Son solo tres Palabras (Rubel...

By solcaeiro

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No puedes proteger a alguien todo el tiempo, pero él es capaz de hacer cualquier cosa por amor. Rubius desarr... More

Empezamos bien (Capítulo 1)
Tú miras pero no ves (Capítulo 2)
Amigos (Capítulo 3)
¿¡Perdonarte qué!? (Capítulo 4)
Chicos buenos y malos (Capítulo 5)
El gimnasio (Capítulo 6)
Problema (Capítulo 7)
Máquinas (Capítulo 8)
¿Por qué nunca puedes salvar a nadie? (Capítulo 9)
Como tener un gato (Capítulo 10)
Gracias (Capítulo 11)
El Hombre de sonrisa Cruel (Capítulo 12)
Confrontación (parte 1 y 2) (Capítulo 13)
La carta (Capítulo 14)
Sorpresa (Capítulo 15)
Una lluvia de Mentira (Capítulo 16)
El FuckingBlue (Capítulo 17)
En ese Instante (Capítulo 18)
Cebolla (Capítulo 19)
Red (Capítulo 20)
Lo que no te Atreves a Decir (Capítulo 22)
La Sonrisa más Dolorosa (Capítulo 23)
La Habitación (Capítulo 24)
¿Puedo contarte un secreto? (Capítulo 25)
Postre (Capítulo 26)
Destruido (Capítulo 27)
Fuera de Nuestro Control (Capítulo 28)
El Escape (Capítulo 29)
Porque Estoy Contigo (Capítulo 30)
Sola (Capítulo 31)
Fantasma (Capítulo 32)
"TAG del Psicólogo"
La Voz (Capítulo 33)
Las tres palabras (Capítulo 34)
Tu tristeza (Capítulo 35)
Todo (Capítulo 36)

El Juego de los besos y todas esas Gilipolleces (Capítulo 21)

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By solcaeiro

-          Al, deja la botella en paz.

-          ¡No estoy haciendo nada!

-          ¡Que la dejes en el centro de la ronda, coño!

-          ¡Vale, vale!

-          ¿Vamos a empezar o no?

-          Bájate del pony, Rubén.

-          ¿Qué me suba al qué?

-          Mangel, ten cuidado con mi mochila, joder.

-          ¿Dónde está Ángela?

-          ¡Ahí está!

-          ¡Ángela!

-          ¡Apúrate! ¡Te estamos esperando a ti!

-          ¡Ya voy, ya voy! Que estáis todo emocionados, coño, ¿qué os pasa?

-          Siéntate.

-          ¿Aquí, en el pasto?

-          Sí, aquí en el pasto.

-          ¿No puedo ir debajo del árbol?

-          No, este es mi lugar.

-          Pero no quiero quedar al sol. Mangel, mueve el trasero.

-          Auch.

-          ¿Se puede saber por qué estáis como niños de preescolar?

-          Jugaremos a verdad o reto.

-          Ya veo por qué estáis como niños de preescolar.

-          ¿Cómo giraremos la botella sobre el pasto?

Se hizo un silencio.

-          Mangel, - dijo Gwen. – detesto que seas tan inteligente.

-          Podemos poner un cuaderno. – sugirió Ángela.

-          ¿Por qué jugaremos a esto? – preguntó Rubén.

-          Sí, la verdad no le veo el sentido.

-          Ni la gracia.

-          Esto es para críos.

-          ¿Quién fue el gilipollas de la idea?

-          Cállense. – soltó Gwen. – Yo sé que se mueren por jugar.

Y era cierto. Nadie quería decirlo, pero la emoción les corría por las venas. Las ansias por ver a quién elegiría la botella seguían ahí como cuando tenían once años.

 - Vale. Ángela, pásame ese cuaderno.

Ángela se lo tendió. Gwen lo puso en medio de la ronda, con la botella arriba.

-          Vale. – dijo. – Imagino que todos sabéis cómo se juega, ¿no? Ya saben, se gira la botella, el que sea elegido puede elegir si desea decir la verdad (no vale mentir, sino no tiene gracia, ¿está bien? Rubén, te lo digo a ti), o un reto, que será decidido por los demás. Sin excepción, bla, bla, bla. ¿Listos? ¡Ya!

