El Juego de los besos y todas esas Gilipolleces (Capítulo 21)

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-          Al, deja la botella en paz.

-          ¡No estoy haciendo nada!

-          ¡Que la dejes en el centro de la ronda, coño!

-          ¡Vale, vale!

-          ¿Vamos a empezar o no?

-          Bájate del pony, Rubén.

-          ¿Qué me suba al qué?

-          Mangel, ten cuidado con mi mochila, joder.

-          ¿Dónde está Ángela?

-          ¡Ahí está!

-          ¡Ángela!

-          ¡Apúrate! ¡Te estamos esperando a ti!

-          ¡Ya voy, ya voy! Que estáis todo emocionados, coño, ¿qué os pasa?

-          Siéntate.

-          ¿Aquí, en el pasto?

-          Sí, aquí en el pasto.

-          ¿No puedo ir debajo del árbol?

-          No, este es mi lugar.

-          Pero no quiero quedar al sol. Mangel, mueve el trasero.

-          Auch.

-          ¿Se puede saber por qué estáis como niños de preescolar?

-          Jugaremos a verdad o reto.

-          Ya veo por qué estáis como niños de preescolar.

-          ¿Cómo giraremos la botella sobre el pasto?

Se hizo un silencio.

-          Mangel, - dijo Gwen. – detesto que seas tan inteligente.

-          Podemos poner un cuaderno. – sugirió Ángela.

-          ¿Por qué jugaremos a esto? – preguntó Rubén.

-          Sí, la verdad no le veo el sentido.

-          Ni la gracia.

-          Esto es para críos.

-          ¿Quién fue el gilipollas de la idea?

-          Cállense. – soltó Gwen. – Yo sé que se mueren por jugar.

Y era cierto. Nadie quería decirlo, pero la emoción les corría por las venas. Las ansias por ver a quién elegiría la botella seguían ahí como cuando tenían once años.

 - Vale. Ángela, pásame ese cuaderno.

Ángela se lo tendió. Gwen lo puso en medio de la ronda, con la botella arriba.

-          Vale. – dijo. – Imagino que todos sabéis cómo se juega, ¿no? Ya saben, se gira la botella, el que sea elegido puede elegir si desea decir la verdad (no vale mentir, sino no tiene gracia, ¿está bien? Rubén, te lo digo a ti), o un reto, que será decidido por los demás. Sin excepción, bla, bla, bla. ¿Listos? ¡Ya!

Impulsó la botella y esta giró sobre la superficie varias veces. Se escapó por un costado y se frenó con el pasto. Apuntaba hacia Al.

-          Lo has hecho mal. – dijo este, apresurándose a acomodar la botella otra vez sobre el cuaderno.

Son solo tres Palabras (Rubelangel)Where stories live. Discover now