Epílogo II

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Adrien.

En algún punto nuestros niños dejaron de ser eso, niños. 

De pronto tuvimos la casa llena de adolescentes y eso no fue fácil. Podría llenar un libro de cosas que no te dicen cuando eres un padre primerizo y aquello abarcaría definitivamente la mitad de este. 

Tus hijos te van necesitando más conforme crecen. 

Pero no será fácil, por qué ellos creerán que no te quieren ahí.

Hubo una ocasión en especial con Adria. An la había regañado por haber reprobado un par de exámenes, ya que ni siquiera los había presentado, se había fugado de clases para asistir a un par de audiciones. Adria tenía diecisiete años en aquel instante y todo giraba a dos temas. 

No importaba el castigo que fuera, o la razón de este. Adria se molestaba y soltaba siempre los mismos dos argumentos. 

"No eres mi madre"

"Solo te hiciste cargo de mi por qué mi madre se negó a hacerlo"

—¡No saldrás!— le gritó An golpeando la mesa del comedor. 

En aquellas situaciones lo único que hacía era guardar silencio, solo interfería cuando las cosas parecían salirse demasiado de control. De mientras sujetaba la rodilla de Eli por debajo de la mesa. 

Mi hija Eli, siempre fue demasiado nerviosa, además de que era un completo gusano de biblioteca. Cuando An discutía con Adria, a Eli le era imposible abandonar el comedor, permanecía ahí. A pesar de que siempre solía hacer su tarea en su habitación desde cumplidos sus doce, ella se quedaba ahí con su rostro metido en un libro. Como si no pudiera ir a su escritorio o este acabara de desaparecer. 

Pero temblaba. 

Y lo hacía de una forma bastante violenta, a pesar de tener mi mano sobre su rodilla, esta daba brincos demasiado abruptos. 

—¡Tu no eres mi madre!— le gritó Adria —¡No puedes prohibirme hacer cosas!—

—Si es tu madre— intervine. 

Adria solo me dirigió una mirada realmente molesta antes de agregar:

—Desde que soy pequeña me han dicho esa mentira y aún no se cansan— soltó —Ninguno de los dos es mi padre y se aferran a continuar de esta manera.

Me gustaría decir que Adria comprendió el peso de sus palabras de una buena manera, pero no fue así. Recuerdo haberla visto subir las escaleras y escuchar el pestillo de su puerta cuando puso el seguro. 

Recuerdo que An se quedó pasmada quizás por mucho tiempo, hasta después de que Edrian llegó de su practica de americano, como dos horas después. 

Cuando fuimos a dormir, An permaneció sentada en un borde de la cama, rehusándose a ponerse la pijama. Ni siquiera se quiso desmaquillar o despeinar. Solo se quedó así. Como si presintiera que algo estaba por pasar. 

—Deberías dormir.

—No— movió su mano al lado de su cabeza como si espantara aquella idea. —Adria va a hacer una estupidez—

—Edrian las hace todo el tiempo y jamás te ha quitado el sueño— me miro como si quisiera matarme antes de que continuara, —La otra vez me marcó a las dos de la mañana para que le llevara preservativos.

—¿Y se los llevaste?

—No estoy preparado para tener nietos— Si, An estaba furiosa. —Escucha, son contados los años que nos esta yendo bien económicamente. ¿Recuerdas lo apretados que vivíamos? Si Edrian embaraza a su novia, ¿Donde crees que vivirán? Si, pudimos comprar las otras tres casas, pero te recuerdo que están rentadas. Y no creo que puedan vivir en las oficinas, yo no los quiero en mi despacho y dudo que tu los quieras en el tuyo...—

El perdió másМесто, где живут истории. Откройте их для себя