Impulsó la botella y esta giró sobre la superficie varias veces. Se escapó por un costado y se frenó con el pasto. Apuntaba hacia Al.

-          Lo has hecho mal. – dijo este, apresurándose a acomodar la botella otra vez sobre el cuaderno.

-          ¡No! ¡No!

-          ¡Eh!

-          ¿¡Qué haces!?

-          ¿Eh? - Al frunció el ceño.

-          ¡¡Si apuntaba a ti, cabrón!!

-          ¿De qué hablan?

-          ¡¡Daba hacia ti!!

-          ¿¡Pero qué dicen!? ¡Si se sale al pasto no vale!

-          ¡¡Sí que vale!!

-          ¡Claro que no! ¿¡Quién les enseñó a jugar a ustedes!?

-          ¡¡Cabrón, si dio hacia ti te toca!! ¿Verdad o reto?

-          ¡Oh, vamos!

-          ¿Verdad o reto?

-          ¡Si sois unos cabrones!

-          ¿¡¡Verdad o reto!!?

Al suspiró.

-          Reto.

-          ¡¡Oh!!

-          Gwen, para mí quiere ocultarte algo. – canturreó Ángela.

-          No seáis gilipollas. – masculló Al.

-          ¡Te reto a que le digas la verdad a Gwen!

-          Mangel, así no funciona. – le corrigió Rubén.

-          Calla.

-          Te reto a que le des un lametón al tronco del árbol. – dijo Gwen.

-          ¿Qué? – se quejó Al. – Oh, vamos, dadme un reto de verdad-

-          Propongo que Al le dé un lametón al tronco del árbol. ¿Todos a favor?

-          ¡Sí! – gritaron todos.

Gwen miró a su novio con aire de suficiencia.

-          Tú... - comenzó Al. - ¿Cómo te-

-          Hablaremos de esto en casa, cariño. – le interrumpió Gwen.

-          ¡¡¡OOOOOHHHH!!! – estallaron todos.

Al suspiró y miró el tronco del árbol como si fuese lo más repulsivo que haya visto en su vida. Sin pensarlo dos veces (o más bien, si querer pensarlo dos veces) se inclinó y lo lamió.

Todos soltaron gemidos de asco, seguido de risas. Al escupió y se limpió la lengua con las mangas del buzo. Su cara lo decía todo.

-          ¿Qué tal estuvo? – preguntó Ángela.

-          Cuidaoz laz ezpaldaz. – soltó Al, con la lengua afuera. – Abgún día oz caedá un ádbol enbzima.

-          Anda, hombre. – comentó Rubius. – A que no sabe tan mal como lo pintas.

-          ¡Puez bé y pduébalo!

Todos rieron.

-          Vale, ¿sabes qué es lo bueno? – sugirió Gwen, poniéndole una mano en la espalda. – Que ahora puedes girar la botella.

Aún con cara de asco y medio tosiendo, Al puso una mano en botella y la giró. Esta dio vueltas, vueltas, vueltas, hasta detenerse.

En Al.

-          ¡Mo puede zed! – soltó él, mientras todos estallaban en carcajadas.

-          Vale, ¿qué sugieren?

-          ¡Oh, bamoz!

-          ¡Que coma pasto!

-          ¿¡QUÉ!? ¿ACASO QUIEREN QUE ME INTOXIQUE?

-          ¡Yo sugiero que coma pasto! ¿Todos a favor?

-          ¡Sí!

Al los miró a todos con un profundo desprecio. Luego arrancó dos briznas de pasto y se las metió en la boca.

-          Os odio. – masculló mientras degustaba la hierba. Puso cara de asco, escupió y tosió.

Gwen era la que más reía de la ronda.

-          Amo este juego. – soltó entre risas.

-          Cadiño, ¿quiedez um bezo? – Al se le acercó con los labios fruncidos.

-          ¡No! ¡No! ¡Vete! – rió, mientras lo empujaba hacia atrás.

-          ¡Bamoz! ¡Demuédtame que me amaz!

-          ¡Olvídalo! No volveré a besarte hasta que hayas lavado los dientes.

Al se carcajeó, aún escupiendo y limpiándose la lengua. Puso una mano sobre la botella y la giró. Esta dio unas cuantas vueltas y se frenó sobre el pasto.

El corazón de Mangel dio un vuelco.

-          ¡Mangel!

-          ¡Es tu turno, cabrón!

-          Pod lo menoz no me ha tocaddo a mí.

-          Mangel, ¿verdad o reto?

-          Hum... - los miró a todos, desde el rostro asqueado de Al, hasta la mirada divertida de Rubén. – Como no confío mucho en ustedes y en lo que son capaces de hacerme, elijo verdad.

-          ¡Ah! - todos soltaron un quejido de decepción.

-          ¡Cobarde!

-          ¡Aguafiestas!

-          No es tan malo como lo pinto. – comentó Al. Rubius rió.

-          Vale, vale. – dijo Gwen, pensando.

-          ¿Qué podemos preguntarte, mi querido Mangel?

-          Bueno... si no queréis preguntarme nada, no tenéis que hacerlo...

-          ¡No! ¡No! ¡Ya lo tengo! – dijo Ángela, con los ojos iluminados. Mangel comenzó a inquietarse. Sintió cómo Rubén se tensaba a su lado; no estaban tocándose, pero podía verlo en su rostro, en la curvatura de sus hombros. No había pensado en que podían preguntarle sobre Rubius, sea chiste o no. Y por más que, si se lo preguntaban, no iba a decir la verdad, la idea lo ponía nervioso. Demasiado. – Mangel, ¿tú-

-          ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ? – gritó Jeffrey, cayendo en medio de la ronda, sobre el cuaderno y la botella. - ¡Auch! ¿Qué cojones...? ¿Qué es esto? – tomó la botella y los miró a todos, sobre todo a Gwen, que estaba especialmente roja. Mangel nunca la había visto sonrojarse tanto.

-          Estamos jugando a verdad o reto, cowboy. – respondió Rubén.

-          ¿Verdad o reto? – Jeffrey se sentó, frunciendo el ceño mientras se rascaba la cabeza, desconcertado. - ¿Eso se jugaba con una botella? ¿Qué la botella no era para el juego de los besos y todas esas gilipolleces?

-          Hum...

-          ¡Oye, Eli! – llamó Jeff.

-          ¿Eh? – una chica alta de cabello platinado se volvió hacia él.

-          ¿¡Verdad o reto se jugaba con botella!?

-          No. – respondió ella. – En verdad o reto tú nominas a alguien y eliges el reto o la pregunta. La botella era para el juego de los besos y todas esas gilipolleces.

-          ¿¡Ven!? – saltó Jeffrey. - ¡Tenía razón! ¡Esto no se juega así!

-          Es decir que me estafaron. – razonó Al. - ¡Me estafaron! ¡Ustedes, manga de-

-          De cualquier forma, me uno. – dijo Jeff.

-          ¡Eh! Yo también quiero jugar. – la rubia platinada, Eli, se sentó al lado de Ángela

-          Nosotros también. – un grupo de personas los habían seguido, amigos de Jeffrey, personas que se sentaban en la mesa de los populares.

Mangel conocía a unos cuantos, como a Rex, el corpulento, o a Ky, uno de los mellizos (tardó un rato en descifrar si era él o su hermano, pero Gus no se afeitaba tanto). Digamos que pudo reconocer a tres personas, de entre cinco.

Rubén, por otra parte, parecía conocerlos muy bien a todos.

-          Mira esto, Gwen. – le dijo. – Has cautivado a los que no se dejan cautivar.

-          Calla, Rubius. – le dijo Patty, la chica de pelo castaño oscuro que tenía demasiado rimel.

-          Vale. – murmuró Gwen, sin dejarse intimidar. Todos los que estaban sentados en la ronda se conocían, ya sea de vista o de haber conversado un par de veces. Pero seguía existiendo esa barrera, esos grupos. "El grupo de Gwen" seguía siendo "el grupo de Gwen", y "los populares" seguían siendo "los populares". Y estar sentados con ellos era muy, extremadamente bizarro.

-          Ah-ah, - la frenó Jeffrey, poniendo una mano sobre la de ella, que estaba por girar la botella. – ¿qué haces, pecas?

-          Jugaremos a verdad o reto, Jeff.

-          No, no lo haremos.

-          Sí, sí lo haremos.

-          No, no lo haremos.

-          Veamos, ¿y a qué quieres jugar?

-          Al juego de los besos y todas esas gilipolleces.

