Capítulo 21

6.4K 921 253
                                    

Capítulo 21

Aiden:

Los primeros días fueron intensos, tanto que no tuve siquiera tiempo para respirar. Tuve un viaje de última hora el martes y volví de él el viernes, y, después, me sumí en un mar interminable de reuniones con el consejo y los ministros y de lecturas interminables de presupuestos y propuestas.

Pero, en todo aquel caos, estaba ella. Pese a que no había podido verla, la llamé todas las noches y le escribía a diario para saber cómo estaba. Según me había contado, los primeros días le habían asignado ser la doncella de mi madre, la que se había quedado al pie del cañón cuando papá y yo tuvimos que irnos a la Unión Argentinochilena para reunirnos con su líder y firmar de nuevo el tratado de paz.

Con mi llegada volvieron los chismes falsos, donde se decía que me habían visto con una u otra mujer o exponían la marca de ropa que llevaba. Era todo un agobio y no entendía cómo papá había podido vivir con ellos, cómo, pese a todo, había conseguido que su relación siguiera adelante. Temía que si me reunía en cualquier parte, por muy privada que fuera, con Wendy, nos fotografiaran. Dios sabe que era lo que menos quería, menos ahora que sabía la verdad sobre la identidad de aquella mujer y todas las atrocidades que había sufrido.

El sábado de la semana siguiente a mi llegada hubo un baile en honor al Día Mundial del Gen M. Terminé de prepararme en mi suite y, como me sobraba tiempo, decidí escribirle.

<<Te echo de menos. ¿Cuándo vamos a poder quedar como dos personas normales?>>

Su respuesta no tardó mucho en llega.

<<Eres un agonías. Me verás mucho antes de lo previsto. Me han convocado a última hora para que sirva en el baile. Solo espero que usted, su soberana alteza, se controle y no tenga que ver cómo se restriega con medio país femenino.>>

Reí por su ocurrencia. Ahora que había dado con aquel diamante no iba a soltarlo y toda la bisutería que brillaba había dejado de deslumbrarme. Solo tenía ojos para ella. Me moría de ganas de verla y, al mismo tiempo, fantaseé con la idea de robarle un beso a escondidas, aunque me temía que iba a ser imposible con todas esas cámaras a nuestro alrededor.

<<¡Qué se le va a hacer! Viene con el pack, señorita.>> y, adjunto, le envié el emoji de la sonrisa ladeada.

Un minuto después vi a tres emoticonos con los ojos puestos en blanco junto a lo siguiente:

<<Veo que estás de buen humor. ¿Qué tal la vuelta a la normalidad? ¿Ha sido tan dura como te figurabas?>>

<<Teniendo en cuenta toda la libertad que he tenido durante estos dos últimos meses, digamos que no lo estoy llevando muy bien. A ver, me gusta mi trabajo, no te confundas, pero a veces desearía tener un poco más de tiempo para mí mismo, no sé si me entiendes.>>

<<Lo hago. Me pasa lo mismo con la insoportable de mi madrastra. Desde que he vuelto no ha dejado de darme órdenes como si fuera su criada y lo peor de todo es que sé que no puedo negarme. Tengo tantas ganas de librarme de ella que no veo la hora de que por fin cumpla los veintidós años.>>

<<Créeme, llegará el día en el que no tendrás que soportarla más, ni a ella ni a Agatha. Te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para que el tiempo que te queda bajo esa cárcel sea lo más ameno posible.>>

<<¿Cómo lo harás?>>

Sonreí, sin poder contener toda la felicidad que estaba sintiendo en esos momentos de tranquilidad. Me senté en el sofá y dejé que mis dedos volaran por el teclado.

No es una historia de amor (Bilogía Alas II)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα