Alguien en tu corazón

8.7K 737 380
                                    


[¡¡¡¡SPOILERS!!!!
DESPUÉS DEL INCIDENTE EN SHIBUYA]
*
*
*
*

El rumbo que había tomado las cosas, tan repentino, lo tenían aterrorizado. Su corazón se desgarraba y lloraba dentro de su pecho las lágrimas que no se permitía él mismo derramar, porque no se sentía con el derecho de hacerlo.

Él era culpable, un asesino, el responsable de todo lo que ha provocado Sukuna.

El recuerdo de su fallecido abuelo llegó, aumentando su pesar. No pueden ni imaginar cuánta falta le hacía su abuelo; quería esconderse entre sus brazos hasta que todo pasara, igual como hacía cuando era niño y le aterraba la oscuridad. Siempre encontraba refugio en él, aunque le regañase por ser tan miedoso a veces. Su abuelo, extrañaba tanto a su abuelo.

Su mirada estaba perdida en el sucio y frío suelo, apenas se podía escuchar su respiración y no movía ningún músculo, casi como si no tuviera vida. Y tal vez sea así, probablemente ya esté muerto. Ojalá así fuera.

Habían pasado días de que se separó de todos sus compañeros y huyó junto a Choso, pero se sentía como si hubiese pasado una eternidad. Los días tan lentos, las noches tan oscuras y el latente miedo de tener a Yuuta buscándolo para su ejecución, era demasiado. ¿Cuánto más iba a durar así?

Quería creer que Kugisaki fue salvada, que le hicieron un velorio digno a Nanamin y a todos los que fallecieron. Si Fushiguro, Toudou, Panda, todos, podrían llegar a perdonarlo por ser tan idiota, si el director Yaga había aceptado la condena y si ya no estaba en este mundo. Pensaba en demasiadas cosas, se preguntaba demasiadas cosas, pero había una que hacía más eco en su mente.

Gojo-sensei... ¿Cómo y dónde estás?

Le había fallado. No pudo ayudarlo cuando más lo necesitaba y dejó que se lo llevaran frente a sus ojos, había sido patético y débil. No logró salvarlo.

No recordaba cuándo fue la última vez que abrazó con fuerza a Gojo-sensei, y tampoco sabía si podría hacerlo otra vez. Se odió un poco más por esas veces que discutían y pasaba días sin dirigirle la palabra, por a veces tener la lengua suelta y decir cosas hirientes; por no saber aprovechar los momentos que tenía con él. Si hubiese sido menos inmaduro, más comprensivo con él...

—Itadori, ¿estás bien?

La voz de Choso logró sacarlo de sus pensamientos, y elevó su mirada hacia el frente. Ahí estaba la maldición, extendiéndole un paquete de galletas que recibió con una mano sin demasiado ánimo. El pelinegro se sentó a su lado, a una distancia prudente.

—Sí... Sólo estaba pensando.

Choso comprendió, dando un breve asentimiento y volvieron al profundo silencio. Yuuji empezó a comer de las galletas pausadamente; no le ofreció al chico porque, vamos, él no necesitaba alimentarse.

Ya era de noche, y habían logrado encontrar un edifico abandonado para poder pasarla. Sin tanto dinero y siendo buscados, era a lo más que podían aspirar. Lo peor de esa situación era que ya se sentía la llegada del invierno, noviembre se sentía más frío de lo normal. Recordó esa conversación que tuvo con Gojo-sensei, sobre comprar un kotatsu.

—Pero Yuuji, no necesitas esa cosa –Se cruzó de brazos, pareciendo ofendido–. Si tienes frío, sólo dime y te doy un abrazo.

GoYuu OSWhere stories live. Discover now