Capítulo 31

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Dasha


Después de todo lo ocurrido la noche anterior Damien me llevó a su habitación y ambos dormimos en su cama. No sabía porque, pero cuando pasaba las noches con él me sentía protegida y las pesadillas nunca aparecían.

Sin embargo, cuando me desperté no estaba allí. Por una parte lo agradecí, pero por otra estaba enfadada por como me había manipulado para conseguir sacarme información. Había podido conmigo a base de chantaje y placer y pensaba devolvérsela, claro que lo haría.

Conmigo no jugaba nadie.

Ahora que sabía sobre las pesadillas estaba nerviosa por saber cual sería su intención.

No me gustaba parecer débil, nunca me había gustado y después de haberme dejado caer en el bosque no quería volver a serlo. Aquellas pesadillas lo único que hacían era reflejarme como una loca.

Joder, solo quería olvidar de una vez, hacer desvanecer todos aquellos malos recuerdos de mi mente para poder vivir tranquila, y por más que lo intentaba, más difícil se me hacía.

Damien se había convertido en una droga, solo hacía falta una dosis para poder evadirme de todo y sustituir el dolor y el miedo por placer. Lo malo era que, como cualquier droga, una vez que lo pruebas te vuelves adictivo y él estaba comenzando a serlo. Cada vez que lo probaba más fuertes se volvían las ganas y las ansías de querer repetirlo.

Una parte de mí me advertía de que aquello no estaba bien y en el fondo lo sabía, pero ¿Qué puede hacer un drogadicto teniendo la tentación frente a él?

Nada.

Después de vestirme con una camiseta ancha y unos vaqueros que me quedaban grandes, salí a la cocina donde, como todas las mañanas, Aliona preparaba el desayuno.

—Buenos días—saludé.

—¡Hola, Dasha!—me respondió con una sonrisa inmensa mientras tenía las manos metidas en una masa marrón.

Alek apareció con una escopeta cargada en el hombro anunciando que iba a salir.

—Oh, espera—le dijo su madre—¿Por qué no te llevas a Dasha y os entretenéis un poco en lo que termino con el desayuno?

Alek y yo nos miramos.

Apenas habíamos estado intercambiando palabras y se notaba la tensión que había entre los dos. No es que nos cayésemos muy bien...

—No, mamá, no creo que ella quiera—respondió él.

Aliona me miró con un tono de decepción que intentó disimular lo mejor posible.

—No. Bueno, me parece bien—dije haciendo que su rostro se avivara, aunque no entendía ese empeño en que saliésemos juntos—. Si tú quieres, claro.

Alek me asintió con la cabeza aunque él tampoco parecía muy convencido y estaba claro que le molestaba pero todavía seguía sin saber por qué... Le dediqué una pequeña sonrisa a Aliona antes de salir tras él.

Lo seguí por el jardín hasta que me dí cuenta cual era su intención: quería meterse en el bosque.

Me paré en seco justo cuando puse un pie en la ligera nieve que quedaba de días anteriores.

Los recuerdos de aquellos días vagando entre árboles vinieron a mi mente.

¿Era capaz de volver?

Al ver que no estaba Alek se giró.

—¿Qué haces?—preguntó de mala gana—. No tenemos todo el día, a menos que quieras quedarte a hacer de árbol.

La Rusalka RojaWhere stories live. Discover now