Gwen soltó una risa que no tenía nada de jocosa.

-          Ni lo sueñes.

-          Creo que es un trato justo. – insistió él. – Tenemos tu botella y mi juego. Y todos quieren jugar a mi juego con tu botella. ¿No es así?

La mayoría soltó un << ¡! >>. Otros estallaron en vítores y aplaudieron mientras que unos pocos, como Al, Mangel y Ángela, se encogieron de hombros.

Gwen alzó las manos en señal de derrota.

-          Hala, haced lo que queráis.

-          ¡De acuerdo! – Jeffrey se inclinó hacia el centro, colocando una mano sobre la botella.

-          No he jugado a esto desde preescolar. – comentó Ky, divertido.

-          Pues no podrás decir eso otra vez. – refutó Jeffrey, y la giró.

El corazón de Mangel comenzó a latir cien veces más rápido de lo que lo había hecho antes. Una cosa era verdad o reto. Otra muy distinta era... esto. Y con demasiadas personas.

Y con Rubén en la misma ronda. No sabía qué le daba más miedo. Que le tocara con Rubén o que le tocara con otra persona que no fuera Rubén.

O que le tocara a Rubén con otra persona.

La botella frenó en Jeffrey.

-          ¡Hala! –soltó. – ¡Preparaos, señoritas!

Volvió a girarla con más fuerza y, luego de unos segundos de tensión, apuntó hacia Patty. La chica soltó una carcajada, sonrojándose. Los populares – incluyendo Rubén – gritaron y rechiflaron.

-          Dame un beso, cariño. – dijo Jeff, y le plantó un beso en la boca.

Todos rieron, incluso Mangel. Era imposible no reírse de Jeff.

Patty, riendo con nerviosismo, volvió a girar la botella. Y como si el destino le jugara una mala pasada a Mangel, esta se frenó en Rubén.

Hubo gritos de adulación. Miguel intentó no ponerse rojo y sonreír como los demás, pero no podía. Tenía ganas de llorar, de gritar y de irse a tomar por culo. O aún mejor, mandar a tomar por culo a todos. Sí, eso serviría. Y darle a Rubén una buena tunda por ser tan irresistible.

Eso no tiene sentido, pensó. Da igual, respondió su parte cabreada. Da igual todo.

-          Oh, callaos. – dijo Rubius, bajando la mirada. Sonreía, pero estaba tenso.

-          ¡Anda, Patty! ¡Vuelve a girar la botella!

Eso hizo la muchacha de mucho rimel. El envase dio vueltas y vueltas y fue deteniéndose lentamente hasta morir en Ángela.

Se oyó un << Uuuhhhh >> general.

Rubén alzó involuntariamente la mirada hacia Mangel, pero la apartó enseguida. Miró a Ángela, que estaba roja como un tomate. Quizá más.

-          ¡Anda, joder!

-          ¡Besaos de una vez!

-          ¡No os estáis casando!

-          ¡Coño! ¡¡Ya!!

-          Vale, si tanto insistís. – los calmó Rubén. Se acercó a Ángela y la besó.

No duró más que una milésima de segundo; fue tan rápido que Mangel comenzó a sospechar que sus labios ni siquiera se habían tocado.

Pero seguro sí lo habían hecho.

Por lo menos es solo Ángela, pensó para tranquilizarse. Pero no eres tú, le susurraba su parte cabreada. Sentía que estaba a punto de explotar. Iba a salir volando en cualquier momento. Le iba a salir humo de las orejas.

Rubén giró la botella.

¿¡Cómo puedes seguir jugando a esto!?, quería gritarle Mangel. Pero no lo hizo.

El envase se detuvo en Al. Este abrió los ojos como platos. Miró a Gwen, pero esta tenía los ojos clavados en la botella. Rubén volvió a girarla, y se frenó en la chica de cabello platinado, Eli.

Hubo algunos vítores.

-          ¡Joder! – gritaban algunos.

-          ¡Aprovecha, hombre! – decían otros.

-          Es la chica más testaruda que puedes encontrar. Yo que tú no lo desperdiciaría. – murmuró Ky.

Eli sonrió, juguetona, y empujó a Ky, derribándolo.

