Sentada delante del televisor, con una sudadera tres tallas mayor que ella, se encuentra escribiendo algo en sus hojas recicladas. Aunque lo hace mirando la televisión, algo extraño.

Intentaré ser más amable, a ver si consigo que me deje acercarme a ella.

—¿Me puedo sentar? —señalo el sofá

—El mundo es libre, o eso dicen.

—¿Qué estás viendo? —sus manos se dirigen al bolsillo gigante de la sudadera, introduciendo lo que estuviera escribiendo. 

—Algo de una mujer muerta en un bosque —observa fijamente la televisión.

—Que interesante —suelto con ironía.

—Si quieres puedes irte  —aquí está de nuevo la leona salvaje.

—¿Tienes novio? —me observa extrañada. Está no se la esperaba.

—Claro, hablando del tema... —suspira —. No tengo novios.

—Solo era una pregunta.

—Es una respuesta —sonríe irónicamente.

—¿Quieres que te enseñe? —entierro el hacha de guerra y ella observa curiosa como muevo el skate, sé que le gusta por cómo me mira cuando estoy subido en el.

Por fin, una muy leve sonrisa.

—Quizás otro día —responde algo más tímida.

—Vale —digo sin más.

Las paredes forradas de papel color sangre y el olor medicinal, que haría vomitar hasta el más adaptado, no es un lugar indicado para forjar una "amistad".
P

ero, en ese momento, se produce un apagón de luz, lo que significa que son las 23:00 horas. Todo el recinto se queda iluminado con pequeños focos de emergencia.


En silencio, puedo percatarme de su respiración, algo acelerada para estar sentada en un sillón. Se mueve nerviosa, la confianza en ella misma, que ha estado aparentado, se ha extinguido y ahora puedo entrar.

—¿De verdad no has estado nunca con alguien?

—¿Alguien?, ¿de qué modo? —se muestra receptiva.

—Novio, rollo, llámalo como quieras.

—No tengo novios, ya te lo he dicho —insiste ofendida.

—Pero, ¿te interesa el sexo, no?

—Supongo, no lo sé. La verdad es que no pienso en ello —su cara denota vergüenza.

—No puedo ser yo, ¿lo sabes? —sus orificios nasales se ensanchan, la respiración que expulsa se agitada y los ojos se llenan de rabia.

La he cagado de nuevo. Seré estúpido.

—¿Eres gilipollas? —se levanta y grita — ¡Déjame en paz! Jamás me fijaría en alguien como tú —y se marcha de nuevo.

¿Cómo puedo ser tan creído de pensar que querría hacerlo conmigo? Solo pretendía dejar claro qué, aunque parezca que intento ligar, es mi forma de interactuar con chicas y solo necesito estar cerca de ella. Además, estoy marcado para siempre. No podría arriesgarme que ni un ápice de mi torrente sanguíneo entre en contacto con ella, simplemente no puedo. No con ella.

De pronto, se detiene y me observa con cara de odiarme o querer besarme, no me queda claro. Decidido me acerco, no quiero que esto se vaya a reducir en una guerra infantil de "tú más". Sujeto su mano sin decir nada, no quiero volver a decir algo que le haga escapar, y lo que empezó como una muestra cariñosa, se convirtió en algo diferente.

Esa zona comienza a quemar queriendo ir más allá. Me armo de valor y coloco mi mano sobre su mejilla. La es piel tersa y blanquecina, sorprendiéndome con una calidez que pensé imaginaría. Mi dedo pulgar se dirige a su labio inferior, sin pensar. Desafiándome,  entreabre la boca y noto su aliento tan cerca que se entrecorta la respiración. Cierra los ojos y queda a mi merced. En contra de todo lo que normalmente haría, suelto su bello rostro y regreso la mano hacia los bolsillos. Sé que si doy ese paso estaré atrapado y ella terminará odiándome más de lo que ya lo hace.

Sus ojos violetas se abren y buscan en los míos una respuesta que no puedo darle, aunque mi cuerpo, en contra de mis pensamientos, sigue parado delante de ella. Entonces, es su mano la que se dirige peligrosamente a mi mejilla, todo alrededor se detiene, sus labios rosados y húmedos chocan con los míos de una forma tan lenta que soy consciente de que aguantaba la respiración cuando  saqué todo ese aire en un pequeño jadeo. Mueve los labios exquisitamente, sin quitarme esos ojos violetas de encima y  haciendo que todo mi interior vibre. Mis manos temblaron al tocar su cintura e intentar que no quedara espacio entre ambos.

Su lengua se abre paso y la mía va a su encuentro. Es algo tan placentero que no quiero parar jamás. Pero es ella quién suelta mi mejilla para dirigir su mano a mi nunca y profundizar el beso. Es ahí cuando me doy cuenta del error. Ella no puede ser una más, no sobrevivirá a mí. Así que hago acopio de todo el autocontrol que tengo y separo sus manos de mi cuello para después apartarme de ella.

—Créeme, no quieres hacerlo, no conmigo —murmuro cerca de sus labios y salgo de aquella habitación lo más rápido que puedo.

Ahora soy yo quién me alejo y me hundo en el más profundo agujero.

VAIOLET

¿Qué estoy haciendo?, acabo de besarle. Le he besado y él no ha querido continuar, me ha rechazado. Creí... no sé en que pensé, pero ha sido increíble y de repente vergonzoso, ahora no podré volver a verle.

Aparece un nudo en el estómago que me recuerda lo que soy. Las lágrimas, que reclaman mis ojos más que yo a ellas, salen disparadas y la sensación de que el mundo no está hecho para mí, regresa a mis pensamientos.

Al día siguiente...

Hoy me he levantado con ganas de gritar, pero esa rabia tiene un plan y no voy a detenerme. No volveré a ese lugar oscuro, no mientras tenga a alguien que sabe cómo alumbrarme.

Hay un chico que he visto charlando con Jhonas en varias ocasiones. Decidida, me acerco a él.

—Hola, ¿Te importa si te acompaño? —sonrío con amabilidad, esto no se me da bien.

—Que va. Mejor desayunar acompañado, siéntate —señala la silla situada a su lado —, por cierto soy Bruce.

—Vaiolet —ofrece su puño para chocarlo con el mío, ¿es así como se hace ahora?

—¿Te gusta la compota? —señala, refiriéndose a la mezcla sin color asqueroso que hay en un vaso de cristal en mi bandeja.

—Toda tuya. A decir verdad, me haces un favor —vuelvo a sonreír, ¿creerá que soy demasiado simpática?

—¿Por qué estás aquí?, no te he visto en las reuniones —pregunta con la boca llena de compota.

—Eso es porque las secciones son individuales, con la doctora Foster.

—Voy a preguntar si puedo hacerlo de ese modo. Es bochornoso que todo el mundo se entere de lo desgraciado que eres.

—Si, eso de las reuniones grupales no tiene sentido —suelto, intuyendo cómo se debe sentir.

—Ni que lo digas —sonríe de manera amigable.

—Oye —bajo la voz —¿Tú conoces a Jhonas, verdad? —vigilo las diferentes direcciones para asegurarme de que no pueden escucharnos.

—Conocerlo es una palabra muy amplia. Digamos que he hablado alguna vez con él —me explica precavido.

—Creo que hay algo misterioso en su historia, ¿tú sabes porqué está aquí?

—No lo hemos hablado, pero como todos, no creo que tenga nada especial —sube las cejas para hacerse el interesante.

—No sé, mi intuición me dice que hay algo que no cuenta —meto mis uñas en la boca y comienzo a buscar cueros para morderlos, una manía muy precaria, lo sé.

—Intuición femenina lo llaman —se ríe con un ronquido de lo más gracioso, lo que provoca que yo también lo haga.

—Y tú, ¿porqué estás aquí? —intento que me vea interesada.

—Mis padres lo llaman bulimia, yo vomitar con estilo —echo un vistazo a la mesa y observo que hay demasiados envoltorios vacíos encima de la bandeja para una sola persona.

—Dudo que haya una forma de vomitar que se considere estilosa, pero sí de la vida he aprendido algo, es que cada uno ve las cosas como cree que son, así que tienes mi bendición —Bruce hace que me sienta tranquila, tengo la sensación de que en el pasado fuimos amigos.

—Touche —sube el tenedor, que ahora contiene un trozo de tortita con una salsa de un color cuestionable, lo eleva y guiña un ojo.

—No sé cómo te puede gustar esta comida, es vomitiva —nos miramos y comenzamos a reír a carcajadas.

—Vaiolet, ¿te apetece hacer algo divertido? —murmura aún sin terminar de digerir lo que tiene en la boca.

—Aquí no existe nada parecido —hago una mueca echándome hacia atrás

—Sé de un conocido al que le dijo un amigo que hay una fiesta de su primo esta noche, ¿nos fugamos? —Todo el dolor de barriga que sentí al soltar carcajadas se concentró en el centro de mi estómago, creando nerviosismo en forma de burbuja efervescente.

—¿Y ese conocido del amigo que le invitó su primo, nos dejará entrar? —el comedor se ha quedado vacío, salvo por dos rezagados como nosotros, tres mesas más allá.

—Puede, solo debes pronunciar la palabra mágica —tamborilea con sus dedos.

—¿ Y es...?

—Si quiero, Bruce Charlie —Vuelvo a reírme elevando el sonido de mi voz a tal punto que suena irreconocible.

—Acepto Bruce, pero no pienso pronunciar tu segundo nombre, suena a telenovela barata.

—Podré con ello —y así, sin él saber de mí, ni yo de él, encuentro a alguien con el que puedo charlar sin sentir que he defraudado, decepcionado o algo peor.

Bruce Charlie... ¿Quién puede ponerle ese nombre a un niño?

Czytaj Dalej

To Też Polubisz

1K 151 19
Seis deidades rigen el mundo. Nama, deidad del cuerpo; Brachna, deidad de la mente; Akanas, deidad de la tierra; Goeii, deidad del viento; Tunir, dei...
205K 18.5K 34
Hyunjin es el chico más guapo y coqueto de la preparatoria, Felix es un chico estudioso y el líder del club estudiantil. ¿Podrá Hyunjin lograr que Fé...
24.8K 1.1K 13
Yo, Meredith , conoci a un muchacho que este me termino arruinando la vida matando a mi padre. Que yo misma lo mate,y empeze a tener experiencias que...