Endless cliché • Rubegetta •...

بواسطة chesee-burguer

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"Las personas cambian con el tiempo", eso es algo que Samuel De Luque tiene en cuenta mientras vive su vida e... المزيد

prólogo
uno: París
dos: viejos conocidos
tres: no
cuatro: llegada
cinco: trajes
especial: Ryan <3
seis: irse
siete: reencuentros
ocho: fiesta
nueve: gone?
diez: reunión
once: cine
doce: luz
trece: de huracanes e ilusiones
catorce: bien
quince: viejos hábitos
dieciséis: relleno
diecisiete: tiempo
dieciocho: lo que no contó
diecinueve
especial: lo que hubiera sido
veinte: después
especial: Luzuplay
veintidós: conteo regresivo
veintitrés: no
veinticuatro: gone
veinticinco: before
veintiseis: boda
veintisiete: amor
veintiocho: meant to be
f i n a l
. . .
e p í l o g o
especial: San Valentín
especial: Fargan
especial: nana
especial: love me softly
"what if...?" spam interesante

veintiuno: tiempo

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بواسطة chesee-burguer

meses después

- Entonces la cena de ensayo es la semana que viene, viernes en la noche, - dice la mujer, mirando el tablero entre sus manos. - los trajes están listos, los padrinos también, y lo único que nos hace falta es el vestido para la niña de las flores.

- Fargan y Alex se encargan de eso. - dice el peliblanco, ordenando un par de papeles en su escritorio. - ¿Algo más que haga falta?

- Tus votos, ¿los tienes listos ya? - inquiere la rubia, el menor niega con la cabeza, bufando.

- Dame un par de días, ¿sí? - se queja. - Seguro la inspiración me llega uno de estos días y~

- No puedes sacarlos de internet, - corta Akira, con una sonrisa divertida. - pero buen intento. 

- Gracias, lo sé. - dice Rubén, sonriéndole también. - Pero, de todas formas, pueda inspirarme en eso.

- Solo... escribe lo que sientes por tu novio y esas cursilerías así. - responde ella, encogiéndose de hombros. - Yo tengo que irme, debo ver que el menú de la recepción esté en orden.

- Saluda a Nidia de mi parte. - pide, mirando a la rubia sonreírle.

- Si le digo que la llamaste así seguro te quita el descuento. - ríe. - Pero yo le digo.

Akira sale de la oficina, dejando al peliblanco en la silla giratoria tras su escritorio, quien se balancea hacia los lados un momento, mirando el computador frente a él, suspira, antes de mover el mouse y abrir un documento en blanco.

"¿Qué siento por Daniel?" se pregunta a sí mismo, solo un instante antes de empezar a escribir.

"Dan," empieza. "creo que siento muchas cosas por ti, tantas que no sería capaz de definirlas en este documento, o en ninguno otro, porque son tantas y tan confusas que ni siquiera yo puedo explicar, pero creo que la principal de ellas es temor, eso o resentimiento. Creo que nunca seré capaz de perdonarte, y lo he intentado, créeme, a veces despierto, en mitad de la noche, con un grito ahogado en los labios y tu respiración silbante cerca de mí, y tengo que huir de ahí o creo que perderé la cabeza. A veces tengo pesadillas con eso, en como me sujetabas las muñecas con tanta fuerza que tuve que esconderlas durante semanas antes de que los moratones se fueran por completo, y recuerdo como te disculpaste la primera vez, jurando que no volvería a pasar. 

Pero pasó de nuevo, la vez que estuve ebrio, y durante tu cumpleaños. Traté de convencerme de que era normal, porque somos una pareja, y se supone que es lo que las parejas hacen, ¿cierto? Pero el sentimiento de asco se quedaba impreso en mí cada vez que pasaba, y luego parecías tan arrepentido, hasta que ya no más. Mi terapeuta dijo que era violación, pero no es así, no puede ser así. Dejé de ir con ella tras eso.

Dan, he tratado de convencerme de que te amo, pero no creo que sea así, no creo que pueda amarte alguna vez, porque... la pequeña parte en mí que lo hacía, se esfumó cuando el arrepentimiento en tus ojos lo hizo.

Dan... no puedo casarme contigo."

Suspiró, conteniendo el aire en sus pulmones antes de soltarlo nuevamente, leyó lo que había escrito, y tuvo la necesidad de borrarlo, pero no lo hizo en su lugar escribió más.

"No puedo casarme contigo, pero debo hacerlo. Y lamento tanto que sea así, pero si mi familia dio tanto por mí, yo debo darles algo de vuelta, debo darles lo poco que queda de mí, el resto se lo llevó Samuel, en la maleta, y esa parte tan grande de mí lo acompañara por siempre, estoy seguro.

Así que sí, te acepto como mi esposo, a ti y... al monstruo que llevas dentro, espero que tomes lo poco que queda de mí y acabes con ese pedazo de una vez, y esperemos que sea cierto eso de: 'hasta que la muerte nos separe'."

Imprimió la hoja, y en un acto de valentía, la dobló por la mita y escribió sobre ella: "Votos - Rubén" miró la hoja un instante antes de deslizarla bajo su teclado, y volvió a suspirar.

Borró el documento completo, y volvió a repetir la pregunta, con una leve alteración: "¿qué siento por Samuel?"

Claramente no podría poner datos que revelaran que no era su futuro esposo de quien estaba hablando, así que se limitó a escribir lo más sencillo y cursi que podía.

"Dan, no podría imaginarme casándome con alguien más, porque tú eres la mitad que siempre he necesitado, y agradezco a quien sea que te trajo conmigo, eres el hombre más perfecto que he podido conocer y agradezco que hayas prestado atención a mí, que soy la persona más imperfecta del mundo. Parece que te conozco desde siempre, y no había sentido eso con nadie más, y quizás no lo sienta con nadie nunca."

Y pensó que eso bastaba, porque así como no habían suficientes hojas para describir lo que sentía para Daniel, tampoco había suficiente para describir lo que sentía por Samuel, y el hecho de que aquello fuera tan distinto, lo aterró.

* * *

- Este me gusta. - murmura Alex, tomando la falda de un vestido rosa, Fsrgan frunce nariz, justo igual que Mara. - Es como si os gustara llevarme la contraria.

- Es feo. - insiste el mayor, bajando a Mara de sus brazos. - ¿Quieres buscar uno por tu cuenta, amor? - propone, la pequeña asiente.

En el tiempo que llevaba con aquella pareja, había empezado a confiar un poco más en todo el mundo a su alrededor, tenía a sus tíos Mangel y Rubius, y a sus tres abuelas que la consentía tanto como podían, Mara había aprendido que las pesadillas en realidad no eran tan terroríficas, y que ella era valiente, aun así, necesitaba una lucecita en la oscuridad.

Se habían mudado a una casa muy grande, a Mara le encantaba, tenía un jardín inmenso, y había un árbol del que colgaba un columpio que amaba, y había una piscina en la que solían jugar al voleibol, y Mara estaba aprendiendo a nadar.

Posó su mano sobre un vestido que le parecía precioso, los ojitos azules le brillaron con emoción al ver la falda tan grande y con tantos vuelos, tenía un lazo en la cintura y pequeñas cosas brillantes en la blusa qu~

- Saca las manos de ese vestido. - dice alguien a su lado, con tono duro, levanta la mirada hasta la mujer sobre ella, y da un par de pasos hacia atrás, asustada. - ¿No ves que puedes ensuciarlo? ¿Eh? - inquiere con tono severo. - ¿Y ahora no hablas? - pregunta con severidad, las perfectas cejas fruncidas en su dirección, Mara sentía como las lágrimas de pavor le llenaban los ojos. - ¿Con quién vienes? ¿O es acaso que estás sola deambulando po~?

- ¿Hay algún problema? - inquiere de pronto otra voz, y Mara alcanza a divisar entre lágrimas a Alesby, con el ceño fruncido. - ¿Pasó algo?

- No, señor, solo estaba hablando con ella. - responde la mujer, sonriendo, mientras el oficial levanta a la pequeña en sus brazos, quien finalmente se echa a llorar, sollozando con fuerza, abrazada de su cuello.

Fargan mira la escena en cuánto escucha el llanto de la más pequeña, y enseguida camina hacia ellos, Alex mira a la mujer con ceño fruncido.

- ¿Y por eso mi hija está llorando? - inquiere con ceño fruncido. - ¿Por qué solamente estaba hablando con ella?

- ¿Pasa algo, amor? - inquiere Fargan, tomando una de las manitos de Mara. - ¿Qué sucedió?

- Ella... - susurra. - ella miente...

- No es así, - insiste la mujer, moviendo ambas manos frente a ella. - no sé de donde sacó eso, yo solo pregunté si venía con alguien.

- ¿Es así? - pregunta Alex, pero Mara niega con la cabeza. - Bueno, no se preocupe, creo que no necesitamos nada más aquí. - suelta. - Pero gracias por todo.

- Pequeña, - llama la mujer cuando Alex se ha girado, y el rostro de Mara es visible a ojos de la mujer. - ¿no quieres una paleta? ¿O un vestido de princes~?

- No vuelva a dirigirle la palabra a mi hija. - suelta Fargan, mirándola con severidad.

* * *

- ¿Este es el que quieres? - inquiere el mayor, mirando el vestido en la pantalla, tocándolo con el dedo, Mara asiente.

- Sí, pa. - responde con voz baja, terminando por comer el helado en el pequeño vaso que mantiene en su mano. - ¿Es lindo?

- Es perfecto, amor. - responde Fargan besándole el cabello. - ¿Estás preparada para la sorpresa? - inquiere, y ella asiente, sujetando con fuerza el pequeño objeto que el mayor le extiende.

- ¿Ya compraron el vestido? - inquiere Alex entrando al cuarto, ambos asienten, moviendo la computadora del lugar frente a ellos. Fargan deja el pequeño vaso de Mara en una de las mesitas de noche mientras ella gatea hasta los pies de la cama, donde Alex la espera para sujetarla entre sus brazos. - ¿Qué pasa?

- Casa-te conmigo. - murmura, mostrándole el pequeño objeto en su mano, que resulta ser un anillo que brilla apenas, Mara mira a Fargan buscando su aprobación, y él asiente. - Casa-te conmigo. - insiste.

- ¿Q-qué? - pregunta el oficial, mirando a ambos con los ojos abiertos de par en par. - Fargan, ¿qué demonio~?

- Casa-te conmigo. - repite él, y Alex toma la sortija, mirando la pequeña piedra azul brillar allí. - Anda, dime que sí o Mara se va a sentir muy mal.

Alex ríe, dejando a la pequeña niña sobre la cama y tomando el anillo de su mano, se lo pone en el dedo anular, mirando el color cobre del aro, y pensó que era perfecto, se inclinó hasta besar la frente de Mara, y luego se encaminó hacia la mesita de noche junto a Fargan, que era suya, abrió el cajón, y tomó la pequeña cajita que había allí.

- Casa-te conmigo. - pide, sentándose en sus piernas, Fargan ríe, abrazándolo por la cintura. - Anda, dime que sí o lloro; pero usar a nuestra hija para chantajearme, que bajo has caído.

El mayor ríe, mirando el anillo en la cajita, con una piedra naranja en el centro, cuando está por decir algo, siente los labios del menor presionarse sobre los suyos, y luego un sonidito de asco proveniente de Mara, la pareja ríe, Fargan ocultando el rostro en el recoveco del cuello de Alex, presionándolo con fuerza contra él.

- ¿Eso es un "sí"? - inquiere el menor, poniendo la boca contra su cabello, Fargan asiente, riendo.

- Sí, pero solo porque me das lástima. - responde, y cuando escucha el "Joder..." de los labios de Alex, se echa a reír.

* * *

- Luzu, - insiste la mujer, mientras mueve el pincel sobre el lienzo. - ya te dije que no es de mi incumbencia.

- Al menos me gustaría que se sintiera bienvenido. - continúa el chico, la mujer entorna los ojos.

