Capítulo 43

662 45 6
                                    

Dasha

Jueves, 5 a.m.

Salí de la casa con una mochila a mis espaldas. En ella llevaba lo básico, prendas de ropa, unas cuantas pistolas y puñales y dinero.

En la isla todavía no habían asomado los primeros rayos de sol y esperaba que para cuando lo hicieran yo ya estuviera a unas cuantas millas de allí.

Iba a paso veloz recorriendo las calles de aquel lugar por última vez y apenas me importaba. Lo único en lo que pensaba era en llegar al barco de una vez.

Damien estaba dormido. Había estudiado los cambios de turnos de los agentes de seguridad y aprovechando que tenían uno a las cinco de la mañana había salido lo más deprisa posible, para que no me vieran.

El mismo barco en el que habíamos llegado a la isla estaba embarcado en el pequeño puerto de madera. Unos cuantos pescadores se movían a su alrededor transportando mercancías.

Aceleré el paso y justo cuando llegué al tablón por el que se subía al barco Damien apareció, bloqueándome el paso.

Me paré en seco.

Se quedó en el inicio de la entrada y se cruzó de brazos. Llevaba unos vaqueros y un jesey negro que me daban a entender que ya estaba enterado de lo que tenía planeado hacer.

Una parte de mí en el fondo sabía que la fuga no sería tan fácil como coger un barco e irse, esperaba un obstáculo que intentase retenerme y lo tenía enfrente de mí.

La mirada de Damien era intensa, retadora, me incitiva a atreverme a dar unos pasos más, a intentar subir al barco.

—¿Qué haces aquí?—inquirí.

—No puedo dejarte salir—respondió con un tono de voz grabe y frígido.

Di un paso hacia delante. Damien levantó una mano y tras hacer un gesto con los dedos todos los agentes de seguridad que estaban en la isla aparecieron por todos lados, rodeándome.

Tragué saliva.

No pensaba darme por vencida, sabía que era imposible pero no pensaba rendirme tan facilmiente. Volvería a aquella casa de madera, pero no lo haría sin unas cuantas heridas y sin haberme cerciorado bien de que había luchado lo mejor posible, y había hecho daño.

Tiré la mochila sobre la pasarela.

Damien arqueó una ceja.

—¿De verdad quieres intentarlo? No vas a salir de aquí, Dasha.

Fue como una patada en el estómago, como un golpe de realidad. Sentía tanta impotencia que estaba furiosa.

Si tenía que luchar a matar, lucharía a matar.

Apreté mis puños y salí directa al barco.

Me enzarcé en una pelea con dos agentes que intentaron inmovilizarme, finalmente conseguí tirar a uno al agua con un golpe en la cabeza. Con un golpe seco le disloqué el hombro al otro, haciendo que gritara de dolor, para después empujarlo al agua.

Escuché pasos por detrás y al girarme dos hombres más venían directos hacia mí con sus armas en mi dirección.

Me agaché y con un movimiento rápido de mi pierna conseguí derribar a uno de ellos, que cayó de espaldas en la pasarela haciendo un ruido hueco.

Todavía en el suelo, le di una patada en la mano al que seguía de pie haciendo que el arma se le cayera. Lo agarré por la chaqueta de su traje y me impulsé hacia arriba. Enrollé mis piernas en su cuello y con un movimiento de cadera se lo giré, dejándolo fuera de juego.

La Rusalka RojaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu