"A veces voy de camino a la escuela
y me pregunto:
¿qué sucedería si decido
no parar?
¿Qué sucedería si decido
seguir caminando
y que nadie nunca me encuentre,
jamás?
A veces me lo imagino.
Pero no es más que eso.
Una imagen".
- Anne Grasse. — dijo Valgón, cerrando el libro sobre su escritorio. Echó una mirada a la clase detrás de sus gruesas gafas, que se le resbalaron hasta el borde de la nariz. — Una escritora y poeta inglesa, nacida en 1892. Esta — hizo hincapié en el libro. — fue su primera poesía. ¿Se imaginan qué edad tenía cuando la escribió? — preguntó. Aguardó en silencio a que alguien alzara la mano, pero sus alumnos no movían ni un dedo. La palabra lunes parecía impresa en sus rostros, en sus ojeras oscuras y sus ojos cansados. - ¿Nadie? — suspiró. - ¿Señorita Cepeda?
La chica alzó la mirada, dubitativa.
- Hum... teniendo en cuanta que iba a la escuela, debe haberlo escrito de joven. Quizá unos... ¿quince años?
- No. — negó Valgón rotundamente. - ¿Señorita Ramallo?
- ¿Dieci...siete? — aventuró ella.
- No. — volvió a negar. - ¿Señor Rogel?
- ¿Huh? — soltó Mangel. Hubo algunas risas, Rubén entre ellas. — Eh... ¿doce?
- Cerca. — comentó Valgón. - ¿Doblas?
Rubén alzó la mirada.
- ¿Qué? — inquirió, alzando las cejas.
Más risas. La profesora no se inmutó.
- ¿Puede decirme qué edad tenía Grasse cuando escribió esta poesía?
Rubén estuvo tentado en decirle << ¿cuál poesía? >>, pero se mordió la lengua. Cabrear a Valgón era uno de sus pasatiempos favoritos.
- No lo sé. — respondió, sincero. - ¿Treinta?
- Ocho. — corrigió Valgón, lanzándole una mirada dura. — Tenía ocho años. — parecía a punto de decir algo más, pero sonó la campana y todos comenzaron a recoger sus cosas con apuro, en un intento desesperado por escapar antes de que la profesora enviara tarea. No se salvó nadie. — Para la clase que viene, busquen, analicen y traigan un poema o poesía de un escritor inglés, de la época que quieran.
- Creo que elegiré una época en la que no exista la poesía. — comentó Rubén, parándose al lado del escritorio de Mangel, que estaba acurrucado en su asiento con el buzo azul subido hasta el mentón. Titiritaba de frío.
Él rió.
- Tío, yo que tú no me arriesgaría a cabrearla más. — sugirió Mangel. — Está hasta los huevos de ti ya.
- ¿Qué? — Rubén miró a la profesora, que seguía en su escritorio, luego a Mangel y a la profesora otra vez. — Con Valgón nunca es suficiente.
- Eso puede interpretarse de muchas maneras. — comentó, sonriendo. Tenía la nariz extremadamente roja, las gafas de lectura torcidas.
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Son solo tres Palabras (Rubelangel)
FanfictionNo puedes proteger a alguien todo el tiempo, pero él es capaz de hacer cualquier cosa por amor. Rubius desarrollará el mal hábito de cuidar de Mangel, aunque en realidad no se dará cuenta de que es Mangel quien cuida de él. Un amor de secundaria q...