Epílogo

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Adrien.

Creíamos que Eli era un asco en matemáticas y he de admitir que cada vez que se frustraba y su rostro se tornaba increíblemente rojo, yo intentaba no reír.

—Vamos Eli, son quebrados— intentaba que ella no notara que me estaba riendo. No quería causarle alguna clase de complejo, pero para mí su rostro era idéntico al de An cada que intentaba hacer una cuenta.

—No entiendo papá— insistió tirando de su cabello. 

Miré a Adriane, quien estaba sentada en la mesa al lado de Eli. A diferencia de ella, Adri dibujaba en su libreta.

—¿Terminaste?—

—No— contestó sin apartar su mirada de el boceto que hacía —Me rendí en la segunda pregunta—

—Adria, por favor— me miró y soltó un suspiro bastante dramático, —Haz tu tarea—

—Bien— miró a su hermana antes de agregar: —Pero Eli es la lista y sufre—

—Eli no es la inteligente...—

—¿No soy lista, papá?—

Apreté un poco mis labios.

—Cariño, no te mentiré— sentencié —Eres mucho más inteligente que yo—

—Pero no puedo con los quebrados—dijo cruzándose de brazos.

—Dejemos la tarea por un minuto, ¿Bien?—

Asintió.

Lo que nunca me dijeron es qué es difícil individualizar a tus hijos. Y lo digo de verdad. Nadie te dice que cada uno de ellos es completamente distinto y que a pesar de lo mucho que los ames por igual, ellos no te piden que se los demuestres de la misma manera en que lo haces con sus hermanos.

Y cuando mis hijos eran pequeños, aquello se me complicaba demasiado.

Eli quería que todo el momento estuviera apapachándola, consintiéndola y pasando tiempo con ella. Mientras que Adria empezaba a buscar su independencia.

Si.

Una niña menor de diez años que ya no quería estar los fines de semana con mamá y papá viendo películas. Y las personas no te dicen lo complicado que puede llegar a ser aquello, no me refiero a él solo individualizarlos.

No.

Me dolía verlos crecer.

—¿Qué les parece ir a por un helado?—

Adria asintió efusivamente, mientras que Eli pasó sus manos por su cara, restregándola un poco. Al cabo de unos segundos asintió ligeramente.

—Vamos por Edrian— rasqué un poco mi frente y me puse de pie.

En los primeros años de vida de mis hijos, terminé regresando a terapia. Por qué me descubrí a mí mismo intentando rescatar aquel tiempo que no pasé con Edrian. Y aquello terminó siendo obsesivo.

Quería ser el mejor padre para mis hijos.

A pesar de que mi infancia no había sido la mejor, yo de verdad me esforzaba por que la de ellos fuera buena. Sentía la necesidad de ser alguien en quien pudieran apoyarse. Y sabía que debía ser alguien mentalmente sano.

Entonces acudí a un especialista y trabajé en mis problemas.

An, después de un tiempo decidió unirse a mí y fue con un psicólogo para trabajar en sus propios problemas.

Eliane.

Amaba ir a dormir a los niños.

Y no por el hecho de que aquello significaba que pronto, solo seríamos Adrien y yo los despiertos en la casa. Y qué podríamos hacer las cosas con más calma y silencio. No. Lo amaba por que al rededor de diez a veinte minutos podía recostarme en la cama de cada uno de ellos.

El perdió másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora