Capítulo XIII: Mantener la esperanza, no es de tontos

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El señor Molina habló sin parar sobre algo que leyó en el periódico. Me mostró la pantalla del teléfono y me hizo saber que esperó toda la semana para mostrármelo. Algo sobre los agujeros negros. Julie se limitó a encogerse en su silla después de insistirle a su papá que dejara el tema en paz para que pudiéramos comer pero no le hizo caso alguno y a mí no me molestaba realmente.

Estabamos sirviéndonos el almuerzo; arroz, plátano frito, ensalada de tomate y había un filete carne de soya en mi plato mientras que el suyo tenía carne mechada. Algo que comerían en Puerto Rico, según su papá.

El hermano de Julie respondía al nombre de Carlos. Doce años, de 1,50 metros, piel tostada y de rosto puntiagudo. Su cabeza estaba cubierta por una gran melena repleta de risos más lisos que los de su hermana. Y a diferencia de otros chicos, no le molestaba sonreír de oreja a oreja con su ortodoncia. Lo primero que dijo después de presentarse fue que no le prestara atención a su hermana si la escuchaba hablando sola porque tan solo eran tonterías de su edad.

Me llamó la atención eso.

—¿La oíste hablar sola?

¿Cómo pretendía Julie que nadie supiera sobre los tres fantasmas si la escuchaban hablando sola como una loca?

—Sí, le faltan tuercas.

—De seguro estaba hablando por teléfono, con los auriculares y tú tan solo no lo viste.

Elevó una ceja—. No me digas que tú también ves fantasmas y por eso la excusas.

Eché las orejas hacia atrás, forzando una sonrisa burlona—. Tienes razón, probablemente está loca. Solo la ignoraré.

El señor Molina le pidió que dejara de molestar a su hermana y a regaña diente lo hizo, le aseguré que no se preocupara. Julie se metió una gran cucharada de arroz a la boca, evitando mi mirada. No está bien, de hecho. Nada bien. ¿Su hermanito sabía? ¿O qué era lo que sabía exactamente?

—Eres graciosa, Tesla...—Carlos reconoció luego de que hemos terminado. Coloqué mi bolso en la espalda y nos acompañó hasta el garaje donde me indicó que podía esperar por su hermana mientras ella buscaba algo en su habitación—. Y no pareces rara como Julie... ¿Juegas video juegos? ¿Te gustaría venir conmigo a jugar una partida en Planet Games? Papá nos llevaría en el auto o podemos tomar el autobús. Ya sé hacerlo.

—Si estás dispuesto a que te gane, entonces, no tengo problemas.

Boqueó pero aceptó, asintiendo con emoción—. Asombroso —replicó un saludo militar y contuve una risa—. Nos vemos después, comandante Gray.

Fue lo último que me dijo para cerrar la puerta blanca del garaje. Di un vistazo con lentitud, estudiando todo. Los instrumentos estaban regados. Papeles arrugados en bolitas cerca del piano. Bolsos viejos en una pila al final. Suspiré suavemente y dejé mi bolso sobre el mueble negro. Según mi conocimiento, si invitabas a alguien a ver una práctica de tu banda fantasmal, lo mínimo que debías hacer, al menos, era estar ahí.

Julie demoró más de quince minutos y supuse que los chicos estaban con ella, por lo que a diferencia que hacía en casa, organicé lo más que pude. Doblé dos camisetas que estaban en la batería. Acomodé los bolsos, quitándoles el sucio y subiéndolos a un estante y tomé cada bolita de papel para ponerlas en una caja que encontré detrás del mueble. Seguía siendo un desorden, pero más agradable.

Volví a revisar el reloj y ya habían pasado treinta minutos.

Contemplé la idea de ver qué pasaba pero no quería ser molesta. Así que me terminé por decir sentarme, sacar mi libreta, un par de bolígrafos de gel, un lápiz y el sacapuntas. Lo que comenzó siendo la resolución de ejercicios de física, terminó siendo tres garabatos de fantasmas tocando sus instrumentos en una página cuadriculada.

Starlight |Julie and the phantoms|Where stories live. Discover now