Capítulo 27

1K 68 5
                                    




Dasha

Me desperté entre los brazos de Damien, mis pies estaban congelados pero aún así el resto de mi cuerpo había conseguido calentarse. Era la primera vez durante tanto tiempo que conseguía dormir toda una noche sin levantarme por miedo a que entraran en mi habitación y quedándome en vela por si acaso. Me sentía a salvo, sentía que estaba protegida entre aquellos brazos y hubiese deseado que ese momento durase toda la eternidad.

Cuando abrí los ojos me encontré con el infinito marrón de los iris de Damien. 

Buenas díasme dijo en un susurro.

Le dedique una pequeña sonrisa intentando dejar pasar el hecho de que no sabía cuánto tiempo se  había quedado observándome.

Las imágenes de la noche anterior aparecieron en mi cabeza. Ni siquiera sabía que era lo que me había pasado, tras quemar aquel lugar mis pies tomaron el control de la situación alejándome de allí. Mi mente solo me repetía que ya había terminado todo, que estaba a salvo, que ya nada podía hacerme daño. Fue como si todo lo de mi alrededor hubiese dejado de existir y solo quedase yo con esa sensación de alivio que tanto había necesitado. 

No recordaba haber estado con Damien, después de la explosión producida por el incendio la noche estaba borrosa.

Me levanté liberando el cuerpo de Damien y seguidamente él hizo lo mismo.

Ayer...dije un poco insegura.

No hace faltame cortó con un gesto de mano y la verdad lo agradecí internamente porque lo último que me apetecía era hablar sobre lo que había ocurrido, solo quería olvidarlo, dejarlo atrás y no volver a revivirlo. Mason estaba muerto, era imposible que hubiese sobrevivido a la explosión, había visto con mis propios ojos como las llamas devoraban la estancia hasta llegar a él. 

Una parte de mí estaba tranquila, relajada por que ya nadie podía hacernos daño, pero la otra que reclamaba venganza había quedado poco satisfecha con la manera en la que había acabado con él. Me hubiera gustado cumplir las fantasías que tanto se habían repetido en mi cabeza como un bucle. El final perfecto. Clavarle un cuchillo lentamente, sintiendo el hundimiento de la hoja a través de su piel, el desliz de su sangre sobre mis manos, sus quejidos y fallidos intentos por vivir, sus súplicas. Ver el temor reflejado en sus ojos al saber que va a morir, alargando su sufrimiento hasta el último segundo para al final mirarlo a los ojos asegurándome de que mi cara sea lo último que vea. 

Pero aquello no era una película, no podía volver atrás y cambiarlo todo. Al menos ese impulso había evitado que nos persiguieran por el bosque, porque estaba segura de que Mason hubiera removido cielo y tierra para encontrarnos, y mi cuerpo no podía aguantar una persecución más.

Decidimos andar siguiendo el rumbo que se suponía que habíamos llevado la noche anterior. Pasamos horas caminando entre los mismos árboles blanquecinos teñidos por la nieve del día anterior. Estaba hambrienta, apenas había comido nada. Durante el poco tiempo que estuvimos cenando había estado concentrada en salir y ni siquiera había reparado en lo que haríamos después. Aquel bosque tenía kilómetros de profundidad y poco a poco comenzaba a dudar en que llegásemos vivos a encontrar a cualquier otra persona.

Mis piernas comenzaban a flaquear pero me obligué a seguir, quería salir de una vez, volver a mi casa, abrazar a mi hermana, a mi padre, recostarme en mi cama con Kira a mis pies y convencerme de que todo lo que había pasado tan solo había sido una pesadilla. 

Dasha, no estás bien.

Damien se paró en seco. Su rostro reflejaba preocupación, pero en ese momento lo último que me importaba era mi estado, tan solo quería marcharme de allí de una vez por todas.

La Rusalka RojaWhere stories live. Discover now