Fuera de Nuestro Control (Capítulo 28)

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Rubén se quedó observando a su alrededor, sin mirar nada en especial.

Muchas cosas resonaban en su mente. Y a la vez ninguna.

Muchas emociones estaban en guerra dentro de él. Pero no sentía nada.

Había tantas cosas importantes, y, sin embargo, ninguna era relevante.

Aturdido.

Dañado.

Perdido.

Ni siquiera habían empezado las clases y ya estaba harto de que la gente lo mirara así, con esa expresión en el rostro. Como si fuera un bicho raro.

Quizá era porque la última vez que había estado en el Instituto había golpeado a alguien hasta quebrarle dos costillas y romperle la nariz.

O quizá simplemente era porque estaba parado en medio de la acera, con la mirada perdida, sin moverse.

Sonó la campana, estridente, aunque a Rubén le pareció muy lejana. Aquello lo sacó de sus ensoñaciones. Sacudió la cabeza, como si estuviera sacándose pensamientos de encima. Miró a su alrededor. Las personas que antes lo estaban mirando ahora estaban caminando hacia sus clases.

Tengo que caminar, pensó.

Pero no lo hizo.

La acera se vació en dos minutos. Pronto, solo quedaron Rubén y sus recuerdos.

Déjalas en paz, Rubén, resonó en su mente.

Cállate, le dijo a sus pensamientos. Tengo que caminar.

Déjalas en paz.

CÁLLATE.

Te pareces más a mí de lo que crees.

¡ESO NO ES CIERTO! Se llevó las manos a la cabeza, jalándose del cabello. Quería arrancarse esas palabras, desecharlas, quemarlas, y quemar sus cenizas, y quemar lo que quedase después.

Nada de lo que él dijo es cierto. No es cierto.

¿Verdad?

- Tú también llegas tarde, ¿eh? – le dijo una voz a sus espaldas.

Rubén se volvió.

- ¿Qué es esa cara? – preguntó Jeffrey, dándole una palmada en el rostro. – Ya sé que es duro volver al Instituto, pero vamos, a mí no me engañas. Te alegras de verme, ¿a que sí?

- Hola, Jeff. – saludó Rubén.

- ¿Hola? ¿Desde cuándo dices hola? – Jeffrey le pasó un brazo por encima de los hombros. Lo miró, preocupado. - ¿Qué te sucede?

- Nada, es solo que... no he dormido bien.

- Te crees que soy tonto, ¿verdad?

- ¿Eh?

- Algo te pasa.

- No, no es nada. Es que-

- ¿Estás preocupado? La última vez que te vi aquí estabas asesinando a alguien en la cafetería. ¿Temes que envíe a alguien a golpearte? ¿Una banda? ¿Un grupo de fortachones? – Jeffrey cerró las manos en puños y comenzó a pegarle al aire, como si realmente estuviera peleando con alguien. – No te preocupes por eso, yo te cubro. Podemos contra ellos.

- No... no es... no es nada de eso. – Aunque no había pensado en eso antes.

Genial. Otra cosa por la cual preocuparme.

Son solo tres Palabras (Rubelangel)Kde žijí příběhy. Začni objevovat