Crown

By SamR_16

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Liah, princesa de Evigheden, próxima monarca del reino más grande y poderoso conocido hasta la fecha. Luna, p... More

Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capitulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
XIV
XV
Recuerdo I
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Capítulo L (50)
Capítulo LI
Capítulo LII
Capítulo LIII
Epílogo

Capítulo XXVII

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By SamR_16

SIGLO ANTIGUO

IGLESIA CATÓLICA DE EVIGHEDEN

SIN POV ESPECÍFICO

Estában cara a cara, mirándose una la otra con tan solo una suave melodía de fondo. Cientos de personas viéndolas en ese templo y con el padre justo a su lado.

-¿Reina Liah Evigheden, recibe usted a esta mujer para ser su esposa, para vivir juntas en sagrado matrimonio, para amarla, honrarla, consolarla y cuidarla, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad, durante el tiempo que duren sus vidas?

Liah sonrío. Ella tenía más que clara esa respuesta y no dudo en responder en cuanto se le dio la oportunidad.

-Sí, acepto.

Luna sonrío aún más al saber que su prometida no lo pensó un segundo. Ahora se sentía un poco mal al saber que había duda de ella durante unos segundos. Liah era la escogida de ella y no debía temer de nada con ella al lado.

-¿Princesa Luna Calanthe, recibe usted a esta mujer para ser su esposa, para vivir juntas en sagrado matrimonio, para amarla, honrarla, consolarla y cuidarla, en salud y en enfermedad, guardándole fidelidad, durante el tiempo que duren sus vidas?

Luna miro a Liah y sonrío, con su rostro lleno de lágrimas. Al carajo se fue el consejo de Esmeralda, pues a los ojos de Liah seguía siendo preciosa, pero para los demás y la fotografía parecía haber salido de algún teatro de terror.

Aún así, en medio de las lágrimas encontró la manera de dejar salir una sola palabra que contentó por mucho la vida de Liah.

-Acepto.

El padre sonrío notando las mirada entre ambas mujeres frente a él. Todos podían palpar el amor inigualable inigualable aquellas dos mujeres. Era hasta más fuerte que el de una pareja heterosexual. El padre estaba seguro que este matrimonio sería más largo y duradero que uno normal.

Aún así, luego se dirigió a la reina sabiendo que faltaba el último paso. El momento más importante para la pareja y que confirmaría su amor frente a los demás.

-Majestad, repita después de mí.

-Yo Liah Evigheden, te recibo a ti Luna Calanthe para ser mi esposa, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe.

Liah repitió cada palabra con seguridad. Luna no podía sentirse más emocionada. Sabía que su reina estaba diciendo la verdad y solo eso. No había cabida para titubear o para miedo. Todo le fluía tan perfecto a la reina.

-Princesa, repita después de mí.

Fue el turno de Luna y ningún presente pudo confirmar cual de las dos lo había dicho con más seguridad y certeza. Seguramente jamás habían visto unas prometidas como aquel par. Sin duda alguna, su matrimonio iba para largo.

-Yo Luna Calanthe, te recibo a ti Liah Evigheden para ser mi esposa, para tenerte y protegerte de hoy en adelante, para bien y para mal, en la riqueza y en la pobreza, en salud y en enfermedad, para amarte y cuidarte hasta que la muerte nos separe.

Lentamente las lágrimas de Luna se habían detenido, pues debía controlarse o parecería que se estaba casando en su contra. Solo ella pensaba eso porque todos los presentes estaban seguros que ambas estaban por un verdadero sentimiento y no por posición o dinero.

-Ahora deben intercambiar sortijas- indica el padre -. Reina, mientras lo pone, diga después de mí: yo te coloco esta alianza como señal y promesa de nuestro amor constante y
fidelidad duradera.

La reina con cuidado sobrehumano introdujo el anillo de matrimonio en el dedo anular izquierdo de la princesa. Justo donde estaba el anillo de compromiso. No sin dejar de repetir lentamente las palabras que le decía el padre. Liah noto como Luna dejaba escapar algunas lágrimas más de sus ojos. Tristemente a Luna se le hacía imposible no dejar de derramar lágrimas. Retuvo el impulso de acercarse para secarlas. Debía guardar ciertos reglamentos cuando estaban en público.

-Princesa, repita después de mí: yo te coloco esta alianza como señal y promesa de nuestro amor constante y
fidelidad duradera.

Liah sonrío. Extendió su mano y vio como Luna ponía el anillo en su dedo anular con cuidado. Repitiendo cada palabra con devoción. Suspiro notando el peso de la joya en su dedo. Era oro puro con un diamante incrustado. No quería saber cuánto pesaba el de Luna, llevando dos en el mismo dedo.

El padre, sonrío y les pidió tomarnos de las manos. Luego él hablo:

-En virtud de la autoridad que me conceden las leyes de la monarquía de Evigheden, las declaro esposas...

Tomó un descanso, mirando a ambas mujeres. La reina lo miró fijamente, rió y dijo las palabras que tanto esperaba Liah.

-Su Majestad, puede besar a la novia.

El padre no tuvo que repetirlo dos veces cuando, Liah, había tomado a Luna por la cintura y la sujeto cerca de su cuerpo. Se sintió viva. Seco sus lágrimas con cuidado, sonrío y acercó sus labios con cariño. Sólo fue un roce de labios que Luna se tomó la tarea de profunda un poco más. No sin llegar a ser exagerado.

-Te quiero- murmuro, Liah, contra sus labios -. Mucho.

-Y yo a ti.

Oxford fue el primero en acercarse y abrazar a la pareja como viejos amigos. No le importo estar apretando con mucha dureza a la reina del reino más grande e importante de la época, ni mucho menos a la princesa y prontamente reina consorte de dicho reino.

-¡Ya dile que la amas, ¿no?!

Bromeo, golpeando la espalda de Liah. Su sonrisa no pasaba por alto y en él también se veía la emoción y felicidad por el casamiento de su mejor amiga y de su prometida. Él podía confirmar que aquella princesa era mecedora de todo el amor y devoción que Liah le daba. No existía otra mujer que se mereciera aquel puesto más que Luna.

Los guardias se acercaron y alejaron a Oxford de los cuerpos de las recién casadas. La reina madre fue la segunda en acercarse y dar las felicitaciones a la pareja. Ella también lloraba sin darle pena las manchas en su rostro. Mientras veía a su hija casándose pensó en el momento que se estaba dando por vencida y en lo triste que estaría Liah al no tener a ninguno de sus dos padres allí presente. Ahora sé sentía agradecida con su hija por haberle dado la fuerza suficiente para seguir con la vida y así regalarle el hermoso día como hoy.

Fuera del lugar se escuchaban las campanas sonar, las personas gritar y vitorear el nombre de ambas mujeres. Todo se había vuelto un caos en solo minutos. El pueblo estaba igual de feliz que la pareja y familiares. Sabían que aquella princesa sería la reina indicada para reinar al lado de su reina Liah.

-Estoy tan feliz por ti, Liah- dijo, la reina madre -. No podrías haber encontrado a alguien mejor.

Por otro lado, Luna se encontraban en un fuerte abrazo de sus padres. Su hermana solo la miraba desde lejos. Sintiendo envidia de su propia hermana. Personas como ella jamás cambiarían y Luna estaba consciente que nada podría hacerle para hacerla cambiar de opinión o sentimientos.

-Me ha superado, Eduard- dice la reina de Calanthe -. Me he casado a los veinte y ella a los diecinueve.

Liah tenía un oído puesto en su madre y otro puesto en la conversación de la familia de su esposa. Esposa... Aquella palabra se escuchaba bien para referirse a Luna. Sonrío por sus propios pensamientos.

Las felicitaciones de diferentes familias reales llegaron a ellas. Un anillo de guardia a su alrededor sin estorbar, pero siendo lo suficientemente efectivo como para atacar a la primera amenaza.

-Debemos ir al palacio, madre.

Liah le recordó a su madre que estaba muy emocionada hablando con el Lord Paulette. Uno de los muchos lord que vivian al otro lado del mundo. Lugares que ni siquiera ella había visitado por las largas horas o días de viaje. No le entusiasmaba querer irse así y poder morir en el intento. Prefería quedarse en tierra plana.

-Sí, haya iremos.

La madre se despidió del caballero. Las esposas fueron dirigidas al carruaje real donde debían dar un pequeño recorrido y saludar al pueblo que se sentía extasiado con la boda monárquica.

-Dios, tengo calor.

