Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto
Cuando Bakugo salió de la cueva, había dejado de llover. Así que pudo correr de vuelta a los Cuarteles Tanzaku más rápido que lo que había hecho en la ida a pesar de llevar cargada consigo a su compañera.
—Te pondrás bien. Te pondrás bien. Te pondrás bien ....—repitió Bakugo durante todo el camino, no estando seguro si se lo decía a ella o a sí mismo.
Bakugo iba lo más rápido que podían correr sus piernas de vuelta a la ciudad. Tenía la intención que Tsunade ayudara a Uraraka. El rubio ceniza recordó con nitidez las palabras de Shizune sobre la ubicación del alojamiento de la sannin que le dijo después de su combate contra su maestra.
—Nos hospedamos en el hostal con la fachada amarilla de la calle de enfrente de tu posada. ¡El hostal de la fachada amarilla se llama Duerme-bien y estamos alojadas en la habitación 2 del piso 1!—
—Te pondrás bien. Te pondrás bien ...—siguió repitiendo Bakugo, en un susurro de dolor durante el resto del camino.
Mientras tanto, en el hostal Duerme-bien dormían plácidamente Shizune, Tsunade y Tonton. Un tiempo después, Shizune fue la primera en despertarse al oír golpes en la puerta de entrada de su habitación.
—¿Quién podrá ser a estas horas de la noche?—se preguntó internamente Shizune, dejando escapar un bostezo. Recogió de su mesilla un dispositivo parecido a un lanzador de dardos y se lo puso en su brazo derecho, preparada para atacar por si la persona que aporreaba la puerta era un bandido. Los golpes en la vuelta se volvieron más intensos.—Un momento, ¿no será ...?—la imagen de un Bakugo cabreado pidiendo entrar se le vino a la mente.
—¡ABRE LA PUTA PUERTA, VIEJA BRUJA!—oyó Shizune gritar. La morena identificó al instante esa voz.
—Como sospechaba—pensó Shizune con una gota en la cabeza.
—Abre la puerta antes que ese mocoso la reviente, Shizune.—dijo Tsunade, que se había despertado por los gritos de Bakugo.
—Oink, oink ...—gruñó Tonton. La cerdita fue la última en despertarse de las tres.
—¡HE DICHO QUE ABRAS LA PUTA PUERTA!—rugió Bakugo desde el exterior.
—Bakugo-kun, sé que te dije que podías pasarte ...—empezó diciendo Shizune, mientras quitaba el cerrojo de la puerta.—Pero deberías controlar tus ...—la voz de la morena se apagó al ver a Bakugo con su piel y prendas de vestir con multitud de manchas de sangre cargando a brazo algo que no reconocía porque estaba tapado con unas mantas.
—¡Aparta, mujer!—ordenó Bakugo con fiereza en la mirada. Shizune estaba tan perpleja que no supo reaccionar y se quedó quieta observándole con los ojos como platos.—¡He dicho que apartes!—esta vez, Bakugo la empujó con el hombro violentamente entrando a la habitación.
—¿Katsuki, qué ha pasado?—preguntó Tsunade, aún no viéndole ya que fue a encender el interruptor de la luz. Recordó su mal presentimiento y un escalofrío le recorrió el cuerpo.—Kat...—la reacción de Tsunade al ver el cuerpo de Bakugo manchado de sangre fue mucho peor que la que tuvo Shizune. Cayó al suelo de rodillas y empezó a sudar y temblar con violencia.—Sangre ...—susurró con voz temblorosa.
—¡Cúrala!—ordenó Bakugo acercándose a Tsunade, sin importarle el estado mental en el que se encontraba la sannin. Tsunade miró al suelo y se abrazó a sí misma. Es más, el verla así solo hizo enfadarlo—¡NO ME VENGAS CON ESTAS MIERDAS AHORA, TSUNADE! ¡CÚRALA!—insistió, gritando.
