AMAR ENTRE REINOS [02]

By ValuAbigail

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BILOGÍA AMAR: Libro 2. Hace siglos, dos reinos se aliaron para encerrar a los demonios en el inframundo, del... More

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62: Deuda ancestral
63: Destrucción y redención

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By ValuAbigail

Theo.

Los años han sabido como ayudarme a cicatrizar mis heridas y continuar con mi vida luego de ... Cierto recuerdo, que ahora no quiero evocar. Logré salir del psiquiátrico hace algunos años con ayuda de lo que me quedaba de familia, me dejaron ir cuando logré entender que no podía hacer nada para cambiar el pasado, que solo podía aceptarlo y seguir. Y retomar la empresa fue una de las cosas más difíciles, no tenía la confianza de los accionistas por los múltiples escándalos que mancharon mi reputación, pero eso no me detuvo. Trabajé día y noche para demostrarles mi capacidad, que no había perdido mi habilidad para los negocios y mucho menos mi perseverancia para conseguir lo que quiero.

Demostré que Kim Theo seguía siendo el mismo hombre competente, líder innato, visionario y la mejor opción para asumir la presidencia del grupo Kim. Después de todo, mucho antes de ella, yo ya era alguien poderoso, inteligente y exitoso. Y sin ella seguí siéndolo.

— ¿Todo listo, Hun? — le pregunté a mi secretario sin despegar los ojos de mi laptop.

— Sí, señor Kim. Los encargados del evento ya me confirmaron que todas las invitaciones fueron enviadas y de ellas un 97% confirmaron su asistencia. La prensa está informada del evento y están honrados en ser partícipe de la fiesta de cumpleaños heredera de los Kim — manifestó. Levanté la mirada para centrarme en él.

El castillo inflable no podía faltar o la pequeña mandona me asesinaría con esa miradita y puchero.

— ¿El castillo...?

— Sí, está listo. El castillo rosa, lleno de pelotas y ponys — asentí, convencido.

Su fiesta debía quedar perfecta o ella era capaz de encerrarse en el baño o pedirle al chofer que la regrese a casa, así de caprichosa era.

— ¿Conseguiste que Blackpink cante en su fiesta? — inquirí, volviendo a manipular mi laptop.

Hun buscó algo en su tablet, la levantó a mi dirección para que pueda observar el vídeo. Era uno en donde salían las cuatro integrantes de la banda, su favorita, saludándola por su cumpleaños y diciéndole que estarían en su fiesta y anhelaban volverla a ver como en sus cumpleaños anteriores.

— Fue lo primero que conseguí — respondió algo asustado —. No quiero lidiar con su mini versión femenina. Aunque puedo arriesgarme a asegurar que ella es más intimidante que usted — su comentario me hizo reír.

Meneé la cabeza con una sonrisa en el rostro.

— Es cierto, señor. Todos los colaboradores de la empresa siempre están alertas a la puerta en caso venga, para que le den su batido de fresa — rodé los ojos. Qué exagerado—. No es broma, señor. La última vez que no la recibimos con su batido amenazo con despedirnos a todos.

— Toda una Kim — solté, lleno de orgullo. Hun me dedicó una mirada aterrada.

— Desde ahora empezaré a rezar por el alma que le toque ser su secretario o secretaria.

Su cumpleaños sería el sábado. A pedido de la princesa de la casa, sería con temática de Disney, todos sus invitados debían ir vestidos como príncipes y princesas, caso contario, no entrarían a la fiesta.

El día paso como de costumbre, entre papeleos, reuniones, firmas y conferencias. Era hora de ir a casa, cerré mi laptop, coloqué mi saco en mi brazo izquierdo y con la mano derecha cogí mi café. Salí de la oficina, despidiéndome de los empleados con los que me cruzaba. Hun ya había sacado mi auto a la entrada del edificio, me subí y le agradecí antes de irme.

El tráfico de Seúl era agobiante a esta hora de la tarde, a pesar de ser las 7 de la noche. Miré mi reloj para verificar cuanto tiempo me quedaba para llegar a cenar y hacerla dormir.

Y como era de esperarse de la impaciente de la mini Kim. Me apareció su nombre en la pantalla de mi celular.

— Chischis, ¿dónde estás? ¿Ya estás en la esquina de la casa? ¿En la puerta? ¿Estás entrando? — me reí.

El recuerdo de mi Nini llegó a mi mente, ella también me llamaba así.

— Nenita, falta media hora para la cena. Ya estoy por llegar — le respondí con un tono dulce. Pude imaginar su puchero.

— Si no llegas, no voy a comer — me advirtió—. Así me obligué la abuela So Ji, no probaré ni un bocado.

Toqué el claxon para que el que estaba adelante de mí en el semáforo avanzara. Necesitaba llegar lo más rápido posible o no tardaría en llamarme llorando y acusándome de mentiroso.

— ¡Es tu culpa, Theo! — gritaba mi madre al otro lado de la línea — Has malacostumbrado a la niña. No come si no estás y no duerme si no le das el beso de buenas noches. ¡Y luego te molestas porque llora cuando viajas! ¡Menudo granu...! — se calló de golpe.

— Eh, eh, eh. Nada de groserías delante de mi castañita— le reprendí en broma.

— ¡Espérate a que llegues! ¡Con las tijeras te voy a esperar para cortarte esas greñas! — riñó.

Me había dejado crecer el cabello y lo había pintado negro azabache, por lo general siempre lo llevaba amarrado, pero a mi mamá no le gustaba mi estilo, ella prefería mi color natural y corto.

Faltan 5 minutos para la hora de la cena y gracias a varios semáforos en rojo pasados pude llegar a tiempo. Dejé el carro en la puerta para que los de seguridad lo guarden, mientras tanto, yo corrí hacia la habitación rosa de la casa, en busca de una chiquita gruñona y caprichosa.

— ¡Ya llegó Chischis! — exclamé entrando como si fuera de la realeza. ¡Lo qué me hacía hacer!

La pequeña castaña se levantó de la cama dando brincos sobre ella y canturreaba "Llegó, llegó, llegó mi Chischis!". Era una ternura y yo me derretía por ella, podría ir hasta el fin del mundo solo por ella.

— ¿Vamos a cenar o que traigan nuestra comida aquí? — pregunté con una sonrisa inocente.

Mi madre casi me aniquila con la mirada y con su tacón. Tan delicada, mi adorada madre.

— ¡No, Chischis! Las princesas no comen en sus camas, es de mala educación y va en contra del protocolo de los Kim — afirmo, la enana. Le di la razón con un gesto y mi mamá nos miró orgullosa.

— ¡Son dos gotas de agua!

Los tres nos fuimos a sentar a comer con la abuela Haneul, nos sirvieron la cena mientras oíamos fervientemente las anécdotas de su día en preescolar. Todos parecíamos embobados por su dulce voz y su carita llena de ternura.

— ¿Mamá cuándo llegará, Chischis? — me preguntó. Hice una mueca como si pensara.

— Estuve hablando con ella por llamada, me dijo que llegara para tu cumpleaños.

La cena culminó una media hora más tarde, fui a cambiarme con ropa más cómoda, mientras que mi mamá le colocaba el pijama a la nenita de la casa y la acostaba en su cama. Y como todas las noches fui a contarle un cuento para dormir y darle su beso de buenas noches.

Estuve a punto de irme de su habitación, cuando su voz me detuvo en el umbral de su puerta.

— Chischis quiero que a mi fiesta todos vayan con antifaces — pidió con voz adormilada.

— ¿Ahora qué película viste? — pregunté divertido. Ella frunció el entrecejo, levantándose — Okey, okey, castañita. Le diré a Hun que informé a los invitados.

Me volví a acercar a ella para cubrirla con su sabana.

— ¿Puedes traer a Ariel, Chischis? — la miré extrañado —. Primero debes convencer al príncipe Eric, la ama mucho y no la deja ir porque tiene miedo a perderla por culpa de Úrsula — me aconsejaba, la castañita.

— ¿Ariel? ¿Qué princesa es esa? — cuestioné algo confundido. Tantas princesas de las que hablaba que me era difícil diferenciar quién era quién.

— ¡¿No la recuerdas?! — me riñó, indignada —. Es mi princesa favorita. Ariel es la hija de Tritón, la princesa del océano — la sonrisa se me borro en nanosegundos.

Recuerdos desbloqueados en...

3, 2, 1...

Melusina.

La isla AFA.

¿Aparte de nudista eres estúpida?

¿Así tratas a quien te salvo el pellejo?

— Descansa, castañita. Mañana será tu gran día.





Sophia.

Tres jerarcas asesinados de la manera más atroz y cruel por demonios chupasangre. Europa, Oceanía y África fueron atacados y gran parte de su gente fue masacrada por los enviados del mestizo inmortal. Estaba completamente segura que había sido él, si no ¿Quién? ¿Quién querría asesinar a los que me habían brindado su apoyo?

Maldito seas.

No podía quedarme con los brazos cruzados mientras mataban a mis aliados, esta guerra la tengo que ganar yo. Debía mover mis piezas con inteligencia y mucho antes que el hijo de Mammón. Por ello, decidí mandar a Baker con Aitanay por Silas, jerarca de Antártida, a Elem y Alexander por Lucrecia, jerarca de América, y yo iría con Ian, Maia y probablemente Eru por Gong Yo, jerarca de Asia.

— ¡No puedes ir sola a Corea, Sophia! — reprendió mi hermana. No le hice caso y seguí guardando mi ropa en una maleta —. ¡Puedes encontrarte con ese bastardo!