- Bueno, cielo, es bienvenido. - responde con sencillez, alejándose un par de pasos de la pintura. - Pero no esperes que yo le haga una fiesta al chico que le hizo tanto daño a mi hijo.

- Fue hace diez años. - se queja nuevamente. - Si yo lo superé, tú puedes hacerlo también. 

- Lo siento, pero no puedo hacerlo, los artistas vivimos del dolor, y con el dolor vienen las traiciones, las noches en vela, y lo~

- No te pongas modo jedi conmigo, por favor. - pide tras un suspiro. - Estoy hablando en serio.

- Igual que yo. - continúa la mujer. - Yo no voy a prohibirte nada, Luzu, ya eres un hombre, tampoco pediste mi consejo, tomaste decisiones tú solo, rompiste corazones tú solo, y ahora, estás haciendo de tu vida lo que quieres, si eres feliz: bien por ti, - dice, dejando los pinceles en un vaso con agua, y mirándolo. - yo voy a estar aquí siempre, pero no con él, ya no.

- Es mi pareja.

- Felicidades, entonces, ¿qué esperas, cielo? ¿Qué te dé palmaditas en la espalda y te diga que tomaste la decisión correcta para así mitigar algo de la culpa con la que cargas? - inquiere. - ¿O quieres que le diga a Raúl lo feliz que estoy porque haya vuelto a tu lado después de que pasaste meses más muerto que vivo gracias a él? No, Borja, no puedo hacer ninguna de las cosas que esperas de mí, y sabes perfectamente bien porqué. - regaña, y cuando quiere seguir hablando, el sonido del teléfono dentro de su delantal la interrumpe. - Tengo que atender esto, y si mal no recuerdo, tú tienes una reunión en media hora. - el hombre sale del estudio, y la mujer suspira, antes de responder la llamada. - Hi, honey, is everything ok? (Hola, cielo, ¿está todo bien?) - inquiere.

* * *

- Anda, vamos a pasear. - propone Lucía, mirando al pelinegro, quien suspira. - Si quieres pasamos por uno de esos helados que tanto te gustan.

- ¿No se supone que tenias una cita hoy? - inquiere, mirándola apoyarse en el alféizar de la ventana. - Además, tengo que acabar estos planos, tengo un viaje mañana por la tarde a Estados Unidos, y tendría que ir a preparar mis cosas.

- Pero si ya tienes eso preparado desde hace un mes, - se queja la chica. - además, el chico con el que iba a salir, canceló, dijo que tenía una emergencia o algo así. - se excusa, mirando a Samuel, quien hace una mueca en su dirección. - Ya sé, cállate, ¿por qué no hay nadie decente en todo París? Se supone que es la ciudad del amor.

- Ya... - susurra el pelinegro. - ¿te parece si compramos helados y vamos a mi casa a ordenar mis maletas?

- Y una película. - pide, el arquitecto ríe, pero termina por asentir.

- Bien, pero, por favor, no me uses para subirme a tus redes sociales.

- No es justo. - se queja ella. - Contigo gano popularidad.

Samuel ríe, mirándola sentada allí, y en verdad era preciosa, no le parecía posible que ella no tuviera una pareja estable, lo habían dejado hacía tiempo, pero se habían mantenido en contacto, y habían terminado siendo amigos.

Lucía sabía que era por aquel chico de cabello blanco, le había sacado algo de información a Samuel, retazos, pero era suficiente para ver que lo seguía amando.

Ella estaba bien con eso, Samuel era bueno y se merecía todo el amor que alguien pudiera dar, pero ella no podía darle todo ese amor, no sabiendo que a ella no la amaban de vuelta.

Pero eran buenos amigos, y él la aconsejaba, ella trataba de hacer lo mismo por él, pero, por más que se lo había dicho, Samuel no había vuelto a España desde esa vez cuando había parecido que estaba muerto en vida.

Lucía nunca supo bien que pasó, pero fuera lo que fuera, Samuel no había vuelto a ser el mismo.




Ya casi llegamos al final

F como dicen los chavos

~ all the love, me

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