AMAR ENTRE REINOS [02]

By ValuAbigail

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BILOGÍA AMAR: Libro 2. Hace siglos, dos reinos se aliaron para encerrar a los demonios en el inframundo, del... More

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62: Deuda ancestral
63: Destrucción y redención

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By ValuAbigail


Sophia Kim

El vuelo había llegado a su fin al igual que mis breves días de luna de miel en Perú; y de mis nervios ni que decir. Mi vientre cada vez se hacía más grande con el pasar de los días, asimismo se debilitaba mi fuerza de voluntad para dejarlos ir, ¿cómo se supone que puedo acostumbrarme a la idea?

Si bien es cierto, jamás pensé tener hijos a los 19 años, nunca estuvo en mi plan de vida, pero mi destino fue totalmente diferente a lo que quise y lo acepté feliz. Ahora la vida me ha dado una puñalada a traición.

一 Así que esto es la famosa Corea 一 musitó Maia, mientras miraba con asombro las calles de Seúl. Solté un largo suspiró y emití un sonido para confirmarlo 一. Mis amigas soñaban con venir aquí por los k-dramas y k-pop, mientras que yo las molestaba por sus gustos. ¡Qué rara es la vida! ¿No lo cree, señora? 一 me preguntó. La miré algo confundida.

一 No me llames señora, Maia. Nos llevamos, ¿qué? ¿Dos años? 一 Maia me miró, luego miró mi vientre 一 Sí, estoy embarazada y casada, pero por favor, llámame Sophia o Soph, si gustas.

Ella esbozó una sonrisa antes de aceptar. Acaricié mi vientre con amor y cuidado, mientras sentía la mirada de mi esposo. Él también tenía problemas en el mundo humano, tenía un grupo al cual representar y guiar; sin embargo, estaba aquí conmigo preocupado por nuestra seguridad.

En esos momentos de la vida cuando sientes que eres una carga demasiado pesada y fastidiosa para alguien, simplemente deseas desaparecer del mundo e imaginar la vida de tus seres queridos sin ti.

— Pescadito, ¿cuánto daría por saber lo piensas? 一 me susurró Theo al oído colocando sus brazos sobre mi cuerpo, luego de terminar su llamada.

一 Es mejor que solo puedas sentir lo que yo siento. No quiero agobiarte con mis pensamientos, mono 一 le respondí.

— Todo lo que venga de ti, lo recibiré dichoso — me contestó. Sonreí.

Sentí la mirada de Ian en nosotros, Theo la sintió al igual que yo, pero este lo miró acribilló con la mirada. El ex duque, se giró sobre su asiento y se centró en las calles al igual que Maia.

—¿No puedes intentar llevarte bien con él? — cuestioné, aunque ya sabía la respuesta de antemano.

— No puedo llevarme bien, con quien mira a mi esposa con ojos de hombre — rodé los ojos.

— Estás actuando como un cavernícola — lo encaré. Hundió sus hombros —. Amor no es su culpa. Mi padre lo obligó a venir a cuidarme.

—Sabemos muy bien, que tu padre no me pasa ni agua. Solo aceptó lo nuestro por el tratado, no porque respete tus opiniones — refutó. Volteé a la ventana sin decir más.

Me enojó su comentario, y para mi desgracia no podía contradecirlo porque tenía la maldita razón. Mi padre estaba dispuesto a hacerme perder a mis bebés con tal de cumplir con el tratado.

El auto se detuvo frente a la mansión de los Kim. La señora So Ji salió como a recibirnos junto con Su Hi, una trabajadora de la casa y amiga mía, la señora a penas me vio caminó hacía mi para saludar a sus nietos en mi vientre.

—¿Cómo están, mis pequeños? — le preguntó a mi vientre con voz graciosa. Sonreí al verla tan feliz, pero la culpa no tardó en apoderarse de mí.

—¿Ahora ya no soy a quien corres? ¿Me debería sentir desplazado? — preguntó Theo, fingiendo resentimiento. Moví la cabeza.

— ¿Qué? ¿Celoso, hijito? — le preguntó divertida —. Lo lamento por ti, ahora que seré abuela, pasas a segundo plano — bromeó.

La culpa, el miedo y angustia, me llenaban. La mayoría de nuestra familia estaba feliz y ansiosa por el nacimiento de nuestros hijos, ¿cómo se supone que les diga? Que, si siguen en mí, ellos no tendrán la oportunidad de ver al mundo. Y que acepté el trato del Dios Poseidón, que él se los llevaría y los protegería hasta que yo capture al mestizo inmortal.

El día que me encontré con el Dios pactamos un intercambio. Yo debía capturar a nuestro enemigo en común y él vendría por las almas de mis bebés a final del mes y los resguardaría hasta que todo sea estable para su futuro. Lamentablemente, fue y es la única opción que tenía para salvarlos de la muerte permanente y poder tenerlos conmigo cuando todo pase.

—¿Y ellos quiénes son? — preguntó So Ji, al ver a Ian y Maia.

