Vendida [YA EN LIBRERÍAS] [Si...

By AxaVelasquez

6.1M 603K 550K

«Toda mi vida había sido preparada para ser vendida. Pero nadie me preparó para ser vendida a "él"». La princ... More

Introducción
Personajes
Prefacio
Capítulo 1: Mi precio
Capítulo 2: Mi compra
Capítulo 3: Mi comprador
Capítulo 4: Mi entrega
Capítulo 5: Mi destino
Capítulo 6: Mi elección
Capítulo 7: Nunca llores
Capítulo 8: Nunca confíes
Capítulo 9: Nunca ruegues
Capítulo 10: Nunca duermas
Capítulo 11: Nunca calles
Capítulo 12: Nunca tiembles
Capítulo 13: Mantén tus recuerdos lejos
Capítulo 14: Mantén el mentón en alto
Capítulo 15: Mantente en la cima
Capítulo 16: Mantén a tus amigas cerca
Capítulo 17: Mantén tu esencia
18: Mantente en control [+18]
Capítulo 19: No te alejes
Capítulo 20: No te detengas
21: No te reprimas [+18]
Capítulo 22: No seas de nadie
Capítulo 23: No esperes milagros
Capítulo 24: Monstruo
Capítulo 25: Sargas
Capítulo 26: Madre
Capítulo 27: Esposa.
Capítulo 28: Beso.
Capítulo 29: Lady viuda negra
Capítulo 30: Princesas
Capítulo 31: Un buen hombre
Capítulo 32: No puedo hacerte daño
33: Presa y cazador [+18]
Capítulo 34: La sombra
Capítulo 35: Madame
Capítulo 36: Infame
Capítulo 37: Gloria
Capítulo 38: Salvaje
Capítulo 39: Nefasto
Capítulo 40: Perverso
Capítulo 41: Lujuria
Capítulo 42: La serpiente ha despertado
Capítulo 44: El cisne tomó su canal
Capítulo 45: Darangelus sha'ha me
Epílogo
Preguntas
Escena extra +18
Vendida EN FÍSICO

Capítulo 43: Na'ts Yah

53.3K 8.4K 4.2K
By AxaVelasquez



Narración de Orión a Aquía.

Llegué a Baham. Un desierto total. Montañas de arena, viviendas de construcción lamentable, puestos al aire libre, hombres abanicados por mujeres, mujeres cargando agua del río, niños correteando y jugando.

Nada parecía fuera de lo normal, salvo que nunca había estado ahí, debajo de la fuerza imperiosa del sol anaranjado. Por un lado mis ojos estaban poco asombrados y maravillados, como cuando ves una hilera de cuadros perfectamente alineados en una pared, o que tu pareja de baile se combinó a la perfección el maquillaje, la ropa y los accesorios. Ya ves, todo un placer visual porque es algo que no estás acostumbrado a mirar. A veces, aunque las cosas puedan ser dolorosas luego, al momento de mirarlas por primera vez... te maravillan.

Así me pasó con el sol naranja. Luego, mi piel, acostumbrada a la caricia del frío de Ara, creo que... No sé, se doblegó bajo su poder. Tuve que cubrirme con más ropa de la que parecía necesaria, sintiendo que me sofocaba por esa misma razón.

Me sorprendió la cantidad de jovencitas con el abdomen descubierto, los niños descalzos, como si sus pies fuesen inmunes a las brasas del suelo; las mujeres con ropas vaporosas, los hombres con el pecho expuesto.

Recuerdo que pensé que tenían la piel de hierro, pero ahora que lo vuelvo a pensar entiendo que hasta el hierro se calienta bajo el poder del sol. Los bahamitas están hechos de otra cosa, algo más fuerte.

No había ni rastros de los disturbios de los que habló el mensajero ese de mierda. Nada, ni una sombra fuera de lugar. Pero sí tuvo que haber algo porque unas noches antes de llegar a Baham conseguimos poblaciones enteras saqueadas e incineradas, y sus habitantes o bien habían sido masacrados o escaparon a otro lugar.

Así que traté de buscar algún indicio en Baham, lo que fuera, de que tenían rehenes y cadáveres cocinándose al sol. Pero nada.

Así que me dirigí a Jalast'ar Nashira, el mercader que domina todo el negocio de Baham, prácticamente su gobernante. El hombre estaba tirado con las piernas abiertas en una silla de mimbre tejido mientras doce doncellas con poca ropa lo abanicaban y daban de comer en la boca.

