Crown

By SamR_16

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Liah, princesa de Evigheden, próxima monarca del reino más grande y poderoso conocido hasta la fecha. Luna, p... More

Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capitulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
XIV
XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Capítulo L (50)
Capítulo LI
Capítulo LII
Capítulo LIII
Epílogo

Recuerdo I

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By SamR_16

SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE EVIGHEDEN

El palacio se encontraba vacío aquella noche. Los reyes habían dejado a todos ir temprano a petición de una pequeña princesa y así pasar la víspera de navidad con sus seres queridos.

-¿Habrá regalos para mí, papá?

Una pequeña princesa se paseaba por la sala viendo el árbol lleno de luces frente a ella. El árbol era muy grande y había sido decorado hace algunas semanas atrás por los tres, en una noche libre del monarca. Así pudo complacer el deseo de su unigénita.

El rey río, viendo a su pequeña hija inquieta. Parecía que podría caerle encima al pobre árbol en cualquier momento. Desde que aparecieron los regalos no perdía cualquier momento para acercarse a la gran sala y mirar si los regalos no se habían ido de su lugar. Cada persona que la veía haciendo aquello no podía retener la sonrisa al ver a la adorable princesa.

-Si te haz portado bien, sí.

La repuesta de su papá la hacen sorprenderse. Sus pequeños labios se tuercen, pensando. Debía hacer memorias de sus peores momentos estos años. Había hecho muchas travesuras, pero siempre había pedido disculpa después de lograr su cometido. Podía suponer que aquellas "malas" acciones habían pasado a ser cosa ddl pasado.

-Me he portado bien, papi- murmura, parpadeando repetidamente -. ¿Tú?

-Veremos si hay regalos o no para mí.

La princesa iba a hablar, pero su madre entró a la sala con un vestido blanco hermoso. Liah miró a su madre de cabeza a pies y suspiro. No podía negar la admiración que tenía por su madre.

-Mamá...

La reina la miro con una sonrisa ligera. Aquella sonrisa que siempre portaba en su rostro para cualquier momento. Era la que mantenía la paz dentro del palacio y en la vida ajetreada de su esposo y monarca.

-Dime, bonita.

-¿Mi esposa será tan bonita como tú?

Aquella frase hizo sonreír grandemente a la reina. Que su hija la considerará bonita era mucho para ella. Su esposo se lo repetía día a día, pero los niños no mentían nunca. Sabía que los años le estaban cayendo poco a poco, pero para muchos ella era el estándar de belleza del pueblo. Aún su hija de diez año lo reconocía y aquel comentario y reconocimiento lo empezaba a creer.

-No importa mucho el exterior, Liah. El interior es mucho más importante. Tal vez, sea más hermosa que yo.

La princesa se acercó a su papá con preocupación. El rey no oculto su rostro de confusión al ver a su hija de esa manera y la reina miró la interacción curiosa. Notaba como su pequeña hija era mucho más unida a su esposo y eso le alegraba un montón. Además, su hija estaba explorando todo últimamente y sabía que ambos debían estar para saciar ese cuerpecito y cerebro con hambre de información.

-¿Cómo hiciste para que se enamorará de ti, papá?

El rey rió alto. Su preocupación se fue por el caño y la risa lo inundó. Su hija era una dramática y exageraba todo. Él en serio pensó que su hija estaba preocupada. Solo quería saber el chisme. Tuvo que detener su risa y contestarle a su pequeña porque ella no entendía la razón de aquellas carcajadas

-Los Evigheden tenemos aquel dote en la sangre, hija. Ya verás cuando te toque a ti.

Dijo con orgullo. Liah entendió muy poco, pues apenas tenía diez año y no era que convivía con muchas personas. La mayoría de las veces debía investigar por su propia cuenta o preguntarle a su institutriz. Aún así, intento con todas sus fuerzas guardar aquella respuesta y descubrirla en un futuro.

La reina rió cerca del árbol de navidad. Ahora entendía que se estaban susurrando ambos. Aún que, ninguno de los dos fueron muy discretos cuando ambos la vieron fijamente. Sin duda alguna, estaban hablando de ella.

-¿Y si no me quiere?- ambos dejaron de sonreír -. Soy diferente...

La reina negó, callándola. El rey la abrazo en sus grandes brazos. Cuanto odiaban que su hija tuviera esos pensamientos siendo tan pequeña. No había sido expuesta al mundo, pero aún así, había sufrido de chismes dentro del palacio. Más de una vez habían tenido que llamar la atención y varios fueron echados del lugar por murmurar en contra de su propia futura monarca.

-Lo diferente es mucho más hermoso, hija- habló, su madre, con cariño -. No olvides que debes amarte a ti misma primero, para que otros puedan amarte.