-          No. – dijo Al, sin embargo. – No, lo siento, yo... no puedo. Yo-

-          Al. – le interrumpió Gwen. – Es un estúpido juego de niños. No me enojaré si la besas.

Hubo aplausos.

-          ¡Eso es!

-          ¡Así se habla, nena!

Parecía estar diciendo la verdad. Incluso convenció a Mangel. Pero parecía haber algo de amargura en sus palabras.

Al la miró, la miró mucho; casi como pidiéndole perdón. Luego se inclinó hacia delante y le dio un beso rápido a Eli, que tenía demasiado brillo labial. Mangel observó a Gwen, pero esta volvía a tener la mirada fija en la botella. Casi podía oírla maldecir a Jeffrey y a su estúpida idea.

Te entiendo, quería decirle. Yo también quiero mandarlos a tomar por culo a todos.

Al, mientras se limpiaba disimuladamente el color rojo de sus labios con la manga, giró el envase.

Este se detuvo en Ky. Él alzó la mirada, del mismo celeste impresionante que la de su hermano, y sonrió como una hiena; una sonrisa que Mangel conocía muy bien, viniendo de uno de los populares.

-          ¿Quién tendrá el honor? – preguntó.

Al volvió a darle vueltas a la botella y esta, luego de un par de vueltas, apuntó hacia Eli, otra vez.

-          ¡Hala, mira! – gritó Ky.

Ella reía mientras él le plantaba un beso en la boca. Le pasó la lengua por el labio inferior.

-          Tendrás que retocarte el labial. – le recomendó Ky. – Puedo ayudarte con eso si quieres.

-          ¡Ooooohhhhh! – soltó la ronda entera.

Eli le echó una mirada asesina.

-          Y tú necesitarás ayuda con esto. – comentó, y prácticamente se le tiró encima, partiéndole la boca de un beso.

Todos gritaron.

-          ¡AAAAHHHH!

-          ¡DALE DURO, ELI!

-          ¡PELEA, KY, PELEA!

-          ¡APUESTO POR TI, CAMPEÓN!

-          ¡ENORGULLÉCEME, HIJO!

Cuando Eli se apartó, sonriendo, victoriosa, Ky tenía los ojos muy abiertos y rastros de labial por toda la boca. Parecía al borde del colapso.

-          Creo que he sacado el premio mayor. – murmuró.

Hubo muchas risas.

Ky, consciente a medias, tomó la botella y la hizo girar sobre el cuaderno. Esta giró, giró, giró hasta detenerse en Eli. Otra vez.

-          ¡No puede ser! – se escuchó.

-          Eli, ¿cuánto has pagado, joder?

-          ¿¡Es que quieres ligarte a toda la ronda!?

La muchacha reía. Ky volvió a girar la botella y se oyeron muchísimos más gritos cuando esta se frenó en Jocelyn, una chica que Mangel no conocía. Tenía pinta de gótica; cabello negro azabache y ojos bien delineados, tez pálida. Sin embargo, lanzó una carcajada cuando el envase la señaló a ella.

-          ¡Es coña, ¿no?! – soltó.

-          No lo es, cariño. – contestó Jeff.

-          Eli: se liga hasta a las mujeres. – dijo Ky, con voz de publicidad.

-          ¡Callaos! – soltó ella, riendo.

-          ¡Pues besaos ya! – exigió Patty.

Eli y Jocelyn se acercaron al mismo tiempo y se dieron un pequeño beso en los labios, sin poder dejar de reír. Los chicos aullaron.

-          ¡Eso es, señoritas!

Mangel ya no sabía qué pensar

Mientras reía, Eli hizo girar la botella nuevamente y, luego de unas vueltas, se detuvo en Ky.

-          ¡Eli, prepárate para mi revancha! – le advirtió él.

Ella volvió a darle vueltas al envase, que, al morir, apuntó hacia Jeffrey.

Hubo muchos gritos.

-          ¡WOOOOHOOOO!

-          ¡AHÍ LO TIENES!

-          ¡TOMA YA!

-          ¡Ven aquí, cariño! – soltó Jeffrey, y se lanzó sobre Ky. Este, sorprendido, se echó hacia atrás, por lo que cayeron ambos, uno sobre el otro. Cuando Jeff se apartó y volvió a su lugar, lo miró seriamente y le dijo: - Solo amigos, ¿vale?

