Capítulo 13

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Capítulo 13

Aiden:

Anoche me había sentido tan imponente al verla tan descompuesta. Me había gustado que hubiese compartido conmigo algo tan personal para ella y una parte de mí deseaba borrar todos sus males de un plumazo. No me gustaba verla llorar.

Un accidente de coche, todo por un accidente de coche. Era atroz que hubiese experimentado algo así de pequeña, que hubiese perdido a sus padres siendo una niña y que se hubiese visto obligada a dejar toda su vida atrás desde aquel momento. Poco a poco iba conociéndola más y me daba la sensación de que Wendy era toda una luchadora y que su corazón bondadoso, ese que pese a todo lo malo no se había corrompido, era uno de sus mayores atractivos.

La charla me había resultado satisfactoria, el haber podido consolarla y haberla sentido aunque solo fuera unos segundos entre mis brazos. Algo dentro de mí gritaba que estábamos hechos el uno para el otro, que era la otra pieza que estaba buscando. No obstante, otra parte temía que se tratara solo de una mera ilusión y que al final acabara decepcionado. ¿Y si mis expectativas para con el amor eran muy elevadas? Que el amor de mis padres fuera tan perfecto me hizo ver desde que era un crío que yo también quería vivir una historia de amor como la suya.

Los días pasaron con rapidez. Era una pequeña rutina: por las mañanas me levantaba pronto para salir a correr, me daba una ducha, hacíamos las actividades grupales, fueran un taller o una competición, almorzábamos, nos dejaban un rato libre y volvíamos con las actividades hasta las siete. Después, teníamos el resto de la tarde libre para deambular por nuestra cuenta, ir a la cafetería o a la sala de recreativos.

Aquellos días me acerqué un poco más a Wendy, aunque solo fuera como amigo. Si bien aún cada uno almorzaba con su grupo de amistades, de vez en cuando quedábamos en nuestros ratos libres todos nosotros, como el día que los monitores nos dieron permiso para hacer una pequeña excursión por los alrededores o cuando nos dejaron coger el autobús para ir al pueblo más cercano.

Aprendí que solo los mayores de quince años y los que inspiraban confianza tenían el permiso para salir. El Estado los tenía muy controlados gracias a las revisiones que se les hacía cada dos meses y gracias a esos informes se determinaba si aquel verano podrían hacer salidas externas al campamento o no.

Wendy era confiable y no me extrañó para nada. Se la vía una niña buena que jamás rompía un plato. Me cautivaba su forma de ser, cómo se soltaba cuando estaba en confianza y cómo poco a poco lo estaba haciendo conmigo, mostrando su verdadero ser. No fingía ser otra persona, era ella misma, y eso me gustaba mucho de su personalidad. Esos ojos púrpura cada día me parecían más familiares y llevaba mucho tiempo dándole vueltas al asunto. Había algo en mi interior que me gritaba que ya la había visto antes, antes del campamento y de que trabajara en palacio, pero no sabía de qué podría conocerla.

Aquella tarde tuvimos una competición de voleibol. Íbamos muy bien en La guerra de las cabañas. No íbamos primeros, pero estábamos peleando con uñas y dientes por estar entre los tres primeros puestos. Habíamos ganado contra la cabaña de Los Cuervos y estábamos eufóricos. De haber perdido nuestra capitana no nos sermoneaba con que éramos unos inútiles, tal y como se lo había visto hacer a otros capitanes; nos daba un discurso alentador y nos decía que lo importante no era ganar, sino pasárselo bien.

¿Por qué cada día me costaba más verla solo como una amiga? ¿Por qué me estaba muriendo por besarla y recorrerle con los dedos cada trozo de piel expuesto? ¿Por qué anhelaba su cercanía y volver a sentirla sobre mis brazos?

Tras darme una ducha para quitarme todo el sudor del día y prepararme, me reuní con Luka y Olivier en la sala común de los chicos. Cuando bajé, algunos estaban viendo un partido de fútbol y, otros, jugando a algún juego de mesa. Mis amigos estaban en uno de los sofás charlando entre ellos. Luka tenía su teléfono móvil en la mano y tecleaba sin parar.

No es una historia de amor (Bilogía Alas II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora