Como os prometí en el capítulo anterior, ahora toca la noche más larga de Bakugo. Va a ser un especial largo (no sé si me durará 3, 4, 5 o 6 capítulos). En esta primera parte aún no está lo oscuro, así que lo podéis leer tranquilos todos y todas. Un besito.
Todos los personajes y la historia pertenecen a Kohei Horikoshi y Masashi Kishimoto
—Katsuki, tengo que reconocer que me arrepiento de haber hecho esta apuesta. Estas peleas están siendo una pérdida de tiempo. Creí que me lo pondrías más difícil. La verdad. Estas noches están siendo muy aburridas—dijo Tsunade, emitiendo otro bostezo.
Una vena en la frente casi le estalla al rubio ceniza de la rabia que sentía por sentirse tan infravalorado. Esta noche no seguiría el consejo de Jiraiya. Iría a por todas. Si perdía, aún le quedaba otra bala mañana y usaría su último recurso de utilizar la píldora de soldado que aún guardaba.
—Esta noche va a ser diferente, vieja bruja.—dijo Bakugo, con rostro serio desenvainando a Deku.
Bakugo se lanzó a por su contrincante tal y como había hecho las cinco peleas previas a ésta. Después de un 1 minuto esquivando los espadazos del rubio ceniza, Tsunade bajó la guardia por lo aburrida y decepcionada que estaba. Momento que aprovechó Bakugo para imbuir el chakra viento y Deku y alargar su alcance. Tsunade abrió los ojos como platos y solo sus reflejos inhumanos la salvaron de recibir un corte profundo en su costado dando un salto hacia atrás. Su kimono, en cambio, no salió airoso quedando un parte de su prenda destruída.
—¿Qué ha sido eso?—pensó Tsunade con gesto de preocupación.
Analizó en la distancia a Bakugo que sonreía de forma arrogante. Luego se concentró en su espada. Chakra azulado la rodeaba. Pero, no solo eso, su forma era muy peculiar. Y aunque ella no dominara el elemento viento, de hecho era el único elemento que no dominada, sí que se había enfrentado a multitud de ninjas expertos en ese tipo elemental.
—¿Por qué no ha utilizado hasta hora esa habilidad?—pensó Tsunade manteniendo una distancia prudencial con el rubio ceniza. Luego se le ocurrió lo que había pasado en realidad.—¡A no ser que lo haya aprendido en esta semana! —luego negó con la cabeza.—¡Pero eso es imposible! ¡Nadie puede dominar un elemento en tan poco tiempo! ¡Incluso a Orochimaru le costó varias semanas dominar su elemento cuando se lo enseñó Sarutobi-sensei! Sabía que este chico era especial, pero esto es demasiado.—Inmediatamente se fijo en el rostro cansado.—Aunque no lo domina a la perfección. Esta utilizando demasiado chakra para emitirlo a su espada y transformarlo en viento. Su velocidad ha aumentado, pero sigo siendo más rápida. Solo tengo que mantener las distancias hasta que se agote. —
—¿Es que acaso te doy miedo, vieja bruja?—preguntó Bakugo, molesto por ver que cuando se acercaba la sannin se alejaba.
—Ja. Eres tan débil que ni siquiera te tengo que atacar para derrotarte, Katsuki. Acabarás desmayándote sin ni siquiera tener que intervenir.—respondió Tsunade.
—Tsk.—masculló Bakugo. —Como quieras, vieja bruja. Mejor para mí. Es la ocasión perfecta para poner en práctica lo que acabo de inventar.—Bakugo cerró los ojos, concentrándose. Tsunade que estaba a unos 10 metros de distancia, le miraba con curiosidad. El rubio ceniza alzó la espada y emitió mucha más energía a la punta de la hoja. Inmediatamente después abrió los ojos de golpe.—¡SHINEEEEEEEEEEE!—golpeó al suelo con Deku y una ráfaga de viento y chakra salió disparada hacia Tsunade.
N/A: algo parecido a lo que hace Ichigo en Bleach con su espada (el del pelo naranja)
—¿Qué demonios ...?—pensó Tsunade, con la boca abierta por la impresión. Pero pudo reaccionar y se echó a un lado cayendo a tierra. Tsunade volteó la mirada hacia atrás y vislumbró perpleja como esa ráfaga de chakra y viento partía por la mitad una roca enorme y seguía avanzando, creando una nube de polvo.—¿Con esa espada también puede atacar a larga distancia? Esa ráfaga tiene un poder destructivo asombroso. Por suerte aunque su velocidad es alta, no lo es lo suficiente para que no pueda reaccionar a tiempo para esquivarla.—
—Necesitarás algo más para ganar la apuesta. —le retó Tsunade, aunque ya no las tenía del todo consigo. Ya que aunque Bakugo tuviera prohibido utilizar sus explosiones, ella solo podía usar el dedo índice para atacar, por lo que tenía prohibido el uso de ninjutsus o genjutsus ya que requieren sellos. Pero su confianza se recobró al ver lo fatigado que parecía Bakugo— ¿Ya estás cansado, Katsuki? ¡Pero si el combate acaba de comenzar!—
—Hija de perra ...— susurró Bakugo con odio.—¡Ahora verás! ¡MURDEROUS BURSTS OF DEATH! (N/A: ráfagas asesinas de la muerte)—
N/A: ¿alguien sabe de que videojuego es el gif? Pista, es free to play.
Decenas de ráfagas con menor potencia pero con mayor velocidad fueron disparadas hacia Tsunade. Algunas inclinadas, otras horizontales y otras verticales. Al principio, Tsunade las podía esquivar con relativa facilidad. Pero a medida que el humo y el polvo se acumulaba por los impactos de las ráfagas en las rocas y en la tierra, a Tsunade le costaba cada vez más. Hasta tal punto que temió por su integridad física y dio un salto muy potente hacia una mini montaña de veinte metros de altura.
—Tengo que acabar este combate cuanto antes. Con un solo ataque de esos que me de fortuitamente estaré acabada...—pensó Tsunade, temblando al imaginar sangre saliendo de su cuerpo. Cerró los ojos y sacudió la cabeza para que su cerebro dejara de imaginar cosas que le dañaran por su hemofobia (miedo a la sangre). Su cerebro le hizo caso y se concentró en el escenario que tenía delante. La gran polvareda hacía imposible ver donde se encontraba Bakugo, pero gracias a su aguda visión vio una figura borrosa a los lejos.—Te tengo.—
Tsunade concentró casi todo su chakra en sus pies y salió disparada, a una velocidad cercana a la de Lee abriendo sus puertas de chakra, hacia la figura borrosa. Un segundo después, cuando ya estaba a escasos metros de la figura, sus ojos ya eran capaces de vislumbrar, de entre la polvareda, la caballera rubia y la espada de la figura borrosa.
—¡Dulces sueños, Katsuki!—exclamó Tsunade, golpeando con el índice en la frente de Bakugo, como ya hiciera en sus combates previos. Pero, para asombro de Tsunade, cuando su índice impactó en la frente del rubio ceniza, éste estalló en una bola de humo.—¿Eh?—
—¿Un bunshin (clon)?—pensó Tsunade alarmada. —¡No sabía que Katsuki también pudiera usar ninjutsu! Aún así, ¿cómo he podido caer en el jutsu más sencillo de todos?—
—Maldición ...—dijo Tsunade. Volteó la cabeza por todos lados para localizar al verdadero, pero el polvo lo hacía tarea imposible. Cuando se giró vio como un puño se acercaba a su cara. Sus reflejos inhumanos eran insuficientes en esta situación, iba a perder.—¡KATSUKIIIIIIIIIII!—gritó, enfadada consigo misma por haber perdido.
Tsunade cerró los ojos, esperando el golpe. Pero el golpe nunca llegó. La sannin, confundida los abrió y vio como Bakugo detuvo su ataque a escasos centímetros de su rostro. Estaba en una especie de trance con la mirada desencajada. Tsunade no desaprovechó la oportunidad que había perdido Bakugo y le mandó a volar decenas de metros con su golpe monstruoso de índice en la frente.
—Tsk.—masculló Bakugo, con el cuerpo tembloroso. —¡Joder, joder , joderrrr!—gritó golpeando con sus puños cerrados la tierra.
Se levantó a duras penas y dio media vuelta en dirección a su posada.
—¿A dónde vas, Bakugo?—preguntó Shizune, que estaba muy cerca de donde había aterrizado Bakugo por el golpe de Tsunade
—¡A dormir!—gritó Bakugo, cabreado y sin voltearse. Estaba a punto de morderse la lengua por el enfado que tenía.—Aún me quedan fuerzas, pero prefiero reservarlas para mañana.—
—¡Un momento!—dijo Tsunade, avanzando a grandes zancadas hacia el rubio ceniza y Shizune. Cuando lo tuvo enfrente, lo miró con dureza.—¡¿Por qué has hecho eso, Katsuki?!—exigió saber.
—¿Hacer el qué?—fingió ignorancia Bakugo.
