Amigos (Capítulo 3)

2K 255 121
                                    

Rubén no habló con él al día siguiente; no lo miró, no se le acercó, no respiró cerca de él siquiera. Mangel comprendió algo de Rubius: estaba en la mejor de las situaciones, riendo y bromeando, pero un error bastaba para ponerle mala cara.

Lo bueno fue que Mangel logró hacer dos amigos ese día.

Estaban en un examen sorpresa de Biología. Lo positivo era que la profesora estaba metida con la nariz en un libro, así que todos lograban hacer trampas de alguna manera. Lo malo era que esta profesora era la peste, y todos le tenían miedo. Una buena razón para no hacer trampas. Así que, básicamente, el curso entero no sabía qué hacer.

Otro buen punto era que el examen completo se basaba en marcar verdadero o falso.

Otro mal punto era que eran 50 puntos.

Mangel, en un momento de duda, miró a su alrededor, buscando en alguna parte de su cerebro la respuesta; hasta que dio con la mirada de una chica que estaba sentada en el banco de su derecha. Ella lo miró con los ojos muy abiertos y le hizo señas: "¿Sabes la dos?". Mangel miró un momento a la profesora, a quien se la veía absorta en el libro (casi al borde de las lágrimas), y luego miró a su compañera. Asintió y levantó el pulgar para indicarle "Es verdadera. ¿Sabes la diecisiete?".

Así hicieron el resto del examen; echándole miradas furtivas a la pobre mujer, que lagrimeaba en silencio con su libro, y haciendo uno la prueba del otro.

Sonó el timbre y a Mangel le faltaba una pregunta.

- Entreguen – ordenó la profesora, secándose las lágrimas con un pañuelo.

La chica de su derecha se levantó y tropezó con su mochila, golpeando con fuerza el banco de Mangel.

- ¡Oh, lo siento! – se disculpó, poniéndole una mano en el hombro. Miró su hoja fugazmente – Estás bien, ¿verdad? – preguntó, apretando al decir la última palabra.

Él comprendió y marcó con una x la opción "verdadero". Se volvió hacia la chica.

- Sí, gracias – sonrió.

Ella le correspondió.

- ¡Hey! – oyó que alguien lo llamaba.

Mangel guardaba las cosas en su casillero cuando la chica que estaba sentada a su derecha se le acercó.

- Hola – sonrió él.

- Solo quería... decirte gracias – respiró agitadamente. Se notaba, por su cabello revuelto, que había corrido un camino lago para llegar hasta él –. Por el examen.

- Gracias a ti también – dijo Mangel, sonrojándose.

Ahora que se daba cuenta, la chica era bastante linda. No guapa, sino linda. Dulce. Tenía unos grandes ojos cafés y un cabello castaño que le llegaba un poco por debajo de los hombros; su rostro estaba salpicado débilmente de pecas y tenía una nariz casi respingona. Llevaba unos jeans, una remera simple, negra, y una chaqueta grande encima, con algunos papeles sujetos bajo el brazo.

- Soy Gwen – le tendió la mano.

- Mangel – se la estrechó.

- ¿Mangel? ¿Qué clase de nombre es ese?

- ¿Gwen? ¿Qué eres? ¿Gringa?

Gwen rió.

- ¿Qué tienes ahora?

- Almuerzo, ¿tú?

- Chócalas.

Mangel chocó sus manos.

Son solo tres Palabras (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora