—Entre el notable y el sobresaliente.

—¿Ves? No tienes que preocuparte en tal caso. Podrás con ello, como con todo.

Suspiró, no muy convencida.

—No sé yo. Creo que he perdido práctica.

La miré de hito en hito.

—¿Hablas en serio? Si en el campamento se te veía en tu salsa en los talleres instructivos. Eras de las que más preguntaba y la que más apuntes tomaba.

Una gran sonrisa se instaló en esa boca que me volvía tan loco. Solo con eso hizo que mi corazón aleteara en el pecho. Eso estaba mejor. Me gustaba más la Wendy feliz que la que se autocompadecía.

—Vaya, vaya, vaya. Parece que alguien está un poquito obsesionado —se burló.

No pude evitar reírme. Era tan espontánea.

Le di un beso en la punta de la nariz.

—Desde el momento en el que estos espectaculares ojos se han posado en mí no he podido dejar de mirarte, así que en el campamento me ha sido imposible quitarte los ojos de encima. Eres una mujer excepcional y no sabes lo afortunado que me siento de que me hayas elegido entre tantos hombres que estoy seguro que están a tus pies.

Uno de mis hobbies se había vuelto descubrir todas las maneras que había de hacer que se ruborizara. Intentó ocultarse en mi cuello, ese escondite que sabía que le gustaba tanto, pero no se lo permití. No quería perderme ni una sola reacción.

—El señor intenso ha vuelto.

Sonreí y me señalé con la mano.

—Viene con el pack, preciosa. Lo tomas o lo dejas.

Una estridente carcajada salió de sus labios y me contagió.

—No cambies por nada del mundo —suplicó. Hizo el ordenador a un lado y se sentó a horcajadas sobre mí—. Me encanta que no seas un príncipe egocéntrico, ese del que hablan las revistas.

Le acaricié la cadera deleitándome con su tacto. Dios, esa camiseta me estaba volviendo loco.

—A mí me encanta que seas tal cual eres y que no actúes cuando estás delante de mí. No habría soportado a otra niñita rica y tonta.

—Bueno, en teoría sí que soy una niña rica. —Se irguió y sacó el dedo meñique al mismo tempo que con un acento pijo muy exagerado dijo—: Osea, ¿no te has dado cuenta, nene?

Ambos reímos al unísono y ya no pude contener las ganas que tenía de besarla. La devoré sin prisa, saboreándola, hasta que ambos nos separamos para tomar aliento.

—Cuando cumpla veintidós años, heredaré la herencia de papá y la cuidaré como si fuera mi mayor tesoro. Pienso hacerlo sentir orgulloso —murmuró con los ojos llenos de lágrimas.

La abracé, dejando que ella recargara su rostro en mi pecho. Le pasé las manos por el pelo, hechizado, y le susurré aquellas palabras:

—Tío Blake estaría muy orgulloso de ti. ¿Cómo no estarlo? Eres maravillosa, Gwenny.

Salió de su escondite para mirarme.

—¿En serio lo crees? A veces me pregunto si de no haber sufrido la ira de Katrina mi yo hubiese sido el de ahora.

Le borré esas lágrimas traicioneras con los dedos, acariciando con suavidad sus mejillas sonrosadas.

—Por supuesto que habrías sido la chica de la que estoy perdidamente enamorado. Tío Blake se habría asegurado de criarte así, te lo aseguro.

No es una historia de amor (Bilogía Alas II)Where stories live. Discover now