Star Kids - Jojo's Bizarre Ad...

By ItoFuyo

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Mientras Giorno Joestar debe aprender a hacer amigos a preocupación de sus padres, Josuke Joestar se divierte... More

Prólogo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.

Capítulo 7.

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By ItoFuyo

Era el día miércoles 10 de mayo y Giorno Joestar ya estaba más habituado a pasar el día en la estancia infantil. Todavía era una nueva experiencia para el pequeño de 6 años pues seguía siendo su primera experiencia lejos de casa durante horas sin la compañía de sus padres y rodeado de otros niños, pero indudablemente se sentía más tranquilo y cómodo con el lugar.

Giorno no tenía expectativas acerca de la estancia infantil, desconocía por completo cómo era el ambiente y la manera en la que se manejaban las cosas por lo que sin importar lo observador e inteligente que era, no pudo predisponerse antes de ingresar, tampoco pudo crearse una idea de lo que debía ser el lugar. Al final, enfrentarse el nuevo desafío sin ideas prediseñadas fue lo que más le ayudó a adaptarse. Estaba acostumbrado a seguir una rutina y los cuidadores tenían una muy bien establecida al mismo tiempo que cada día era diferente gracias a los temas de conversación de sus compañeros y a los juegos que quisiesen jugar.

Ese día estaba siendo igual de rutinario que los demás, por supuesto que eso no molestaba al niño Joestar, tampoco a su compañero Narancia pues al infante de 4 años solo parecía importarle tener a alguien para jugar. Mientras esperaban la llegada de los niños mayores para tener más compañeros de juego, Giorno ayudaba a Narancia con un rompecabezas, el cual llevaba un buen rato intentando terminar.

La atmósfera transpiraba paz, los niños parecían concentrados en su juego y los cuidadores les vigilaban con atención ya habiendo preparado el almuerzo para servirlo en breve. La paz se vio bruscamente interrumpida cuando la puerta de entrada se abrió con fuerza emitiendo un fuerte sonido acompañado de rápidas pisadas.

– ¡Bruno! ¡Abbacchio! ¡Es una emergencia! – Guido Mista entró al lugar con prisa sin siquiera dejar su mochila en los casilleros.

Por supuesto semejante entrada alertó a adultos y niños. Giorno y Narancia dejaron de lado el rompecabezas y Abbacchio, quien estaba sentado en el suelo, se levantó de golpe.

– ¿Qué sucede, Mista? – Cuestionó Bruno tratando de moderar su voz, sin embargo se podía escuchar una nota de preocupación en ella.

– ¡Necesito su ayuda! ¡No tenemos tiempo! – Exclamó el niño con la misma urgencia.

– ¿Qué pasa? ¿Dónde está Fugo? – Cuestionó Abbacchio con una expresión de alarma teniendo el entrecejo fruncido.

– ¡No hay tiempo! ¡Es una emergencia! – Repitió con la misma mirada brillante de hasta ahora. Sus manos se aferraban a los tirantes de su mochila y se apretaron con más fuerza para su última declaración. – ¡El día de las madres es el domingo! –.

Tanto Bucciarati como Abbacchio estaban desesperados, Mista no decía qué había ocurrido y solo repetía que era una emergencia. Siendo cuidadores, muchos escenarios cruzaron por sus cabezas, cada uno peor al anterior. Estaban al borde del colapso cuando el niño finalmente expresó el problema y en cuanto lo asimilaron, la preocupación y angustia fue reemplazada por una extraña sensación de decepción mezclada con alivio y enojo.

Por parte de los pequeños, Narancia solo siguió mirando con curiosidad al niño mayor, pero Giorno, quien también se imaginó algunos malos escenarios, se confundió enormemente y tenía problemas para entender cómo se sentía.

– ¡Necesito su ayuda! – Repitió Guido Mista de la misma manera que antes. Su voz urgente no cambió en lo más mínimo demostrando que para él, sí se trataba de una emergencia real.

Sin embargo las reacciones que obtuvo en esta ocasión fueron distintas. Abbacchio volvió a sentarse y desvío la mirada hacia la dirección contraria, Bruno se quedó en su lugar demorando un poco en hablar.

– Mista... ¿Dónde está Fugo? – La voz de Bucciarati salió en un tono serio y bajo con un ligero toque de cansancio.

El niño del gorro no tuvo que responderle pues un par de pisadas se escucharon del otro lado del muro y Fugo hizo su aparición en la sala unos segundos después.

– ¡Mista! ¡Te dije que no corrieras! – Riñó el niño de ojos violetas con voz entrecortada. Su respiración era errática lo que indicaba que también había corrido intentando alcanzar a su amigo.

La confusión era palpable en el lugar y Bruno decidió ponerle fin y averiguar realmente qué era lo que sucedía.

– Mista... Fugo ¿Podrían por favor explicarnos cuál es la emergencia? –.

– Bueno... – Fugo comenzó, pero fue interrumpió por su amigo.

– ¡El día de las madres se acerca! ¡Es el domingo! – Exclamó Mista exactamente de la misma manera que las veces anteriores.

– Eso lo entiendo, pero ¿Por qué hay algo malo con eso? – Bruno tenía experiencia cuidando de niños así que sabía cómo mantener la calma.

– ¡Todavía no tengo un regalo para mamá! – Dijo en voz muy fuerte el niño.

Aquella respuesta ayudó a que los cuidadores entendieran un poco cuál era la problemática que preocupaba al niño, pero les seguía pareciendo una reacción un tanto exagerada.

– Oh, con que es eso... –.

– En la escuela harán una manualidad como todos los años ¿No? Eso debería ser suficiente – Habló Abbacchio, lo suficientemente recuperado de lo anterior para dirigirse al niño.

– ¡Sí, pero no! – Se expresó Mista con el ceño muy fruncido y la boca arrugada en una mueca de molestia.

Bruno arqueó una ceja extrañado por el comportamiento del niño ya que no solía actuar así. Giorno también admiraba con sorpresa a su compañero, Mista era un niño mayor y siempre era amable con él, no se imaginó verle actuar así alguna vez.

– Hey, Fugo ¿Qué le pasa? – Abbacchio sabía que si quería una respuesta más clara, debía preguntarle al niño rubio.

– Hoy la maestra nos explicó que mañana empezaremos a hacer un regalo del día de las madres y Mista empezó a actuar así – Explicó el niño tan claro y conciso como siempre.

– Se te olvidó ¿Cierto? – Cuestionó al niño de cabello castaño.

– ¡Sí! ¡Ahora no tengo regalo para mamá! – Se lamentó llevándose las manos a la cabeza.

Desde su lugar, Giorno seguía observando a su compañero con mucho asombro. No solo le sorprendía su comportamiento, sino que también una idea se coló en su mente.

"El día de las madres"

Giorno sabía de qué se trataba, pero él nunca lo había celebrado. Esta era la primera vez que veía y escuchaba a alguien darle tanta importancia a ese día.

– Bueno, Mista, puedes darle el regalo de la escuela, estoy seguro de que a tu mamá le encantará – Insistió Bruno intentando tranquilizarle.

– ¡No! ¡Yo quiero darle otro regalo! ¡Uno que sea solo para ella! – Exclamó negando con fuerza.

– Estoy seguro de que tu mamá será feliz con lo que sea que le des –.

– ¡No! ¡Este año iba a ser especial! ¡Ahorré la mitad del dinero de mi almuerzo para comprarle un regalo! –.

Aquella revelación sorprendió a Bucciarati y a su compañero, también a los niños, pero solo el mayor podían comprender por completo el significado e importancia de eso.

– ¿Estuviste ahorrando? ¿Desde cuándo? – Bruno quiso saber.

– Desde hace muchas semanas, quería tener dinero para comprarle un regalo y pedirle a mi tío que me ayudara para que fuera una sorpresa... Pero no sabía que estaba tan cerca, mi tío no va a poder ayudarme... – A medida que iba dando su explicación, su ánimo iba cambiando al darse cuenta una vez más de la realidad. Estando el día tan próximo, su tío no podría llevarle a comprar un regalo porque tendría trabajo y su otro tío también debía estar ocupado.

Darse cuenta que no podría comprarle un regalo a su mamá, entristeció a Guido Mista y su ánimo y mirada lo demostraron.

El cambio en la actitud del niño causó preocupación y pena en todos. Narancia no terminaba de entender qué sucedía, pero ver a Mista triste le ponía triste, Giorno y Fugo sí entendían un poco más y sentían la misma pena por su amigo, pero sin duda quienes peor se sentían eran los cuidadores.

– Tranquilo, Mista, no te preocupes, vas a darle ese regalo a tu mamá – Aseguró Bruno poniendo una mano sobre la cabeza del niño.

– Pero... – Mista le miró dudoso y desanimado. Internamente se estaba lamentando por su fracaso.

– No te preocupes ni te entristezcas, nosotros vamos a ayudarte – Aseguró con voz firme.

– ¿Eh? – El pequeño parpadeó sin entender del todo.

– Hoy no podemos hacer mucho, pero mañana Abbacchio puede llevarte después de clases a comprar algo para tu mamá ¿Cierto? – Bruno se dirigió a su compañero quien permanecía serio.

Mista también miró a su otro cuidador con un toque de ilusión en los ojos.

La respuesta de Abbacchio fue mirar fijamente al niño y asentir con la cabeza, no dijo palabra alguna, pero en realidad no necesitaba hacerlo. El simple hecho de asentir convencía al niño de que en verdad le acompañaría.

La expresión triste desapareció de las facciones de Mista y fue reemplazada por una enorme sonrisa de alegría y alivio.

Y por supuesto, esa sonrisa produjo una en Bruno, quien acarició un poco la cabeza del niño en un gesto cariñoso.

– Bien, ahora que el problema está resuelto, podemos almorzar, deben tener hambre –.

– Vayan a sentarse – Indicó Abbacchio mientras se ponía de pie para ayudar a servir la comida.

Narancia corrió hacia sus amigos, quienes ahora sonreían. Fugo se alegró de ver a su amigo más tranquilo y feliz así que también sonrió y por supuesto el cambio de ánimo afectó al menor de todos. Giorno también se acercó a sentarse, por supuesto también se sentía más animado, pero en su cabeza seguía haciendo eco el tema del día de la madre.

Después de un día en la estancia, Giorno fue recogido por su papá Dio y juntos fueron directamente a casa donde y les esperaba su papi Jonathan preparando la cena. Usualmente aquello era parte de su rutina. Alguno de sus padres iba a recogerlo y cuando llegaban a casa su otro padre ya estaba preparando la cena y le saludaba junto con Danny. Mientras la cena terminaba de prepararse iba a su habitación en compañía del perro, dejaba su mochila en una pequeña silla e iba al baño para lavarse las manos, luego volvía a la sala donde pasaba el tiempo con el perro hasta que le llamaban a la mesa, pero antes debía volver a lavarse las manos por haber acariciado al perro.

La cena era tranquila y llena de paz, sus padres le preguntaban todo sobre su día y por supuesto Giorno les contaba con entusiasmo, en ocasiones les hacía preguntas acerca de términos que escuchó y que no terminaba de entender. Su ser curioso por el mundo le obligaba a preguntar hasta saber el significado absoluto de las cosas.

– Papá ¿El día de las madres es muy importante? – Preguntó luego de unos segundos de silencio.

Jonathan y Dio le miraron con mucha sorpresa, estaban habituados a las preguntas de su hijo, pero aquella les tomó desprevenidos.

– ¿Qué? – Dio no pudo evitar reaccionar con asombro.

– ¿Qué dijiste, Giorno? – Jonathan pidió escucharlo una vez más.

– Que si el día de las madres es muy importante – Repitió de la misma forma tranquila.

La pareja se miró con asombro ahora sabiendo que escucharon bien. Por medio de miradas tuvieron una pequeña conversación antes se responderle a su hijo. Desde que Giorno era pequeño decidieron no ocultarle nada y eso incluía su origen por lo que el niño sabía que él tenía una madre de nacimiento, le explicaron de la forma más sencilla posible para un niño pequeño sobre la forma en la que llegó con ellos y cómo se convirtieron en familia. Giorno sabía que tenía una mamá y que ellos eran sus padres y al parecer no sintió mucha curiosidad sobre ello pues en contadas ocasiones les hizo preguntas sobre el tema.

– Sí, es un día muy importante, es para celebrar a las mamás y para agradecerles todo lo que hacen por nosotros – Explicó Jonathan tranquilamente, considerando que no tenían nada que esconderle.

– ¿Como el día del padre? – Preguntó el pequeño.

– Exacto, es como el día del padre, solo que es para las mamás o para una persona que quieras y aprecies tanto como a una mamá –.

Giorno parpadeó con una expresión de comprensión. Claro, ya había pensado que el día de la madre era igual al día del padre, pero sentía mucha curiosidad por la forma en la que actuó Mista.

– ¿Sucede algo con el día de la madre? ¿En la estancia te dijeron algo? – Preguntó Dio en un tono un poco más serio de lo normal. Su mente ya estaba haciendo conjeturas no muy agradables. – ¿Bucciarati dijo algo? –.

– No, el señor Bucciarati no dijo nada – Respondió negando mientras comía su puré de papas. – Fue Mista –.

– ¿Mista? –.

– Ah, uno de tus compañeros ¿Cierto? – Recordó Jonathan.

– Sí, hoy llegó muy preocupado, estaba triste porque todavía no tiene un regalo para su mamá – Giorno contó la situación de ese día de la manera en la que lo recordaba.

– Oh, así que fue eso, que lástima por él – Jonathan le sonrió a su esposo con alivio. No le alegraba la situación del niño, era su forma de decirle a su esposo que no se preocupara ni alterara porque la situación no era como uno de los escenarios que sabía se estaba imaginando.

– Entonces el señor Bucciarati le dijo que no estuviese triste porque el señor Abbacchio lo va a acompañar mañana a comprar un regalo –.

Pese a que los padres comenzaban recién a sentirse más tranquilos, ese comentario les puso en alerta nuevamente.

– ¿El cuidador va salir con tu compañero? – Cuestionó Dio.

– Sí, el señor Bucciarati le dijo eso a Mista –.

– ¿Irán solo ellos dos? ¿No irá todo el grupo? – Preguntó Jonathan con cautela. Estaba enterado de los paseos al exterior que se daban en la estancia, Bucciarati se lo había dicho cuando pidió información del lugar, pero no le mencionó nada acerca de salir en privado con un niño.

– No, solo Mista y el señor Abbacchio – Giorno respondía a las preguntas de sus padres, era claro e inocente al hacerlo, sin percatarse de lo alterados que sus padres comenzaban a ponerse.

La pareja volvió a compartir una mirada, esta vez más preocupados que antes. El ceño fruncido de Dio decía que no iba a dejar las cosas como si nada y que averiguaría qué estaba pasando, la mirada y la expresión de Jonathan le pedían que se calmara un poco, pero tenía la misma determinación para averiguar la verdad.

Para Giorno el día jueves fue tan rutinario como los demás. Pasó la mañana con Narancia leyéndole un cuento y luego jugando, el menor ya no tenía interés en los rompecabezas pues se le dificultaban bastante, así que el juego predilecto del día fue construir una torre de bloques gigante con absolutamente todos los bloques, claro, después de que el menor tuviese su sesión de estudio con Bucciarati.

Las horas pasaron y después de la llegada de Mista y Fugo comieron el almuerzo, al terminar ocurrió algo diferente, pero en realidad no influyó en la rutina del niño Joestar. Una vez terminado el almuerzo, Abbacchio y Mista se marcharon de compras para conseguir el regalo para la madre del niño y no volvieron sino hasta dos horas después. Giorno alcanzó a ver a lo lejos la caja adornada con papel y un moño de color rojo, no pudo verlo más de cerca pues Bruno dijo que lo guardería en la cocina para que al día siguiente Mista pudiese dárselo a su madre.

El resto del día transcurrió con normalidad, Giorno jugó con sus amigos sin percatarse realmente del paso del tiempo, sin embargo peso a que él estaba muy tranquilo, sus padres tenían emociones contrarias.

