Capítulo 5

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(Nueve)

Querido diario, ¿Has escuchado sobre Dorian Gray?, bueno en resumen es la personificación de la perfección que el mundo superficial quiere alcanzar.

En lo personal pienso que es triste. Lo que él era antes, lo que su amigo pintó en primera instancia era algo puro, joven, en cierto grado inocente y terminó como todo lo bueno termina, completamente destrozado y sin valor alguno.

Ojalá hubiera una razón para estar escribiendo esto, pero, lo cierto es que no hay un punto en contarte este pésimo y diminuto análisis, creo que solo tuve un mal día.

P.S: ¿crees que la validación social influye de manera positiva en nuestro desarrollo o solo es un remanente prehistórico que permanece activo en nuestro cerebro para mantenernos vivos?, si tu respuesta es la segunda, entonces, ¿no crees que es gracioso que esa sea una de las causas principales de suicidio?


—Hoy se canceló la reunión del club —me dijo mi amiga devolviéndome a la realidad—: Pero los del grupo de vestuario decidimos reunirnos para organizar la bodega de utilería.

—¿Decidimos?

—Si tu celular no estuviera siempre en silencio, habrías leído el mensaje —me respondió burlándose de mí.

—De todas formas, no puedo ir.

—¿Por qué?, ¿acaso tienes algo más importante que hacer, que mover cajas polvorientas y desenterrar vestuarios escondidos desde la construcción del club de teatro?

—Mi mamá quiere que la ayude a hornear una tarta para llevársela a una amiga de su clase de yoga, la cual resultó ser su ex compañera de instituto, así que está con la energía de una chica colegiala.

—¿Hornear una tarta?, sin duda es algo muchísimo más divertido —me dijo tomándome por el brazo y llevándome en dirección al club de teatro—: Pero esta vez no puedo cubrirte, así que llama a tu madre y avisale que llegaras tarde, además Cara estará allí para ayudarnos.

Acepté y terminé empujando cajas cubiertas de telarañas.


—¿De dónde salieron tantos trajes? —pregunte mientras veía la cantidad de ropa acumulada en el almacén—: Si tan solo hubiera escogido arte, ahora estuviera diciendo que mis obras son abstractas y que la blancura del lienzo es una expresión de la pureza del alma.

—También pudiste audicionar —me contestó Cara, mientras sacudía uno de los trajes en mi dirección.

—No todas disfrutamos ser el centro de atención —le respondí, empujando otra caja de su lado.

—Es cierto, algunas disfrutan más quejarse de todo —me respondió lanzándome más polvo

—Qué bueno que todas nos llevamos bien —dijo Eli quitándose del medio—: ¿Podemos tratar de no alzar tanto polvo? —añadió limpiándose el rostro.

—Ya escuchaste a tu amiga, deja de sacudir las cosas a propósito —me dijo Cara, echándome toda la culpa.

—Tú empezaste.

—¿Y si mejor se van a preparar los refrigerios? —nos dijo Eli mientras estornudaba y nos empujaba lejos de los demás.


—¿Qué tal está tu rodilla? —le pregunté mientras preparábamos los emparedados.

—Mejor —respondió fríamente, volviendo de nuevo al silencio.

—Lo siento —le dije finalmente—: Ese día yo...

—No importa —me respondió acercando otra funda de pan—: Se que no te agrado, y que mi voz te parece irritante, pero... —se detuvo cuando escuchó la voz de Eli.

—¿Por qué se detienen?, sigan hablando —nos dijo tomando uno de los emparedados—: Es lindo ver que Becca ya te soporta, no tienes idea de las veces que se ha quejado de ti.

—¿En serio? —preguntó Cara, mientras yo sentía como mi sangre se detenía en mis mejillas.

—Te lo juro, es más el otro día... —la interrumpí antes de que siguiera hablando.

—Porque no vas a seguir limpiando.

Por suerte logré que se fuera pero Cara no volvió a hablarme fuera de lo netamente necesario.

(Diez)

Querido diario, hoy la vi otra vez, pero no tuve el valor para hablarle.

P.S: Espero verla durante la obra del miércoles.

Querido DiarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora