Capítulo 34

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Damien

Dasha e Irina subieron al avión entre sollozos. Era evidente que Irina era la que más afectada estaba, pero aún así Dasha no es que estuviera bien.

Ambas se sentaron juntas en dos de los sillones del fondo más apartados y para cuando Nicolay y yo, que estábamos delante, nos quisimos dar cuenta, las dos se habían quedado dormidas. Irina tenía la cabeza apoyada en el hombro de Dasha, aunque Dasha no parecía poder dormir bien porque tenía el entrecejo fruncido y estaba rígida.

Suspiré.

—Dasha no está bien—le dije a Nicolay sin poder apartar la vista de ella—.Tiene pesadillas y...—Preferí saltarme el resto—.Y creo que ha quedado bastante tocada.

—Es normal—respondió.

—Necesita ayuda—sentencié—. No quiere contar que es lo que ha pasado, pero salta a la vista que nada bueno. Tan solo mírala.

Dije refiriéndome a su condición física. Había conseguido recuperar algo de peso, pero aún así parecía estar esquelética.

Le conté a Nicolay como Mason me había tenido encerrado, todo sobre las torturas y como habíamos conseguido escapar gracias a Dasha.

—¿La llegó a...—preguntó cuando los dos dimos por hecho que era obvio que a que ella también la había estado maltratando.

—No lo sé—dije interrumpiéndolo con brusquedad, no podía si quiera pensar en ello porque me ponía enfermo y entonces las ganas de matarlo volvían a surcar por mi cuerpo.

—El hecho de que no hubieseis encontrado ningún cuerpo.—Saqué el tema después de un rato—. No es nada bueno.

Asintió con pesar.

—Si consiguió escapar y sobrevivir a tiempo lo más probable es que ahora esté planeando una nueva jugada. 

Estaba claro que un psicópata como él no pararía hasta conseguir lo que quería, y lo que más deseaba en aquellos momentos como ya había dicho Nicolay era a Dasha.

—Esta vez no se lo vamos a poner tan fácil—dije haciendo un juramento conmigo mismo, no volvería a dejar que la tocara, no volvería a dejarla desprotegida nunca más, la protegería aunque me costase la vida.

Un gritó entrecortado interrumpió nuestra conversación. Los dos nos giramos alarmados para encontrar a Dasha, todavía dormida, removiéndose con inquietud sobre su silla.

Nicolay hizo ademán de levantarse.

—Yo me encargó.

Me dirigí hacía ella e intenté despertarla suavemente porque los movimientos bruscos cada vez iban a más y tampoco quería que despertase a Irina.

—No, no, no—comenzó a decir a la vez que apretaba los reposabrazos de su sillón.

Cuando le susurré su nombre al oído sus ojos se abrieron de golpe llenos de terror. Nunca la había visto así, una parte de mí se quedó impactada, el miedo era más que evidente y esa expresión que había puesto nada más despertarse había sido como un jarro de agua fría que me había devuelto a la realidad haciendo que la posibilidad de que hubiese podido ser...violada fuera cada vez más real.

Me puse en cuclillas delante de ella.

—Solo ha sido una pesadilla—dije apoyando mis manos en sus rodillas. Deseaba arroparla con mis brazos y decirle que todo estaba bien, que no dejaría que ese hijo de puta volviera a aparecer, que ahora estaba a salvo...Pero no pude, ahora habíamos vuelto a la "normalidad" si es que se podía llamar así y la relación que teníamos era algo imposible de cumplirse.

Su respiración estaba acelerada y su frente brillaba por el ligero sudor que tenía.

Asintió con la cabeza, nerviosa, mientras parecía que volvía en sí.

—¿Cuánto falta?—preguntó cerrando los ojos y apoyando la cabeza en el respaldo, agotada.

—Media hora. Oye, si quieres te puedes venir delante con nosotros.

Abrió los ojos y no pude entender lo que se reflejaba en ellos, tornó su vista entre Nicolay y yo y después de unos segundos asintió.

Irina se quedó en su asiento en el sueño profundo en el que se había sumido y Dasha se sentó con nosotros al lado de la ventana, a mi lado.

—¿Todo bien, señorita Volkóva?—preguntó Nicolay, era evidente que estaba más que preocupado porque no nos había quitado los ojos de encima ni un segundo.

—Sí—contestó ella—, tan solo una mala pesadilla.

Los quince minutos siguientes se los pasó mirando por la ventana hasta que los ojos comenzaron a pesarle y acabó dormida, apoyándose en mi hombro.

Ignoré todo lo que pasó por mi pecho al volver a tenerla conmigo, siendo el que la protegía, con el que se sentía seguro...Esta vez su rostro estaba relajado y su respiración no era tan pesada como antes. Era tan jodidamente preciosa que me costaba apartar la mirada.

Nicolay arqueó una ceja cuando Dasha estaba profundamente dormida.

—¿Qué pasa?—pregunté al ver su expresión.

—Tan solo...—La observó por un momento y se volvió a dirigir a mí—.Ten cuidado.

Sabía que era lo que me quería decir. Ahora que volvíamos con el señor Volkóv todo lo que había estado sucediendo entre Dasha y yo tenía que terminar, era imposible. Una de las cosas que me dejó bien claras su padre fue el no acercarme de cualquier manera sentimental o sexual a su hija, tan solo para hacer mi trabajo y había roto con todo eso. Ahora ¿cómo se suponía que debía cortar la "relación" que estábamos formando si cada vez mis sentimientos hacia ella eran más fuertes? ¿Cómo se suponía que debía separarme si lo único que quería era ayudarla?

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La Rusalka RojaWhere stories live. Discover now