Me adelanté antes de que Theo hablará y dije:

— Son Ian y Maia — señalé a Ian — él es mi guardaespaldas personal, lo envió mi padre. Y ella — señalé a Maia — es mi prima de Oslo — mentí.

So Ji asintió contenta, se acercó a ellos y lo saludó con un fuerte beso y abrazo.

— ¿Hablan coreano? — les preguntó So Ji, en su idioma natal. Maia negó con la cabeza al no entender nada de lo que decía—. ¿Inglés? — preguntó está vez, esperanzada en recibir una respuesta.

— Sí — respondió Maia feliz por haber entendido a la señora —. Encantada de conocerla, señora.

— Por favor, llámame So Ji. Me haces sentir vieja y esta mujer se siente joven aún — respondió con diversión —. ¿Y tú, joven? — le preguntó a Ian. Este me miró como si pidiera permiso para comunicarse con extraños. Asentí.

— Encantado de conocerla, soy Ian Deveraux — saludó galante, antes de besar el torso de la mano de mi suegra.

Mis ojos se abrieron de par a par. Theo, por favor, no seas un cavernícola.

Theo lo fulminó con la mirada, tenía la mandíbula tensa por lo que veían sus ojos.

— Los esclavos no tienen permitido tocar a mi madre — espetó como un animal rabioso. So Ji se giró molesta hacia su hijo.

— ¡No seas maleducado! — gritó mi suegra. Theo no le hizo caso y siguió con su duelo de miradas con Ian.

— No se preocupe, señora So Ji, estoy acostumbrado a tratar con animales — se defendió Ian.



(...)


Theo ordenó a los empleados a que instalarán a Ian y Maia en dos de las habitaciones subterráneas de la mansión.

¿Cómo tienen cuartos subterráneos? No lo sé, pero planeo averiguarlo a como dé lugar.

Posteriormente, Theo ordenó a los hombres de seguridad de la mansión hicieran guardia en la puerta que conectaba la parte superior de la casa con la subterránea. Y ordenó a que, si veían algo extraño o peligroso, tenían orden de disparar. Luego, de múltiples recomendaciones de Theo a su madre y empleados, accedió a ir a nuestra habitación... Empero, ¿cuál sería nuestra habitación? No habíamos conversado del tema de donde nos quedaríamos, si en mi antiguo cuarto o en el suyo.

— ¿Iremos a tu cuarto o al mío? — pregunté con genuina curiosidad. Theo sonrió con los labios cerrados, tomó mi mano y comenzó a guiarme a la cochera —. ¿En el auto?

— Eres impresionante acabando con bestias, a veces me cuesta creer que la misma persona que mató a licántropo es la que me hace este tipo de preguntas — lo miré con cara de pocos amigos. Me mandó un beso volado, mientras abría la puerta de su auto para mí.

— Lo idiota no se te quita ni casado — repliqué. Soltó una carcajada.

— Sube, pescadito.

— Quiero ir a mi cama, Theo. No se me antoja salir en estos momentos — dije sincera. Él se rascó la nuca, mientras evaluaba mentalmente si insistirme o no.

— No está tan lejos, prometo que llegaremos en un santiamén — dijo, utilizando ese maldito poder de convencimiento que tienen sus ojos marrones.

Nuevamente estaba en el auto por las calles de Seúl, la gente se veía tan tranquila a su modo de vivir. Algunos reían con su grupo de amigos, otros caminaban rápido con sus uniformes de trabajo, parejas adolescentes tomadas de las manos, otros paseaban en familia. Sus vidas eran felices ignorando el peligro latente en el que se encontraba su mundo, y yo envidiaba esa ignorancia que los hacía felices y comunes.

— ¿Te imaginas si yo fuera una humana normal y tú también? — solté una pregunta al aire. Miré a Taehyung mientras este estaba concentrado en el volante.

— Probablemente nunca nos hubiéramos conocido.

— ¿Estás diciendo que nunca te hubieras fijado en mí? — pregunté absorta, e incluso algo indignada por su respuesta. Se rio al ver mi reacción.

— No es eso, pescadito. Solo que, siendo sincero en otro escenario, entre mi libertad e ir a la cárcel por estar con una menor de edad — soltó. Una lágrima involuntaria surcó mi mejilla.

Él prefería su libertad. Yo le jodí la vida, él quería vivir su vida de manera tranquila como una persona normal, sin tener que estar a la expectativa de ser atacado por seres sobrenaturales.

— ¡Hey, hey, amor! — exclamó, apenas se dio cuenta de mis lágrimas. Sorbí mis mocos.

— Perdóname... — pedí entre sollozos. El auto se detuvo por el semáforo en rojo.

— Yo solo bromeaba, Soph — manifestó apenado —. He leído mucho sobre el embarazo, y sé que estás en una etapa muy sensible. Lo siento, amor. Debí ser más cuidadoso con mis bromas — mi hipo no me dejaba responder.

— ¡Desgraciado! ¡Malparido! — gritaron a mi costado. Volteé a ver de quien eran esos gritos que me habían asustado.

Era una conductora del carro continuo, que también estaba detenido por el semáforo. Theo se inclinó un poco para ver a la señora que continuaba gritándole sin motivo.

— Maldito, ¿cómo te atreves a hacerla llorar?

Theo me miró patidifuso, yo estaba con la misma expresión, mientras que la señora seguía insultando a mi esposo.

—Tranquila, hijita. Ya llamé a emergencias. No dejaré que ninguna de nosotras sufra de maltrato. ¿Oíste eso, hijo de puta? ¡El patriarcado no nos seguirá oprimiendo!

— Señora, muchas gracias por su preocupación por MI esposa, pero no es lo que parece... Lo que pasa es que ella está embarazada y se encuen... — intentó explicarle, pero la señora lo interrumpió.

— ¡Todavía embarazó a una niña! ¡Semejante granuja! — gritó con mayor coraje del que ya tenía.

Theo miró a todos lados, al ver que la gente comenzó a grabar la vergonzosa escena. Y no esperó ni un minuto más para acelerar. Se veía tan tierno y gracioso que no pude evitar soltar una sonora carcajada por su estado.

Él me miró incrédulo.

— ¿Te gusta verme sufrir? — preguntó con los ojos entrecerrados.

— No, pero eso no quita lo divertido que es verte un poquito asustado — confesé.

— Leí sobre embarazadas, pero esto me está asustando — dijo en voz baja.

— Idiota.

Conforme avanzábamos, la gente iba disminuyendo en las calles, las tiendas, el tráfico y el bullicio de la ciudad. Era de cierta manera relajante, ver cómo iba disminuyendo todo. Identifique algunas cafeterías, museos y más parques de lo usual. La vegetación le daba un toque mágico a estas calles apartadas del centro de la ciudad. Podría denominarlo como un distrito más familiar que comercial.

— ¿Qué nos trae por aquí? — cuestioné mirándolo.

— Ya lo verás. Estoy seguro de que te encantará — aseguró.

— ¿Por aquí no vive Janice? — pregunté por mi antigua institutriz en el mundo humano. Asintió.

Supuse que vendríamos a tomar a cenar con Janice y su familia, aunque estaba cansada por el viaje, no protesté. Ya que, quería reconectarme con el humano y la normalidad.

Poco después de mi pregunta, el auto se detuvo frente a una casa llena de vegetación en la entrada, Theo bajó del auto, algo nervioso. Me abrió la puerta y me ayudó a bajar con él.

— Creo que no hay nadie en casa — comenté al ver la casa a oscuras.

— Probablemente, los dueños aún no hayan llegado — me respondió. Lo miré con escepticismo.

— Entonces, ¿condujiste hasta aquí sin estar seguro de que haya alguien? ¿Y dices que no eres idiota? ¡Por qué no te comí en lugar de salvarte!

— Porque me comiste meses después de otra manera — dijo coqueto. Hice una mueca como si lo imitara burlonamente.

Miré la puerta que tenía una lámpara que debería iluminar la entrada de la casa, pero estaba a oscuras.

— ¿Y bien? — pregunté, cruzándome de brazos.

— Abre la puerta — contestó con obviedad. Fruncí el entrecejo —. No debemos dejar a los invitados a fuera, ¿no?

— ¿Qué?

Resopló. Metió la mano a su bolsillo delantero, sacó un juego de llaves y me las extendió. Recibí las llaves, dudosa, sin entender muy bien lo que pasaba. Movió su cabeza en dirección a la puerta, indicándome que la abra.

Cogí las llaves, perpleja metí una llave a la chapa, pero no era la correcta. Al cuarto intento, la puerta se abrió, viré a su dirección.

— ¡Bienvenida a la residencia Kim Scarlett, señora Kim! — exclamó con entusiasmo. Observé la casa, luego a mi esposo, la casa, mi esposo, la casa y a mi esposo.

— ¿Esto es real? Kim Theo si está es una broma, te juro que te ... ¡ALEXANDER SAL DE DONDE QUIERA QUE ESTÉS! — Theo rio, al verme eufórica.

— No es una broma, Soph. ¿No recuerdas lo que te dije una vez? — lo miré confundida. No sabía a qué se refería con exactitud —. Que cuando nos casemos, tendríamos nuestro propio hogar.

— Lo dijiste cuando te dije que no tendría sexo antes de casarme — recordé con diversión.

— Bueno, al menos, yo si cumplí con lo que dije ese día — bromeó.





¡Hola, copitos!

Hoy les traje un nuevo capítulo, en donde se descubrió un poco más sobre el misterio del encuentro de Poseidón con Soph. Asimismo, pido disculpas por la demora, estoy finalizando ciclo en la universidad, y mi tiempo estuvo ajustado, gracias a Dios salgo de vacaciones este viernes. Por ende, podré actualizar mucho más rápido. Dependiendo de los votos de cada capítulo, mientras más votos, más rápida la actualización.

Pero quiero que me ayuden en algo, más que todo respondiendo estás preguntas:

¿Les está gustando la historia y la trama?

¿Qué personaje no les cae muy bien?

¿Qué no les está gustando?


Espero sus respuestas ♡. 

Ya que, últimamente he visto una baja en votos y quiero saber en qué puedo mejorar. ¡Besos a la distancia!

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