La pequeña escuchaba todo con atención. Sus padres siempre le daban los mejores consejos y ella era atenta a cada palabra. Era muy minuciosa.

-¿Y debo besarla?.

Cuestionó, con una ligera mueca de asco. Sus cambios de conversaciones eran radicales, pero muy entretenidos. Nunca sabría que vendría a continuación.

Ambos volvieron a reír. Su hija era única, eso era seguro. No sabían muy bien de dónde sacaba todas esas preguntas, pero les parecía bien que fueran ellos quienes respondían y no otras personas que podrían hacerlo con malicia.

-Cuando aquello pase, ambas lo querrán.

Asegura el rey con una sonrisa. Aún tenía entre sus brazos a la pequeña, aún que, ya no la abrazaba. Sólo la quería tener cerca de él para escuchar todo claro y ayudarla a saciar su curiosidad.

-¿Es bonito hacerlo?

Los reyes comparten una mirada. Eran preguntas bastante difíciles de contestar a una menor. No les había pasado por la cabeza que esto podría pasar y no se habían preparado lo suficiente.

-Supongo que sí.

Murmura, la reina, sin saber como abordar el tema. Aún así, responde rápido para que sus palabras suenen más seguras y más reales. No podía profundizar mucho o seguro su hija terminaría traumada.

-Y después, ¿cuál es el siguiente paso?

El rey se atoró con su propia saliva, tociendo repetidamente. Las pequeñas manos de la princesa golpearon su ancha espalda intentando aliviarlo. Ella era tan inocente pensando que su padre realmente se estaba ahogando.

¿A qué se refería con el siguiente paso? Se cuestionó el rey. Su hija iba en serio con el formulario. Se sentía más en presión que cuando debía firmar una alianza o una acta de guerra.

-Deben casarse.

Contesta, la reina. El rey la mira, agradecido. Su esposa parecía tener la cabeza más clara que él. Su mente había pasado a otra parte, un poco alejada de una boda.

-¿Y listo?- cuestiona, nuevamente, curiosa -. ¿Los bebés se hacen mágicamente?

Los reyes se miraron entre sí, nuevamente. Ahora sí, les había tomado desprevenido. No pensaron tener esta conversación con su inocente hija de diez años. Era demasiado para unos padres primerizos. Ojalá alguien les hubiera recordado que esta conversación vendría en el momento menos esperado.

-Para eso deben amarse mucho y luego, se hacen los bebés.

Vuelve a responder la reina. A simple vista se veía muy tranquila y segura de lo que decía, pero por dentro estaba muerta de nervios y esperando que sus repuestas fueran suficiente para su hija.

-Que aburrido- Liah suspira -. Pensé que sería diferente.

-¿Diferente?

La pregunta sale, sin querer, del rey. Si arrepiente al saber que su hija seguiría indagando en el tema. Su esposa lo mié de mala manera, ninguno de los dos se encontraban en óptimas condiciones para este tema superficial, mucho menos para la profunda.

-Sí, mi institutriz me ha enseñado qué debo hacer cuando quiera tener un bebé, pero hay una parte que no entiendo...

Comenta, distraída en el impacto en sus padres. ¿Que la institutriz qué? Eso no debía enseñarlo hasta lo mínimo doce años. Sin duda alguna, tendrían una conversación con ella acerca de sus apresuradas clases a una niña.

-Deben ir a la cama y luego hacer algo, pero no se qué- sigue hablando -. Sin ropa... ¿A qué se refiere, mami? Dijo algo como relaciones seriales.

El rey retiene la carcajada al escucharla decir aquello. Relaciones seriales. La reina lo miro mal, nuevamente. No estaba aportando mucho y lo que decía o hacía empeoraba la situación haciendo que no pudieran salir de la conversación sin ser demasiado evidente. Si cortaban todo, su pequeña hija podría interpretar las cosas de mala manera y no quisiera confiar más en ellos. Y eso, ellos no lo deseaban.

-Luego hablaremos de eso, hija- anuncia, la reina -. Debemos preparar la mesa ya que propusiste darle la noche a las trabajadores, ¿recuerdas?

-Sí- Liah asiente entusiasta -. Fueron felices cuando lo anunciamos.

El rey sonrío, notando lo noble que era su hija y sabía que sería así en todo lo que creciera. Por otro lado, la reina se alegro que su hija no se viera triste por cortar las cosas. Ya tendrían otro momento para hablar de esas cosas y tal vez, ella podría sentirse más preparada mentalmente.

-Entonces, manos a la obra- la reina aplaudió en el aire.

La familia real disfruto aquella noche solos. Como una familia normal. O así así fue hasta la mañana siguiente, cuando todo volvió a la normalidad.





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Nota de la autora:

No se preocupen, sigan deslizando.

Pero no olviden votar y comentar.

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