Endless cliché • Rubegetta •...

By chesee-burguer

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"Las personas cambian con el tiempo", eso es algo que Samuel De Luque tiene en cuenta mientras vive su vida e... More

prólogo
uno: París
dos: viejos conocidos
tres: no
cuatro: llegada
cinco: trajes
especial: Ryan <3
seis: irse
siete: reencuentros
ocho: fiesta
nueve: gone?
diez: reunión
once: cine
doce: luz
trece: de huracanes e ilusiones
catorce: bien
quince: viejos hábitos
dieciséis: relleno
diecisiete: tiempo
dieciocho: lo que no contó
diecinueve
especial: lo que hubiera sido
veinte: después
especial: Luzuplay
veintiuno: tiempo
veintidós: conteo regresivo
veintitrés: no
veinticuatro: gone
veinticinco: before
veintisiete: amor
veintiocho: meant to be
f i n a l
. . .
e p í l o g o
especial: San Valentín
especial: Fargan
especial: nana
especial: love me softly
"what if...?" spam interesante

veintiseis: boda

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By chesee-burguer

- Pero si es cierto, - exclama alguien, entrando a la habitación. - seguís estando vosotros tres y... ¡hola! - Mara mira al chico con ceño fruncido, ocultándose tras Mangel, Frank sonríe en su dirección, y luego mira al oficial. - ¡Pequeño Alex!

- Hola... - saluda él, poniéndose de pie y estirando la mano en dirección al más alto, quien hace caso omiso, abrazándolo con fuerza, Mara contiene un suspiro, con el ceño fruncido, Frank lo libera, girándose en dirección a Rubius.

- ¡Y tú! - exclama. - ¡Felicidades, tío!

Y lo abraza también, con fuerza, el peliblanco contiene una mueca de dolor, mirando como se aleja para abrazar también a Mangel, con una enorme sonrisa.

- ¿Y quién eres tú? - susurra en voz baja, inclinándose para estar a la altura de la cama, donde la pequeña niña esta sentada, con su vestido rosa y parte del cabello castaño recogido en dos pequeñas coletitas. - Con esos lindos ojitos juraría que eres la pequeña del pequeño Alex.

- Lo es... - dice el oficial, acercándose a Frank y estirando los brazos hacia Mara, quien se acerca a su padre, abrazándose de él con fuerza. - di "hola", amor.

- ¿Así que te separaste del maf~? - pero se corta a sí mismo cuando mira los dos pares de ojos azules mirándolo con atención. - De Fargan.

El corazón se detiene un segundo dentro del pecho de Alex, pero niega quedamente con la cabeza.

- No, - responde. - ella es nuestra... ¿quieres presentarte, amor? - inquiere, la pequeña mira al chico, con el ceño fruncido y Frank realmente reconoce ciertos rasgos de David en ese pequeño rostro, pero se inclina cerca del oído de su padre y susurra algo, Mangel y Rubius continúan en una charla tras ellos. - No, es bueno, es amigo mío. - le dice a la pequeña, quien vuelve a inclinarse para susurrarle algo más. - Está bien, está bien.

- Hola. - termina diciendo la pequeña, pero mantiene el rostro serio en dirección al chico, y Alex ríe.

- No es muy buena conociendo gente nueva. - la excusa el pelinegro, dejando que se baje de sus brazos para ir a sentarse con Mangel y Rubius.

- ¿Y dónde está tu novio? - pregunta el más alto, mirándolo con curiosidad. - Pensé que siempre estaba pegado a ti.

La sonrisa en los labios de Alex se reduce hasta ser una ladeada, se encoge de hombros, pasando saliva. - Tuvo una reunión urgente con... con su editor, no creo que logre volver...

- Ya... - responde Frank, está por decirle algo más, como que se ve muy mono con el traje, o que ha cambiado, y sigue estando igual de guapo que antes, pero la puerta de la habitación se abre y todos levantan la mirada hasta los padres de Rubén, quien se levanta al instante, mirando como su madre tiene el maquillaje corrido por las mejillas, y la barbilla le tiembla, su padre parece un poco más calmado, sujetando a su esposa por la cintura.

- Chicos, necesitamos hablar con Rubén, - dice el hombre, voz severa. - déjennos a solas, por favor.

Alex vuelve a sujetar a Mara en sus brazos, y sale de la habitación, seguido por Frank y Mangel, cierran la puerta a sus espaldas, dejando a las tres personas dentro.

* * *

- Estás haciendo un drama de la nada, Luzu. - se queja el pelinegro, recostado en la cama, se levanta sobre sus codos cuando mira al mayor entrar a la habitación de nuevo, acomodando el saco del traje sobre sus hombros. - Que guapo, ¿eh? - dice, pero el castaño le dedica una mirada severa. - Anda, ya, no puedes enojarte por una bobería.

- Bueno, disculpa si llamo "bobería" a que el aeropuerto perdiera una de mis maletas, y que me retrasara una hora de mi junta porque el taxista decidió tomar la puta ruta más larga de toda España, - suelta. -  y disculpa si llamo "bobería" a echar a perder un traje que me costó un ojo de la cara porque mi novio no tuvo tiempo para poder ir por mí al puto aeropuerto. 

- ¿Así que es culpa mía que el puto aeropuerto de los cojones perdiera una de tus maletas? ¿O que el taxista dejara caer el puto traje? - inquiere el menor, sentándose en la cama, Luzu bufa, negando quedamente con la cabeza.

- Olvídalo, ¿está bien? - pide, tras un suspiro. - Solo... olvídalo.

Hay un silencio pesado en la habitación durante un rato, mientras Luzu se acomoda el traje frente al espejo y Auron lo observaba, sin saber que decir, finalmente hay un par de golpes en la puerta y la madre del mayor aparece, dedicándoles una suave sonrisa a los chicos allí.

- Luzu, cielo, voy a irme ya, ¿está bien? - inquiere, el castaño asiente. - ¿Quieren que les diga al chófer que vuelva por ustedes?

- No, está bien. - responde Luzu. - Yo puedo conducir hasta allá, no te preocupes.

- Bueno, chicos, nos vemos luego. - dice, antes de volver a salir, cerrando la puerta tras ella.

- Lo siento. - termina por susurrar el menor, mirándolo desde su posición en la cama. - Realmente lo siento.

Y Luzu quiere preguntarle si en realidad ha cambiado algo en los últimos diez años, si quizás su corazón ha crecido lo suficiente para que él y su mejor amiga quepan allí al mismo tiempo, pero se limita a asentir con la cabeza, con un suspiro. - Ya...

* * *

Rubén se aparta las lágrimas del rostro con ambas manos, mirando a su padre plantado frente a él, sosteniendo una hoja que reconoce a la perfección, la mujer se ha vuelto a sentar en la cama, parece que ha dejado de llorar, pues los sollozos finalmente han parado, pero Rubén puede descubrir un par de lágrimas saliendo de sus ojos también.

- No es nada. - susurra en voz baja, tiene la voz tan rota que teme que su padre no sea capaz de oírlo. - Es una bobería, Fargan me pidió que le ayudara con algo que... - se queda un momento en silencio, ante volver a hablar. - no es nada. - repite.

Y piensa por un instante que su padre le va a gritar, que se deje de estupideces, quizás, o que le preguntará en que momento dejó de ser un hombre; descubre algo en sus ojos, siempre tan sobrios, y no sabe que es, pero aquella expectación lo aterra aun más que Daniel, lo aterra más que el hecho de que va a casarse con ese monstruo, lo aterra el tan solo pensar que su padre vaya a golpearlo también, como aquella vez que rompió un jarrón cuando era un niño, y lo aterra el silencio, porque quizás después de él venga un "estoy tan decepcionado de ti, Rubén" y... pero siente sus brazos alrededor de él, sujetándolo con suavidad, es un abrazo tan ligero que casi no parece real, pero lo es, su padre lo sujeta con temor, y con dulzura, como cuando era un niño, como si temiera hacerle daño.

Jeg beklager... jeg er så lei meg, gutten min... (Lo siento... lo siento mucho, mi niño...) - dice cerca de su oído, y el peliblanco se echa a llorar, apoyando la cabeza contra su hombro, y le parece escuchar un sollozo proveniente del hombre frente a él, pero no está seguro, y lo abraza de vuelta.

Jeg var så redd... (Estaba tan asustado...) - murmura entre sollozos el chico, y está temblando, sin saber porqué, pero haber mantenido ese secreto por tanto tiempo lo había estado matando por dentro, lo había estado carcomiendo, y finalmente había salido, finalmente podía decírselo a sus padres, finalmente alguien podía protegerlo y decirle que todo estaría bien, aunque fuese mentira, ya no estaba solo. - Jeg ville bare hjelpe, gi dem noe tilbake... (Solo quería ayudar, devolverles algo...)

- No, no... - dice el hombre, tiene la voz hecha un hilo, y Rubén cree que no lo ha escuchado así antes, quizás aquella vez en el hospital. - esta no es la forma, no casándote con ese... ese pedazo de basura. - se separa de su hijo, poniéndole una mano en el cuello, con el pulgar sobre su mejilla. - Lamento todo por lo que has tenido que pasar, hijo, - dice con restos de lágrimas aún en sus mejillas. - y lamento que pensaras que era tu obligación, no lo es; pero ya no estás solo, ya nunca más estarás solo.

Y, entre todas las lágrimas que continúa habiendo en toda la habitación, Rubén sonríe, porque eso es lo que ha querido oír toda su vida, esas palabras son suficientes para devolverlo un poco a la vida, para componer un poquito el desastre que es su corazón.

- ¿Eso quiere decir que ya no hay boda? - inquiere la mujer, poniéndose de pie y caminando hacia ellos. - Porque no creo que pueda asistir con estas pintas.

- Haremos lo que tú quieras. - dice el hombre, Rubén asiente, tomando una respiración tan grande que por un instante todo el pecho le duele.

* * *

Daniel está de pie en el altar, aún a pesar de que ambos debían entrar juntos, todo el mundo se pone de pie cuando las puertas finalmente se abren y miran al hombre de pie allí, embutido en su traje, tan impoluto como siempre, y contienen un suspiro; camina a grandes zancadas hasta estar de pie en el altar, Daniel lo mira, entre sorprendido y ofendido.

- Buenas tardes, - saluda el hombre. - primero que nada: muchas gracias por asistir a esta... ceremonia, pero lamentamos informaros que la boda se cancela. - dice, dando un pequeño aplauso, y en el salón recorre un cuchicheo. - Probablemente os enterareis de porqué dentro de un par de día~

- Señor, - llama el chico tras él, poniéndole una mano sobre el hombro. - ¿puede decirme que coño está pasando? ¿Y dónde está Rubén?

Sergio mira la mano del chico sobre su hombro, y luego lo mira a él, y trató de contenerse, claro que sí, porque estaba frente a muchas personas, porque se suponía que él trataría el tema con diplomacia, pero observó su rostro y no pudo evitar pensar en las marcas moradas alrededor de la piel de su hijo, así que impulsó el brazo hacia atrás, y le plantó un golpe en donde pudo, sintió el punzante dolor sobre los nudillos, así que agitó la mano, haciendo una mueca, y volviendo en dirección a la multitud que ahora lo observaba con confusión y algo de pánico. 

- Bueno, un problema menos, - susurra para sí. - en fin, si os queréis pasar por la recepción, estaremos encantados de recibiros allí, no hay mejor motivo para festejar que deshacerse de una alimaña, ¿no os parece? - exclama, dedicándoles una sonrisa. 

Los padres de Daniel no estaban allí, no habían asistido a la boda, y los padrinos de boda en realidad eran trabajadores de su compañía, así que ninguno se detuvo a averiguar como estaba, todos salieron de allí, algunos hacia la salida y otros a la recepción, después de todo, comida gratis era comida gratis.

El hombre se inclinó hacia el chico, mirándolo tantearse el pómulo con los dedos, y suspiró.

- Daniel, has sido una puta piedra en mi zapato desde que te conozco, - dice. - y te soportaba solo porque parecías hacer feliz a mi hijo, pero... - se encoge de hombros, dedicándole una sonrisa que le pone los vellos de punta. - voy a usar hasta el último maldito centavo para hacer que te pudras en la prisión por haber tocado a mi niño. El citatorio te llegará dentro de dos días a más tardar, y mi esposa ahora mismo se está encargando de que tus padres se enteren de lo que hiciste, y si alguna vez se te ocurre siquiera mostrar tu puto rostro cerca de mi hijo de nuevo, juro que te ahorcaré con mis propias manos.

Mete las manos en los bolsillos de su pantalón, saliendo del salón, tan campante como si nada hubiese ocurrido, y busca con la mirada a los dos mejores amigos de su hijo, encontrándolos cerca de allí, y llevándolos con él.

* * *

- Era vergonzoso... - susurra, encogiéndose de hombros. - aún lo es, nunca esperas a que pase hasta que lo hace... - murmura, Alex y Mangel se miran entre sí, sin saber bien que decir, pero presionándose a los lados de él, parecía que había llorado una eternidad, y se sintieron como una mierda, por no haberlo notado.

Una pequeña manito deja un envoltorio sobre una de las piernas de Rubén, quien mira a los grandes ojos azules que lo miran con compasión. - Yo... - comienza Mara con voz queda. - mis chocolates favoritos... - susurra. - era para pa... pero tío Rubiuh... estás triste, - continúa, siempre se le dificultaba más hablar con personas que no fueran sus padres. - es para ti...

- Ow... - susurra el peliblanco, dedicándole una sonrisa, con la nariz roja. - gracias.

- Amor, - llama Alex, y ella lo mira. - ¿por qué no vas con nana a buscar más caramelos en la fiesta? - propone, ella frunce el ceño un instante, pero termina por asentir, siguiendo a la mujer que la espera en la puerta, ella también había llorado tanto que había optado por quitarse todo el maquillaje.

Alex los mira ambos, y su expresión apacible cambia por un ceño fruncido, y luego hasta una mueca triste, antes de empezar a hablar, pues no sabía como relatar muy bien lo que había pasado, así que comenzó desde la llamada, y su voz se iba rompiendo a lo largo del relato, al igual que su intento de parecer fuerte.

Terminó derrumbándose también cuando pronunció una pequeña frase, con la voz tan bajita y tan rota que casi fue difícil entenderlo.

"Está muerto..."

Y los tres chicos terminaron abrazándose entre sí, llorando, porque parecía que habían perdido tanto, todos ellos, lloraron los tres juntos, un buen rato, abrazados. 

Vaya boda de mierda, ¿no?

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