Murmuro, Luna, cuando al fin estuvieron a solas. Realmente el vestido tenía muchas capas de tela que no sólo lo hacía pesado y cansado, si no que también proporcionaba mucha calor. Liah debía darle un premio a su esposa por haber sacrificios como esos para poder tener la boda más hermosa y perfecta de toda la vida en el pueblo de Evigheden.

-Este vestido de...

Luna seguía quejándose y estaba a punto de decir una barbaridad, sino fuera porque Liah la interrumpiera solo para decir lo que hace mucho tenía en mente, pero no había tenido la oportunidad suficiente.

-Te queda hermoso, Luna. Aún así, puedo notar la calor que debe darte. No hemos planeado bien la fecha, podría haber sido nevando.

Comento con una sonrisa. No podía quitar la mirada de encima de su ahora esposa. Liah era fiel creyente que cualquier cosa le quedaría espectacular a Luna. Y esta vez no la había defraudado con sus pensamientos. Mientras ella seguía en admirándola, Luna no veía el momento de quitarse todo de encima.

-¿Nevando?

Luna habla confusa, Liah asiente inocentemente pensando que su idea era la mejor.

-No creo que habría sido muy correcto.

Liah reconsidera la idea. Su cerebro trabajando rápidamente. Procesando las palabras de su esposa y poniendo toda su boda en invierno. Su imaginación teniendo que trabajar el doble.

-¿Tú crees?

Liah vuelve a cuestionar haciendo reír a Luna. Pensaba que pasaría de todo al entrar en ese carruaje, pero nunca discutir con Liah acerca de cuál habría sido la mejor fecha para su boda luego de haberse casado. Era un poco tarde para que Liah se pusiera a pensar en eso.

-Tendríamos que patear nieve para caminar, Liah. Sería complicado, ¿sabes a lo que me refiero?

Luna no podía ocultar su sonrisa burlona. A veces Liah era tan seria con sus cosas, pero otras veces era tan inocente y tierna como justo ahora.

-Eso creo, sí.

Luna miro por las ventanas y saludo levantando sus manos, solo un poco. Liah repitió su movimiento y saludo hacia ambos lados. Los pueblerinos se sentían emocionados ante la nuevas buenas y querían compartir un poco de ésto con la realeza.

-¿Siempre debemos sonreír?

Liah, miro a su recién esposa. Su pregunta la tomó por sorpresa. De pequeña tenía la misma pregunta, pero simplemente nadie le contestó. Suponía que eso era lo correcto e ideal para las personas allá afuera.

-¿No hacías esto en tu pueblo?

Cuestiono, confusa. Pensó que era común que pasará aquello en todos lados. La monarquía pasando un buen rato con el pueblo, como debía ser.

-Normalmente lo hacían mis padres y Esmeralda.

Responde sin importancia, pensaba que eso no era significante para ella. Nunca la habían tomado en cuenta para cosas de la monarquía.

Liah tenía un listado, extenso, de todas las cosas erróneas que los reyes de Calanthe le habían hecho a Luna. Era imperdonable como la mantenían de lado en la mayoría de las cosas que hacían. La reina de Evigheden no podía retener más el desagrado hacia aquel rey. El que ahora estuvieran unidas sus naciones por un matrimonio no haría que se detuviera en regresarle cada una de las cosas que le habían hecho a su dulce princesa.

-No te preocupes- Liah se acerco a ella, tomando su mano -. Ahora saldremos juntas, siempre. Como esposas y reinas de éste pueblo.

Luna sonrío, se acercó y beso la mejilla de Liah.

-Te extrañe muchísimo durante estos meses.

Susurro sin alejarse de su rostro. Liah sonrío y su mirada se desvío a los bonitos labios de su esposa.

-Y yo a ti. Te prometo que no me volveré a alejar de ti por tanto tiempo.

-Las promesas están hechas para romperse, Liah.

Recitó, Luna. Liah sonrío y negó confiada de sus palabras y poder.

-No, mis promesas no.




______________________
Nota de la autora:

Buenas buenas, aquí el capítulo del día.

Finalmente están casadas. Crecen tan rápido mis niñas.

¿Le desean buena suerte?

Se viene las noches de boda y finalmente tendremos algo de salseo, lo prometo.

También falta un poco más de drama, pero no diré nada más.

Comenten si les está gustando la historia y si no, pues habiendo háganlo.

No olviden votar.

Sin más que decir.

Nos leemos en el próximo capítulo.

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