Invierno

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Yuuji consideraba que el invierno era tal y como suena. Frío, melancólico y aburrido, aunque obviamente tenía sus partes divertidas. Era esa maldita temporada en la cual sus salidas a jugar eran limitadas, por más que berrinchara y aclamase tener buena resistencia. Pero también era cuando se sentaba junto a su abuelo en el viejo sillón con una manta de diseño graciosa, viendo alguna película navideña y riéndose de las rabietas de ese anciano. Sin embargo, en un solo pestañeo, todo eso había cambiado y no solo porque había madurado.

Y, a pesar de toda la incertidumbre, malestares y esos días que ha despertado con los pies congelados aunque usase tres pares de calcetines, por primera vez en su vida sentía tanta calidez en pleno invierno.

Era amor. En el pecho de Itadori se había encendido un fuego incontrolable a mitades de otoño, siendo el único responsable y autor de este un hombre mayor que él, que no paraba de robarle los suspiros y pensamientos. Estaba confundido, pero no era capaz de negar por nada en el mundo aquel precioso sentimiento que se refugiaba en su inocente corazón.

Tenía entendido que era en primavera donde el amor florecía, junto a las flores y poesías así, no en invierno. Por ello, era abrumante la sensación de sus mejillas sonrojadas junto a su nariz fría. Y simplemente, se resignó.

-Yuuji -El mismo hombre del cual estaba enamorado le llamó, estando a unos pasos delante de él. Emitió un sonido dándole a entender que le prestaba atención-, ya será navidad, ¿quieres algún regalo, bebé?

Simplemente, se resignó a que ese hombre jugara como quisiera con él.

-Gojo-sensei, no me diga así por favor -Se quejó encorbándose un poco, sin sentirlo realmente-. La verdad... No tengo nada en mente.

Satoru Gojo era el repentino primer amor de Yuuji. Y vaya, ¿acaso no había alguna mejor opción? Era absurdo, pero es que esa actitud de coqueteo juguetón que el albino tenía con él, y que lo tratase con tanto cariño, habían causado estragos en su interior. Era un adolescente, tarde o temprano esas bromas causarían efectos. Románticos, en este caso.

-¿Eeeh, en serio? No seas tímido, debe haber algo.

-No lo sé. Debemos apresurarnos, los demás nos están esperando.

Estaban los dos andando por las calles de Tokyo, ambos con bolsas con comida para hacer la cena; esta vez, les había tocado a ellos. Faltaba tan solo unos días para que fuese navidad, caía levemente nieve dándole el toque y se estaba oscureciendo más pronto de lo normal. Por ello, estaba exhausto, quería llegar ya la academia.

Repentinamente, el mayor se había acercado a él pasando su brazo por sus hombros, haciéndole perder por un momento el equilibrio. Detuvo su caminar, mirándolo algo incómodo con un sonrojo en sus mejillas que esperaba que pasara por frío y no por nerviosismo.

-No seas tan frío conmigo -Le reprochó como si fuese un niño, haciendo un gracioso puchero-, ya tengo suficiente con el clima.

-Me disculpo entonces. -Le siguió el juego con una sonrisa, empezando a caminar aún teniéndolo encima. Vio al mayor sonreír, cerrando los ojos que los ocultaban esos lentes oscuros.

Por situaciones como esta, sentía que estaba en verano y no en invierno. Porque su cuerpo sentía un agradable calor, como si tuviese el sol encima de él, por solo recibir esa atención de su sensei.

Le gustaba. Gustaba tanto de él. Yuuji no sabía qué hacer, si acaso era normal amar tanto a una persona.

-Últimamente estás muy pensativo -Comentó en algún momento el mayor, rompiendo el silencio-. ¿Pasó algo? ¿Acaso debería ponerme celoso?

GoYuu OSWhere stories live. Discover now