— No, Aitanay. Tengo mis planes bien definidos, no pienso desviarme y menos perder mi tiempo. Solo iré a convencer a Gong y ya.

Mi hermana caminó hacia mí y cerró de golpe mi maleta, molesta.

— Sophia te puedes cruzar con él. Corea es un pañuelo y ese hijo de puta tiene empresas por todo el país. Mejor anda tú por Silas, y yo convenzo a Gong.

La miré algo cansada.

— No quiero ofenderte, pero mi título como protectora del agua es lo único que me permitirá una cita con él. No recibe a gente que no conoce.

Ella bufó, antes de sentarse en la cama sin mirarme a la cara.

— Hermana — la llamé —. Ya no soy la misma y lo sabes. Él no volverá a entrar a mi vida. Probablemente a estas alturas ya haya formado una familia y tenga los herederos que siempre quiso — solté con amargura que no pude disimular —. No te preocupes por mí. Mejor preocúpate por tu novio, se encontrará con muchas brujitas — ella viró los ojos.

— No es mi novio — espetó, asqueada por la palabra.

— Entonces, ¿tu pareja? ¿Tu ligue? ¿Tu pendejo? ¿Tu máquina de cardio? Llámalo como quieras, pero ajá.

— ¡Qué manía por ponerle título a todo! — gruñó.

Viajaría hoy en la noche, luego de recoger los nuevos pasaportes y unos amuletos que nos había hecho Baker para poder viajar y pasar desapercibidos por cualquier humano.

El amuleto iba a bloquear nuestra verdadera identidad ante los humanos, el mío era un collar de plata con hojitas colgantes, Maia tenía un brazalete, Ian un anillo y Eru un collar con una hoja colgante.

— ¿Con esto, no notarán mis orejas puntiagudas? — preguntó Eru algo avergonzado. Sonreí al verlo con las mejillas enrojecidas.

— Sí, Eru. No te lo saques, a no ser que quieras salir en noticieros y redes sociales con el titular "DUENDE REAL EN LA CALLE" — me reí más fuerte. Alexander era muy cruel con el pequeño Eru.

— Sí, algo así pasaría. O peor aún... — intentó empeorarlo, Robinson Baker.

— Cállate, Robinson. Lo asustas.

Ian estaba a un extremo, cabizbajo. Creo que no era la única nerviosa por volver a ese lugar. Después de todo, no tiene recuerdos gratos.

— ¿Llevarás tu nuevo perfume? — le pregunté recordando el incidente de su habitación. Él levantó la vista algo divertido.

— Sí, Soph. Siempre llevo conmigo ese perfume — comentó él, con una sonrisa de oreja a oreja — ¿Te gusta?

Asentí, convencida. Y no mentía, ese perfume tenía un olor embriagador y exquisito.

— Es que yo mismo lo hago — confesó, sin dejar de mirarme para ver reacción. Mi mueca de confusión no paso desapercibida.

— ¿No la comprabas? — pregunté.

— No, no me gusta utilizar aromas hechos por otros. Además, él mío tiene un toque especial solo para que tú lo disfrutes.

Lo miré algo confusa, pero no le di importancia.

— Levántate, que nos espera un viejo estirado por convencer — me erguí.

Él miró a todos con sus maletas, listos para partir a sus respectivas misiones, luego volvió a mirarme a mí.

— ¿No crees que primero deberíamos ver a tus padres? Hace años que no los ves — hice una mueca —. Noah debe estar gigante, quizás deberías ir a felicitarlo, a estas alturas ya debe haber recibido su don. ¿No te da curiosidad saber que le dieron?

A cada heredero de Melusina, le entregan su don a los 15 años, a excepción del primogénito, él nace con su don para que pueda perfeccionarlo desde sus primeros años de vida. Y no podía negar que me moría por ver a Noah y felicitarlo por su don, como también me moría de curiosidad por saber que era.

Aitanay nació con el don del control del clima. Yo, con el control de las aguas. ¿Qué le pudieron dar a Noah?

— Lo haré en su momento, Ian. Primero necesito el apoyo del jerarca de Asia.

— ¿Entonces si o si estaremos mañana en Corea? — preguntó poco animado.

— Sí, duquecito Deveraux — confirmé con una sonrisa.

Mañana volvería a pisar esas tierras, pero esta vez sin una pizca de inocencia e ingenuidad. Al contrario, presenciarán a la princesa y protectora más poderosa que nunca, más implacable y decidida a llevarse el mundo por delante.

Sophia Scarlett Darren está de vuelta.





¡Hola!

Espero que le haya gustado el capítulo. Se vienen muchas cosas en el próximo capítulo, estén atentos <3.

Imagenes referentes del capítulo:

Los amo.

Nos vemos en la próxima actualización <3.

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