— ¿Cómo es posible que algo así esté sucediendo?
Thomas podía oír la voz preocupada del emperador filtrándose por la puerta destrozada de la habitación del príncipe.
Desde hace un rato que, Cael y Argen, habían estado conversando sobre la condición de la joven estrella del imperio.
— Necesito que vengas un momento.
Argen lo llamó desde la entrada con cuidado.
Él, que había estado sujetando la mano de Caster, despego sus ojos del rostro del chico después de mucho tiempo, y se levantó lentamente, obedeciendo al capitán.
— Eres el muchacho de los Raphelle...
Cael le hablo sin esperar a que el chico saludara.
— Cuéntame lo que viste.
— Yo...
— ¡AAAAARGH!
El grito del príncipe retumbo en la silenciosa habitación, interrumpiendo las palabras de Thomas.
Las personas presentes voltearon en la misma dirección a la vez, congelándose por un instante en sus puestos.
— ¡GAAAHH!
Después de escuchar el segundo grito, tanto Argen como el emperador y el medico, se precipitaron dentro de la alcoba, pero él no pudo entrar, permaneciendo de pie a un lado de la puerta derribada.
— Cariño, cálmate un...
— ¡¿DóNDE ESTÁ?!
El rugido de Caster corto las palabras de su padre.
—... ¿Dónde está...?
Thomas pudo observar la figura del chico sentado en su cama, con la cabeza gacha mientras ocultaba su rostro con sus temblorosas manos, a la vez que repetía la misma pregunta una y otra vez entre susurros.
— Cariño... ¿A quién estás buscando?
Cael deposito una de sus manos cariñosamente sobre el hombro de su hijo, quien guardó silencio tras el contacto.
El chico, que había sentido el calor del cuerpo de su padre, levantó su cabeza lentamente, dejando su rostro al descubierto antes de responder.
'¡Huh!'
Los cuatro hombres presentes jadearon al mismo tiempo, alarmados ante la vista del semblante del joven príncipe, que permanecía con los ojos desenfocados en dirección a Thomas. El chico de cabello rosa sostuvo la mirada mientras el joven frente a él comenzaba a gatear por su cama alargando uno de sus brazos como pidiendo que se acercara.
Él no pudo hacerlo.
Sintió miedo cuando vio los ojos desorbitados del muchacho que parecían seguir cada uno de sus movimientos mientras avanzaba en su dirección.
Thomas, que había visto al príncipe hace solo unas horas, no podía creer el cambio en el chico.
Pero no eran únicamente sus ojos. Su piel extrañamente tenía un ligero tono amarillento, sin brillo que lo hacía lucir muy enfermo. Los movimientos que realizaba parecían lentos y aletargados, como si se estuviera acostumbrando a manejar sus extremidades, mientras que de sus labios entreabiertos resbalaba un hilo plateado de saliva.
Una sonrisa torcida se dibujó en el rostro de Caster, quien permanecía con el ceño fruncido cuando se detuvo a unos pasos del heredero de los Raphelle.
— ¡JA,JA,JA!
La risa espeluznante que salió de su boca quebró el silencio de la habitación.
— ¡LOTTIE!
Thomas retrocedió instintivamente cuando el príncipe dio otro paso hacia él.
— ¡¿Por qué huyes de mí?!
La sonrisa en la cara de Caster se desvaneció en un instante, dejando ver un rostro en blanco por algunos segundos en los que permaneció sin moverse de su sitio, luciendo como si intentara entender por qué motivo la persona frente a él estaba retrocediendo.
Entonces el joven Raphelle tembló cuando observo el semblante del chico volverse salvaje mientras se apresuraba hacia él con movimientos veloces.
El chico de cabellos rosados cerró los ojos con fuerza mientras escuchaba los gritos del príncipe heredero. Su cuerpo temblaba de miedo, percibiendo instintivamente el peligro que se acercaba.
— ¡¿POR QUE NO ME MIRAS?!
Sintió un par de gotas aterrizar por su rostro cuando los gritos de Caster se hicieron más fuertes.
— ¡LOTTIE!
Él, que permanecía aún sin atreverse a mirar, adivinó lo que estaba ocurriendo. Probablemente, Argen había sujetado el cuerpo del príncipe a tiempo para evitar que este se abalanzara sobre él.
— ¡NO TE DEJARE IR! ¡SUÉLTAME!
Thomas no pudo más y salió corriendo del lugar mientras escuchaba los rugidos del príncipe que le suplicaba que se quedara junto a él.
Se detuvo cuando un ligero sabor a sangre llenó su boca. Entonces fue consciente del dolor en su labio y en sus manos. La situación con Caster había sido tan terrorífica que no se percató de su labio mordido ni de las heridas en sus palmas, donde las uñas se habían incrustado después de cerrar sus manos con fuerza.
**************
Lottie estaba feliz.
Habían vuelto de la fiesta sin problemas.
Su padre y el tío de Raven parecían estar conformes con las noticias de la actual pareja. Por su puesto sus expectativas no eran altas. Comprendía que el actual duque Green no era más que un niño de trece años, pero saber que el chico correspondía sus sentimientos la llenaba de tranquilidad y esperanzas en el futuro que se aproximaba.
Despertó la mañana después de la fiesta extrañada por las noticias.
El clima había mejorado notablemente, lo que permitiría que regresaran a sus casas el día siguiente.
Después de escuchar lo que la sirvienta le comunicó, ella se puso en pie y corrió hacia la habitación que su padre estaba usando como despacho. Quería solicitar permiso para permanecer en el castillo que los Green tenían en la capital, para acercarse aún más a Raven.
"No creo que papá se niegue."
{¿Necesitas realmente su permiso?}
Sus pasos se detuvieron de golpe cuando escucho la voz en su cabeza. Aun se le hacía extraña la voz de Llyr. El espíritu raramente se comunicaba con ella, así que solía olvidar que estaba ahí.
Su rostro, que mostraba una mueca de terror, se relajó cuando recordó que ahora tenía un contrato con un ser espiritual.
— ¡Por su puesto! ¡Es mi padre!
Ella continuo caminando hasta que llegó frente a la puerta donde se encontraba el Marques.
'toc-toc'
— Adelante.
Lottie ingresó con una sonrisa en su cara.
Sabía que mientras más lindo se comportara, sería más fácil ablandar el corazón de su padre.
— ¡Oh cariño!
— ¡Papi!
Ella corrió hacia sus brazos y lo abrazo con fuerza.
—Estaba pensando en ir a tu habitación justo ahora...
— ¡Yo también quería verte papi!
El hombre rio suavemente en respuesta y entonces le hizo un gesto para que se sentara en uno de los sillones dispuestos junto a un gran escritorio.
— Cariño, escúchame primero, ¿Si?
Ella asintió con energía sin dejar de sonreír.
— Sabes que tu padre está apoyando a la casa Green, ¿verdad?
— aja
— Bien... Estaré fuera de casa durante un tiempo... Me quedaré con el Duque para ayudarlo mientras se adapta a su posición.
Ethan se detuvo un poco antes de continuar.
— Tu hermano se hará cargo del marquesado mientras no estoy, pero no deseo añadir más responsabilidades sobre sus hombros, así que necesitaré que vengas conmigo.
La sonrisa de la niña se volvió aún más brillante mientras se lanzaba sobre los brazos de su padre riendo.
— ¡Claro que iré contigo!
El asunto se había arreglado fácilmente, pero aún tenía todo el día para gastar. Sabía que Raven se encontraba coordinando, junto a su tío, el viaje de regreso hacia su castillo y también sabia que Liam estaba practicando junto a su otro tío, entonces no supo qué hacer. Aún faltaba un montón hasta la hora del almuerzo donde podría jugar con el pequeño de ojos morados una vez hubieran terminado de comer.
{¿Qué hay de tu hermano?}
La voz de Llyr sonó perezosa y sin interés en su cabeza, pero los ojos de ella se iluminaron al instante. Sabía bien que su hermano mayor se había quedado junto al príncipe heredero y después de meditarlo unos segundos se puso en marcha hacia el palacio de Caster.
"El príncipe está confinado en su habitación... Entonces es seguro ir y ver a mi hermano."
Con ese pensamiento en mente, ella fue por el camino que llevaba hasta los aposentos de la única estrella del imperio.
Conocía bien el camino, ya que había visitado ese lugar un montón de veces en su vida pasada. El recuerdo de los acontecimientos pasados hicieron que se detuviera en medio de un pasillo.
— No... Las cosas no son igual ahora...
—... Lottie...
La voz que vino detrás de ella hizo que los vellos de su cuello se encresparan.
Charlotte volteo lentamente.
Había estado tan concentrada en sus pensamientos, que no se percató del movimiento de los guardias que corrían de un lado a otro, en su camino hacia el palacio.
— ¡Al fin estás aquí!
El chico dio un paso hacia ella.
— ¡No dejaré que nada nos separe!