Capítulo XX: Ha pasado tanto tiempo pero finalmente soy libre

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¿Ese sentimiento de adrenalina que aparecía una vez cumplías algo que no debías hacer? Lo tenía atravesado en la garganta. Contuve la risotada que quise soltar cuando me tocó entrar por la ventana de mi habitación en el segundo piso. Mamá estaba aparcando el auto cuando yo iba cruzando la pequeña entrada con rejas.

Con prisa y me lancé la pijama de Star Wars tan rápido como pude, asegurándome de encestar la ropa sucia en su sitio y de echarme en la cama luego de sacar mi libro de matemáticas de la mochila en el suelo.

Fueron un par de minutos después que ella entró en la habitación sin tocar, como si esperara que no estuviera allí.

Levantó la cabeza de su teléfono, fisgoneó por encima de sus lentes de lectura. El corazón bombeó tanta sangre que me marearía y creía que no la lograría escuchar hablar. Jamás había hecho esto así de extremo. Ni siquiera el día que me escapé hace dos meses atrás. La primera vez que recibí las notas de los fantasmas.

Un hormigueo me revolvió el estómago y presioné mis labios para no sonreír. Todo siempre tenía que ver con ellos.

Estaban conmigo por mí. Por nadie más.

—Pensé que estarías dormida.

—Estaba estudiando.

Le mostré mi libro, haciendo caso omiso a mi temblorosa voz.

Ella asintió. Sus ojos grandes estaban apenas con maquillaje y delineador negro. Por más que estuviéramos en una especie de bache, tenía que admitir que Mamá lucía más bonita de lo normal ese día. Temprano, no me había molestado en detallarla. El pantalón de vestir negro era elegante y la blusa azul pastel de mangas largas le quedaba muy bien. ¿Dónde había estado? ¿Con quién?

Como si me hubiera leído la mente, ella cambió de peso en su pie. Apretó algo en su mano y habló: —Hoy estuve en una reunión con tu tío Trevor. Me consiguió unos clientes que quieren ver algunas casas en Denver. Tuve que reservar un vuelo para mañana. Están buscando casa de bastante valor.

¿Iba a dejarme sola?

No lo creía.

—Vaya, eso es bueno, ¿no?

Intenté distinguir qué tenía en la mano.

—Tienes esta noche para empacar algo de ropa. — Sabía que no me dejaría sola. Alcé un poco más el cuello. Era algo blanco. ¿Una servilleta, podría ser?—. Conversé con la mamá de Nick, y pasará a buscarte temprano mañana, alrededor de las siete, luego te dejará en casa de Carrie. Tu tío tiene algunos asuntos que solventar y no podrá hacernos ese favor. Mi vuelo sale a las seis.

Me erguí en la cama, dejando el libro de lado—. ¿La mamá de Nick?

Secuencias de escenas de la noche me llevaron a recordar que ella fue quién me llevó más temprano al toque de los chicos y que Carrie me había visto. Yo estaba escapada. Si mamá se enteraba, empeoraría las cosas. El corazón latió de cero a cien en cuestión de segundos ante las malas ideas que pudieran ocurrir: pensaría que todo lo hago apropósito, que mi fin en la vida es arruinármela y...

—Sí, Tesla. La mamá de Nick...No lo quise decir antes pero me parece extraño que no lo hayas mencionando, ¿qué ocurre con él? No lo he visto más en casa.

Estaba muy atenta a todo lo que decía y hacía.

¿Sospecharía algo? ¿Se había enterado que al comienzo, cada salida a la casa de los Molina era permitida por Nick?

—Carrie y él terminaron hace algunas semanas.

—¿Y eso que tiene que ver contigo? —interrogó con curiosidad. Eso era lo más que habíamos conversado sin regaños. Una conversación real. Sin temas de la escuela, sin temas sobre qué debo o no debo hacer, sin hablar sobre presiones sociales. Mamá se recostó del marco de la puerta, inclinando la cabeza hacia mí con cierta duda. Otro vistazo a lo que sea que tuviera en la mano y la dobló al notar que yo quería fisgonear—. Tesla, ¿ha sido tu culpa?

Starlight |Julie and the phantoms|Where stories live. Discover now