Pedí a mis hombres que me cubrieran las espaldas, aclarando que no tenían permiso de atacar hasta que yo diera la orden, de ser necesario, lo cual lo dudé. Jalast'ar parecía más interesado en enfriarse las bolas que de librarse de nosotros. Debí haber previsto todo solo con eso.

—¿A qué has venido? —me preguntó con una sonrisa que chorreaba el jugo de las moras que se devoraba—. Tú y tu manada de salvajes.

Saqué a Cassio de su vaina, clavé su punta en el suelo y recosté mi brazo sobre su empuñadura, mirando al mercader entonces más despreocupado. Conocía a los tipos de su clase, los protocolos se los pasan por el forro del ano, no valía la pena ponerme a defender el honor de la guardia delante de él.

—Nos llama salvajes el rey de la manada de monos desnutridos. En fin, la hipocresía. —Me sentí tan cómodo, que incluso robé unas moras de su cuenco—. No he venido aquí por ti, ni a causar ningún tipo de daño a los tuyos, solo quiero a la princesa.

—A mi nieta, querrás decir.

—Es la princesa de Aragog.

—En Baham no lo es.

—Baham es parte del territorio de Aragog.

Jalast'ar sonrió, se reclinó en su asiento hasta quedar sentado, mirándome directo a los ojos como la serpiente que es.

—Na'ts yah, Khas.

No hablo su lengua, sé muy poco de sus costumbres, solo conocía la definición de Khas porque, como caballero, es lógico que sepa cómo nos llaman en otros idiomas. Pero no necesité un traductor para que me explicara que acababa de decirme «Hoy no, caballero.»

Mi instinto me llevó a girarme hacia mis hombres, y lo hice a tiempo para ver lo que les sucedía, mas no para detenerlo.

De uno de los médanos de arenas comenzaron a llover ráfagas de flechas encendidas en fuego. La mitad de mis hombres cayó gritando por las llamas, o en silencio por el golpe letal. Los demás se pusieron en guardia sin saber hacia dónde atacar, y decidieron irse contra los bahamitas a su alrededor. Ninguno esperaba que de las carpas comenzaran a salir mujeres armadas.

Lanzas volaban de un extremo a otro, acertando a los hombres al frente y de la retaguardia, creando lluvias de sangre que distinguían las armaduras con un llamativo carmesí. Los que quedaban en pie se debatían a espadazos contra los cuchillitos de esas mujeres. Pero ellos caían, no ellas. ¡No podía entenderlo!

Una mujer de cabello corto y un tapabocas negro se lanzó contra mí con dos dagas largas en sus manos. Recuerdo que desenvainé a Cassio pensando: «Mierda, no. Esto es demasiado injusto, no quiero matarla».

Pero ella esquivó todas mis estocadas, incluso las más letales y las más fuertes. No se defendía, solo esquivaba, pero su agilidad y movilidad eran sorprendentes. Casi... casi podría compararla con una serpiente. Ahora que lo pienso... ¡era una serpiente! Todo en ella podría compararse con una. Su mirada de víbora, sus movimientos, su manera de desplazarse, cómo de repente estaba frente a mí blandiendo sus cuchillos y al otro instante rodaba entre mis piernas, aparecía por detrás y me hacía un corte en las zonas desprotegidas de mi espalda. Solo por alardear. Como si dijera «Puedo matarte, pero no quiero».

Cassio me pedía que lo usara. No la espada, el poder en ella, pero yo pensaba «No te necesito para salir ileso de esto».

Y me puse más determinado a acabar con ella. No podíamos seguir bailando mientras mis hombres caían por decenas.

No sabes la impotencia que sentí, las ganas, la sed. Jamás me sentí tan frustrado. En cada parpadeo ella desaparecía, moviéndose con una energía voraz. Por cada movimiento mío, ella ejecutaba tres. El peso de mi armadura, la espada y la cota de malla también jugaban en mi contra. Estaba pesado, me hundía en la arena, mientras ella se desplazaba con la facilidad con que la tela fina que conformaba su ropaje ondeaba al viento.

Poco a poco, y mientras más me cansaba, me fui deshaciendo de las corazas que me cubrían para aligerar mi peso, todavía ignorando el poder de Cassio por no herir mi orgullo. No quería tener que ganarle así.

En una oportunidad, como si me hubiese cansado de jugar con ella, y más ligero ahora que mi armadura descansaba en el suelo, alcé a Cassio para decapitar a mi oponente en un solo movimiento.

Ella pareció advinarlo, leyó mis intensiones, así que en tres movimientos más rápidos que un parpadeo, se coló entre mis brazos mientras levantaba mi espada para ejecutarla y blandió sus dagas, haciendo dos profundos cortes en mis muñecas.

La sangre me caía a chorros, como cascadas. Empecé a ver puntos oscuros, mi visión se borró y... Estaba tan mareado que me desplomé de espalda, pero dos mujeres me atraparon. Las mismas se encargaron de parar la hemorragia y vendarme, y me dieron de beber una infusión que mantuvo el sangrado al mínimo mientras me suturaban.

La mujer que me venció se quitó el tabapocas e inclinó sobre mí. La reconocí a pesar del cambio en su cabello.

La princesa escorpión.

—¿Sorprendido? —preguntó.

—Mareado, debo admitir.

—No te voy a matar.

—Ya me di cuenta, muchas gracias.

—Por Aquía. Y por Sargas. Porque al final de cuentas eres su hermano y el muy bastardo es el mío.

Le regalé una sonrisa teatral, imagino que me salió convaleciente, apenas podía mantener los ojos abiertos.

—Eres un solecito, princesa —murmuré con las gotas de mi sentido del humor que todavía no se evaporaban de mi cuerpo. ¿Qué te puedo decir? Estaba por perder toda mi sangre, mas no mi encanto.

—En realidad, soy reina —me corrigió ella. En ese momento no podía decidir si había escuchado bien o estaba alucinando—. O lo seré. Mi coronación será pronto.

—¿Sargas te obsequiará su corona? Que caritativo nuestro hermano.

La princesa Shaula siempre fue una de esas mujeres que admiré en secreto, lo que  algunos llaman amor platónico. Siempre quedaba bombardeado por la intensidad de sus ojos, cómo ella no necesitaba nada más que su mirada para ser tan cautivante. Sin embargo, recuerdo lo mucho que me inquietó la sonrisa que se formó en sus labios ante mis palabras.

—Solo quiero que sepas que podría no dejar vivo a ninguno de tus hombres, pero dejaré vivir a diez.

—De nuevo quedo sorprendido por su dadivosidad, alteza.

—Los dejo vivir porque necesito que vayan a Ara por mí, y que le den a mi padre un mensaje. Dile, que se quede su corona. Dile, Athara vità salveh Kha. Dile, que Baham es libre, y que no volverá a inclinarse ante él. Y dile, que no le estoy pidiendo permiso, y que si quiere hacer las cosas por las malas, que se atenga a iniciar la primera guerra que Aragog va a conocer.

»Ah, y dile que su hija es Shaula Nashira, reina de Baham, la Tierra libre. El demonio que sobrevivió a los grandes soles de fuego.

*Espacio para teorías ya que no queda un coño para el final*

*Espacio para desahogo*

*Espacio para regañarlos si no han votado en todos los capítulos. Devuélvanse, y a votar, mis niños. No sean tramposos*

Chicos, quiero subir nuevo capítulo cuanto antes, pero en serio quedan apenas 2 y quiero ver Vendida crecer... Así que me gustaría que votaran, comenten mucho para que Wattpad la recomiende, y si pueden recomienden esta historia en Instagram, Facebook, a su abuelita, a su vecina, a su amiga la tóxica, a su hermano, obliguen a sus parejas a leer. No estoy lista para decidir cuándo subir el siguiente capítulo, pero si los veo bien emocionados e interesados, prometo que será muy pronto (ya está escrito) porque por otro lado también quiero ver sus reacciones.

*Espacio para que comenten los que se leerían una segunda parte de este libro, en caso de que decida hacer una*

Continue Reading

You'll Also Like

36K 4.8K 47
Entonces ahora es el dueño de lo que tanto anhelaba desde niño. Pero solo le faltaba ser dueño de algo, no el ya era dueño pero tenía que recuperarlo...
5.6K 1K 31
El campo científico ha perdido un miembro muy valioso. Una de las afamadas científicas se fue dejando inconclusa su investigación sobre una enfermeda...
2.6K 1.3K 28
Que pasara si te duermes en la sala de tu casa. Pero cuando despiertas te encuentras en una habitación desconocida con otros tres chicos, que harías...
1.4K 183 38
Saúl y Nala son dos adolescentes que viven en la misma ciudad, dos jóvenes diferentes pero unidos en la misma historia, Nala es una chica talentosa...