Si en diez años...

By Soniammad

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Todo lo que Juls desea es ser madre, sin embargo, una serie de desengaños amorosos hace que no quiera relacio... More

Sinopsis
Prólogo
1.- La idea de futuro
2.- Esposa por contrato
3.- Bebé por contrato
5.- Padres
6.- La ceremonia
7.- El banquete
8.- La mudanza
9.- Amistad
10.- La línea roja
11.- La fiesta de aniversario
12.- La habitación de Riley
13.- Una semana complicada
14.- Una pequeña sorpresa
15.- La comida de muestra
16.- Veinte semanas
17.- Cumpleaños
18.- Un regalo definitivamente insuperable
19.- La fiesta del bebé
20.- Hormonas revolucionadas
21.- Huida imposible
22.- Cambio
23.- Un despertar perfecto
24.- Otra mudanza
25.- Álbum de recuerdos
26.- Visita inesperada
27.- El almacén
28.- Celos
29.- Sentimientos encontrados
30.- La elección no tan difícil
31.- Sorpresa
32.- Contracciones
33.- Las cláusulas
34.- El parto
35.- Derechos
36.- La otra custodia
37.- El álbum del bebé
38.- Cena
Epílogo

4.- Un plan perfecto

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By Soniammad

Juls

Los siguientes días Riley y yo nos escribimos mucho y he firmado varios papeles de acuerdos con Harry. Tener un bebé con mi desconocido marido no es peor que hacerlo en un banco de esperma con un donante anónimo. Y entiendo que él no quiera ayudarme con el hijo de otro. Solo le pedí una condición al respecto, que añadiésemos una cláusula en el acuerdo que dijese que, si no le veía capacitado para cuidar de mi bebé, renunciaría a la custodia voluntariamente. Nunca dejaría al niño en manos ineptas. Eso es fundamental. Y él aceptó.

Hemos pasado de los emails a los mensajes por WhatsApp, que es más cómodo para decidir cosas de forma rápida. Acordamos que la boda se haría en San Valentín, dentro de poco más de un mes. Las prisas no son buenas, pero queremos quitárnoslo de encima cuanto antes. Supongo que Riley tiene mucho más dinero que yo, porque ha organizado todo muy rápido. Le dije dónde quería que fuese la ceremonia y él consiguió reservar la iglesia. El restaurante lo elegimos a medias, más o menos, a mí me da igual. Eso sí, he elegido las invitaciones, que aún no he mandado. No hemos puesto límite de invitados, pero hemos acordado que cada uno pague lo suyo. Parece una buena solución.

―Así que vas a hacerlo ―me dice Clark, cuando entra en el piso que compartimos.

Estoy tendida en el sofá, mirando una revista de vestidos de novia. Sé que mi madre no me perdonaría que no fuese de blanco, pero es complicado elegir sin verlos en persona. He quedado con ella y un par de amigas para ir mañana a una tienda y poder elegir. En realidad, aún no les he contado dónde vamos ni que voy a casarme, se lo diré cuando vayamos. Me parece el mejor momento.

―Claro.

―Estás loca, Juls ―me dice, sentándose con pesadez en el sillón a mi lado―. ¿Y si es un psicópata o un pervertido sexual?

Eso me lo he planteado yo también, porque no estoy loca de verdad, pero eso me hace pensar en que hemos acordado tener un bebé, pero no la forma. Para mí estaba claro que no iba a ser por el método natural, ¿él lo tiene igual de claro? Porque no es un matrimonio de verdad.

―No lo es ―le digo a Clark, antes de sacar mi móvil, que se ha escurrido entre los cojines del sofá, y escribirle.

Juls: Debemos incluir en el contrato que tendremos el bebé mediante inseminación. Supongo que estás de acuerdo en no complicar nuestro matrimonio con sexo.

Clark resopla, leyendo sobre mi brazo. Bajo el móvil para mirarle un poco, pero vuelve a recostarse en el sillón y agita la cabeza. Me hace un poco de gracia lo mucho que le horroriza.

―¿Has pensado en quedar con la chica bocadillo? Es mona ―le digo, por cambiar de tema―. Y le gustas.

―Huele a barbacoa.

―Pues dos por uno. ¿No es más genial así? Aunque quizá te de hambre cada vez que la huelas. ―Me doy golpecitos en el labio con el móvil justo cuando vibra, me apresuro a mirarlo.

Riley: Estoy totalmente de acuerdo.

―Qué falso marido más expresivo ―se mete Clark conmigo―. Y que apasionado. Claro que seguramente que no te la meta a ti, no significa que vaya a guardarla en sus pantalones. Ni siquiera sabes si tiene una novia de verdad. ¿Y si tú eres la otra? Voy a ducharme.

Se levanta sin más y me deja hecha un mar de dudas. No quiero ser la otra. He tenido malas relaciones con infidelidades, sin embargo, no tengo derecho a pedirle que me sea fiel, cuando nuestra relación es falsa, ¿no? Escribo y borro un millón de veces, mientras busco la forma de decirlo sin parecer una chalada total.