—¡Bakugo-kun!—Shizune por fin reaccionó al shock inicial y se acercó apresuradamente al rubio ceniza.—¿Es qué te has vuelto loco?—
—Loco está el mundo. No yo.—contestó Bakugo, aunque su rostro desencajado y lleno de venas hinchadas por la furia haría pensar a cualquiera que le viera que no estaba bien de la cabeza.
—¿Eh?—dijo confundida Shizune. Pero no le dio más vueltas a la extraña respuesta de Bakugo y continuó con su reprimenda al rubio.—¡Te dije que Tsunade-sama tiene hemofobia y tú te presentas en mitad de la noche con estas pintas! ¡Mira como está Tsunade-sama!—
—¡Me importa una mierda como esté tu puta maestra! —contestó con furia Bakugo.—¿Se supone que es la mejor médico del mundo, no?—dijo retóricamente.—¡Pues que haga su puto trabajo y que la cure!—
—¿Quién es ella?—preguntó Shizune, observando el rostro demacrado y golpeado de Uraraka, la única parte visible de ella al estar aún cubierta con las mantas.
—Alguien importante para mí.—respondió secamente Bakugo, que se acercó un paso más a la petrificada Tsunade, que estaba teniendo un ataque de pánico.—¡DEJA DE ACTUAR COMO UNA PERRA ASUSTADA Y AYÚDALA!—
—¡Es que no ves cómo está Tsunade-sama! ¡No va a poder ayudar a nadie en este estado!—dijo Shizune interponiéndose entre Bakugo y Tsunade.
—¡Que lo supere! ¡Qué ya es mayorcita! ¡Y ahora aparta de mi camino y deja que esto lo solucione con ella, mujer!—dijo Bakugo mirando amenazadoramente a Shizune.
—¡Ten un poco de empatía con ella, Bakugo-kun! ¡Ya sabes su historia con su hermano pequeño y con Dan!—dijo Shizune no dejándose amedentrar.
—.....—el rostro de Bakugo se tornó, aún si cabe, más aterrador.—¿Qué yo tenga empatía? —un tic se formó en su rostro y observó a Shizune.—¿¡QUÉ YO TENGA EMPATÍA?!—Bakugo dejó a Uraraka en el suelo y abrió la manta mostrando el cuerpo cadavérico y demacrado de Uraraka.—¡Mírala! ¡MÍRALAAAAAA!—rugió. Shizune se llevó la mano a la boca, aguantando las lágrimas al ver la figura de Uraraka.—¡El excompañero y sus putos secuaces de tu jodida maestra llevan, a saber cuanto tiempo, experimentando con ella y abusando de ella ...!—hizo una pausa, el enfado era tan grande que le costaba pronunciar las palabras.—¡Y TÚ ME DICES QUE TENGA EMPATÍA CON ELLA! ¡QUE LA TENGA ELLA CON MI COMPAÑERA Y QUE LA AYUDE!—
—Yo ... no sé que decir ...—susurró Shizune con la voz entrecortada.
—No hace falta que digas nada. —dijo Bakugo acercándose a Tsunade y cogiéndola del cuello del camisón de su pijama.—¡Pero tú sí tienes que decir algo, vieja bruja! ¡REACCIONA DE UNA PUTA VEZ!—le dio un puñetazo en el rostro tan fuerte que le rompió la nariz a la sannin. Pero la sangre saliendo de su nariz solo hizo que su estado mental empeorara.
—¡Tsunade-sama!—Shizune separó bruscamente a Bakugo y se acercó donde su maestra para sanarle la nariz.—¡Tranquilízate de una vez, Bakugo-kun!—
—¡Oink, oink!—Tonton se colocó enfrente de Bakugo, protegiendo a sus amas y a la vez amigas.
—¡TE HE GOLPEADO EN TU PUTA CARA ASÍ QUE HE GANADO TU PUTA APUESTA!—rugió fuera de sí Bakugo, señalando con el dedo índice a Tsunade.—¡YA ME DA IGUAL TU PUTO COLGANTE Y QUE VUELVAS A LA ALDEA! ¡PERO TIENES QUE CURAR A URARAKA! ¡TIENES QUE HACERLO!—
Ante los gritos de Bakugo, Uraraka despertó de su inconsciencia. Al abrir los ojos y no ver la cámara donde había estado los últimos años se sintió perdida.