La ronda entera rió; hasta a Mangel se le escapó una risa. Rubén había soltado una carcajada y Ángela sonreía, aún roja. Al los miraba sin poder creerlo. El corazón de Mangel dio un vuelco. ¿Y si se enteraba de las veces que había besado a Rubén de aquella forma? ¿También lo miraría así? ¿Tampoco podría creerlo?

Gwen, por su parte, guardaba silencio, mirando la botella.

Jeffrey, sonriendo como un pirata, volvió a girar el envase sobre el cuaderno. Y este, muy cabrón, se frenó en Rubius, otra vez. Jeff lo miró, subiendo y bajando las cejas varias veces. Giró la botella una vez más. Murió en Patty. Volvió a oírse un << Uuuuuhhhhhh >>

Rubén, sin dar mucha vuelta y sin mirarla a los ojos, se acercó y la besó ligeramente.

Ahora sí, pensaba Mangel. No podía mirarlo. Ahora sí que no. Esto no puede estar pasándome. Esto no tiene que estar pasándome. Esto... esto no tendría que...

Rubius, con un ligero temblor en la mano, dio vueltas a la botella. Esta se tambaleó y se frenó en el pasto, apuntando hacia (¡oh, sorpresa!) Mangel.

-          ¡Mira tú! – soltó Jeffrey. – Ya era hora, joder.

-          ¡Hala, Mangel! – dijo Ky, alzando las cejas.

Rubén lo miraba sin poder creerlo.

¿¡Qué!?, tenía ganas de gritarle Mangel. ¿¡Qué!? ¿¡A caso solo tú juegas a esto!? Y al instante se sintió culpable por pensarlo. Maldito Jeffrey y sus juegos de mierda.

Rubius, pestañeando para recuperar la razón, miró su mano derecha, que sujetaba el envase, y lo giró otra vez. Giró y giró hasta que, con un último aliento, dio en Jocelyn.

-          Joder. – se le escapó a Mangel el un murmullo, tan bajo que solo él lo sintió salir de su boca.

Jocelyn sonreía como una hiena mientras se acercaba a él a cuatro patas.

¿Qué?, dijo la parte racional de Mangel. ¿Qué esperabas? ¿Qué milagrosamente te tocara con Rubén, y se arreglaría todo? ¿O que no te tocara nadie?

Miró a Jocelyn acercarse, inclinarse, y besarle, sin cerrar los ojos ni un segundo. Aquello no estaba pasando, no era real. Nada de eso era real. Ni la botella que apuntaba al lugar vacío de Jocelyn, ni el contacto de sus labios con los suyos, ni las risas que oía de fondo. Ni la mirada furtiva que le echó Rubén, ni la sonrisa de la chica gótica al apartarse, ni la curiosidad con la que Red los miraba desde el otro árbol.

Aquello lo hizo reaccionar. Pestañeó. Literalmente, Red estaba trepado a un árbol que estaba a varios, varios metros de ellos. Un grupo de chicos se carcajeaban al pie de aquel árbol, señalando a Red con el dedo y gritándole cosas. Pero él no parecía notarlo. Estaba mirando a Mangel directo a los ojos, desde la copa de las ramas. Mangel apartó la mirada al instante, aunque estaba seguro de que Red seguía mirándolo.

Después de eso, no dio mucha cuenta de las cosas, ni cuando la botella se detuvo en Rex y Jocelyn, ni cuando se detuvo en Jeffrey y en él, otra vez.

Un momento, reaccionó. ¿Jeffrey y yo? ¿Jeffrey y-

Jeffrey se abalanzó sobre él y lo derribó, al igual que con Ky. Mangel no podía creer lo que estaba pasando. Hasta que Jeffrey tomó su rostro con las manos y le plantó un gran beso en la nariz.

Al principio estaba tan impactado – para ser sinceros, muchas partes de sus cuerpos que no tendrían que tocarse se tocaban – que no comprendió por qué cojones lo besaba en la nariz. Luego pensó que quizá era porque se había abalanzado tan rápido que se había equivocado y estaba besándole las fosas nasales. Pero luego, con un ápice de vergüenza, descubrió que, a la vista de todos, parecían estar besándose en serio. Pero no lo hacían.

Cowboy se apartó tan deprisa como se había lanzado. Mangel se irguió en su lugar, mirándolo, atolondrado. Abrió la boca para decir algo, lo que fuera, pero él se le adelantó.

-          Solo un beso por vida, Miguel. – dijo, serio.

-          S-sí, claro. – balbuceó Mangel.

Todos rieron. Rubén estaba más tenso que nunca. Miraba, al igual que Gwen, la botella, y cómo Jeffrey la giraba, y cómo se detenía en Rubén, y cómo volvía a girar, y cómo volvía a detenerse en Gwen.

Se oyó un << UUUUHHH >> más fuerte que antes, más interesado.

Mangel casi podía oír el corazón de Gwen dar un vuelco al caer en la cuenta de que tenía que besar a alguien. De que tenía que besar a Rubius. Y no a Al. A Rubius.

-          ¿Qué...? – murmuró.

-          ¡Anda, Gwenny! – soltó Jeffrey. - ¿Qué es una amistad sin besos? – subió y bajó las cejas varias veces. Mangel alcanzó a ver cómo Al le lanzaba una mirada vacía, insulsa, que no decía nada y a la vez decía muchas, muchas cosas. Jeff no pudo verlo. O lo vio y no le hizo caso.

Gwen los miró a todos, sin comprender.

-          ¿Qué? No, paren. Yo estoy fuera, no... Yo he dicho desde el principio que no-

-          Estás en la ronda, pecas. – explicó Jeff. – Parte de la ronda, parte del juego.

-          Jeffrey, calla, ¿quieres? Yo... he dicho que no-

-          Gwen. – dijo Al. Ella lo miró. Al la observaba con una serenidad que Mangel no había visto nunca, en ninguna persona. Salvo en Rubén, quizá, pero no contaba como persona. Al le sonrió casi imperceptiblemente. Gwen pareció relajarse.

-          Aaaawwww. – soltaron las chicas.

-          ¡Eso es, campeón!

-          ¡Conmovedor!

-          ¡Tiernos!

-          A demás, - dijo Rubén. Se acercó, la besó, y se apartó. – sé que soy irresistible pero, vamos, no vas a enamorarte de mí con eso.

-          Exactamente. – coincidió Jeffrey.

-          A no ser...

-          ¡Calla, hombre, que la cagas!

Rubén soltó una risa, pero apartó la mirada de todas formas.

-          Anda, Rubius, gírala de una vez.

Eso hizo. La botella dio vueltas y vueltas hasta que se detuvo en Ángela. Esta, involuntariamente, alzó la cabeza hacia Rubén. La bajó al instante. Él no pareció darse cuenta.

Mangel sintió una repentina oleada de ira hacia Ángela. No quería sentirse así, sabía que ella no había hecho nada malo, pero...

¿¡Que no ha hecho nada malo!? ¡Participar en este juego ya es malo! ¡¡HABERLO BESADO ES MALO, JODER, MIGUEL!!

Sin embargo, soltó el aire que estaba conteniendo cuando el envase de detuvo en Ky.

Ángela no se movió, ni siquiera cuando el muchacho se inclinó y la besó; en realidad, la besó más tiempo de lo estrictamente necesario, pero ella no pareció notarlo. Solo bajó la mirada y giró el envase, sin decir palabra. Se frenó en Jocelyn. Volvió a girarlo.

Se frenó en Gwen.

<< OOOOOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHH >>.

-          ¿Qué? – volvió a decir Gwen. - ¿Qué? Oh, no, vamos. Vamos, joder, no podéis estar hablando en serio.

Pero mientras ella intentaba excusarse, todos gritaban por encima << Calla. No. No tienes excusa. Cierra el pico. No. Sí. Tienes que hacerlo. Sí, joder. ¡Que sí! >>.

-          Seamos sinceros, Gwenny. – le dijo Jeffrey. Los demás comentarios acallaron al instante. – A que no te dan las pecas.

La ronda había quedado en silencio. Gwen lo miraba, impasible. Jeffrey parecía bastante serio al principio, pero luego una sonrisa pirata fue extendiéndose por su rostro, a medida que avanzaban los segundos.

Esta vez nadie rompió el silencio. Fueron pasos simples. Gwen clavó la vista en Jocelyn, se acercó a ella, la besó y se apartó. Hubo risitas y murmullos, respiraciones que estaban siendo contenidas, exhaladas. Jocelyn sonreía como una hiena. Era de esas sonrisas que, sabía Mangel, no tenía nada de jocosa. Por el contrario, le causaba escalofríos.