Después de los primeros días de su hijo en la estancia Jonathan y Dio comenzaron a turnarse para recogerle, pero esa noche ambos estaban afuera listos para recogerle.

La pareja no dejaba de pensar en la historia que les contó su hijo. Lo más importante para ambos era la seguridad y el bienestar de Giorno, querían estar seguros de que estaría en un lugar donde le cuidarían bien y no le arriesgarían, por ello demoraron mucho para encontrar una estancia infantil adecuada hasta que encontraron la de Bucciarati y aunque hasta el momento había llenado sus expectativas, no podían dejar pasar el hecho de que los cuidadores parecían sacar a los niños a la calle sin compañía de nadie más. Jonathan no quería pensar mal, pero le incomodaba, mientras Dio estaba listo para demandar al lugar si llegaban a encontrar algo extraño.

– Más le vale a ese sujeto no planear nada extraño con nuestro hijo, si llega solo a pensarlo me encargaré de destruirlo – Dijo Dio en voz no tan baja. Recién acababan de llamar a la puerta y esperaban que les atendieran.

– Dio, por favor, venimos a aclarar las cosas – Jonathan intentaba calmar a su temperamental esposo. Pese a que él se sentía de un modo parecido, no quería comenzar una guerra si no era necesario.

Dio Brando no replicó nada, no porque no tuviera replica alguna sino porque Bucciarati abrió la puerta.

– Buenas noches, señor Joestar, buenas noches, señor Brando – Saludó cortésmente.

– Buenas noches, señor Bucciarati – Jonathan respondió al saludo.

– ¡Giorno! ¡Tus padres han llegado! – Llamó al interior del lugar.

Pasaron tan solo 3 minutos cuando Giorno apareció en escena luego de despedirse de todos sus compañeros y de tomar su mochila. El pequeño sonrió feliz al ver a sus dos padres allí y se aferró a las piernas de su papá en un abrazo.

Dio no demoró en agacharse para tomarlo en brazos y Jonathan se acercó para acariciar su cabello en un gesto cariñoso. La escena era observada por el cuidador, quien no se retiraría hasta que la familia se despidiera.

– Dio... ¿Podrías adelantarte con Giorno? Hay algo que quiero preguntarle al señor Bucciarati –.

Las cejas de Dio Brando se fruncieron y su cara formó un gesto de confusión e indignación. Acordaron hablar los dos con el hombre, nunca se mencionó nada de adelantarse con Giorno y no le gustaba que Jonathan cambiara de planes. No era una persona que permitiera que los demás le ordenaran y pasaran sobre él, pero accedió al ver a su esposo a los ojos.

– No te demores – Le dijo como respuesta, aunque claro en casa pensaba decirle un par de cosas más.

– Nos vemos, señor Bucciarati – Giorno levantó la mano para despedirse de su cuidador como cada noche.

– Hasta mañana, Giorno – Bruno se despidió del niño manteniendo un semblante serio, pero amable. Le sorprendió un poco que el señor Joestar dijera que quería hablar con él, en especial porque el comportamiento de ambos hombres indicaba que se trataba de algo serio.

Dio miró una vez más a su esposo y luego a aquel hombre antes de marcharse con su hijo.

Ciertamente, Jonathan agradeció que Dio accediera a su petición tan fácilmente sin ninguna objeción o reproche, sabía bien que más tarde le reclamaría, pero por el momento se sentía tranquilo. La razón por la que hizo un pequeño cambio en sus planes era que conocía muy bien a su esposo, sabía lo intimidante que podía ser y no quería causar un alboroto en un lugar donde había niños.

– ¿En qué puedo ayudarle, señor Joestar? –.



★☆★☆★☆★☆★☆★☆★

Eso ha sido todo por hoy, espero que les haya gustado nwn
En los siguientes capítulos la historia comenzará a avanzar más allá de la estancia Bucciarati.

Aquí una pequeña avlaracion:

Día de las madres: En Estados Unidos el día de las madres se celebra el segundo domingo del mes de mayo y ya que la historia se ambienta en 2023, significa que sería el 14 de mayo.

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