—¿Deku?—dijo asustada Uraraka. Miró por todos los lados de la sala y al no hallar la única cosa que la confortaba empezó a perder la calma, gateando por toda la sala.—¡Deku! ¡Deku!—Bakugo volteó el rostro y Uraraka lo recordó. Pero no como su antiguo compañero, sino como aquel que había tirado su osito de peluche.—¡DEKU! ¡DEKU! ¡DEKU! ¡DEKUUUUU!—gritó furiosa, mirando con odio a Bakugo.
—Deku no está aquí, Cara-redonda.—replicó Bakugo volviendo a poner su atención en la sannin y su ayudante.—Hoy no te aconsejo que me cabrees, Shizune. —dijo en tono sombrío Bakugo. —Así que ...—un dolor agudo en la pierna le interrumpió.—¡Joder!—miró abajo y vio el origen del origen. Uraraka le estaba mordiendo de nuevo, pero esta vez en su pantorrilla en lugar de su antebrazo.—¡CÁLMATE DE UNA PUTA VEZ! ¡NO VES QUE SOLO ESTOY INTENTANDO AYUDARTE!—se agachó y separó lo más delicadamente posible la boca de Uraraka de su pierna para evitar que se dañara más su mandíbula. La recogió en brazos y la colocó enfrente suyo.—¡Escúchame, Uraraka! ¡Sé que no puedes entender una palabra de lo que digo, pero tienes que comprender que no voy a hacerte daño alguno! ¡Te lo juro! ¡Sé que no soy Deku, pero tienes que confiar en mí!
—¡DEKUUUUUU!—gritó llorando Uraraka pataleando y golpeando con todas sus fuerzas el pecho del rubio ceniza. —¡DEKUUUUU!—
—Joder, Uraraka ...—dijo Bakugo con dolor e impotencia. —Sólo déjame ayudarte, por favor ...—añadió, a punto de quebrarse de nuevo.
—Déjame a mí.—dijo Shizune, que ya había sanado la nariz rota de su maestra con un jutsu médico. Extendió los brazos para que Bakugo le diera a Uraraka. Éste la hizo caso y le entregó a Uraraka.—Venga, venga. Ya no tienes nada que preocuparte. Ssshhh.—susurró la morena a Uraraka mientras la abrazaba con ternura y le acariciaba el cabello.
—Deku ...—Uraraka no paró de llorar, pero al menos se tranquilizó y devolvió el abrazo a Shizune.
—¿Por qué solo me odia a mí?—preguntó Bakugo, dolido.
—No conozco vuestra historia, pero parece que no te reconoce. Antes has dicho que han abusado de ella durante mucho tiempo. Es muy poco común, pero a veces un trauma severo hace que la persona pierda sus recuerdos.—respondió Shizune.—Y con las pintas que llevas ...—señaló su cuerpo manchado de sangre.— y los gritos que has pegado no me extraña que alguien que no te conoce te tema o te odie.—
—¡Pero yo la salvé!—protestó Bakugo, llevándose la mano en el pecho.—¡No debería temerme u odiarme!—
—Solo tienes que darle tiempo ...—dijo Shizune, que seguía acariciando el cabello de Uraraka con ternura, como una madre haría a pesar que tenían edades similares las dos mujeres.
Bakugo observó detenidamente como Uraraka seguía llorando de forma inconsolable. No pudo soportar más la presión que le surgía en el pecho al verla en tan mal estado y se dirigió a la salida.
—¿A dónde vas, Bakugo-kun?—preguntó preocupada Shizune.
—Necesito tomar el aire. Ahora vuelvo. —respondió secamente Bakugo, saliendo de la habitación.
—¡Bakugo-kun!—dijo Shizune, pero Bakugo se había ido ya.—Este chico ...—