—Urian, cariño. Por favor, vayamos a sentarnos junto a Noah — le pidió, Sophiant. Ella le sonreía a los invitados tratando de ocultar lo que realmente pasaba en el altar.

—¿Podemos empezar? — preguntó el padre, en inglés. Asentí, ignorando la presencia de mi suegro.

El padre Castilla era un hombre de avanzada edad, de ascendencia española y descendiente del sacerdote que unificó a la primera pareja de elegidos para sellar la alianza entre reinos. Él vestía una túnica blanca e inmaculada. Tenía ojos verdes con barba y bigote canosos.

—Queridos hermanos, hoy estamos reunidos para unir a estas almas en sagrado matrimonio y así perpetuar la alianza que pactaron nuestros antepasados por el bien común de nuestros reinos. Porque aunque nosotros no hayamos estado presentes en la época oscura, las atrocidades que cometieron esos seres fueron inmortalizados en las crónicas de nuestros ancestros — comenzó, el padre Castilla —. El reino de Melusina luchó mano a mano junto al reino de los humanos durante aquella época, para poder encerrar a los 7 demonios principales del inframundo: Lucifer, Aamon, Mammón, Asmodeo, Belcebú, Leviatán, Belfegor. Actualmente, ellos siguen encerrados bajo las dos llaves, que se le serán otorgados a los nuevos protectores de nuestra paz.

El padre siguió relatando los hechos más trascendentales de la historia de nuestros reinos como era de costumbre y tradición en cada boda de vinculación de reinos. Mientras que yo recordaba mentalmente todo lo que debía decir, según el protocolo. Y si bien es cierto, estoy acostumbrado a hablar frente a miles de personas, pero sobre estrategias de mercado y planes para el grupo Kim, más no a hablar sobre seres mitológicos en el día de mi boda.

Sophia sintió mi temor por la conexión que tenemos gracias al espíritu del Mar, y aunque no pudo hablar, me dio un apretón de manos.

— ¿Estáis decididos a amaros, respetaros y proteger con vida las llaves de Zeus y Poseidón?

— Sí, lo estamos — respondimos en unísono.

—Entonces, si así lo es. Unid sus manos y manifestad sus votos matrimoniales.

—Yo, TheoKim, heredero de la familia Kim y representante del reino humano. Prometo amarte con devoción en todas tus facetas tanto como humana y sirena; serte fiel y el más leal compañero; protegerte con mi vida tal como lo haría con las llaves de Zeus y Poseidón; cuidarte en los momentos de enfermedad y ser tu soporte en las adversidades y en la guerra por resguardar a nuestra gente.

—Yo, Sophia Scarlett, princesa de Melusina y representante del reino de Melusina. Prometo amarte con devoción en todas tus facetas; serte fiel y la más leal compañera; protegerte con mi vida tal como lo haría con las llaves de Zeus y Poseidón; cuidarte en los momentos de enfermedad y ser tu soporte en las adversidades y en la guerra por resguardar a nuestra gente.

—Los anillos — pidió el padre.

Mi mejor amigo con una sonrisa de oreja a oreja caminó hacia nosotros con el cobre hecho de tilo madera, tallada con seis cariátides colocadas en las columnas y en el centro de los lados largos. Además, era de color dorado y poseía figuras pintadas en policromada de un humano abrazado con una sirena.

Me voltee hacia el cobre dorado para abrirlo; con delicadeza lo destape, dejando a la vista los bellos anillos de plata y oro con escrituras en griego que no sabía que significaban. Era primera vez que los veía.

AMAR ENTRE REINOS [02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora