Capítulo XVII: Su fe en mí era fuerte, pero la tenté demasiado

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La cabeza pesada sobre mi cuerpo solamente era fruto de las horas de llanto silenciado y palabras que empeoraban la situación. Todo era como comida sin sal, plano, soporífero y funesto. Cuando desperté con mi cabeza debajo de la almohada el sábado por la tarde según el reloj en mi mesita de noche, no tuve ganas siquiera de salir de la cama. El cuerpo dolía en niveles que no podía expresar y la sensación de adormecimiento mezclada con la invalidez que me daba causaría que llorara en cualquier segundo dado.

Un ruido de teléfono me desconcertó y no me di cuenta si no hasta después que me forcé a ponerme de pie, que mamá dejó uno desechable en mi habitación.

—¿Tesla? ¿Eres tú?

Chilló alguien causando que alejara el teléfono con torpeza, aturdida.

Cerré mis ojos con fuerza, sin soportar el dolor de cabeza—. Sí, soy yo... ¿por qué gritan? ¿Quién es?

—Tesla, estamos esperándote para que escuches las canciones que tocaran hoy. Hemos esperado por ti casi toda la mañana.

Era Flynn. ¿Cómo había conseguido el número de ese teléfono?

En dirección al baño, me tropecé con los botines blanco que había llevado en mi última salida, todavía en el mismo lugar que los tiré aquella noche. Me tomó un segundo estar consciente de la situación y ubicarme en tiempo y espacio. Los últimos dos días habían sido horribles y lo menos que me apetecía, era salir.

—No puedo ir, estoy castigada.

—¡No! —se lamentó ella, empeorando el dolor de cabeza—. ¿Tú también? ¿Qué les pasa a todos los papás hoy en día con querer arruinar oportunidades para sus hijos?

Fruncí el ceño, el sueño poco a poco empezó a dejarme, pero la pesadez seguía vívida —. ¿A qué te refieres con que yo también? ¿Quién más está castigado?

—El señor Molina usó esa misma carta con Julie. Le llamó la orientadora para informarle que había saltado clases y bajado el rendimiento académico. Escuchamos de Nick que lo más seguro hubiera sido tu caso también. 

Tal vez, el enemigo era la orientadora queriendo entrometerse en la vida de los demás...pero ese tan solo era su trabajo, preocuparse por el bienestar de los estudiantes, llamar a los padres y solucionar. En cuanto al castigo, sonaba a un consejo que mi mamá pudo haberle dado si no le cayera mal desde que me mantuvo ocupada con su familia y me hizo olvidar la mía.

—¿Y cómo planean tocar si Julie está castigada?

Coloqué el teléfono al lado del lavamanos y abrí la llave para echarme agua al rostro, quitar cualquier rastro de mascara de pestaña que no había retirado el día anterior después de la escuela.

—Los chicos dicen que podremos lograrlo y...

—Es una mala idea. 

—¿Puedes terminar de escucharme? Es una buena idea. Siempre  fue una buena idea. 

—Lo que sea que haya hecho tu mamá ahora, no le prestes atención... Iris es un desastre ahora por si no te habías dado cuenta. 

Ante la repentina voz masculina junto a mí, mi cabeza golpeó contra la llave y el agua salpicó por todos lados mientras que un gemido de dolor dejó mis labios. Me ardían los ojos por llorar y ahora la cabeza estaba apenas sobrellevando el dolor del golpe.

—Vaya, lo siento. No pensé que eso pasaría.

—Luke, ¿cuándo piensas algo? —Alex masculló de mala gana, se inclinó hacia mí—. Tesla, ¿estás bien?

Como pude, terminé la llamada con mis dedos húmedos y agarré una toalla para secar todo, incluida mi cabeza y el cuello de la camiseta de la banda que había comprado con Reggie en la tienda de música.

Starlight |Julie and the phantoms|Where stories live. Discover now