Gwen no miró a Al ni una sola vez. Él, por otra parte, la miraba boquiabierto.

Jocelyn giró la botella otra vez. Y, otra vez, volvió a detenerse en Gwen. Solo que, en esta ocasión, al segundo giro, se frenó en Jeffrey.

Ella lo miró, su rostro pálido, inmutable; sus ojos cafés, insensibles. Pero tuvo que apoyarse en sus manos al inclinarse hacia atrás cuando Jeffrey apareció frente a ella, a cuatro patas, casi chocando sus rostros. Gwen lo miró a los ojos. Jeffrey sonreía como un ladrón. Abrió los labios para besar los de ella cuando sonó la campana.

Los populares comenzaron a levantarse. Jeffrey se echó hacia atrás y se levantó. Estiró las piernas y los brazos, arqueando la espalda como un gato, obsequiándole una de sus sonrisas ganadoras.

-          Te lo debo, Gwenny. – soltó, y se alejó, primero caminando de espaldas, mirándola; luego se volvió y alcanzó a su grupo de un salto. Todos, en un instante, habían desaparecido.

Menos ellos, claro. Mangel seguía allí, y Rubén, y Ángela, y Gwen y Al.

Mangel no podía creer lo que acababa de ver.

De verdad que no podía creer en nada de lo que acababa de ver.

Era la última hora que tenía y Mangel sentía que había pasado una vida entera allí dentro. Guardó los libros de Inglés y sacó los de Físico-Química. Cerró la puerta del casillero. Se llevó el susto de su vida (o uno de los tantos) cuando vio la figura de Rubén apoyada contra la taquilla de al lado, mirándolo.

Mangel no dijo nada. Muchas imágenes le vinieron a la mente, muchos recuerdos que no tenían más de unas horas, demasiados besos por un día. Besos que, por supuesto, no les pertenecía a ambos. Si hubieran sido sus besos, de esos que parecían alargar el tiempo, derretirse en su boca, no hubieran sido demasiados. De esos nunca tenía suficiente.

Sin embargo, Rubén también cerró la boca.

Se lo quedó mirando hasta que sonó el timbre para indicar el comienzo de la última hora y todos comenzaron a alejarse. Los que tenían que ir hacia la izquierda fueron hacia la izquierda y los que tenían que ir a la derecha fueron a la derecha. El pasillo fue vaciándose poco a poco.

-          ¿Sólo un juego? – soltó Rubén entonces.

Mangel no comprendió al principio, pero luego se dio cuenta de que se refería al juego de los besos y todas esas gilipolleces.

Todavía no tenía muy en claro si había sido sólo un juego. Una parte de él sabía que era una estupidez de preescolar, pero otra, la parte venenosa de él que le había estado carcomiendo la cabeza, seguía sosteniendo que los besos seguían siendo besos. Y punto.

Pero Rubén seguía allí, en medio del pasillo, luminoso y vacío. Seguía mirándolo y sabía que podría quedarse haciéndolo toda una vida, quizá más.

Y a Mangel le encantaba eso.

Asintió.

-          Solo un juego.

Rubén se inclinó y, como si no estuvieran en medio del instituto, como si no estuvieran en medio del jodido mundo donde cualquiera pudiese verlos, una vez más, no le importó, y lo besó.

D A M N . O H . D A M N . ¿QUÉ OS PARECIÓ?

Primero que nada... perdón... otra vez... ejem... por... tardar y eso, je... pero... YA FUE, ACÁ ESTA EL NUEVO CAP C: Es demasiado salseo para mi body (mentira, saben que eso nunca es suficiente). Lo prometido es deuda. (?)

PD: ¿Soy la única que shippea Gweffrey?

PD2: Sí, Gweffrey. Gwen y Jeffrey. Sí, shippeo las parejas de mi misma historia y SOY GENIAL :v

PD3: Yo jugué a ese juego cuando era más niña, es una estupidez pero IT GIVES MY THE SALSEO THAT I NEED. (Me da el salseo que necesito. Creo que lo escribí bien, sean buenos y no me peguen) D:

PD4: AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.

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