—¡No te hagas el tonto conmigo, Katsuki! —dijo Tsunade, molesta.—¿Por qué has detenido tu puñetazo? ¡No lo hubiera podido esquivar! ¡Hubieras ganado la apuesta!—
—No es de tu incumbencia.—soltó Bakugo, que seguía caminando hacia su alojamiento temporal, con las manos en los bolsillos.
—¡Por supuesto que lo es!—exclamó Tsunade.—¡Tú y yo hemos hecho una apuesta! ¡Está en contra del espíritu de las apuestas el dejarse ganar!—
—¡Yo no me he dejado ganar!—protestó Bakugo.—¡Nunca lo hago!—
—¡Sí que lo has hecho!—
—¡Que no!—
—¡Que sí!—
—Grrrr....—gruñó Bakugo, apunto de estallar.—Mira, piensa lo que quieras. Pero yo no me he dejado ganar.—
—¿Y entonces por qué detuviste tu puño?—insistió saber Tsunade.
—Ya te he dicho que no ...—empezó Bakugo, pero fue interrumpido por Tsunade.
—¡Y yo te he dicho que sí que lo es! ¡Si no me lo dices, anulo la apuesta!—añadió Tsunade
—¡¿EHHHHH?! —gritó Bakugo.—¡No puedes hacer eso, vieja ludópata!—
—¡Sí que puedo!—Tsunade sacó de su bolsillo de la chaqueta la billetera de Bakugo y se la tiró.—Mañana no hace falta que vengas. Se cancela la apuesta.—
—....—Bakugo miró con enojo a Tsunade, estuvo tentado de marcharse para no hablar más del tema, pero recordó su promesa de ayudar a Lee y Hinata.—¡Joder! ¡Tú ganas! ¡Te diré porque no te golpeé! —Bakugo suspiró profundo.—Cuando gritaste mi nombre te confundí por un instante con mi madre. Me paralicé y no supe reaccionar.—el cabreo volvió en Bakugo.— ¡Ale, ya te lo he contado! ¿Contenta?—
—¿Con tu madre?—dijo Tsunade, perpleja.
—¡Sí, joder! ¡Con mi madre! ¡Una vieja bruja como tú! ¡Y era la única que me gritaba enfadada llamándome con mi nombre de pila!—explicó Bakugo, volteando el rostro para que no le viera como se le escapaba una lágrima.—Discutíamos todo el rato, pero a pesar de lo fastidiosa, gritona y bruja que podía llegar a ser, nunca la golpeé. Mi estúpida mente me ha jugado una mala pasada y me ha impedido golpearte.—
—Katsuki ...—dijo Tsunade, emocionándose. Tanto Shizune como ella, se percataron que se había referido a su madre en pasado por lo que intuyeron que había fallecido.—Si quieres hablarlo, puedes hablarlo con nosotras—
—¡Tsunade-sama tiene razón, Bakugo!—exclamó Shizune.—Jiraiya-sama sigue en paradero desconocido, lo mejor sería que pasaras la noche con nosotras. Nos hospedamos en el hostal con la fachada amarilla de la calle de enfrente de tu posada. Y hay sitio de sobre para uno más. ¿A qué sí, Tonton?—
—¡Oink, oink!—asintió Tonton.
—¡Ni hablar! —negó Bakugo, frotándose los ojos con el dorso de su mano para limpiarse las pequeñas lágrimas que se le habían escapado—¡No necesito hablar de nada con vosotras! ¡Además, ahora mismo esa vieja bruja es mi enemigo!—su mirada se detuvo en la de Tsunade.— ¡Porque tú no eres mi madre! ¡Ha sido un puto lapsus de mierda! ¡Mañana te derrotaré! ¡Aunque tenga que vendarme los ojos y taponarme los oídos para que esta mierda no vuelva a pasar! —
—¡Si cambias de parecer! ¡El hostal de la fachada amarilla se llama Duerme-bien y estamos alojadas en la habitación 2 del piso 1!—gritó Shizune, no sabiendo si Bakugo la había escuchado ya que ya se encontraba bastante lejos de ellas.
Tsunade vio impotente como Bakugo se alejaba de ellas cada vez más hasta perderlo en el horizonte. Una opresión repentina en el pecho hizo que cayera al suelo arrodillada.
—¡Tsunade-sama! ¿Te encuentras bien?—preguntó preocupada Shizune.
—¿Oink? ¿oink?—Tonton también se interesó por su estado de salud.
—No es nada ....—dijo Tsunade levantándose.—Es solo que tengo un mal presentimiento...—añadió, con la mirada perdida en la dirección que se había marchado Bakugo.—Un muy mal presentimiento.—