Juls: No tengo derecho a pedirte fidelidad cuando esto no es de verdad, pero... Si vas a estar con otra en lo que dure nuestro matrimonio, ¿podrías ser discreto y hacerlo muy lejos de mí? Yo, como te dije, no tengo intención de estar con nadie más, así que eso por mi parte no es un problema.

Dejo el móvil, porque me pone nerviosa la respuesta y me levanto para preparar algo para cenar. Aún tengo que planear cómo decírselo a mi madre. Sé que querrá conocer a Riley antes de la boda, pero nosotros hemos acordado no vernos hasta entonces. No sé bien por qué, creo que porque si de verdad está calvo y horrible me costará más dar el paso. Quiero conservar algo para la fantasía. No pensarlo mucho antes de ir hacia el altar. Es lo que quiero, como sea él no cambiará eso. Pero recuerdo el incidente con el champán y lo insoportable que fue y... en fin, vamos a tener que soportarnos como mínimo un año, puede que más. ¿Por qué adelantar los acontecimientos?

Riley no me responde mientras preparo una pizza casera, ni siquiera mientras se hornea durante veinte minutos. Lo que hace un montón de tiempo para una respuesta. ¿Y si de verdad tiene otra novia y...?

Ceno con Clark, con una serie de risa de fondo a la que no presto atención y con una copa de vino, que me viene muy bien. La respuesta llega una hora después, cuando estoy a punto de irme de la cama. Es un archivo adjunto, ni siquiera ha escrito nada. Lo abro para comprobar lo que es y se me escapa una carcajada. El título dice:

«Compromiso de fidelidad».

He visto suficientes contratos de Harry a estas alturas para entenderlo. De verdad no piensa acostarse con otra en lo que dure nuestro matrimonio falso. Podría mentirme, claro, y hacerlo igualmente, pero toda nuestra relación se está basando en estos pequeños contratos y confío en que los cumplirá, porque a él también le interesa. Hemos firmado uno de confidencialidad también, aunque tuve que decirle que Clark lo sabía, él me contó que aparte de Harry también lo sabía su amiga Addy. En cualquier caso, si él rompiese algún contrato, yo podría contarle a su familia la verdad, lo que no le interesa lo más mínimo.

Voy a la esquina del salón, donde tenemos la zona tecnológica, para imprimir el contrato. Clark resopla sobre mi hombro y apoya la frente en mi coronilla.

―No me gusta esto, Juls, me preocupa muchísimo.

―Lo sé, pero es lo que deseo y necesito tu apoyo, Clark.

Asiente y me da un beso en el pelo. Firmo el contrato y lo escaneo con el móvil antes de reenviárselo. Él ya lo ha firmado. Se me escapa una sonrisa muy tonta, que hace suspirar de nuevo a mi mejor amigo.

―Parece que te estás colando por tu falso marido, Juls, y me preocupa.

―Claro que no. Sabes que no quiero relaciones de ese tipo. Me hace gracia, eso es todo. No tienes que preocuparte.

―Me preocupan muchas cosas, que me parece que tú no te has planteado, como tener que convivir con un extraño o dejar que te haga un bombo. Si será un asesino en serie o un maltratador o si le gustan las ancianitas más de lo que debería. No sé si me explico.

Paso de él, ni me despido, me encierro en la habitación y doy un portazo. ¿Por qué tiene que ser tan negativo? Sin embargo, algunas de esas cosas es verdad que no me las he planteado. No las tonterías, me refiero a lo importante. Así que tras mandarle el contrato firmado le escribo de nuevo.

Juls: ¿Dónde viviremos tras la boda? Si no compartimos casa será raro de cara a los demás, ¿no?

Me pongo el pijama y me meto en la cama con el móvil en la mano. Esta vez la respuesta llega solo un minuto después.

Riley: Tengo un piso pagado en el centro. ¿Y tú?

Juls: Vivo en un piso compartido con mi mejor amigo.

Pongo un encogimiento de hombros y él responde con caras riendo. Supongo que sabe que soy bastante más pobre que él, pero no ha sugerido hacerse cargo de todos los gastos, ni nada parecido, y eso me gusta. Esto es por conveniencia para los dos, no por dar un braguetazo.

Riley: Te prepararé un dormitorio en mi casa, me sobran cuatro.

Agito la cabeza, pero le mando un pulgar hacia arriba y apago la luz para dormir. Supongo que mudarme con él es lógico, ya había pensado en irme del piso de Clark cuando tuviera el bebé, sin embargo, sí que me parece raro vivir con un desconocido, más que casarme con él. Suspiro en la oscuridad de mi dormitorio y me fuerzo a pensar en lo positivo: mi futuro bebé de mejillas regordetas y sonrojadas. Merecerá la pena pasar por todas las dificultades por él.

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