Capítulo 31

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Os pido que, por favor, leáis la nota final. Allí os pido un favor enorme.

Capítulo 31

Aiden:

—Si sacas una foto te durará para siempre.

Las palabras de Wendy me sacaron una sonrisa. Estaba sentada en el sofá a lo indio, vestida con una de mis camisetas y el pelo recogido en dos trenzas muy monas. Trasteaba en mi portátil muy centrada y, por ello, me sorprendió que se diera cuenta de mi escrutinio. La miraba desde mi escritorio, sumido como había estado en su belleza. Wendy era una gran distracción.

Le saqué la lengua.

—Ya te he hecho una más de una mientras no te enterabas de nada, ¡qué te has creído!

Por primera vez en la hora que llevaba navegando me miró con los ojos abiertos de par en par.

—¡No habrás sido capaz!

Sonreí con malicia mientras sacaba el teléfono móvil y me sentaba a su lado en el sofá. Se las mostré.

—Estás muy mona después de nuestra sesión de sexo en la ducha —la piqué.

Las mejillas se le tiñeron de un rosa que me encantó y yo me jacté a su costa. No sabéis cómo me gustaba ponerla en aprietos como ese. Se habían vuelto todo un pasatiempo para mí.

—¡Eres un pervertido! —exclamó totalmente acalorada—. No me extraña que antes de mí no hubiera una mujer contigo. ¿Quién podría soportarte?

Froté la nariz contra su mejilla, de muy buen humor.

—Bueno, tú eres mi pareja, así que supongo que lo haces.

Puso los ojos en blanco.

—Tengo mucha paciencia, principito. He aprendido con los años a soportar hasta lo insoportable.

Hice un puchero.

—Entonces, ¿eso significa que no me quieres?

Un brillo maligno surcó su mirada, pero, por fortuna, no dijo aquella maldad que estaba seguro que estaba pensando.

—Claro que te quiero, tontorrón. ¿Acaso no te lo he demostrado ya?

Agarré su cintura con las manos, tiré de ella hasta tenerla apoyada en mí y le di un beso en la mejilla. Me dejé embriagar por ese aroma femenino que desprendía y que tan hechizado me tenía.

—Puede ser. —Me fijé en la pantalla del ordenador. Estaba en la página web oficial de la Universidad Privada de Allura—. ¿Qué estás haciendo?

Puse el aparato entre los dos mientras recostaba la cabeza en mi hombro.

—Trasteando, ya sabes. Investigo qué tengo que hacer para matricularme para el curso que viene, qué necesito y cuánto tengo que pagar. Quiero estar preparada y que no haya ninguna sorpresa de última hora.

—Chica lista. —No obstante, supe por su mirada apenada que algo no andaba bien. La obligué a mirarme a los ojos antes de preguntarle—: ¿Qué pasa?

Hizo una mueca. Jugó con aire distraído con las puntas de sus trenzas.

—No sé si estoy preparada. ¿Y si no estoy a la altura de mis compañeros? ¿Y si al final resulta que no me gusta? Llevo unos años sin tocar un solo libro y me asusta haber perdido la costumbre.

—¿Qué media sacabas cuando estabas en el instituto? —Si mal no recordaba, sacaba muy buenas notas.

Se encogió.

No es una historia de amor (Bilogía Alas II)Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu