111.TSUNADE

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Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto

Unos días antes de la resaca de Bakugo, en la ciudad amurallada de Los Cuarteles de Tanzaku, se encontraban dos mujeres en la entrada de una posada que estaba rodeada por casas de apuestas. 

Una de ellas era rubia, con los ojos castaños, con una marca de un rombo violeta y que aparentaba tener unos 25 años de edad. Su pelo era largo hasta la cintura, con flequillo hasta los hombros enmarcando ambos lados de la cara. Tenía una notable y esbelta figura curvilínea con un busto voluptuoso. Vestía con una chaqueta de color verde con el kanji de "apuesta" escrito dentro de un círculo rojo en la parte posterior. Debajo, llevaba una camisa gris de estilo kimono sin mangas, que se ciñe a su cuerpo gracias a una faja azulada que hace juego con sus pantalones. Su camisa dejaba a la vista un pronunciado escote, dejando visibles parte de sus pechos. De su cuello, colgaba un collar de un cristal verde. Calzaba con unas sandalias con tacones altos y tenía las uñas de las manos y los pies de color rojo. Además, cargaba con un maletín de color rojo.

La otra era una mujer que aparentaba ser más joven, con un cabello corto y lacio de color oscuro. Tenía los ojos del mismo color de su cabello y la piel blanca. Vestía con un kimono negro azulado con bordes blancos y un par de sandalias.  Además, cargaba en brazos con un cerdo de pequeño tamaño que vestía con un chaleco rojo y un collar de perlas alrededor del cuello.

  Además, cargaba en brazos con un cerdo de pequeño tamaño que vestía con un chaleco rojo y un collar de perlas alrededor del cuello

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N/A: para los que no hayáis visto Naruto. Tsunade es la rubia, Shizune la morena y Tonton el cerdito.

—Bien. Aquí nos quedamos.—anunció la mujer rubia a su compañera.

—¿Qué?—dijo la morena, asustada por pensar en la posibilidad que todo su dinero volviera a esfumarse por culpa del mal hábito de apostadora de su amiga. —¡Pero esta ciudad está llena de casas de apuestas, Tsunade-sama!—

—Precisamente por eso nos quedamos, Shizune.—dijo Tsunade con una sonrisa, haciendo que la preocupación de Shizune aumentara.

—Oink, oink. —sudó frío la cerdita.

—Tú tranquila, Tonton. Aunque Tsunade-sama vuelva a perder todo nuestro dinero, no dejaré que coja la parte que te corresponde para tu alimentación. —le aseguró Shizune acariciándole.

—¡Te estoy oyendo!—gritó Tsunade, molesta y con la vena de la frente hinchada.

—¡Aaaaa!—chilló Shizune, asustada por la reacción de Tsunade.

—Deja de ser ya tan asustadiza, mujer. Bueno entremos. —dijo Tsunade entrando en la casa de apuestas que se hallaba a la izquierda de la posada.

—Pero ... eso no es la posada ...—tartamudeó Shizune. Pero la rubia la ignoró y entró igual. Shizune la siguió. Dentro estaban casi una decena de hombres de apariencia peligrosa jugando a los dados. Tsunade no se acobardó y se colocó en medio de todos dejando el maletín en el suelo quitando el cerrojo que lo mantenía cerrado. —Lo va a hacer ....—volvió a tartamudear la morena mordiéndose las uñas.

Katsuki Bakugo en KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora