Capítulo 6

7K 939 171
                                    

Capítulo 6

Wendy:

—¿Llevas todo lo necesario?

—Claro.

—¿El cargador, el móvil? ¿Lencería sexy por si quieres enrollarte con uno de los campistas?

—Llevo todo lo esencial, Dana. No te preocupes. He hecho una lista para asegurarme de no dejarme nada. Está todo, te lo aseguro.

Era domingo por la tarde y al día siguiente viajaría desde el barrio acomodado en el que vivía hasta el gran terreno que abarcaba todo el campamento casi casi a las afueras del reino, en una planicie rodeada de naturaleza. Estaba nerviosa y no había dejado de hablar con Sophia y Allie, mis amigas del campamento, en lo que llevábamos de semana. Tenía muchas ganas de verlas y de darles un fuerte abrazo de oso, de pasarnos la noche en vela contándonoslo todo; porque a pesar de la distancia hablaba con ellas a diario fuera por videollamada, teléfono o mensaje de texto.

Dana se había apoderado de mi habitación y se había encargado de revisar que había metido todo lo que necesitaría, toda mi ropa y mis pertenencias más esenciales. También había aprovechado la ocasión para meter varios preservativos en mi mochila y, al mirarla como si se le hubiese ido la cabeza, se encogió de hombros y soltó:

—Es solo por si acaso. Sé que tomas la píldora, pero a saber que enfermedades de transmisión sexual podría tener el chico con el que lo hagas.

¡Cómo no! Pese a tener diecinueve años Dana era muy madura para su edad. No solo había sufrido el abandono de su padre cuando era muy pequeña, sino que había perdido también al mío, a quien también lo consideraba como uno. En el colegio había vivido una experiencia no muy buena con sus compañeras, pues al ser la hermana menor de Agatha, una alumna popular, todas sus compañeras esperaban de ella la perfección y al conocerla tal cual era y ver que no era como se lo habían esperado, la rechazaron. Aprendió muy rápido a sacarse las castañas del fuego por sí misma, porque ni siquiera su madre se había dignado a ayudarla. Aunque siempre había podido contar conmigo para lo que fuera; yo me encargué de ser su compañera de aventuras y desde que la conocí vi en ella no solo a una amiga con quien jugar y en quien confiar, vi a una hermana a la que querer, mimar y proteger. Porque nunca se abandona a la familia y Dana era parte de la mía.

—¿Has metido tu libreta de dibujo? ¿Y tus pinturas? Sé que no serás tú misma si no lo llevas.

Tenía razón. Me gustaba mucho dibujar y era un pasatiempo que lograba que desconectara de la realidad.

—Es lo primero que he guardado en mi mochila, siempre a mano. Tengo tres horas largas de viaje y planeo pasarme todo lo que pueda dibujando, aunque es muy probable que con el tranquilizante que mañana tome a primera hora caiga KO en nada.

Iría en un autobús que el gobierno proporcionaba. Solo en mi distrito vivían muchos chicos en acogida y, por lo general, nos teníamos que dividir en tres autobuses. Era una verdadera locura. Debido a mi fobia, mi psiquiatra tuvo que recetarme unos tranquilizantes muy fuertes para que pudiera viajar en cualquier transporte sin sufrir un ataque de pánico. Desde el accidente de coche me había visto incapaz de viajar sin sentir que me faltaba el aire en los pulmones y que no podía respirar. Era una mierda de las grandes.

—¡Es verdad! Se me había olvidado la pastilla. —Le echó una hojeada a la tableta con la medicación que había dejado encima de la mesita de noche, puesto que nada más levantarme debía ingerir una de ellas—. Veo que ya estás preparada.

—Soy precavida. Ya sabes que odio dejarme cosas o acordarme a última hora.

Un halo de tristeza le nubló la mirada y cuando sus ojos marrones se posaron en los míos vi cómo un par de lágrimas descendían por sus mejillas.

No es una historia de amor (Bilogía Alas II)Där berättelser lever. Upptäck nu