Crown

By SamR_16

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Liah, princesa de Evigheden, próxima monarca del reino más grande y poderoso conocido hasta la fecha. Luna, p... More

Prólogo
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capitulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
XIV
XV
Recuerdo I
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXIV
Capítulo XXV
Capítulo XXVI
Capítulo XXVII
Capítulo XXVIII
Capítulo XXIX
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXII
Capítulo XXXIII
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XXXVII
Capítulo XXXVIII
Capítulo XXXIX
Capítulo XL
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Capítulo L (50)
Capítulo LI
Capítulo LII
Capítulo LIII
Epílogo

Capítulo XIII

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By SamR_16

SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE EVIGHEDEN

LIAH'S POV

El viaje de regreso había sido maravilloso, sin igual.

Algunos guardias habían estado detrás de nosotras, pero a una distancia prudente. Sólo los notábamos si queríamos.

Ayude a bajar a la Princesa de la yegua, era lo suficientemente grande como para complicar a cualquiera. Además, debía aprovechar la oportunidad de tenerla cerca y tocarla un poco. Ella agradeció, antes que un mayordomo llegara corriendo. Hizo una pequeña inclinación y luego se centro en mí con cara de angustia. Sabía que venían malas noticias.

-El rey, ha sufrido otro paro cardíaco, Su Alteza. Esta muy grave, los doctores creen que no pasará la noche- informa, mi rostro va perdiendo la sonrisa poco a poco -. La han mandando a buscar, pero los guardias no la encontraron. Debe ir a su habitación en seguida.

Asiento de manera inmediata, caminado hacia dentro del Palacio. Por un segundo olvidó que estaba junto a la princesa Luna, pero no la dejo de lado y la llevo conmigo. Subimos las escaleras con rapidez y llegamos a su habitación a una velocidad impresionante. Luna se queda atrás por unos segundos mientras yo, prácticamente, corro. Mi madre se encontraba allí, quieta e inmersa en sus pensamientos.

-¿Madre...?- susurro. Cuando se gira, puedo notar su rostro de sorpresa al verme de pronto allí y la angustia en cada parte -¿Qué ha pasado...?

De pronto, por su rostro caen grandes gotas de lágrimas. Abro la boca intentando decir algo, pero su cuerpo se estrella contra el mío en un abrazo fuerte, buscando soporte en alguien más. Siento su cuerpo sacudirse con fuerza contra el mío. No entendía bien lo que pasaba y por qué estaba reaccionando así. De igual manera, la sujete con fuerza y la mantuve entre mis brazos.

El doctor de la familia real sale de la habitación de mi padre. Era un hombre mayor vestido de blanco en su totalidad y con una barba igual de blanca y larga. Solo con su rostro pude suponer lo que estaría pasando y al momento en que me mira y niega lentamente entiendo todo. Cae como un balde de agua fría, pero comprendo que mi padre había fallecido. La enfermedad había ganado la batalla y nos lo había arrebatado de nuestras vidas.

Abrace con fuerza a mi madre, sintiendo mis piernas debilitarse. Solo estábamos ambas para apoyarnos mutuamente. No había nadie más, no había familia. Solo ella y yo.

Retengo las lágrimas cuando algunas intentaban salir. Debía ser fuerte por mi madre y por la fortaleza que debía mostrar siempre. Debían verme como su superior, siempre. Sea lo que sea, no podían verme débil. Nadie.

-Estaba bien hace unos minutos...- habla mi madre, entre hipidos -. Hablamos. Dijo que se sentía bien. Cansado como últimamente... Ahora, no está... No está con nosotras, Liah...

Me arrecuesto a la pared más cercana llevando a mi madre conmigo. Puedo notar la presencia de la princesa y su rostro de tristeza. Notando cuánto le había afectado la noticia a mi madre.

Miro hacia arriba, sintiendo las lágrimas querer salir, nuevamente. Odiaba ser débil. Prefería ser fuerte y luego llorar todo lo que debía, pero no lo podía hacer. Odiaba eso.

~•~

DOS HORAS DESPUÉS

La noticia había rondando en todo el Palacio. Era como el polvo. Los sirvientes daban sus condelencias cada vez que pasaban a nuestro lado. Odiaba que lo hicieran, pero no tenía otra cosa que hacer más que sonreír tristemente. Solo deseaba meterme en mi habitación, meditar y dejar salir todo mi dolor que estaba reteniendo.

Mi madre había subido a su aposentos siendo vigilada por su ama de llave. No pensaba que se hiciera daño a sí misma, por lo que, preferí tomar cuidado de ella aunque ella no lo había pedido, ni sabía. Solo deseaba que no hiciera ninguna otra tragedia al perder al hombre de su vida y quién había estado para ella desde su juventud. Este momento era una tragedia para ella y era capaz de todo en este instante.

Por mi parte, compartía un momento en silencio junto a la Princesa.

-¿Sería mejor volver a mi pueblo?

La suave voz de Luna sale en un susurro poco audible. Pensé haber inventado sus palabras porque temía que las dijera desde que todo el suceso explotará. Sin embargo, ella me veía atenta y con una aflicción. Sabía que estaba triste por el ambiente, pero no porque conociera lo suficiente a mi padre como para sentir cercanía con él.

-¿Qué?

Ella humedeció sus labios, como cada vez que estaba nerviosa, y miro sus propias manos.

-Si debo volver a mi pueblo...

-¡No!- me retracto al ver a Luna asustarse ante mi respuesta tan apresurada -. Digo... No es necesario. Puedes quedarte. Además, tu presencia me hace fuerte y saber que tengo alguien a mi lado.

Luna sonríe un poco, se pone de pies, se acerca a mí y besa mi mejilla despacio. Siento mi cuerpo tomar fuerza y mi cara tomar color. Deseaba que tuviera más impulsos como este.

-Lu... Luna...- balbuceo, ella sonríe tímidamente.

Esto era un gran paso. Estábamos teniendo contacto físico y normalmente no pasaba hasta algunos meses de conocerse. Que ella tuviera el atrevimiento me llenaba de esperanza. Pensaba que sería yo quien hiciera este tipo de cosas, pero me había equivocado y por primera vez agradecía equivocarme. Sin duda alguna, no tenía como expresar los latidos de mi corazón. Sabía que estaba sonrojada, pero no sabía la magnitud y esperaba no estar avergonzándome sin saber.

-Siento que nos conocemos desde el año pasado, Liah- confiesa, Luna -. Con todas las cartas, puedo decir que te conozco bastante bien.

-Puedo decir lo mismo.

Concuerdo con una sonrisa tonta. Con ella me comportaba de una manera tan extraña, era tan vulnerable y susceptible a cualquier cosa que ella hiciera o dijera.

-Puedes decirme todo lo que quieras con confianza. No te dejaré. No lo hice antes, a distancia, no lo haré ahora que estamos a metros.

Sus palabras son alivio para mí. Sonrío asintiendo y agradeciendo en silencio por su confianza en mí. Me acerque a ella y tome su mano para besarla suavemente como la última adicción que había obtenido.

Sin embargo, me acuerdo del último detalle al ver el reloj detrás de ella. Era cerca de las una de la tarde y el almuerzo era servido a esta hora. Normalmente nadie se acercaba a avisarnos porque era costumbre, pero el tiempo se me había pasado por alto y nos estarían buscando. No deseaba alejarme de Luna y perder el ambiente en el que estábamos, pero ella podría tener hambre. Más momento como este vendrían y no los desaprovecharía por nada del mundo.

-El almuerzo debe estar servido.

Comento, ella me mira y asiente. Esperaba que no tomara esto como una manera de cortar todo, todo era porque ella podía tener hambre. La llevo hasta el comedor y en efecto, la comida estaba allí. No podía asegurar si desde hace mucho o desde hace poco, pero no pensé mucho en ello y aleje la silla para que se sentará a mi lado. Mi madre no comería y eso estaba más que claro, yo tampoco tenía apetito y no comería algo muy pesado. Lamentaba desperdiciar comida, pero no podía pensar en comer sin desaparecer la sensación de vómito. Preferí sentarme en mi puesto y la verla comer. Ella, al contrario, comio como supuse. Tenía hambre, pero no lo diría.

-La mesa quiere tener una reunión con usted, Su Alteza.

Anuncia, un sirviente que entra. Suspiro y me pongo de pies sabiendo que esto pasaría. Me disculpo con la Princesa, deseándole que tenga buen provecho y que nos veríamos luego. Finalmente, camino hasta la sala de reuniones donde venían cuando necesitaban discutir algo de suma importancia con el rey.

El primer ministro encabeza la lista. Luego hay jueces, políticos y capitanes del ejército. No sirven de nada, pero debía haber una mesa de diálogo. Aún cuando gobernaba la monarquía ellos podían tomar decisiones acerca del pueblo sin tener que acudir al rey.

-Su Alteza, nuestro más sentido pésame- todos se ponen de pies en sus lugares y inclinan su cabeza -. Tres minuto de silencio por nuestro antiguo Rey.

Aprieto los puños con fuerza. El ministro se quería hacer el que amaba a mi padre. Sin embargo, era conocido que siempre quiso ocupar su lugar. Sabía cuáles eran los riesgos de subir al trono. Ahora, tenía el doble por ser simplemente una mujer. Todos aquellos hombres que se creían superiores simplemente por ser hombre, me intentarían quitar del puesto. No podía dar mi brazo a torcer, pero ellos no sabían que mi padre me había entrenado para esto. No me dejaría doblegar por nadie, aún que, me daba algo de temor lo que podrían hacer por un puesto como el que ahora me pertenecía.

Los tres minutos pasan y cada quien se sienta. Me siento justo donde iba mi padre sintiendo el peso encima de mis hombros. El lugar era cómodo y ajustado a cualquiera que se sentará allí. Sobresalía entre los demás con los detalles dorados y el gran respaldar con formas de alas y una corona en medio. Además, estaba sobre un alto mostrando todo el poder de quién estuviera allí. El trono merecido para el monarca del pueblo más próspero conocido.

-Disculpe nuestro poco tacto, princesa, pero el pueblo no puede estar sin un rey o reina por mucho tiempo- comunica el primer ministro vocalizando por todos -. Debemos nombrarla reina de inmediato. La coronación puede ser en unos meses, pero el nombramiento no.

-Justo por eso me pregunto, ¿por qué me sigue llamando Su Alteza cuando soy Su Majestad?- cuestiono, todos me miran asombrados, no se esperaban que empezará a gobernar desde el primer momento en que pudiera -. Mi padre moriría, todos los sabíamos. No sería inmune a la muerte. Sé mi papel de ahora en adelante y no necesito una reunión como ésta para recordarme nuevamente esto. Mi nuevo cargo y título es reina Liah Evigheden y espero ser trata por ustedes a ese nivel. La coronación será en cinco meses. Todo los demás acontecimientos de la muerte de mi padre se harán como se dictó desde hace muchos años atrás. Mañana empezará todo. El anuncio debe salir hoy por la tarde. Háganle saber que tienen a una nueva reina.

Cuando me dispongo a salir, el primer ministro, me detiene. Me giro solo por cortesía.

-Sobre eso, Su Majestad- sonrío por dentro cuando me llama así -. Debe saber que no puede estar mucho tiempo soltera. Lo que más representa a una monarquía es la familia. Debe encontrar una esposa y pronto.

-Estoy en eso. No se preocupen por mí, preocúpese por el pueblo como siempre debe pasar.

Doy por finalizado todo. Veo algunas cabezas inclinarse cuando giro la cabeza y camino frente a ellos. Salgo de la sala y siento que mi cuerpo se relaja de manera considerable. Había salido justo como deseaba y hasta mejor. Mi padre estaría riendo y celebrando dónde sea que estuviera.

Esta realidad la había tomado hace algunos años atrás. Sabía que algún momento pasaría y debía tomar el papel como tal. Notablemente, callaba. ¿Ahora? Ahora todos me escucharían. Había llegado el momento de una nueva monarca que tenía muchas cosas en mente por mejorar y ahora tenía todo el poder de hacerlo. Nadie, ni nada podrían detenerme y por mi propia cuenta no pensaba hacerlo.

El reinado anterior había terminado. Mi padre fue un gran rey. Pero, había entrenado a una mucho mejor monarca y a donde fuera que estuviera sabría quién era y en lo que me había convertido.

La reina Liah Evigheden. La segunda mujer de la familia que se convertía en reina y estaba segura que dejaria marcas como mi último y único antepasado mujer que tuvo la misma oportunidad que yo y elevó el pueblo y el reino a otro nivel, justo donde se encontraba ahora. Todo mi poder, mi riqueza y mi vida se lo debía a ella, ya que, ella sacrificó todo hasta su vida para que nuestro apellido fuera tan poderoso y tan temido. Deseaba ser como ella y mostrar que las mujeres no éramos solo una joya más que portar. Éramos capaces de muchas cosas si tuviéramos el suficiente poder y atrevimiento.





_____________________________
Nota de la autora:

Hola mis niñas, aquí está el capítulo de hoy. Un poco movido y con tragedia por la muerte de nuestro rey.

Tres minutos de silencio...

Los tres minutos de silencio son por los treinta años que reinó. Detallitos.

¿Se esperaban que muriera así? Fui un poco ruda, lo sé, pero era necesario.

Espero que no hayan más tragedias que escribir, pero eso es casi imposible. ¿Que sería un libro sin drama? Tan aburrido.

No olviden dejar sus comentarios que me llenan de alegría al leerlos. Mucho menos, su votito.

Sin más que decir,

Nos leemos en el próximo capítulo.

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